Chapter 10 - Arco 1.8

Liwen no regresó a la mansión Khei. Directamente se instaló en la propiedad de Li´An, quien no tardó en comprarle ropa y diversos artículos de higiene personal.

Acomodó su alrededor, de modo que pareciera que siempre habían vivido juntos.

Liwen solo pudo reír, ante la emoción de su hombre. No podía negar, que se sentía de la misma manera. La única diferencia radicaba en su forma de mostrarlo. Había aprendido a ocultar sus sentimientos, para que nadie pudiera leer su corazón. Le iba a costar un tiempo poder cambiar su manera de ser.

Li´An acompañó a Liwen hasta la academia.

Entrelazando los dedos de su amante, se aseguró de que llegara a tiempo y no se retrasara en ninguna de sus clases. Por más que deseaba estar todo el tiempo a su lado, no podía entorpecer sus estudios.

Liwen acarició la palma de su mano. Rascó suavemente su piel, generándole un leve cosquilleo.

El corazón de Li´An se retorcía, ante cada muestra de cariño y mimos que le concedía su bebé.

Cuando el auto llegó a destino, Li´An se lamentó de que el tiempo hubiera transcurrido tan deprisa. Con pesar, soltó la mano de su amante y le concedió un ligero beso.

Se despidió y le abrió la puerta. Observó como Liwen ingresaba a la academia, antes de continuar con su camino. Tenía mucho trabajo que hacer en la empresa, pero antes, debía resolver ciertos asuntos.

Desbloqueó la pantalla de su teléfono y marcó un número familiar. Esperó a que la persona del otro lado, atendiera su llamada.

"Li´An, tanto tiempo sin saber de ti. ¿Qué cuentas?"

"He estado muy bien Rich. Aunque lamento decirte, que en esta oportunidad, no te llamó para hacer sociales. Necesito que me ayudes con algo"

"Por el tono de tu voz, puedo deducir que ese ´algo´ en verdad te molestó"

Li´An acomodó la corbata que rodeaba su cuello.

La presión en el aire disminuyó un par de grados, mientras Li´An recordaba lo que le había contado Liwen.

"Una basura intentó poner sus apestosas manos en mi esposa. Quiero que pague"

Cogh

Una tos, resonó fuertemente desde el otro lado del teléfono. Rich se atragantó con el agua que estaba tomando. ¿Había escuchado bien?, se preguntó, intentando retomar la calma.

"¿Es…esposa? ¿Cuándo te casaste? Nunca me dijiste nada"

Li´An sonrió. Si bien no estaban casados, no debería pasar mucho tiempo antes de que se unieran definitivamente como familia. Debía comenzar a planear la propuesta de matrimonio y el casamiento.

"Todavía no lo hemos formalizado. Te invitaré a la boda cuando sea el momento, pero antes necesito deshacerme de alguien"

Rich se puso serio. Li´An era su mejor amigo. Lo conocía desde que tenía siete años, y jamás lo había escuchado tan molesto. Esa persona había tocado la escala inversa de un hombre conocido por ser extremadamente frívolo. Nadie más sabía lo terriblemente aterrador que podía llegar a ser.

"No digas más. Dime quien es y me haré cargo"

"Uriel Dinarm. Quiero que desee estar muerto"

Rich rio.

"No te preocupes. No eres el único que tiene asuntos con ese hombre. Su vida, de ahora en más, será un infierno"

Luego de confirmar el castigo que recibiría ese hombre, Li´An terminó la llamada. No sin antes comprometerse a organizar una cena, para presentarle a Liwen. Rich deseaba conocer a la persona había conseguido despertar su tieso corazón.

Li´An sonrió. Todavía no podía creer todo lo que había sucedido en tan poco tiempo. En un abrir y cerrar de ojos, esa persona lo había cautivado y atrapado entre sus manos.

Esos delicados dedos, lo habían sujetado con firmeza, hasta el punto en el que se sentía pleno y deseoso.

Li´An se recostó contra el asiento. Suspiró.

Iba a ser un largo día, sin poder ver a su bebé.

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Una vez Liwen pisó el predio de la academia, sintió que lo seguían. La presencia de varias personas se podía percibir a su espalda.

Su sexto sentido le indicaba que algo malo iba a suceder. Aunque le costaba comprender si ese algo ´malo´ se refería a él, o a quien estuviese buscándolo.

Una persona de cabello blanco se paró delante de él. Liwen detuvo su marcha y lo contempló sin emociones.

Se trataba de la mano derecha de Kalisto, Leny.

Liwen extrajo su teléfono para comunicarse. No pensaba gastar saliva ni esfuerzo en estas personas.

"¿Se te ofrece algo?"

Leny no se sorprendió ante el nuevo aparato. Siguió mirándolo con atención y frialdad.

Por alguna razón, sentía que algo no estaba bien. Leny tenía ligeras dudas con respecto a la persona delante de él. ¿Era el mismo Liwen que conocía?, se preguntaba.

"Tu hermano te estará esperando a la salida de clases. No pienses en marcharte"

Liwen frunció el ceño. ¿En verdad Kalisto había enviado a sus secuaces para decirle esto? ¿Cuál era su objetivo? ¿Asustarlo? Pues, en ese caso, no lo estaba logrando.

"Lo que sea"

Liwen respondió secamente, antes de ignorar al grupo de jóvenes que lo rodeaba.

Los secuaces de Kalisto se sorprendieron ante su reacción. Recordaban a Liwen como una persona mucho más tímida y sumisa.

Leny, por su parte, confirmó aún más sus sospechas. Liwen no era la persona que recordaba. Algo en él había cambiado. Y posiblemente, estaba relacionada con la persona que lo había acompañando a la academia.

Necesitaba informarle de todo esto a Kalisto cuanto antes. Sus planes no podían demorarse por más tiempo.

"Vámonos"

Anunció Leny, antes de dar la vuelta y dirigirse hacia su guarida.

Mientras tanto, Liwen se dirigió hasta su clase como de costumbre. Pensaba ignorar la orden sin sentido de su incompetente hermanastro. ¿Creía que iba a ir porque se lo decía?

Liwen no podía evitar dudar del intelecto de los dioses, quienes atesoraban personajes tan idiotas.

"Humano"

Lumie se comunicó con Liwen por medio de su conciencia.

"¿Qué sucede?"

"La historia ha sufrido ciertas modificaciones. La trama ha cambiado"

Liwen frunció el ceño.

"¿A qué te refieres?"

"Significa que el personaje principal ha perdido cierto apoyo. Hechos que iban a ser de beneficio para él, desaparecieron"

Liwen reflexionó por un segundo. Si la trama se desvió, y Kalisto perdió parte de su apoyo, solo había una razón en la que Liwen podía pensar. Su hombre había metido mano, tal y como se lo había prometido.

Era probable que Uriel ya no volviera a ser un problema a solucionar. En ese caso, tenía mayor libertad para deshacerse de Kalisto.

Necesitaba hacerle pagar por un hecho puntual. Kalisto le había roto los dedos a su personaje…él pensaba cobrar esa deuda.

"Gracias por el aviso, sistema. Dime cuando ocurran cambios similares en el futuro"

"Como quieras, humano"

Lumie se desvaneció. Regresó a su morada, ignorando al mundo que lo rodeaba y lo que Liwen pudiera estar haciendo.

El profesor entró en el aula. Acalló la plática de los estudiantes, quienes se acomodaron en sus asientos y abrieron sus apuntes.

La primera clase acababa de iniciar.

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Kalisto rio. Sujetó su estómago, la cual dolía a causa de sus intensas carcajadas. No podía parar de reírse. Había escuchado la idea más tonta del mundo.

"Leny, tienes que estar bromeando"

Leny se mantenía firme en su postura. Si algo había aprendido, de estar vinculado con el bajo mundo, era a nunca subestimar a tu oponente. Un conejo acorralado, por más indefenso que sea, puede morder y causarle daño al cazador.

Creía que el cambio de Liwen podía terminar contándoles caro, si es que no tomaban precauciones. Era una pena, que Kalisto no pensara de la misma forma que él.

"¿Que el fenómeno cambió? Y eso qué. Una rata, sigue siendo una rata, por más que se vista con ropa nueva"

Los secuaces parados junto a Leny, se miraron con ciertas dudas. Habían contemplado de primera mano el cambio de Liwen. ¿Estaban exagerando?, se preguntaban.

Leny apretó la mano en un puño.

"Liwen fue enviado a la escuela por Li´An Sein. Es probable que se haya puesto en contacto para que firme en su empresa. Tu hermano ya no es ese simple gusano sin apoyo. Por no decir, que su carrera despegará una vez que se presente en el festival"

La expresión de Kalisto se transformó. Pasó de ser todo risas, a una rostro serio y cargado de odio. Leny había tocado su punto más sensible, al hablar de los logros de su hermanastro.

"Con más razón para seguir el plan"

Afirmó Kalisto.

"Debemos conseguir que su cuerpo deje de ser capaz de tocar música. No creo que Li´An Sein no lo abandone cuando eso pase. Ese inútil, debe seguir siendo un inútil"

"Pero…"

Kalisto interrumpió la plática de Leny.

Abandonó la silla en la que yacía cómodamente sentado, y avanzó hasta Leny. Con ojos fríos, recorrió el rostro de su mano derecha.

Sus padres habían firmado un tratado comercial, obligándolos a ser "amigos" tiempo atrás.

Pero por más años que habían compartido, Kalisto no podía eliminar ese sabor amargo de su boca. A veces sentía que Leny lo considerara un idiota. Algo en su mirada, le hacía pensar de esa manera.

Kalisto se detuvo frente a Leny. Sujetó violentamente el cuello de su remera, jalándolo hacia él. Sus rostros estaban a unos centímetros de distancia..

"El plan continúa, ¿me oíste? Soy quien mejor conoce a ese fenómeno y sé cómo va a actuar. No necesito sermones de un tercero"

Soltó a Leny con brusquedad. El cuerpo de Leny perdió estabilidad y se tambaleó hacia atrás.

Leny llevó su mano hasta su cuello y lo masajeó con cuidado.

"Entendido"

Pronunció con los dientes apretados.

"Si Li´An Sein se encargó de traer a mi hermanastro a la escuela, es muy probable que lo pase a buscar. Eso solo complicaría nuestros planes, así que usaremos la segunda opción"

Colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón, Kalisto dio media vuelta en dirección a la puerta. A paso confiado, salió de la lúgubre habitación. Dejó a Leny y a sus secuaces detrás.

"¿Que…qué hacemos entonces?"

Leny bufó.

"¿Acaso no lo escuchaste?", infirió con tono burlesco. "Pasaremos al plan alternativo. En marcha, y asegúrense de que nadie los vea"

"¡Si!"

El grupo de jóvenes asintió, y rápidamente salió de la habitación. Debían prepararse.

Leny quedó solo. Sacudió sus cabellos con frustración, tratando de eliminar el odio que brotaba en su corazón. Kalisto lo había tratado peor que a un perro. Más que mano derecha, era simplemente un esclavo para él.

No estaba seguro, de hasta cuanto tiempo más, iba a poder seguir tolerando su comportamiento.

"Maldita sea"

Comentó en medio de la desolada habitación. Sin embargo, nadie pudo escuchar ese clamor cargado de impotencia, rabia y frustración.