Liwen estaba concentrado. Sus dedos danzaban salvajemente entre las teclas blancas y negras del piano.
Había perdido la noción de tiempo, mientras componía el repertorio para su nuevo álbum. Pensaba grabar un par de canciones la próxima semana, y dar rienda suelta a su propio disco musical. La idea era lanzarlo antes de su presentación en el festival; aunque con el escándalo Khei, lo mejor sería posponer esa fecha.
Lumie apareció frente a Liwen. Rebotó entre las teclas, provocando que la fluida vibración de la melodía, se viera interrumpida.
Liwen enarcó una ceja, cuando se percató del error. Rápidamente su mente se apartó de la inspiración que lo había cautivado. Se centró en Lumie quien, sorpresivamente, se había presentado ante él.
"Humano" formuló secamente. "Acabo de detectar anomalías en la trama"
Liwen mostró un destello de interés.
"Kalisto acaba de desear estar muerto. Completamos nuestro objeto. El protagonista acaba de caer de su pedestal"
"Oh...¿Qué sucedió?"
Lumie sacudió sus pequeñas y tiernas orejas de gato. Por alguna razón, Liwen sentía el impulso de acariciarlas. ¿Se enojaría mucho el sistema si lo intentara?
"Tu hombre se nos adelantó. Toda la información que recopilé, no sirvió de nada. Él se comunicó con las autoridades y denunció los crímenes de tu familia"
Liwen no se mostró sorprendido al respecto. Tras el incidente en la academia, podía sentir que Li'An había cambiado. Estaba más atento y sobreprotector.
El suceso había despertado su lado más considerado y amoroso, pero al mismo tiempo, su cautela y reserva habían escalado un nivel inimaginable. Pero no podía decir que eso fuera inesperado y desconcertante. En el mundo de terror, Liwen había experimentado de primera mano la sobreprotección de su hombre.
Liwen rio al recordarlo. Se sentía bien, tener una espalda sobre la que apoyarse.
En medio de sus ensoñaciones, Liwen no se percató de la entrada de una persona. Li'An avanzó hacia el piano, ubicado en el centro de la habitación, y enseguida tomó a Liwen entre sus brazos. Un delicado beso cayó sobre el cuello de Liwen, generándole escalofríos.
Liwen volteó a ver a su hombre. Sujetó suavemente su mejilla y le regaló una hermosa sonrisa. Los pómulos de su cachete se inflaron, a la par de esos ojos oscuros que brillaban.
"¿Qué...sucede?"
Preguntó Liwen.
Li'An dudó por un momento, ya que no tenía pensado transmitirle las malas noticias en un principio. Sin embargo, no podía apartar a su bebé de la verdad. Antes de que lo descubriera por un tercero, prefería ser él mismo quien le explicara la situación. Además, la policía no tardaría en llamarlo a declarar. Era parte de la familia Khei y debía ser interrogado.
Li'An le comentó a Liwen lo que había ocurrido. Detalló los crímenes de la familia Khei y la intervención de las autoridades.
A medida que sus palabras se hacían más y más profundas, sus brazos se aferraban con más fuerza sobre ese delgado cuerpo. Las manos de Li'An sostenían firmemente la cintura de Liwen, la cual estaba completamente a su merced.
"Así son las cosas. Yo sé que no tienes nada que ver con lo que hizo tu padre. Las pruebas son contundentes, pero no hay forma de impedir que la policía se ponga en contacto contigo. Es un simple procedimiento. No tienes porqué tener miedo"
Liwen asintió.
"No....tengo miedo...amor"
Aseguró, antes de besar los labios de Li'An.
El simple toque no tardó en transformarse. Se tornó en un intercambio salvaje y apasionado, que terminó en la derrota de Liwen.
Li'An comenzó a dominar el encuentro, sujetando la nuca de Liwen y acercándolo más hacia él. Sus cuerpos se apretaron, hasta el punto en el que podían escuchar los latidos del corazón de otro. Ambos iban a un ritmo acelerado, bombeando locamente la sangre dentro de sus cuerpos.
"Mmh...Ahhhh"
Liwen jadeó, sin poder evitarlo.
La mano de Li'An se metió dentro de su remera, palpando esa suave piel blanca y sin imperfecciones. Con la yema de sus dedos, recorrió su estómago, ombligo; subiendo lentamente hasta esas dos cerezas que amaba morder.
Liwen no pudo resistirlo más y separó sus labios. Le costaba respirar, a causa del largo y apasionado beso.
Su pecho subía y bajaba, mientras sus ojos contemplaban el rostro de ese hombre que lo volvía loco. Aunque no sabía lo mucho que esa expresión encendía a Li'An.
La cordura de Li'An no tardó en romperse. Ver esos ojos desenfocados, cubiertos de agua salina; ese rostro rubicundo, enrojecido por la pasión que se gestaba en su corazón; esos labios carnosos, humedecidos por el líquido que habían creado sus lenguas.
Li'An se convirtió en una bestia. Mordió el cuello de Liwen, con el único objetivo de perderlo aún más en la lujuria.
Liwen gimió y estiró su cuello hacia atrás. Su mente estaba ida, pero aún así, su cuerpo decía "tómame" sin problemas.
Respondiendo a su pedido, Li'An cargó a Liwen en modo de princesa. Atrapó sus labios, mientras sus pies avanzaban velozmente rumbo a la habitación. Sus cuerpos anhelaban juntarse; convertirse en uno solo, donde no hubiera espacio para nadie más.
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El incidente de la familia Khei, transcurrió tal y como lo había previsto Li'An. Al cabo de unos días, Liwen fue citado a prestar declaraciones. Las pruebas contra Jeff, Cristy y Kalisto eran contundentes. No solo se había descubierto su participación con el narcotráfico, sino además, ciertos vínculos con la prostitución, coerción, amenazas, violencia, asesinato, sobornos...en fin.
Lo que más llamó la atención de la policía, fue que Liwen estaba limpio. Tan limpio, que en un principio, sospecharon de cierto encubrimiento. Sin embargo, las investigaciones posteriores no tardaron en darle las respuestas que necesitaban.
Resulta que la familia Khei despreciaba tanto a Liwen, que ni siquiera lo habían hecho partícipe de sus sucios negocios. ¿Quién lo diría? Eso había salvado al joven.
Liwen no siguió enfrascado en el asunto de sus familiares, por mucho tiempo más.
Apenas recibió la propiedad de su madre, y el cambio de apellido, hizo borrón y cuenta nueva. Siguió componiendo y practicando, hasta que llegó el tan esperado día. Así es que subió al escenario confiado y emocionado.
Su corazón palpitaba con ferocidad, ante la adrenalina que estaba circulando por su torrente sanguíneo.
Un sin número de emociones, se apretujaban en su corazón; pero estaba claro que no le pertenecían. Eran del personaje original, quien estaba extasiado ante la idea de poder cumplir sus sueños.
Liwen sonrió. Nunca esperó encontrarse en una situación de esta índole.
"Te dije que te volvería un músico famoso", se dijo a sí mismo.
Enseguida subió las escaleras de madera, atravesó las cortinas de seda roja, y se paró en el escenario con el que muchos músicos han soñado toda su vida.
Con los reflectores enfocados en su persona, y sintiendo la cálida mirada de su hombre sobre él, Liwen tocó la melodía en la que había trabajado por tantos días. Una melodía que reflejaba el pasado del personaje y de He'An.
Su presentación, fue el primer gran paso de su carrera. El estilo musical de Liwen no tardó en atraer la atención del público y de los expertos, quienes lo consideraron toda una revelación. Liwen solo podía reír, ante la palabra "innovación" que usaban para definirlo.
No había creado nada nuevo, solo que este mundo estaba demasiado atrasado como para pensar de esa manera. Aún así, Liwen trabajó duramente en sus canciones.
Su álbum no tardó en ver la luz del sol, consiguiéndole más fanáticos y mucho dinero. La compañía de Li'An dio un salto sustancial y se posicionó como una de las principales agencias de música. Todos ansiaban ser uno de sus artistas, por el simple hecho de que querían estar en el mismo lugar que Liwen.
Aunque Li'An no pensaba permitirlo. Su modo "celoso" se activó y comenzó a expulsar a todo aquel que se acercara demasiado a su bebé.
Los tripulantes de Asteroid 148 no tardaron en descubrir la relación romántica entre el músico y su jefe. Una historia que desgarró el corazón de más de uno. Todo hasta que ambos llevaron a cabo un concierto, que los terminó de apodar como la pareja musical del siglo.
Tocaron una canción única y a dúo. Se trataba de una melodía que habían compuesto juntos, hace muchos, muchos, muchos años atrás.
En el mundo del terror, donde nada brilla ni ilumina, ambos compusieron una canción que retrataba su dulce historia de amor.
Fue esa misma sinfonía, la que le permitió a Liwen encontrarlo. Los unió de nuevo, en otro mundo y con otras identidades.
En una oportunidad, Liwen le cuestionó a Li'An porqué nunca la había grabado y dado a conocer al público.
Li'An solo pudo reír y confesar.
"Desde niño, siempre he soñado con esta melodía. Me perseguía día y noche. Nunca pude darla a conocer, ya que necesitaba de alguien que la tocara conmigo. Como nadie era digno, la guarde hasta que te conocí"
Liwen confirmó sus sospechas. El alma de su hombre, no lo había olvidado. Por medio de sueños, intentaba restaurar sus recuerdos y volver a ser la persona que inicialmente era.
Liwen le concedió un tierno beso en la barbilla. Tranquilo amor, muy pronto podrás recordar todo de nuevo, prometió Liwen.
Liwen se enfrascó en una carrera musical ardua, sacrificada y amorosa. Con conciertos, giras, grabaciones, presentaciones en televisión; su agenda estaba completa. Esto solo provocó la indignación de su hombre.
Li'An no dudó en hacer su trabajo a un lado y perseguir a su bebé.
Su asistente solo pudo llorar y suplicar por un aumento, cada vez que debía quedarse horas extras para completar las tareas de su jefe.
Pero mientras Liwen brillaba sobre un escenario, en una penitenciaría, donde la luz del sol ingresaba tenuemente por una rendija, yacía una persona con las manos deformadas.
La mirada de Kalisto parecía ida. Había perdido la cabeza, tras largos años de encierro, tortura y desesperación. Su familia fue condenada a 25 años de prisión, sin la posibilidad de salir bajo fianza.
Perdieron su prestigio, dinero, fama, secuaces; todo desapareció como si fueran hojas que se las lleva el viento.
Las manos de Kalisto no pudieron recuperarse adecuadamente. Quedaron en una forma desastrosa, sensible, y provocándole calambres los días de lluvia.
Pero eso ya no le importaba a Kalisto. Había sufrido de inhumanas torturas y abusos a manos de sus compañeros, todo cortesía de Leny quien no tardó en vengarse por la humillación que le había hecho pasar.
La gota que rebalsó el vaso, fue cuando le mostró los lujos y lo feliz que estaba viviendo Liwen. Kalisto no pudo evitar querer arrancarse los ojos, y por poco lo hizo. Fue internado de urgencias y sometido a una cirugía, que impidió que perdiera por completo la visión.
Sin embargo, la mente de Kalisto ya lo había dejado. Se encerró en su subconsciente, en un intento por escapar de la realidad. Así pasó sus años, hasta que, en un ataque de lucidez, decidió quitarse la vida. Junto a sus restos, encontraron una carta que había escrito destinada a Liwen.
Li'An recibió la carta, aunque jamás se la entregó a su bebé. No quería que se ensuciara los ojos, con palabras tan desagradables.
Si hay otra vida...espero no verte. Te odio.
Kalisto podría haber abandonado su lógica, esperanza, bondad, añoranza, sueños, pero nunca había dejado de lado su odio hacia Liwen. Estaba enterrado en lo profundo de su corazón. Vivió y murió, detestando a una persona que no le había hecho prácticamente nada.
Quizás la configuración de una historia, te aprisionaba peor que una cárcel.