"Sistema...¿era necesario seleccionar a este personaje?"
Lumie ignoró las quejas de Jen, las cuales consideraba como sin sentido. Le resultaba imposible entender el gran drama que estaba creado, por solo estar vestido de cierta manera. ¿La ropa no era simplemente ropa? Como un sistema, no podía comprender los circuitos cerebrales de su transmigrador.
Jen observó su apariencia actual. Por sus hombros, bajaba un largo cabello castaño, mientras que su cuerpo estaba envuelto en un vestido rosa y con volantes. Daba la apariencia de una joven tierna y bien femenina.
Jen solo pudo suspirar ante la vista que tenía delante. ¿Era demasiado tarde para hacer que el monstruo se lo comiera?
Su hombre ingresó dentro de una aula, en la que se podían ver tenuemente varias hileras de bancos perfectamente acomodados.
Cerró la puerta detrás de sí, mientras que dos personas lo ayudaron a bloquear la abertura. Rápidamente se agacharon y trataron de esconderse, implorando por que la niña de rojo no los encontrara.
Unos pasos resonaron a lo lejos. Ese monstruo avanzaba por el largo pasillo, despertando el temor de quien quiera que lo escuchara. Estaba al acecho y muy cerca de ellos.
Cuatro personas contuvieron la respiración. La mano de Jen fue sostenida por su hombre, quien trataba de transmitirle tranquilidad.
Jen sonrió ante su gesto, y se apoyó contra su hombro.
La niña de rojo pasó por enfrente del aula. No pareció notar nada extraño, ya que siguió con su camino. Esto trajo alivio al grupo, quienes dejaron de contener la respiración y cayeron pesadamente al suelo.
Sus piernas temblaban, ante el profundo miedo que habían sentido. Ninguno jamás pensó que sería transportado al plano fantasmal. Era la pesadilla de más de uno que, por desgracia, se les había vuelto realidad.
"Parece...parece que ya se fue"
El primero en hablar fue un joven de cabello rubio, desaliñado, y de ojos oscuros. Vestía una remera manga larga, bastante antigua y pasada de moda.
"Si. Creo que no nos descubrió. Estamos a salvo por ahora"
Respondió una mujer de cabello rojizo. Su rostro estaba pálido, reflejando las emociones que se gestaban en su corazón. Estaba prácticamente muerta del miedo.
"¿Estás bien?"
Jen se sorprendió ante la pregunta de su hombre. Recién se conocían, y ya mostraba un gran cariño y preocupación hacia él.
"Estoy bien. Gracias por ayudarme antes"
"Si que tuviste suerte belleza" interrumpió el joven rubio. "Ese hombre terminó siendo devorado por el monstruo"
Jen quería reír. ¿Suerte? Más bien, lo había empujado a propósito.
Sin embargo, calló sus pensamientos más íntimos y mantuvo intacta su imagen de tierno e indefenso. No deseaba despertar sospechas, o alterar de alguna forma el trabajo del equipo.
Si deseaba escapar de este lugar, en compañía de su hombre, primero debía conseguir aliados. Jen desconocía cuánto tiempo iban a tener que batallar contra ese monstruo, pero estaba convencido de que no podría hacerlo solo. Este pequeño grupo iba a ser de mucha ayuda.
"¿Cómo te llamas belleza?"
El joven de cabello rubio parecía interesado en Jen. Sus ojos brillaban, cada vez que se posaban sobre él. Resulta que era su tipo de chica ideal. Lastima que Jen no fuera una mujer, y por si fuera poco, tuviera a alguien más dentro de su corazón.
"Mi nombre es Jen. ¿Qué hay de ti?"
Jen dirigió su atención hacia su hombre.
Desde que había escuchado como le decían "belleza", sus cejas se habían fruncido y todo su rostro estaba hosco. Olía a celos por todas partes.
"Tip"
"Yo soy Rosé"
"Y...y yo Rey"
El grupo se presentó de manera breve y rápida. El tiempo apremiaba y no podían darse el lujo de hacer sociales. Por no decir, que no estaban seguros de que la persona con la que estaban hablando en estos momentos, no sería comida después.
"¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo sobreviviremos a esa cosa? ¿Nos escondemos?"
Preguntó Rey. Miraba, de un lado a otro, por temor a que la niña de rojo pudiera aparecer de nuevo.
"No creo que sea tan fácil escondernos. Este es su territorio. De seguro, tiene una forma de encontrarnos"
Rosé estaba en lo cierto.
Jen sospechaba de que la niña de rojo tenía un as bajo la manga; una habilidad o poder especial. No estaba seguro de lo que era, pero ya había descartado sentidos super desarrollados, en vista a que pasó por su lado y no los descubrió.
Algo le decía a Jen que no podía ser tan sencillo el sobrevivir. De lo contrario, más personas saldrían con vida de los planos fantasmales, cuando en realidad no es así.
"El ocultarse podría funcionar, solo si colocamos trampas y alertas por los alrededores. Si sabemos que viene, y podemos detenerla de vez en cuando, quizás aumenten nuestra posibilidades de sobrevivir"
Jen habló lógicamente. Atrajo la atención de sus tres compañeros, quienes pensaron detenidamente en sus palabras. "El huir, no siempre es una buena opción; lo mismo en el caso de escondernos. Puede atraparnos o podemos terminar cayendo en algún sitio peligroso. No conocemos este lugar ni lo que pueda haber oculto"
"Primero debemos encontrar un arma. Algo con lo que atacar y defendernos, en caso de ser necesario". Explicó Tip. "Rey, tú vigila y avísanos si se acerca el monstruo. El resto de nosotros, intentará buscar algo que nos pueda servir"
Rosé y Jen asintieron, en señal de comprensión. Se apartaron de los escritorios, que habían funcionado como su escondite, y comenzaron a recorrer la habitación.
Jen trató de acercarse hasta unos casilleros ubicados en la esquina, pero su cuerpo fue jalado hacia atrás. Volteó desconcertado, para descubrir que su mano seguía firmemente sujeta por la de Tip. No lo había soltado en ningún momento.
La sonrisa en su rostro se profundizó. Miró brillantemente a Tip, quien se percató de su acción inapropiada y subconsciente. Como si hubiese recibido una descarga, soltó bruscamente la mano de Jen y trató de ocultar su vergüenza y nerviosismo.
Se llevó el puño a la boca y tosió, en un intento por fingir que aquí no pasó nada. Era una lástima para él, que sus orejas enrojecidas, ya lo hubieran delatado. Se alcanzaban a ver tenuemente, gracias a la luz de la luna que se filtraba por las ventanas.
Tip dio media vuelta y trató de alejarse de Jen. Fingió rebuscar entre unos escritorios, mientras calmaba los alocados latidos de su corazón. ¿Qué estaba sucediendo con él?, se cuestionaba miles de veces dentro de su cabeza. Cada vez se desconocía más.
Jen no siguió el asunto y enseguida se acercó hacia los casilleros metálicos que habían llamado su atención. Como no estaban cerrados con llave, pudo abrirlos sin problemas.
Algunos compartimientos estaban vacíos, mientras que otros guardaban libros, útiles escolares y ropa de educación física. Jen detuvo su mirada en las prendas de vestir. Se trataba de una remera blanca y un pantalón gris.
Inmediatamente los tomó. Se colocó el pantalón primero, comprobando que su talla fuera la indicada y no hubiera problemas con pisar el dobladillo y tropezar. Cuando fue el turno de ponerse la remera, Jen no dudó. Se sacó el vestido, provocando que Rey pegara un grito.
"¿Que...qué estás haciendo?"
Observaba a Jen en estado de shock. Sus mejillas estaban rojas y todo su cuerpo hervía. No sabía si era por vergüenza o calor, frente a las desubicadas ideas que se formaban en su cabeza.
Jen no le prestó atención y se quitó el incómodo vestido. La vestimenta era un factor clave para sobrevivir. Huir o pelear en estas condiciones...no era muy bueno.
Rey cubrió sus ojos. Podía escuchar los alocados latidos de su corazón, los cuales resonaban entre sus oídos. Su cara ardía.
Trató de ignorar lo que Jen estaba haciendo, pero la curiosidad, y sus desenfrenadas hormonas, se lo impidieron. Separó ligeramente sus dedos y creó una rendija para espiarlo. Nunca esperó, que esa decisión, lo haría arrepentirse luego.
Contrario a sus expectativas, no se encontró con pechos grandes y voluptuosos, al igual que una cadera sinuosa y atrayente, sino que observó con asombro un pecho plano y de hombre.
Rey fue rociado por un balde de agua fría.
"Pero...que..."
Jen se colocó la remera e hizo el vestido a un lado. Acomodó su peluca y contempló a Rey petrificado.
"Nunca dije que fuera una mujer"
Afirmó como si nada. Pero Rey se preguntaba...¿eso era algo que uno necesitaba decir normalmente?
Al mismo tiempo, unos ojos intensos estaban pegados en el cuerpo de Jen. Tip lo miraba como si quisiera encerrarlo y castigarlo. ¿Te atreves a desnudarte frente a tanta gente?, es lo que decía su mirada.
Jen comenzó a sudar frío. Solo quería cambiarse, no despertar los celos de su hombre.
"Chicos, miren lo que encontré"
Rosé se deshizo de la peculiar atmósfera que rodeaba al equipo, y les enseñó un anuario escolar. Aparentemente, eran fotos de unos alumnos de último año. La fecha daba cuenta del 2010.
"¿2010?"
Jen enarcó una ceja.
"Es el mismo año en el que los monstruos comenzaron a aparecer"
De acuerdo con la memoria del personaje, fue por el mes de marzo del 2010 que se avistó por primera vez a un monstruo en Chicago, Estados Unidos.
Sin embargo, lo que despertó las dudas de Jen, y le puso la piel de gallina, fue contemplar el lenguaje en el que estaba escrito el anuario. Las fotografías mostraban jóvenes de entre 15 y 17 años, con características asiáticas.
"La letra parece japonés"
"¿Qué significa todo esto?"
Preguntó Rey.
Sus dudas fueron contestadas por Tip quien, coincidentemente, había arribado a la misma conclusión que Jen.
"Al mismo tiempo que aparecieron los monstruos, es muy probable que la gente haya comenzado a desaparecer también. Quizás, los altos mandos, trataron de ocultar este incidente y mantener controlada a la sociedad." Tip lucía serio. "No estoy seguro, pero tal vez, esta escuela fue arrastrada al plano fantasmal y el gobierno ocultó la noticia. Sino, no se explica por qué hay útiles escolares, ropa y demás elementos que no están relacionados con los monstruos"
La idea era aterradora. Pensar que un colegio completo, con cientos de alumnos, sería arrastrado al plano fantasmal...era simplemente una locura y una completa pesadilla. ¿Cuántas personas habían muerto y no lo sabían? ¿Alguien siquiera fue capaz de sobrevivir? Daba miedo el simple hecho de pensarlo.
"Pero...¿la escuela volvió al mundo original o simplemente quedó en el plano fantasmal? Porque nosotros estamos aquí ahora. Nada tiene sentido"
"Si la escuela fue transportada hace más de 10 años, está bastante limpia. No hay sangre, restos de cuerpos o incluso polvo. Es como si no hubiera pasado nada"
Replicó Rosé.
Muchas eran las dudas que giraban en torno a este tema. El plano fantasmal seguía siendo toda incógnita, ya que no era fácil de estudiar. Los científicos estaban lejos de comprender este mundo.
"No sigamos pensando en esto. De nada servirá conocer más acerca de este lugar. El único punto positivo es que, así como encontramos útiles y ropa, es posible dar con un arma o algo que pueda servirnos"
Tip asintió, ante las palabras de Jen.
"No pareciera haber nada de interés dentro de esta aula. Tendremos que ver y buscar en otro lugar"
"¿Hablas de salir? No, no, no. Ni loco"
Rey movía la cabeza de un lado al otro, igual de rápido y veloz que un sonajero. Su cabello se sacudía, al compás del movimiento de su cabeza. No podía ocultar el pánico que tenía, ante la posibilidad de volver a encontrarse con la niña de rojo.
"No pienses que por quedarnos aquí, no sucederá nada malo. Nunca sabrás si la niña de rojo volverá a pasar por este pasillo. Lo primordial ahora es conseguir un arma, y para eso, tenemos que salir"
Jen, Tip y Rosé tenían en claro que no podían permanecer por más tiempo dentro del aula. Habían revisado cada rincón y no habían encontrado nada de utilidad, salvo un anuario escolar que les había plantado severas y escalofriantes dudas.
Rey era el único en contra de salir. Pero, como la democracia manda, tuvo que aceptar el plan de sus compañeros. Era eso, o quedarse solo.
Tip, primero, apoyó el oído contra la puerta. Trató de escuchar si la niña de rojo estaba cerca o algo más estaba al acecho. Al no percibir ningún sonido, decidió abrir levemente la puerta y asomarse.
Sus ojos recorrieron dos largos pasillos a cada lado. Cada uno estaba sumergido en una profunda oscuridad, asemejándose a la boca de un lobo. Era imposible saber qué se escondía en lo profundo de ese lugar.
"Agarrense de las manos. Está demasiado oscuro afuera y podemos terminar separándonos si no tenemos cuidado"
Tip sujetó la mano de Jen. Se aferró a esa delicada y suave palma, cuyo calor conseguía entibiar su corazón. Pese a encontrarse en una situación de vida o muerte, Tip estaba tranquilo. Sentía como si una parte de sí mismo, hubiera regresado. Se sentía pleno.
Jen estrechó la mano de Rosé, quien se aferró al aterrado Rey. Temblaba como si estuviese de pie, desnudo, en medio de una ventisca. Sus dientes castañeaban.
Tip salió de la habitación y avanzó por la dirección opuesta a la que había ido la niña de rojo. Sus manos se apoyaron contra la pared, mientras caminaba a paso constante. Así se adentró en la intensa penumbra, permitiendo que la oscuridad los engullera.