Chapter 22 - Arco 2.7

Tip se movió ligeramente. Trató de acomodarse entre el respaldo de la silla, levantando sus piernas y cambiando de posición a Jen. Esto lo despertó y obligó a abrir los ojos, regresando a la oscura realidad.

"¿Despierto?"

Preguntó Jen, mientras besaba su mejilla.

"¿Dormí mucho? ¿Algo raro pasó en ese lapsus de tiempo?"

"No. Todo ha estado igual" Jen apoyó su cabeza contra el hombro de Tip. "¿Qué haremos ahora? ¿Salimos o nos quedamos adentro a la espera de lo que la niña de rojo pueda traernos?"

Tip pensó con detenimiento. Ninguna de las dos alternativas sonaba apetecible o hacía que el peligro fuera menor. Estaban prácticamente entre la espada y la pared.

"Lo mejor será salir y tratar de buscar un arma para defendernos. Ya sabemos que ese monstruo es bastante resistente. Sin tener algo con que pelear, será muy difícil resistir"

"Tu mandas"

Tip sonrió ante la respuesta de su bebé. Besó rápidamente sus labios y lo ayudó a levantarse. Pese a que acababa de dormir una relajante siesta, sentía sus músculos entumecidos. Quizás la postura no había sido la adecuada. El banco no era muy cómodo que digamos.

"¿Salimos ahora o...?"

La pregunta de Jen quedó a medio hacer. Un fuerte temblor sacudió el terreno de la escuela, trayendo sorpresa e incertidumbre a los pocos sobrevivientes que aún quedaban.

El suelo comenzó a resquebrajarse. Grietas largas y profundas marcaron el aula en el que se encontraban, extendiéndose por las paredes y escalando hasta el techo. Los cristales de la ventana estallaron a causa de la presión y algunos bancos cayeron bruscamente al suelo.

"¡Tip!"

Jen abrazó a Tip y se refugió en un rincón.

¿Esto era una trampa de la niña de rojo? ¿Una artimaña para obligarlos a salir de su escondite?, se preguntaba.

El suelo colapsó de repente. Un enorme agujero apareció en medio de la habitación, tragándose todo a su paso. Bancos y sillas descendieron hasta la planta baja; aunque no se alcanzaba a ver nada más salvo oscuridad. Una oscuridad aterradora y que te ponía la piel de gallina.

Jen perdió estabilidad y por poco termina cayendo dentro del pozo. Tip lo sujetó del brazo y trató de subirlo, pero el piso bajo sus pies se deshacía ante cada pequeño movimiento.

Es así que también perdió el equilibrio. Estando por caer, rápidamente se aferró a los marcos de una ventana. Sin importarle los cristales rotos y desparramados, se sujetó con firmeza.

Con una sola mano, estaba tratando de impedir que ambos descendieran hacia ese lugar inhóspito y desconocido.

"Agh"

Tip gritó de dolor. Jen se sobresaltó y enseguida trató de soltarse.

"¡No te muevas! No te dejaré caer"

Jen se mordió el labio inferior con ansiedad. Por las palmas de Tip, bajaban gotas de sangre que teñían sus brazos y caían hacia el rostro de Jen. Estaba sufriendo, pero aún así se negaba a dejarlo ir.

Jen contempló el final del agujero. Parecía atravesar el segundo piso, hasta llegar a la planta baja. Tal vez era más profundo que eso.

Jen intentó enfocar su atención en el centro del hueco. Su sexto sentido no le informaba de ningún peligro por el momento. Si bien eso no quitaba que pudiera haber algo sumamente riesgoso debajo, bajar ahora, no iba a quitarles la vida.

Inmediatamente tomó una decisión.

"Tip suéltate. Bajemos a ver que hay"

Jen trató de sonar desinteresado, como si fuese la idea más sencilla y común del mundo. No quería que Tip se preocupara y siguiera lastimando su mano. Ya que no iba a dejarlo ir, no había otra opción más que caer juntos.

Tip sonrió.

"Lo que diga mi bebé"

Y así se soltó. Sus manos dejaron de aferrarse contra el borde de la ventana y permitieron que sus cuerpos cayeran pesadamente al interior de ese hoyo negro.

Tip dio media vuelta, y en medio del aire, rodeó a Jen entre sus brazos.

"No nos separemos ni un segundo"

Jen asintió, colocando sus brazos alrededor de su cuello. Presionó sus cuerpos y permitió que el calor de otro los reconfortara. Sea lo que sea que fueran a encontrarse allí abajo, iban a enfrentarlo juntos.

—--------

"¡Ahhhhhh!"

"¡Rosé!"

Rey estiró la mano, pero fue demasiado tarde. Solo pudo ser testigo de cómo Rosé descendía hacia las profundidades de lo desconocido. Su cuerpo se perdía entre la oscuridad intensa y aterradora, que congelaba su corazón.

El miedo en su pecho no había disminuido ni una milésima, antes de aumentar. La luz roja, el temblor y ahora la separación. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué sería de él? ¿Quizás...debía tratar de ir con Rosé?

Dudas inquietaban a Rey. Atraparon su atención y le hicieron olvidar lo que estaba sucediendo a su alrededor. Cuando se percató de este hecho, ya era demasiado tarde.

Antes de que pudiera seguir reflexionando sobre si bajar o no, y buscar a Rosé, la grieta se amplió. El suelo en el que se encontraba se desmoronó, ocasionando que cayera bruscamente al vacío.

Sus gritos resonaban y se unían al sin número de pedidos de auxilio. Como él, eran varios los sobrevivientes que habían caído en contra de su voluntad. Nadie se había salvado del temblor.

La niña de rojo había logrado su cometido. Reunió a los escasos sobrevivientes en un mismo lugar.

Mientras tanto, en una cocina venida a menos, los aparatos electrodomésticos habían dejado de ser lo que eran. Estaban destruidos, partidos a la mitad, y algunos simplemente se habían caído dentro del agujero.

A su vez, se percibía tenuemente el sonido del gas, saliendo disparado desde los conductos de la cocina.

Los focos de luces titilaban. Chispas saltaban de entre esos fusibles que se habían destruido por el sacudón.

Plash Plash

Las chispas iluminaban los alrededores. Una de ellas, desgraciadamente, se acercó hasta la pérdida de gas. Dio paso a que una llamarada naciera y se extendiera como pólvora.

La oscuridad comenzó a perder protagonismo. Un fuego voraz se tragó los muebles de la escuela, permitiendo que las llamas descendieran hasta el último piso. Se perdían entre esos metros de profundidad.

El gas seguía emitiéndose sin control. Fuego más gas...no había que ser muy inteligente como para suponer en qué terminaría todo. Que lástima que nadie supiera lo que estaba sucediendo en ese recóndito lugar.

—------

Jen se levantó adolorido. La caída había sido rápida y brusca. Antes de que lo supiera, su cuerpo había impactado fuertemente contra una superficie blanda y dura al mismo tiempo.

No sabía de qué se trataba con exactitud. Sus manos palpaban el "suelo" en el que se encontraba sentado, con total incertidumbre. Podía sentir telas de ropa, protuberancias y un líquido pegajoso que lo cubría todo.

¿Son cadáveres?, se preguntó Jen.

"¿Jen? ¿Dónde estás?"

Su atención fue captada por la voz inconfundible de su hombre. Levantó la mirada, tratando de dilucidar su silueta entre medio de la oscuridad. Se guiaba por el simple sonido de su voz.

"Tip, estoy aquí"

Jen se puso de pie y trató de avanzar, lo cual le resultó engorroso. No podía mantener el equilibrio, teniendo que pisar una textura irregular, resbalosa y voluminosa.

Jen podía darse una idea de dónde estaban. Habían caído a la guarida de la niña de rojo y lo que estaba bajo sus pies eran sus reservas de comida. Tenía una pila de cadáveres, dispuestos y preparados para su consumición. ¿De dónde los había sacado? Esa era una pregunta que no podía contestar todavía.

Jen estiró su mano y palpó una espalda robusta y erguida. Enseguida, ese cuerpo se dio la vuelta y envolvió a la persona que tenía delante.

"¡Jen!"

Tip y Jen se abrazaron con fuerza. La caída los había separado, pero no demasiado. Estaban sanos y salvos; al menos por ahora.

"¿Qué hacemos? ¿Hacia dónde vamos?"

Jen trató de enfocar su mirada en la lejanía. Sin embargo, todo estaba sumido en la oscuridad y ni siquiera era capaz de distinguir los objetos bajo sus pies.

Frunció el ceño.

"Sistema, intercambia la energía restante por la capacidad de ver en la oscuridad"

"..."

Nadie contestó. Esto hizo que las cejas de Jen se arrugaran aún más.

"¿Sistema? ¿Me escuchas?"

"...Jen..."

"¿Qué sucede? ¿Hay un problema de conexión o algo? Te pedí que intercambiaras la energía por la habilidad de ver en la oscuridad"

Lumie se retorcía. Su pelaje se sacudía ante el movimiento incómodo de su cuerpo, el cual estaba experimentando por primera vez lo que era sentirse nervioso.

No había vuelto a hablar con Jen desde esa discusión. Lumie no sabía cómo interactuar con él ahora.

Todavía estaba batallando con los sentimientos de culpa en su interior. Eran demasiadas las emociones nuevas que estaba experimentando como para poder seguir el hilo de la historia.

El silencio de Lumie, hizo suspirar a Jen. Podía darse una vaga idea de lo que estaba sucediendo en el interior de esa bola de pelos rosada.

Puede que haya cometido un grave error. El sistema no era igual a esos dioses; cargaba con sentimientos, los cuales ellos jamás tendrían.

"Sistema, está bien. Lo pasado pisado. Ya no estoy enojado contigo"

"Pero...pero...lloraste"

Ese hecho era lo que más inquietaba a Lumie. Su anfitrión era una persona despiadada, segura y fuerte. Solo lo había visto llorar una vez, y era todo a causa de ese hombre. Ahora él lo había entristecido y eso le preocupaba.

"No fue tu culpa. Eran mis propios remordimientos los que me angustiaron. Como un ex personaje, ignoré a otros en mi misma situación. Entiendo por qué te enojaste y por qué reaccionaste de esa forma"

"...Lo siento..."

Jen sonrió.

"Yo también lo siento. No nos conocimos de la mejor forma posible y nuestras personalidades no son muy agradables que digamos, pero de cualquier forma, estamos juntos en esto. Podemos tratar de hablar mucho más tranquilos la próxima vez"

Lumie asintió.

"Esta bien humano. Intentaré ser menos directo y sarcástico...y ya no trataré de hacerte sufrir"

Jen se burló.

"¿Puedo tomar esa declaración como una revelación de la verdad? Fue tu culpa que siempre ingresara a los mundos en el peor momento posible ¿verdad?"

"..."

"...Lo siento...Pero en mi defensa, fuiste irrespetuoso y brusco cuando nos conocimos. Es mi venganza"

"Si que eres un sistema rencoroso. Está bien. Todo perdonado. Ahora pasemos a lo importante. Cambia energía por la habilidad de ver en la oscuridad"

"¡Hecho!"

Jen cerró los ojos, y cuando los abrió nuevamente, todo su entorno cambió de perspectiva. Era capaz de dilucidar lo que había a su alrededor, aunque los colores estaban un poco distorsionados. Era similar a portar unos lentes de visión nocturna. Veía todo de color verde oscuro, pero no se podía quejar. Este poder era más que suficiente.

Jen observó lo que había debajo de sus pies. Confirmó su teoría, al identificar una pila de cuerpos desparramados. Aunque más que cuerpos, se podrían definir como partes.

Habían caído en una especie de sala larga, sucia y con olor a podrido.

Jen se percató de una figura que se movía a lo lejos. No tardó en reconocer que se trataba de Rose quien, al igual que ellos, había terminado cayendo en el abismo.

Jen decidió ignorar lo que vio. Simplemente tomó la mano de Tip y entrelazó sus dedos. Lo guio entre esa pila de restos, tratando de alejarse del mal olor y evitar contraer alguna enfermedad rara. En el plano fantasmal, uno debía tener cuidado de todo.

Tip no dudó ni un instante de Jen. Permitió que lo condujera por el lugar, hasta llegar a una pared que se denotaba antigua, resquebrajada y mohosa. Tip palpó la superficie, tratando de determinar en dónde se encontraban.

"Es una especie de pasillo largo. La estructura es similar a la de los pisos superiores, solo que no hay aulas por los alrededores. Al final, parece haber una habitación más amplia"

"¿Quieres ir a ver?"

"Vamos"

"¡Esperen!"

Rosé llamó la atención del dúo. Desesperada, intentaba salir de ese océano de cuerpos descompuestos y desgarrados. Se tambaleaba, caía de vez en cuando, pero nada parecía detener sus pasos que se dirigían hacia Jen y Tip.

Apenas los escuchó hablar, supo que debía ir con ellos. Estar sola no era una opción. No, si quería salir con vida.

"Llévenme con ustedes, por favor"

La pareja no contestó. Comenzó a caminar, rumbo al final del pasillo donde se podía sentir un aura penetrante, fría y escalofriante. El sexto sentido de Jen no paraba de advertirle sobre los peligros que yacían en ese lugar.

¿Qué se esconde ahí dentro?, se preguntaba sin detener su caminar.