"Cuando lleguemos, deberás hacer lo que te dije. Recuerda que el señor Kong es una persona muy ocupada y no habrá una próxima vez"
He'An observaba el paisaje tras la ventana. Edificios y casas lujosas se alzaban a cada lado de la vereda. Denotaban el alto estatus de las personas que vivían en este lugar.
He'An tardó un segundo en descubrir lo que estaba sucediendo. Había ingresado a un nuevo mundo y debía encontrar a su hombre. ¿Sería igual de rápido y sencillo que la vez anterior?, se preguntaba.
"Sistema, envíame los recuerdos del personaje"
La mente de He'An se sintió abombada por un momento. Miles de imágenes se cruzaron por su cabeza, relatando los largos años de vida del personaje que ahora habitaba.
He'An prestó atención a la trama y su rostro no tardó en oscurecerse. Una fuerte intención asesina se filtró por sus ojos, apuntando directamente a la persona que tenía delante.
"¿Que...que pasa? ¿Por qué me miras así? Si no haces lo que te digo, ya verás lo que sucederá con tu hermano"
He'An formó la mano en un puño y trató de tranquilizarse.
Iba a vengarse de todas estas personas. Los haría arrepentirse de los terribles actos que cometieron, pero antes de eso, arruinaría la vida del asqueroso hombre que estaba intentando llevarlo hasta su cama.
Porque si, He'An estaba dirigiéndose hacia un hotel para acostarse con un director de televisión.
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El mundo en el que se encontraba He'An era uno común y corriente. Pleno siglo XXI, caracterizado principalmente por el desarrollo de la tecnología y las artes audiovisuales.
El nombre de su personaje era Hael, quien había pasado toda su vida dentro de un orfanato. Desconocía quienes eran sus padres y por qué motivo lo habían dejado tirado. Aunque no era como si le importara demasiado.
Para él, su única familia era el decano y su hermano gemelo Jael. Eran todo lo que necesitaba para ser feliz.
Con el paso del tiempo, Hael y Jael fueron creciendo y haciéndose cada vez más hermosos. Sus ojos verde esmeralda, y su cabello dorado y rizado, los convertía en un príncipe salido de un cuento de hadas. Las niñas morían por estar a su lado. Lástima que ambos hermanos solo necesitaran mirarse una vez, para descubrir que ninguno estaba interesado en las mujeres.
Al cumplir los 18 años, abandonaron el orfanato. Comenzaron a trabajar y tratar de llevar una vida tranquila y estable. Sin embargo, su belleza se convirtió en un arma de doble filo.
Jael resultó víctima de una empresa de modelaje. Aprovechándose de su ignorancia, lo obligaron a firmar un contrato abusivo y restrictivo. Prácticamente lo hacían trabajar gratis, sin descanso y sin posibilidad de negarse.
Cuando Hael lo descubrió, intentó de todo por liberarlo. Es así que aceptó la oferta del jefe y su mano derecha. A cambio de disolver el contrato de Jael, él debía encontrarse con uno de los más grandes inversores de televisión. Aunque la reunión no era tan simple como sentarse y conversar.
Pese a que Hael lo sabía, decidió aceptar. Esa era la razón por la que se encontraba dentro de una camioneta, dirigiéndose hacia un hotel de lujo.
Pero este era solo el comienzo. La historia estaba lejos de terminar. El sacrificio de Hael poco impacto tuvo en la trama, ya que no fue capaz de rescatar a Jael. Siguió preso de ese contrato, debiendo trabajar día y noche por unos míseros centavos.
Durante una sesión de fotos, conoció al personaje principal. Eso marcó el primer paso hacia la caída de los hermanos.
El personaje principal, un mujeriego millonario, se encaprichó con la apariencia de Jael. Comenzó a perseguirlo, buscando enamorarlo y llevarlo hasta su cama.
Jael se rehusó en un principio, pero la falta de amor y apoyo, en un mundo tan oscuro y asqueroso, lo llevaron a caer rendido a sus pies.
Así Jael se enamoró. Su corazón comenzó a latir salvajemente por ese hombre, hasta el punto en el que no le importaba mantener su "relación" oculta.
De esa forma, y sin saberlo, Jael se convirtió en un juguete en el mundo del espectáculo. Todos sabían que era el nuevo favorito de Trey.
Trey lo presentó con sus amigos, lo llevó a discotecas, le mostró la buena vida que podía tener a su lado. Vacaciones de lujo, ropa de diseñador, comida de otros países. Poco a poco, el mundo materialista lo fue envolviendo y guiándolo al mundo de beber, fumar y consumir drogas por primera vez.
Jael no tardó en volverse adicto, reuniéndose con narcotraficantes y asistiendo a fiestas de sexo grupal. Lentamente dejó de ser la hermosa y tierna persona que era, para convertirse en un joven apagado.
Hael lo notó y Trey también. Y como ya no era el mismo chico que le interesó por primera vez, decidió hacerlo a un lado. Era un simple juguete que había perdido su valor y ya no quería mantenerlo.
Jael lo perdió todo. Su vida de "niño rico" se esfumó de la noche a la mañana. Quienes lo conocían, y habían anhelado por tanto tiempo, se abalanzaron como lobos salvajes. Jael trató de negarse, ya que amaba al personaje principal, pero sus recursos laborales fueron arrebatados y la empresa lo obligó a prostituirse.
Lo peor llegó cuando una modelo, celosa de su apariencia, reveló al público su lado oculto. Divulgó imágenes y videos de Jael drogado, acostándose con inversionistas y actores, teniendo una vida salvaje y vulgar.
El odio de los fanáticos lo destrozó. Jael perdió la poca luz que quedaba dentro de su mirada y la depresión lo consumió.
Una mañana, aprovechando que Hael había salido a hacer las compras, se cortó las muñecas en el baño. Se quitó la vida, con lágrimas cayendo por su mejilla, y dejando atrás una carta que contenía una sola pregunta escrita en ella: ¿por qué?
Hael odió a cada una de las personas que le habían arrebatado a su familia. Su hermano era todo lo que tenía, pero lo había perdido a manos de los celos, la codicia y la maldad.
Pese a lo complicado que era, Hael trató de vengarse. Dirigió su furia contra Trey e intentó apuñalarlo con un cuchillo. Sin embargo, la suerte del mundo lo protegió y se salvó de milagro.
Haciendo uso de sus conexiones y dinero, envió a Hael a prisión y lo torturó por varios años, hasta que murió en un terrible motín.
La vida de ambos hermanos desapareció de los registros de este mundo, mientras que Trey siguió disfrutando de bebidas, lujos y sexo.
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(N/A: A partir de ahora He'An será conocido como Hael)
El estómago de Hael ardía. Sentía rabia, impotencia y angustia. Podía percibir el dolor desgarrador y la profunda indignación que había sentido el personaje que estaba poseyendo.
Por el simple hecho de nacer sin padres, si hogar y sin dinero, ambos hermanos fueron torturados y abusados. Los acorralaron y empujaron al vacío sin siquiera pestañear.
Todo era culpa de esas personas. Comenzando por los miembros de esa empresa que no pensaba dejar a sus anchas.
"Sistema no perdamos más tiempo. Busca negocios ilegales, imágenes, videos, cualquier cosa que pueda comprometer a esa empresa y envíalo a las autoridades. También difunde sus escándalos por internet"
"De acuerdo humano"
El vehículo cesó su marcha. Estacionó a las puertas de un hotel alto, glamoroso, con fuentes de agua y decoraciones talladas en oro.
El primero en bajar fue el actual manager de Jael, quien era uno de los tantos responsables de su tortura. Hael lo siguió por detrás.
Las puertas se cerraron a sus espaldas, y el motor del vehículo no tardó en vibrar antes de retomar su camino.
Hael vio cómo se perdía en la lejanía, desapareciendo entre las luces de neón que iluminaban la noche.
Enseguida siguió los pasos del manager y atravesó las puertas giratorias del hotel, sin ser consciente de que una mirada caía sobre él. Unos ojos negros, oscuros, y penetrantes como la oscuridad, estaban fijos en su cuerpo. Se podía percibir un ligero fanatismo en lo profundo de esa mirada, como si hubiese encontrado ese algo especial.
"Hermano, ¿me estás escuchando?"
Iriel ignoró el extraño sentimiento que se había gestado en su corazón. Inmediatamente, su atención regresó a la aburrida y tediosa plática con su hermana.
"¿Lo harás? Dime que si"
Nuvia se aferraba a su brazo y lo sacudía de un lado al otro. Por sus ojos se asomaban pequeñas lágrimas, amenazando con caer si es que llegaba a escuchar una negativa.
Iriel solo pudo suspirar ante su insistencia. Estaba comenzando a sentir dolor de cabeza.
"Bien, bien. Lo haré, pero que sea la última vez"
"¡Si! ¡Lo que digas!"
La joven se arrojó a los brazos de su hermano y lo envolvió con fuerza. Estaba sumamente emocionada. Ya podía imaginar los enormes índices de audiencia que iba a tener el programa.
El dúo se marchó, y el silencio volvió a reinar frente a las puertas del establecimiento.
Mientras tanto, Hael estaba subiendo por el ascensor hasta el piso más alto del hotel. El manager lo miraba de vez en cuando, listo para actuar en caso de que se arrepintiera y quisiera salir huyendo. No iba a permitir que su presa se marchara. No con el botín tan cerca de caer en sus manos.
Hael ni se inmutó. No planeaba salir corriendo. Quería ver la cara de ese gordo, antes de desfigurarlo por completo.
Las puertas metálicas se abrieron y el dúo atravesó por el largo pasillo, con destino a la única habitación visible. Sus pasos eran acallados por la mullida alfombra roja que cubría el suelo. Con cada pisada, sentían como si estuvieran caminando sobre las nubes.
El manager llamó a la puerta y fue recibido por el gordo en cuestión. Hael simplemente observó como las dos cucarachas tomaban asiento y conversaban con total tranquilidad. Bebían una copa de champagne, antes de firmar un acuerdo que de seguro lo involucraba.
Sin embargo, esperó paciente. Cuando el reloj colgado en el centro de la habitación, marcó el paso de los quince minutos, Hael se puso de pie. Esto sorprendió al gordo y al manager.
El manager rápidamente se levantó y corrió hacia él. Lo sujetó fuertemente del brazo, permitiendo que sus largos y huesudos dedos quedaran marcados en su piel.
"¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso piensas que puedes irte así como así?"
Hael lo miró con tranquilidad.
"Claro que no. No me voy a ir"
Estiró delicadamente su mano hacía la corbata del hombre. Enroscó la tela de esa prenda de segunda mano que envolvía su cuello, y acercó su rostro hacia él.
"No pienso irme". Reiteró. "No sin antes arruinarles la vida"
Sin darle tiempo de procesar sus palabras, le pegó un cabezazo en la nariz. Descargó su ira acumulada, dejándolo tirado en el suelo y con el rostro lleno de sangre. Aunque ese era solo el comienzo, ya que le propinó una potente patada en el estómago. Un gruñido de dolor no tardó en cubrir la habitación, cuál música de fondo.
Hael desvió su mirada hacia el gordo, quien estaba en estado de shock.
"Apuesto a que jamás esperaste que tu presa se te revelara ¿verdad?"
Hael se acercó hasta él y lo sujetó desde su grasiento cabello. Debió soportar las náuseas de tocar un cuerpo tan desagradable y corrompido, para poder pegarle un rodillazo en la frente; seguido de unos cuantos golpes en el pecho y unas patadas en las rodillas.
Así los derrotó en un instante, agradeciendo la experiencia en combate que había adquirido gracias a la niña de rojo. Sí pudo ganarle a un monstruo, ¿qué eran estos dos simples humanos?
Hael se dirigió hacia el baño y se lavó las manos. Escuchando de fondo sollozos y jadeos, se cercioro de que sus dedos estuvieran bien desinfectados antes de salir de la habitación.
Dejó a los hombres retorciéndose de dolor, con sus rostros magullados y moretones cubriendo cada tramo de su cuerpo. Su trabajo ya estaba hecho.
"Humano, ya hice lo que me pediste"
"Perfecto. Gracias sistema"
Hael abandonó el hotel sintiéndose renovado. Había podido desquitar el odio acumulado del personaje. La venganza recién empezaba, pero ya había dado un gran paso. Estaba claro que todas estas personas iban a pagar, y sufrirían el doble de lo que Jael y Hael habían tenido que padecer.
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El sonido de las llaves al girar en la cerradura, hizo brincar el corazón de Jael. Se levantó del sillón atolondrado y corrió hasta la puerta.
Estaba temblando, aterrado por lo que podría encontrarse. ¿Su hermano lo culparía? ¿Lo odiaría? ¿Se separarían para siempre?
Punzadas atravesaban su pecho. Le costaba respirar, a causa de las terribles ideas que cruzaban por su cabeza. Hacían que su temor aumentaran de intensidad y le costara cada vez más inhalar oxigeno.
Hael abrió la puerta y se encontró con esa escena frente a él. Jael lo miraba asustado y angustiado al mismo tiempo. Era similar a ver un perrito herido, temeroso del mundo, pero que buscaba quien lo ame.
Hael suspiró. Cerró la puerta a su espalda y caminó hasta Jael. Enseguida, golpeó ligeramente su frente y lo trajo de vuelta a la realidad. Lo liberó de esos pensamientos negativos que lo atormentaban.
Jael se sorprendió. Miró a su hermano anonadado, llevándose la mano hasta la frente.
"¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Creías que no iba a enterarme de lo que estabas viviendo?"
"Her...hermano..."
Lágrimas comenzaron a bajar por la mejilla de Jael. Lloraba desconsolado, tratando de liberarse de todos esos sentimientos que había estado manteniendo oculto. No quería trabajar, pero tenía que hacerlo. Se sentía atrapado, rodeado de oscuridad.
Hael lo envolvió entre sus brazos. Lo abrazó con fuerza, limpiando esas gotas saladas que ahora humedecían su mejilla.
"Soy tu hermano mayor, tienes que escucharme de ahora en adelante". Aseguró Hael. "No volverás a trabajar para esa empresa"
"¿Qué? Pero ¿y el contrato?"
"Ya lo solucioné. No tienes porqué preocuparte"
Ante su respuesta, los sollozos de Jael empeoraron. Se aferró a su cuerpo con firmeza.
"Lo siento...lo siento...Tuviste que...por mi...hermano..."
Hael acarició su dorada cabellera. Consoló ese rostro que era exactamente igual al suyo. Cada detalle era idéntico, como si fuesen dos gotas de agua.
"No te confundas. No tuve que hacer nada que no quisiera. Solo fui y les di una lección que jamás olvidarán"
Jael lo miró con desconcierto. Su cabeza se ladeó hacia un costado, mientras trataba de comprender a qué se refería.
"¿Ya olvidaste las veces que pelee en el orfanato? No hay nadie que pueda meterse con nosotros y salir impune. Los golpe bien fuerte". Hael rio. "De seguro todavía están en el suelo lamentándose"
Jael abrió los ojos bien grande. La sorpresa estaba reflejada en su rostro.
"Hermano, ¿los golpeaste?"
"Claro. Les hice pagar todo lo que te hicieron. A partir de ahora, ya no tienes que sufrir más. Tu hermano te protegerá"
Hael sujetó el pequeño rostro de su hermano menor. Lo acercó hasta él, uniendo sus frentes de la misma forma que hacía cuando eran niños.
"Jael, ya no tienes porqué seguir soportando. No estás solo"
El corazón de Jael latió con fuerza. Las palabras de su hermano lo conmovieron y despertaron un fanatismo dormido. 'Así es', pensó. Su hermano siempre estará a su lado y lo cuidará. Ya...no tiene porqué sufrir.
Envolvió la cintura de su hermano y enterró su rostro entre su pecho. Respiró el inconfundible aroma de Hael y se dejó llevar por el agradable momento. Hacía tiempo que no se sentía tan feliz.