Chapter 8 - Arco 1.6

Liwen escribía y escribía. Mientras su mano izquierda tocaba una especie de piano con altavoces, su mano derecha retrataba las notas en una partitura. Convertía cada vibración, en una exacta melodía.

Así es como el personaje solía componer sus canciones. Liwen lo encontraba fascinante y complejo, al mismo tiempo. Era una experiencia única y novedosa, a la que definitivamente, no estaba acostumbrado.

Liwen intentaba retratar las melodías que conocía de su propio mundo. Buscaba fusionar ambas entidades, en una misma canción. No quería solo tocar la música del personaje original. También quería retratar su esencia en las canciones.

Si bien estaba ocupando un cuerpo ajeno, y no podía revelarlo al mundo, aún así, quería gritar por medio de sus sinfonías que estaba aquí. No solo era Liwen…también era He´An.

Liwen rellenó su doceava hoja, y la hizo a un lado. Prosiguió con una nueva partitura, coloreando notas y dándole vida a una nueva canción.

Lumie rodó sobre la alfombra blanca. Llevaba horas observando como Liwen componía un centenar de sinfonías. Eran suficientes para completar uno o dos álbumes.

"Humano…¿qué piensas hacer con la familia del personaje? Me pediste que buscara información sobre ellos, pero ni siquiera la has tocado aún"

Liwen no apartó su mirada de las teclas blancas y negras. Sus dedos recorrían el piano, de un lado a otro.

"Se lo enviaré a la competencia Khei. Ellos sabrán cómo explotar el punto débil de esas personas"

"Pero si haces eso, destruirás la empresa Khei. ¿Qué sucederá con el legado de tu madre?"

Liwen se detuvo en seco. Levantó su mirada hacia Lumie.

"¿Tu crees que la madre de Liwen querría darle esta abominación a su hijo? La empresa Khei hace años dejó de ser lo que era. Ya he puesto en venta las acciones que le dejó de herencia"

Liwen recogió los papeles desparramados por el suelo. Los acomodó en una delicada pila.

"Lo único que importa es obtener el título del local, ubicado en los suburbios. Es la primera tienda que fundó nuestra madre, y lo único realmente valioso a recuperar"

"¿Y cómo piensas obtenerlo, humano?"

La pantalla de la computadora de Liwen se iluminó. Un mensaje se abrió de manera automática.

Liwen sonrió, al leer la respuesta. El último punto que necesitaba su plan, ya estaba completo. Ahora solo restaba ver el espectáculo, y enfrentarse a lo que sea que su familia tenía preparado para él.

Ya no veía las horas de luchar contra Kalisto. Era la primera vez que se enfrentaría a un personaje principal; al amado de los dioses. Iba a disfrutar, verlo perder su brillo y sucumbir.

Liwen estiró sus hojas de papel hacia Lumie.

"Guardarlas"

Lumie bufó, antes de absorber los papeles dentro de su espacio, o mejor dicho, el espacio del sistema de Li´An. Desde que se habían conectado, Lumie había podido acceder a los beneficios propios de un sistema; aunque con ciertas limitaciones.

Sin embargo, eso no había escapado a los ojos de Liwen, quien rápidamente se aprovechó de su capacidad. Comenzó a utilizarlo como su propio depósito, guardando comida, instrumentos, y hasta dinero.

Lumie solo esperaba que el otro sistema no se percatara de ello.

Liwen se levantó y caminó en dirección a su cama. Los dedos de su pie, se envolvieron entre las fibras de la alfombra. Cada paso que daba, iba acompañado de un sentimiento suave, cual caricia.

Liwen bostezó, antes de acostarse. Eran las 3:60 de la madrugada. Dentro de un par de horas, debería levantarse para ir a la escuela.

Liwen cerró los ojos, y dejó que el mundo de los sueños comenzará a envolverlo. Estaba acostumbrándose al hecho de ser humano. Comer, dormir, sentir. Todo le resultaba fascinante.

Ahora podía entender el deseo de los espíritus malignos por volver al plano terrenal. Ansiaban volver a ser, lo que una vez habían sido.

Lumie se ubicó junto a la almohada de Liwen. Observó como la respiración de Liwen se calmaba, antes de acercarse un poco más a él. Se apoyó junto a su mejilla, antes de cerrar también los ojos.

Lumie estaba experimentando la libertad por primera vez. No tenía que obedecer a los dioses ni a su anfitrión. Podía hacer, decir y pedir, lo que quisiera.

Encontraba su situación…refrescante y cómoda.

Lumie emitió un ligero suspiro de satisfacción. El calor que emanaba el cuerpo de Liwen, se transmitió hasta su ser. Se sentía cobijado.

Lumie podía decir, con todas las letras, que había tomado la mejor decisión de su vida. Firmar el contrato con Liwen había sido, de lejos, la mejor opción.

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Esta vez, Liwen desayunó antes de ir a la escuela. Comió unas tostadas con leche, antes de encaminarse a la academia.

Una vez dentro de su aula, atrajo la atención de sus compañeros. Ya era de público conocimiento que había sido seleccionado como uno de los participantes del festival.

Quedaban, al menos, dos meses hasta la presentación. Tenía tiempo, más que suficiente, para completar sus canciones y grabar su primer sencillo.

La primera clase de Liwen pasó sin complicaciones. El profesor enseñó los estilos musicales y sus variaciones. Lo que para esta época resultaba novedoso, en el mundo de He´An, era algo común.

Sin lugar a dudas, habían perdido varios hechos históricos y culturales, sumamente importantes.

Liwen se apoyó contra su escritorio. No podía decir que venir a la escuela fuera lo más divertido de hacer. Ya no veía las horas de retirarse y encontrarse con Li´An.

Liwen sonrió, al imaginar a su hombre esperándolo en la salida.

En ese momento, una mano se estiró hasta su escritorio. Una pequeña nota cayó frente a los ojos de Liwen.

"Escaleras, pabellón D"

Liwen contempló el reloj incrustado en la pared del salón. Quedaban 10 minutos de receso, antes de que iniciara la siguiente clase. Tenía tiempo para ir y volver.

Se puso de pie y avanzó hasta la salida. Se dirigió, sin mucha prisa, hasta el pabellón D, el cual quedaba a unas pocas clases de distancia.

Al subir por las escaleras, y siguiendo las simples indicaciones, Liwen se encontró con un joven de cabello dorado y negro. Una combinación extraña, que le daba una apariencia desaliñada.

El hombre rio al verlo.

"Nunca pensé que estarías dentro de estas cosas. Sin duda, la manzana no cae lejos del árbol"

Liwen ni se inmutó por sus dichos. Estiró la mano hacia él.

"Dámelo"

Replicó con frialdad.

El hombre se encogió de hombros, y sacó una bolsa del bolsillo delantero de su pantalón. Le tendió el paquete a Liwen, antes de reclamar su recompensa.

Liwen le entregó unas joyas de oro, cerrando el trato entre ambos. El hombre analizó el pago, antes de asentir y marcharse.

Viendo su espalda desaparecer en una esquina, Liwen se apoyó contra la pared y analizó el paquete.

Un polvo rosado, yacía dentro de una bolsa de plástico un tanto sucia.

"¿Qué es eso, humano?"

"Droga…o más bien, veneno"

Liwen guardó el paquete en el bolsillo superior de su remera. La colocó junto al logo de la academia.

"¿Por qué no me pides que la guarde?"

"Porque no es algo que necesites tener cerca"

Liwen descendió por las escaleras, rumbo a su salón. Lumie quedó detrás, desconcertado. No podía entender la distinción que hacía Liwen. ¿Podía guardar algo insignificante como comida, pero no droga?

Lumie decidió ignorar cómo funcionaba el cerebro de Liwen. Regresó a su espacio y siguió descansando plácidamente.

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Li´An observó por enésima vez su reloj.

Frunció el ceño, cuando se percató de que las manecillas no habían avanzado demasiado desde la última vez que las vio.

¿Por qué el tiempo estaba yendo tan lento?, se preguntó molesto.

Li´An se acomodó la corbata alrededor de su cuello y alisó su traje. Todo parecía estar en perfecto estado, antes de su encuentro.

A lo lejos resonó la campana. La academia se cubrió con el sonido característico que anunciaba el fin de la jornada.

Los nervios de Li´An se intensificaron. Revisó cada detalle de su traje nuevamente, y si cada mechón de su cabello estaba donde debía estar.

Salió del vehículo color oscuro, y se paró a un lado. Esperó con ansias la salida de Liwen. Deseaba ver ese rostro blanco como el jade; esos ojos negros y profundos; esos labios carnosos, color cerezo. Toda su presencia brillaba con una intensidad que lo volvía adicto.

Pese a que solo había pasado un día, desde la última vez que lo vio, no podía aguantar las ansias por más. Su padre tenía razón. El amor era como una droga, que consumía la razón. Solo puedes rendirte a ella.

Al mismo tiempo, Liwen caminaba a pasos veloces.

Llegó hasta la entrada e inmediatamente vislumbro a Li´An, de pie junto a su auto. Llevaba un traje con rayas blancas y una corbata que iba a juego.

Los latidos de su corazón incrementaron su ritmo.

Liwen se acercó hasta él. Antes de que pudiera pronunciar una palabra, Li´An tomó su mochila y lo ayudó a ingresar al vehículo.

Cerró la puerta, y enseguida tomó asiento a su lado.

Ambos se miraban con atención. No querían perderse ni un solo de sus movimientos.

Li´An sonrió. Desde que lo conoció, su rostro tendía a iluminarse con una sonrisa muy seguido.

"¿Cómo fue la escuela? ¿Te divertiste?"

Liwen asintió. Si bien no podía decir que había sido "divertida" la escuela, no había estado nada mal. Era llevadero.

Li´An sacó una caja de terciopelo. Se la entregó delicadamente a Liwen, quien quedó en shock. ¿Un regalo?, se preguntó anonadado.

Al abrir la reluciente caja de color azul bermellón, se encontró con una especie de teléfono inteligente. Era un modelo extraño, ya que solo tenía un teclado y botones a los lados. Podía decirse que era similar a un piano; solo con teclas.

Li´An señaló el móvil y explicó.

"Es un teléfono especial. Lo que escribas, será dicho en voz alta. Incluso puedes hacer llamadas con él, y escribir lo que quieras decir. Se transmitirá automáticamente"

Liwen analizó el objeto con emoción. Por sus descripciones, era bastante útil.

Inmediatamente lo probó. Escribió unas pocas letras, las cuales no tardaron en pronunciarse a viva voz.

"Gracias"

Aunque era una voz mecánica lo que resonaba, Liwen estaba conforme. Su padre bastardo jamás le había entregado nada similar. Si quería comunicarse con ellos, debía esforzarse por hablar; pero como su voz no sonaba bien, siempre lo callaban.

Tampoco lo llevaban a socializar con inversionistas o a fiestas de lujo. Actuaban como si simplemente no existiera. Tenían vergüenza de él y su incapacidad.

Ahora podría hablar con comodidad y normalidad, sin tener que esforzar sus cuerdas vocales. Eso lo hacía muy feliz.

"Muchas Gracias, Li´An"

Liwen lo miró, con unos ojos que destellaban alegría. Era como un niño con juguete nuevo.

Li´An se conmovió. Era un pequeño regalo. No había invertido tanto tiempo ni esfuerzo, como para que se emocionara de esta manera. Eso solo le hacía pensar en los pocos regalos que debe haber recibido, como para reaccionar de esa manera.

¿Cómo lo había tratado la familia Khei todos estos años?

Li´An se entristeció, pero a su vez, se motivó. Necesitaba buscar regalos más lujosos y espectaculares para la próxima vez. Iba a sorpréndelo con algo mucho mejor.

Cuando el auto arribó al estacionamiento de la empresa, Li´An descendió primero y, posteriormente, ayudó a Liwen.

Le entregó su mochila al asistente, quien los había estado esperando a las puertas del ascensor, con destino a su suite privada.

Liwen se sorprendió por lo enorme que era la empresa. Cientos de pisos pertenecían a la renombrada familia An. No se podían comparar a los pocos millones que tenía la familia Khei, quien aún así, los despilfarraba cual ignorantes.

Li´An guio a Liwen hasta un mullido sillón grisáceo. La suite tenía una decoración madura y seria. Reflejaba perfectamente la personalidad de su propietario.

Liwen se sentó y Li´An, automáticamente, se dejó caer junto a él. El asiento se cubrió con la presencia de dos personas. Una alta y robusta, y una pequeña y delgada.

Li´An le entregó una taza de té que humeaba. La secretaría había preparado bocadillos y un juego de té, para que pudieran disfrutar.

"Ten cuidado, que está caliente"

Liwen tomó con cuidado la taza y probó el líquido de su interior. Un sabor a jazmín, cubrió su paladar. El líquido descendió por su garganta, calentando su interior.

Liwen suspiró de comodidad.

Li´An siguió su ejemplo con descuido. Sus ojos no podían apartarse de esos delicados labios, los cuales ahora estaban humedecidos. Desprendían un aroma a jazmín, que incentiva a sus glándulas salivales.

Li´An no pudo evitar tragar; aunque eso no pudo aliviar la sed que se estaba gestando en su cuerpo.

"¿Cuál es el contrato que debo firmar?"

Las palabras robóticas, despertaron a Li´An. Lo regresaron a la realidad.

Li´An colocó la taza sobre la mesada; tomó un sobre, colocado en una esquina, y sacó un papel cubierto de letras negras. Se lo entregó a Liwen.

"Este es el contrato que preparé para ti. Coméntame si hay algo que no te guste, y enseguida haré que alguien lo cambie"

Liwen leyó las palabras grabadas en el contrato.

Al concluir el primer párrafo, no pudo evitar reír. El contrato era demasiado beneficioso para él; lo suficiente como para hacerlo sospechar de que se trataba de un engaño.

¿Este hombre iba en serio?

Las cláusulas decían que podía rechazar cualquier trabajo, sin tener que preocuparse por las pérdidas. Las ganancias se dividían 90 a 10, a su favor. Incluso contaría con su propia oficina, estudio privado y una mansión a la que se podía mudar ahora mismo.

A Liwen le sorprendía que no le hubiera entregado la mitad de su empresa, a estas alturas. Estaba claro que, por más que le habían borrado la memoria, ese hombre lo reconoció. Más bien, su alma lo había hecho. No podía olvidarlo.

Liwen le indicó las secciones del contrato.

"Quiero cambiar el punto de distribución de ganancias. Que sea 60 a 40. Y con respecto a la mansión…no la quiero"

Li´An se mostró reacio.

"Puedo corregir el asunto de las ganancias, pero piensa detenidamente lo de la mansión. He elegido un lugar perfecto. Es una zona segura y tranquila"

Además que está junto a mí, pensó Li´An.

Sin embargo, Liwen se mantuvo firme.

"No quiero una mansión"

A punto de que Li´An reprochara, escuchó las siguientes palabras de Liwen.

"Quiero vivir contigo"

Cuando el teléfono concluyó su monólogo, Li´An quedó petrificado. Lo observó con los ojos bien abiertos; en evidente estado de shock.

"¿Hablas…hablas en serio?"

Liwen asintió, con una ligera sonrisa en su rostro.

Li´An tragó y se acercó a él. Destrozó la mínima distancia que había entre ambos. Sus piernas se tocaron.

"¿Entiendes lo que estás diciendo? No puedes proponer ir a la casa de un hombre soltero, que acabas de conocer, así como así"

Liwen volvió a asentir. Esta vez, tomó la iniciativa de acortar aún más la distancia entre ellos.

Su rostro se acercó al suyo, hasta el punto en que podía oler la fragancia de su cuerpo. Sus respiraciones se fusionaron.

Li´An no sabía donde poner las manos. Estaba nervioso e inquieto. ¿Qué quería decirle Liwen con todo esto?

Antes de que pudiera preguntarle, Liwen le dio la respuesta. Rodeó su cuello, entre sus brazos, y se lanzó hacia él. Posó delicadamente sus labios contra los suyos, liberando el deseo que carcomía su corazón.

Quizás podría ser precipitado para muchos, el besar y desear estar cerca de un hombre que apenas conoces. Sin embargo, Liwen llevaba décadas esperando verlo, sentirlo y tocarlo.

No eran extraños. Eran amantes que habían sido obligados a separarse, y ya no iba a permitir que eso ocurriera. Quería que estuvieran juntos cuanto antes, como conocidos…amigos…y pareja.