Salí del mirador completamente cegado sin saber que tiempo después debería de volver, dominado por la cólera como si un extraño hilo de sangre me dominara desde dentro controlando cada uno de mis movimientos.
Aun cuando aumentaba mi marcha podía sentir como los gritos de Kira bufaban sin parar a un costado en mi oído así que el poco trayecto que quedaba antes de llegar a donde Bazili se encontraba lo realice a paso doble aumentando la exigencia en mi andar.
Sin prestarle atención a nada ni a nadie más, me acerqué al auto, abrí la puerta y me zambullí en él, dejando caer mi cuerpo con todo su peso sobre aquel asiento.
— Está bien señor — con una expresión de intranquilidad y de miedo Bazili libera aquella pregunta llena de preocupación.
— No.
— Necesita que haga algo por usted no se ve nada bien.
— Solo arranca, volvamos a casa.
Como cual orden directa aquel hombre no tardó en obedecer y girando su cabeza colocó la llave en el bombín de arranque instantáneamente dando paso a que aquel vehículo por fin encendiera por lo que aquel auto empezó a vibrar y pisando el acelerador abandonamos por completo el gran mirador.
Durante el trayecto de regreso a casa intente de todas las formas posibles mantenerme lo más distraído que pudiese.
En unas ocasiones miraba a atreves de la ventana observando los edificios y por qué no, de igual manera a las personas que transitaban por la acera cada una enfocada en sus asuntos, aunque también buscaba enfocarme en el camino que al frente se deslumbraba.
Faltaban más o menos algunos diez minutos hasta llegar a casa cuando mi teléfono empezó a sonar.
En un primer momento no hice caso algo, pero era tanto mi malestar que el simple sonido aumentaba aún más mis nervios.
Así fue que, tras resoplar con fuerza, aparte la chaqueta que llevaba puesta y extrayendo el móvil que mantenía oculto tras un bolsillo interno lo tome en mano, observe la pantalla y tras ver de quien se trataba al colocarlo una vez en mi oído indique.
— Espero que lo que tengas que decir sea importante — quien del otro lado se encontraba era Lyall quien recibió con gran sorpresa mis palabras.
— Valla que mal genio tienes ¿Qué paso ahora? Digo si acaso puedo preguntar.
— Nada del otro mundo, las niñerías de Kira, pero bueno ¿Qué quieres Lyall?
Desde el otro lado pude escuchar como Lyall respiraba profundamente tras escucharme hablar de aquella chica y replicando.
— Dudó que en todo caso ni la más mínima pizca de cambio aparezca en tal chica simplemente es como es.
— Ni que lo digas.
Acabada una vez la conversación sobre Kira de Lyall brotó una inusual seriedad más allá de lo ya conocido por mí que podría venir de él, su voz se volvió áspera y un tanto ronca más de lo habitual.
— Ya encontramos al lobo lamentablemente escapó, herido, pero escapó cuando tus hombres intentaron capturarlo, necesito tu autorización para poner a los betas en movimiento y con ello limitar el área.
— Sabes que la tienes por favor, captúrenle lo antes posible.
— Eso intento jefe, pero hay un pequeño detalle, temo que se ha escondido en una de las colinas del mirador así que sal de ahí lo antes posible.
— Porque precisamente tuvo que dirigirse a ese lugar.
— No lo sé, pero sal ya.
— Descuida en realidad ya iba con Bazili en el auto de regreso a casa.
Un tiempo más conversamos, trazamos un plan pues ya estando tan cerca no podíamos dejarnos ganar de Gurel y tras colgar aquella llamada indique a Bazili.
— Da la vuelta, eh cambiado de plan.
— Si señor.
Como si nada aquel tomo un desvío tras ingresar por un callejón para evitar en todo caso realizar una vuelta u y puesto una vez en dirección regresamos nuevamente por el mismo camino.
Llevábamos ya unos cuantos minutos recorriendo aquella carretera y como Lyall y yo habíamos acordado no reunirnos en el mismo lugar decidimos en todo caso dirigirnos hasta una vieja cabaña a las afueras de la ciudad alejada por unos cuantos minutos del mirador donde los alfas suelen reunirse a la hora de llevar a cabo consensos.
El lugar es llamado ´´La Gruta´´ por su inusual forma.
En realidad, y en todo caso se trata de nada más y nada menos que la entrada a una cueva subterránea que se encuentra oculta tras la fachada de una vieja casa de madera a la que los humanos y los lobos no pertenecientes a la ciudad no son capaces de acercarse.
Una vez entras el silencio que rodea a la gruta es absoluto, en tanto solo los que se encuentran en su interior son capaces de escuchar los secretos que se han de repetir en ella a las sombras así que dentro de aquel lugar terminamos de dar forma a aquel plan.
— Muy bien, explícame entonces cómo se hará y no quiero falla alguna.
Y Bazili replicó mientras sobre uno de los peñascos se encontraba extendido el mapa de todo lo que es mirador.
— Los hombres se encuentran dispersos alojados en diferentes puntos entre los cuatro costados que dividen la montaña los cuales se encuentran guiados enteramente por los rastreadores por lo que es casi imposible que Gurel se escape...
Promulgó en una primera vez mientras me observaba de vez en cuando.
— A cada paso de retroceso de este, nuestros hombres irán reduciendo su distancia hasta hacer que aquel lobo se aproxime al mirador que es el único punto muerto en toda la redonda y donde una vez en su pleno centro podemos llegar a hacerle salir de la vegetación para enfrentarlo...
Con confianza se expresaba aquel y no dejaba de lado ni el más mínimo detalle.
— Para eso debemos de vaciar completamente el lugar no podemos arriesgar a ningún inocente, así como también se ha de bloquear el acceso, por otra parte, nos estaremos comunicando como en los viejos tiempos de mano de los sonidos a los que tu padre le dio una vez vida para tener una ventaja ante nuestros enemigos...
Seguía diciendo mientras que yo le prestaba completa atención.
— Y así finalmente capturar a aquel lobo, en tanto usted se quedará en el mirador oculto cerca de los jazmines para disipar su aroma si es posible zambúllanse en ellas e impregne su cuerpo de tal fragancia.
Como a la mejor idea jamás planteada a aquel plan se le dio vida, indiscutiblemente conociendo el potencial de mis hombres aquel lobo sin dudas tendría sus horas de libertad contadas y como si nada todo se puso en marcha.
Todo estaba listo, cada de los elegidos se encontraba en su posición siguiendo el rastro que Gurel iba dejando atrás luego de haber sido herido por uno de los nuestros.
Así que nos encontrábamos completamente seguros de que sin dudas lo lograríamos casar, pero la vida a fin de cuentas nos terminaría tendiendo una trampa por lo que todo se volvería más difícil de lo ya pensado.
Cuando todo se puso en marcha no contábamos con que algo como lo que pasó ocurriría pues de la nada un taxi arribó a lo alto.
Justo en el centro del mirador aquel automóvil se detuvo bastante retirado del bar casi en la esquina completamente contraria del estacionamiento.
Ante todo, aquello era ilógico que estuviese pasando pues era de nuestro entero conocimiento que el paso había sido bloqueado por algunos de los betas por lo cual no entendíamos qué era lo que sucedía.
De tal vehículo dos chicas, la primera en darse a notar fue Lina a quien rápidamente reconocí ya que suelo ir constantemente el ″Gran Atlante″ restaurante en el cual ella es mesera, pero a la segunda era casi imposible de divisar pues desde el primer momento que abandonó el auto lo único capaz de ser visible por mí era su espalda.
Al Lyall notarlo no dudo en localizarme y tras dar conmigo sigilosamente se acercó.
— ¿Qué hacen ellas aquí?
— No lo sé señor, pero ahora mismo lo averiguare me acercaré para hablar con ellas.
Tras hacer un gesto Lyall se marchó y cuando menos lo esperaba ya se encontraba justo detrás de ellas, no por nada aquel era tan bueno en camuflaje llegando incluso a ser indetectable.
Así desde la distancia le vi pronunciar las primeras palabras y junto a ello vi como la desconocida quien con gran velocidad se dio la vuelta reveló su rostro al fin.
Era ilógico y hasta irreal como era posible replicaba, que aquella chica se encontrará nuevamente interponiéndose así en mi camino pues sin más me cuestionaba tras notar que era la misma persona con la que tiempo antes Bazili estuvo a punto de chocar.
La situación fue escalando de mal en peor hasta el punto en el que Gurel se hizo sentir en un muy mal momento, por cierto; desde que llegó se hizo notar en todo el lugar quitando la calma de absolutamente todo lo que alrededor se podía encontrar.
La vida es eventualmente frágil pero cuando se quiere se puede llegar a luchar incluso por encima de la propia muerte y fue así que durante aquel tiempo vi como aquellas batallaban abiertamente aferrándose a la propia vida.
La verdad lo que les sucediese a aquellas me importaba poco por no decir que nada, por lo que a menos de que Gurel les atacasen directamente yo en pleno uso de mi conciencia no haría nada.
Estaba tan convencido de ello como nunca en mi vida e incluso fui tan vil que llegué hasta plantearme el hecho de que no merecían el que yo interviniesen.
Así sin más me lo planteaba aquello como una absoluta verdad, pero las circunstancias me harían drásticamente cambiar mi pensar.
Tonto al fin sin tener otra opción falté a mi propia palabra pues mientras aun me mantenía escondido de la nada aquel aroma que durante el día había curiosamente sentido volvió a adentrarse en mi olfato y esta vez vino con tanta fuerza guiado por el viento que tras pensar por algún tiempo me vi obligado a salir de mi escondite tras convertirme en lobo.
La pelea entre Gurel y Lyall estaba en su mayor apogeo cada vez escalaba más en violencia e intensidad era absolutamente brutal lo que allí sucedía, pero por alguna circunstancia antes de dirigirme a ayudar a Lyall mi cuerpo como si vida propia tuviese me condujo directamente hasta ella.
Allí tirada en el suelo protegiendo el cuerpo de su amiga ambas permanecían y por la tranquilidad que de ella emanaba aun a pesar de lo evidente pude observarle e intenté descifrar si realmente lo que sentía procedía de aquella.
La olfatee por algunos pocos segundos y si, efectivamente el aroma pertenecía a ella, resultaba ser tan ilógico para mí como ninguna otra cosa en el mundo, así que por un momento la observe y como si aquella escuchase mi pensar apartó su rostro de donde lo mantenía oculto, abrió los ojos y los dirigió hasta mí.
Sobre mi piel aquellos ojos azules fueron posados marcado mi alma, eran indudablemente únicos en cuanto a su color y con la imagen de ellos nuevamente marcada en mi conciencia me fui a enfrentarme contra aquel lobo.
La pelea tomó más tiempo de lo esperado tanto que no fue hasta el último segundo que pude observar completamente el miedo en los ojos de aquella chica ante ella yo me hacía débil y fue gracias a mi descuido ante tal sentimiento que Gurel aprovechó la ventaja para intentar atacarlas.
Vi la muerte sobre ellas y por primera vez en mi vida el miedo me dominó, ni siquiera cuando mis padres y yo huimos de la casa aquella terrible noche, tal sentimiento me inundando tanto como en esta ocasión, por lo que termine lanzándome hasta aquel y propinándole en su cuello casi una mordida mortal con la que le sofoque cayo al suelo casi sin vida.