La sorpresa y la emoción no tardaron en hacerse notar en mi rostro aun a pesar de que por un momento había olvidado que le buscaba.
— El relicario, pero como.
— Hace un momento mientras conversábamos con Dominieck lo vi en un rincón, imagine que era tuyo pues tiene tu aroma, aunque me sorprende que de él salga con tanta fuerza el olor de Linsey y Eliot.
Con toda la pasividad del mundo lo tome en mis manos, con la mente tomada de recuerdos e ideas lo contemple, serena y completamente tranquila.
Con la yema de mis dedos frote la cara posterior del relicario y abriéndolo casi en el acto recalque.
— Es por esto que su olor se percibe en mí.
Lo abrí completamente ante los ojos de Lyall y aun con mayor fuerza el aroma de los abuelos salió de aquel objeto.
A fin de cuentas, ante él ya no tenía máscara alguna, pues era evidente que tras llegar que aquellos se conocían y que probablemente tenían una buena relación.
Aunque pensándolo bien cabía la posibilidad de que fuera todo lo contrario aun así decidió darle un voto de confianza, y una vez lista finalmente me dispuse a mostrarle lo que en su interior se alojaba así que una vez revelado el secreto dirigí mis ojos hasta él.
— Cómo ves cargo conmigo un trozo de su cabello, cuando la abuela me lo entregó se encargó de unirlos amarrándolos con un fino trozo de hilo de lana.
Su cara se tensó y arrugó la nariz casi al instante.
— Sin dudas puedo diferenciar tu olor entre la maraña de pelos, el de ellos por igual, pero, tengo curiosidad y dudas al respecto también puedo diferenciar a un cuarto, sabes de quién se trata.
Sin conocer la respuesta y sin tener más opción desconociendo por completo aquel extraño lazo solo pude negar una vez con la cabeza.
— No sé de quién puede ser, pero para estar aquí imagino que debe de ser alguien demasiado importante para ellos.
Sus ojos sin tardar se colocaron absortos al tiempo que se sumergía en sus propios pensamientos y así callado y con el rostro completamente serio se quedó.
Pasado algún tiempo aquel aun manteniéndose con aquella extraña mirada volvió a acercarse a mí.
— Por ahora no importa, pero bueno, ahora mismo necesito asegurarme de algo, quiero que tengas bien presente y recuerdes que ellos te amarán siempre.
En sus palabras se podía sentir rasgos evidentes de tristeza, por alguna razón podía sentir que algo no iba del todo bien, aunque él intentaba por todos los medios no llenarme de preocupación alguna.
En mí tras escucharle se me hizo difícil formar alguna frase con lo cual dar respuesta, se me hizo imposible emitir alguna palabra pues cualquier cosa que los relacionara a los abuelos me llenaba de una evidente tensión.
Le miré, asentí confiada con la cabeza y dirigí mi vista nuevamente hasta mi mano allí desvié todos y cada uno de mis pensamientos y me enfoque en aquel objeto, pensé luego de contemplarlo algún tiempo, que lo mejor era regresarlo a su lugar así que cerrando ambas caras del relicario escondí de la vista del mundo aquel secreto una vez más e inmediatamente ceñí aquel collar sobre mi cuello.
En el momento justo en el que depositaba cadena aquella alrededor de mí, el tío Martín, Lina y Dominieck se acercaron a nosotros luego de estar un rato discutiendo en un rincón.
Dominieck se encontró justo en el centro de aquel trío singular con la mirada perdida mientras su cabeza cabizbaja, en tanto el tío se encontró de pie con el pecho erguido a su izquierda y Lina radiante como siempre a su derecha.
Aquella chica durante el transcurso de aquel tiempo tuvo que hacer presencia en medio de la discusión entre aquellos dos para evitar en todo caso un alboroto mayor, mientras actuaba como mediadora entre aquellos dos hombres.
— Estos dos hoy terminan siendo amigos o enemigos, pero temo que ambas condiciones no se dan en par.
Dijo Lina a voz alta, el silencio procedente de ellos al escucharle era más que notable, aparentemente se habían puesto de acuerdo en algo, pero tras ver que aquel chico pataleaba y se negaba en hablar, el tío Martín colmado completamente por el mal humor presentado un fuerte golpe contra la parte posterior de la cabeza de aquel chico.
— Habla de una vez, fuerte y que se te entienda antes de que me termine arrepintiendo no obstante hazlo rápido antes de que me arrepienta, no que antes se comportaba como cual macho y ahora se te cae la cara de vergüenza.
Dominieck con descontento observó la cara de aquel hombre, cosa que era sorprendente e irreal ante todo el ver aquella escena.
Un humano dando golpes contra un alfa de esa manera era algo de lo cual era inevitable no reír siendo conscientes claro está de las diferencias evidentes tanto de tamaño y complexión física.
Ante la escena no pude evitar sentirme tomada por la jocosidad y tras una risa nerviosa dominar los movimientos de mis labios dije ante aquellos.
— Tío no cree que te estás tomando demasiado enserió tu papel.
— Pues no, ahora incluso estoy pensando ya que de este no sale palabra alguna, que no eh sido lo suficientemente severo con él.
Reflejando con completa libertad aquella sonrisa en mis labios eleve mis manos en el aire como señal de calma.
— Tranquilo, de verdad no hay que hacer un alboroto más, estoy más que cansada y harta de toda esta situación así que hagamos como que esto simplemente no paso.
— No hasta que este tonto hable.
Y propinando otro golpe contra Dominieck los ojos de aquel chico se clavaron una vez más contra aquel hombre en silenció y así intentaba aguantar aquellas reprimendas que tal hombre hacía contra su persona.
— Ya, ok... hablaré.
Dominieck finalmente escuchando a la razón enderezó su cuerpo, aunque se negaba a observarme como si el miedo junto a la vergüenza lo cargará a cuesta pesando apuntaba sobre sus hombros y manteniendo su cabeza agachada mientras retorcía un pedazo de tela entre sus dedos, entre dientes replica .
— Lo siento.
— ¿Qué? Disculpa, no te entiendo.
Aquel hombre cual respiración profunda y molesta emitida antes de finalmente decir de nuevo — lo siento mucho.
De nuevo en aquel tono bajo murmuro esas palabras y ante mi la imagen de aquel valiente hombre que se habia alzado hacia un momento de arrepentimiento habia perdido completamente la fuerza.
— ¿Qué? No te escucho.
Se que no fue correcto hacerlo, pero observándolo en tal posición simplemente no pude evitar tomar ventaja de aquella situación, así que trasmejar por nueva vez aquel con incomodidad levanto la cabeza mientras retorcía aquel pedazo de tela aún más entre sus dedos, su voz se volvió áspera y tomando fuerza debida.
— Qué lo siento, bien, lo siento. Se que fui un idiota, que actúe impulsivamente y te hice pasar un mal rato, pero entiéndanme su aparición ha sido tan de la nada, además ante ella los problemas no han tardado en hacerse notar y temó que muchos más aparecerán.
— Que bueno que lo admite así que quédate tranquilo es algo normal en mí y hablo de atraer los problemas, con el tiempo incluso llegaras a acostumbrarte.
Aquel fijo sus ojos en mi mientras mostraran las expresiones de su rostro completamente firmes y serias.
— Entonces no estás enojada, me perdonaras.
Casi celebrando se encontraba, esperaba que de mi iba a recibir una cálida respuesta y que le recibiría con los brazos completamente abiertos tras tal caos por lo que manifestó una sonrisa marcada en la comisura de sus labios, pero mi respuesta le daría una sorpresa.
— No.
— Eh ¿Cómo ha dicho?
— Pues que, no te perdono y espero que desde ahora te mantengas lo más lejos posible de mí.
— Pero, Emma.
— Emma nada.
Mientras me miraba con ojos de cachorro arrepentido, tome parte de mi orgullo y me plante firme, así que ignorándole dirigiéndome hasta el tío, Lina y Lyall recalque.
— Será mejor que entremos.
Y allí le abandonamos mientras se encontraba paralizado, en tanto su boca se había quedado completamente abierta, para nada imaginaba que recibiría tal respuesta de mí, encontrándose ante ello completamente atónito.
Nosotros cuatro tras alejarnos finalmente ingresamos a la gran cocina, yo en última posición, como si nadie más se encontrara allí haciéndole parecer invisible ante nosotros.
Ya dentro el olor a comida fresca rodeo nuestro olfato y el hambre no tardo en manifestarse.
¡Grrrrrrrr! Mi estomago rugió como nunca incluso pudo sentir como los movimientos violentos se repetían en mi vientre, ante nada parecía que una batalla dentro de mí se estaba librando por lo que, ante tal ruido los tres no dudaron en darse cuenta de la vuelta sorprendidos.
— Lo siento, tengo mucha hambre.
Al ver que todo aquello se encontró allí, pensando que sería mejor no desperdiciar los alimentos ya que se encontraban listos, aprovechó el momento para comer algo y entre conversaciones, risas, palabras y una que otra conjetura pasó algunos minutos en paz.
Se que dije que no le quería cerca de mí, lo dije con toda la verdad sobresaliente de mi alma, pero, al caminar por el pasillo para proceder a servirme tras tomar un plato en mano y verlo allí sentado cabizbajo reflejando completamente la pena que en él se albergaba no pude concentrarme en nada más.
En silencio me senté junto a los demás, traté de disipar los sentimientos de empatía que en mi se albergan e intenté llevar la cucharada de comida hasta la boca en más de una ocasión, pero simplemente mi apetito se vio afectado.
Lina, Lyall y el tío Martín seguían conversando como si nada hubiera pasado, mientras yo sin querer no pude evitar pensar en Dominieck.
Con el codo izquierdo apoyó sobre la mesa mientras mi cabeza reposaba sobre la mano batía con preocupación los alimentos que tenía ante mí en aquel plato.
— Si no te conociese diría que estás enferma, no has comido ni un solo bocado, que sucede — recalco Lina al verme así,
Al escucharle solo le observé atentamente, pues, aunque a pesar de que ella había realizado cual pregunta directa y lógica yo no dije ni una sola palabra pues un nudo se había formado en mi garganta, un nudo que me oprimía y no me permitía hablar.
De nuevo agache la cabeza perdí todo contacto visual con ellos y me enfrasqué de nuevo en la imagen de aquel plato.
— Solo ponte de pie y ve.
Se escucho decir de modo que velozmente levanté la cabeza y miré a Lyall quién tranquilamente engullía aquellos alimentos mientras me dedicaba una cálida sonrisa.
— No te quedes hay ve, él te está esperando — increpo al ver que yo no me movía.
Así que una vez colocándome de pie di la vuelta alrededor de la isla central y me acercarme hasta la estufa, allí tomé un plato de uno de los exhibidores uno de aquellos los cuales ya habían sido higienizados con antelación y en su superficie deposité los alimentos.
En silencio realicé todo lo que tenía pensando y en la misma forma que me encontré cuando Lina indicó.
— Sabes acaso que le pasa.
— Si Lina pierde...
Tales se volvieron palabras a espaldas mías ahora bien Lyall siendo consciente del momento, las circunstancias y del desconocimiento de Lina en cuanto al tema, se dedicó a explicarle que era exactamente yo y las limitaciones que presentaba una diferencia de un lobo normal.
— Los omegas por su naturaleza no pueden ser completamente malos en su parte animal ojo eso no significa que no puedan guardar resentimientos, pero se es imposible para ellos albergar odio directamente... — indico para darle vida a aquella narración.
Y así continue sin prestarle atención enfocada en lo que de por sí ya me había propuesto a realizar, por lo cual con paciencia tomé todo lo necesario de aquella cocina y acomodando todo en un carrito me dirigí hasta donde se encontró Dominieck.
Con sigilo camine y con delicadeza me acerqué a él pues no quería asustarle y mucho menos molestarle, pero aquel hombre se encontró tan sumergido en sus pensamientos que la impresión le hizo reaccionar a la defensiva; tanto fue el caso que con solo sentir mi aroma próximo a él se sobre exalto.
— ¡Vaya! Tranquilo, solo soy yo — tras verle pegar un brincó mientras aún se encontraba sentado.
— ¿Qué haces aquí? No se suponía que estaba dentro.
— Sí, pero como vez eh venido a hacerte compañía.
Delante de él arregle mi ropa toda rota y magullada en tanto me coloque en posición como mesera sutil, obediente y atenta a la vez que intentaba aclarar mi voz.
— Está noche caballero seré su mesera.
Dije mientras colocaba una mano sobre el pomo del cubre platos y gritando.
— Gualá, su cena está servida.
Así que ante sus ojos curiosos y atentos descubrí aquellos alimentos ante aquel hombre.