Lina que había permanecido callada hasta el momento mientras dejaba la mirada fija en mi dirección replicó.
— Señora Meredith tengo una duda.
— Si señorita Lina ¿Qué quiere saber?
— Se trata de un pequeño detalle el cual no termina del todo de convencerme, si usted se encuentra hay en plena entrada en todo caso quien entonces gritó y apago el horno — comentó aquella ante la duda.
— Es cierto — replique de seguido — entonces de quien provino aquel gritó.
Las dudas se anidaron en el rostro de Meredith y las preguntas comenzaron a rondar entre nosotros dejando visible las evidentes dudas.
— Pensaba que había sido una de ustedes, digo pues al entrar les vi aquí.
Y la negación junto a tales palabras consigo llegó, aquellas expresiones trajeron a la vez un enorme peso y junto a ello una voz singular apareció con un tono evidente de nerviosismo.
— He sido yo...
Al girarnos una joven mujer de apariencia pulcra se había alojado allí en secreto como cual fantasma, por lo cual al menos el tío y yo no nos dimos cuenta de cuando apareció.
Tal, era una mujer joven de estatura media, quien portaba el mismo uniforme que Meredith traía puesto, su pelo se mantenía suelto y no pasaba del nivel de su mentó.
— Pero de dónde has salido tú.
Replique sin dejar tiempo a nada y como cual respuesta salida de ella, tomo su mano izquierda y señaló una puerta que se encontraba justo a su lado la cual daba acceso a un armario.
— De allí, me escondí, no sabía qué hacer — dijo aquella sin dejar mostrar expresión alguna en su rostro.
— En qué estabas pensando pudiste morir asfixiada o calcinada de tal situación llegar a peores consecuencias — exclamó con evidente descontento el tío Martín.
— No lo pensé solo me asuste y termine así.
— Niña tonta.
Ante nosotros la sorpresa de la voz pacífica y serena que Meredith había tomado surgió junto a la calma, fue entonces que tanto Lina, el tío y yo dejamos que todo fluyera por lo que los tres guardamos silencio para así contemplarlas y fue así que le vimos a aquellas dos acercarse mientras que Meredith replicaba.
— Ven acá, acércate.
Meredith extendió los brazos en el aire buscando darle consuelo a aquella chica como si intentase disipar su angustia a pesar de que yo en ella no podía leer tal sentimiento y quien sin perder el tiempo se acercó.
— Espero que no la juzguen demás Lina y Emma, Silea es una persona especial que como todos tiene miedos y reacciones un poco sorpresivas.
Increpo aquella buscando recibir perdón para tal chica de una manera evidente, pues tal mujer ante nada intentaba defenderla aun a pesar de que la culpa debía de recaer en otra persona y quien sino más que el tío el causante de tal desastre.
— No hay por qué culparla pues de ella no haber intervenido probablemente todo hubiera sido mucho peor...
Miré en dirección a aquel hombre pues sabía que mis palabras eran ciertas, pero Martín me evadió y evitó por completo el verme a los ojos así que sin más continúe aquella conversación...
— Pero en todo caso, a que se refiere con que es especial señora Meredith.
— La verdad no es nada del otro mundo Silea es una chica con diferencias psíquicas, que no tiene el mismo modo de ver la vía como una persona común y corriente, ojo eso no significa que sea anormal, Silea tiene una condición que para muchos es limitante pero que a ella solo la hace grandiosa.
Con una sonrisa en los labios aquella mujer se mantenía sosteniendo a Silea unida a ella, envuelta en sus brazos mientras Silea como aquella la llamó permanecía con los ojos abiertos pero fijos en la nada.
Ante nosotras cual viva imagen del reflejo de una madre protegiendo a su retoño se mostró como el amor incondicional de quien carga con nosotros 9 meses en su vientre.
Tras algunos segundos aquella mujer continúa diciendo.
— Será mejor que salgan de aquí, pediré ayuda a las demás empleadas para arreglar la cocina antes de que la señora Susan llegue.
— Nosotras también podemos ayudarles solo díganos por donde empezar — replicó Lina.
— Claro que no, ustedes aquí son unas invitadas más ni el señor Martín ni yo consentiremos que llevarán a cabo tales deberes.
— No es justo que simplemente nos quedemos de brazos cruzados, debe de haber algo que podamos hacer.
Volvió a cuestionar Lina una vez más.
— No — replicó el tío — mejor váyanse a descansar ella tiene razón, aquí ustedes son unas invitadas más — y mirando a Meredith aquel indicó — puedes indicar a Silea que las acompañe a sus aposentos.
— Claro que sí señor.
Al igual que Lina yo tampoco podía quedarme con los brazos cruzados ante nada pues yo era consciente de que yo había una cosa que sí podía hacer para ayudar por lo que repuse.
— Me iré solo si se me permite hacer algo; tío hace un momento dijiste que querías hacer el pai de arándanos que hacía la abuela Linsey no es así.
— Sí, eso dije, pero es evidente mi tan fatídico fracaso.
— Pues yo les propongo algo, qué les parece si yo lo hago.
— ¡Hacerlo! Emma acaso conoces la receta.
— La verdad sí, la abuela se encargó de enseñarme tiempo después de que ambos se marcharon.
— Emma hablas enserio, de verdad lo puedes hacer eso sería algo genial no habría mejor regalo para Susan que ese.
— Sí tío, hablo enserio.
La felicidad en el rostro del tío se dibujó y ante nosotras su rostro cambió, incluso daba la sensación de que aquel se había quitado un peso enorme de encima.
— Tienen papel y pluma, necesito anotar algunos ingredientes para que me los consigan para poder prepararle.
Indique y a toda prisa la señora Meredith se apartó de Silea y desde donde me encontraba solo la pude ver huir como cual roedor desechando cada uno de los obstáculos.
Fue así mismo que antes de que pudiera decir algo más que aquella señora ya se encontraba con nosotros nuevamente.
Haciendo mis pensamientos uno solo tras recibir aquel trozo de papel y pluma en mano que escribí cada uno de los elementos que dan vida al pie de arándanos y pedí con extremada devoción que los ingredientes de la lista no podían faltar, desde la azúcar hasta la mantequilla sin sal anoté sin dejar de lado ningún elemento.
Así a toda prisa una vez que tuvo el papel en sus manos el tío Martín sin mediar palabra u objeción se macho tras haber discutido algún tiempo más.
Tras verlo partir pensaba quedarme un rato más conversando con Meredith o incluso ayudarle a pesar de su negativa pero…
— No, no y no... este trabajo nos corresponde a Silea y a mi junto a las demás chicas del aseo, como mucho te permitiré que realices aquella tan dichosa receta porque eres la única que la conoce, pero más nada.
Por nada del mundo aquella mujer quería que nosotras nos involucráramos en tal tarea simplemente se negaba a ceder.
— No quiero que se sientan mal por ello Emma y Lina, solo quiero que tengan un respiró, Martín durante el transcurso de estos días me habló de lo mucho que ustedes trabajan e imagino lo compleja que puede ser la vida para dos chicas tan independientes como lo son ambas a su edad.
— Si señora Meredith la vida de adulto consta de muchos sacrificios y el trabajo es una de las consecuencias de crecer.
— Entonces por ello mismo, aprovechen el momento, disfruten este fin de semana, compartan, descansen y desháganse un poco del estrés que puedan tener.
Aprovechar el momento, descansar, deshacerme del estrés es precisamente de lo que no me eh podido dejar atrás una vez conocí a Dominieck analicé y como por obra del destino aquellos pensamientos respecto a él empezaron a rondar por mi cabeza.
Antes de que a fin de cuentas me consumiera por la sola idea de tener a aquel hombre cerca escuche a Meredith decir.
— Silea ven acá querida.
Aquella chica obedientemente se acercó sin emitir gesto o palabra alguna, simplemente iba firme mientras llevaba sus manos unidas al frente.
— Recuerdas cuales eran las habitaciones elegidas.
— La primera a la derecha y la primera a la izquierda al final del pasillo lejos de la habitación principal.
— Buena chica, podrías llevarlas por favor.
Y el silencio de ella nuevamente reinó, con aquella misma actitud Silea se dio la vuelta su cara no reflejaba nada que pudiera ser descifrado salvo la frialdad que según yo interpretaba.
Una vez que aquella chica salió de la cocina ante Meredtih ya que tal señora se encontraba justo ante mí repliqué queriendo averiguar algo más al respecto.
— ¿Qué le sucede? Digo se ha fijado en su actitud.
— Nada que yo sepa, la verdad la veo igual que siempre — indicó aquella señora de seguido.
— Pero entonces, porqué se comporta así es algo común en ella.
— Silea tiene Asperger por lo mismo no tiene la misma capacidad para interpretar las emociones como ustedes o como yo, tales emociones para ellas son un dilema complicado de entender, pero que aun así puede sentir, aunque no sepa interpretarlas del todo.
— Entonces eso era.
Tras escuchar a la señora se me hizo fácil de entender qué era aquello que yo interpretaba como diferente en tal chica y sentí mal porque de alguna otra forma intentaba emitir algún juicio sin tener tacto alguno.
— Les puedo pedir un favor a ambas ya que preguntaste a respecto Emma — comentó Meredith de nuevo con aquella voz pacífica.
— Claro que necesita.
— No traten a Silea como discapacitada porque no lo es, como ven ella puede llevar una vida normal, solo tenganle respecto, comprensión y paciencia para con ella, eviten el contacto físico muy de lleno no lo soporta cuando se trata de desconocidos y no intenten tener conversaciones demasiado largas el estrés y la ansiedad la arropan rápidamente.
Sus indicaciones eran específicas por lo que se hacía bastante evidente que aquella chica significaba para tal mujer.
Así fue que, una vez que todo aquello se aclaró Lina y yo tomamos nuestras maletas en mano y caminamos hasta el salón donde escaleras arriba seguimos de cerca a aquella chica hasta el segundo piso.
Silea caminaba con toda la paciencia y la delicadeza que podía manifestar mientras mantenía las manos unidas en el frente a la vez que dejaba sus brazos sutilmente descolgados, la apariencia de tal chica daba la impresión que en su mente aun inocente como cual niña se mantenía.
Una vez llegamos al final de las escaleras un enorme pasillo en el cual a lo largo de su superficie era cubierto por una alfombra roja nos daba la bienvenida.
Los colores presentes en el exterior eran visibles de igual forma aquí en el interior, los tonos blancos de las paredes proporcionaban la sensación de amplitud en toda la casa mientras que los tonos dorados debidamente esparcidos en los detalles proporcionaban un toque de elegancia.
Pasillo adentro caminamos y como teníamos previsto Silea nos indicó en primera instancia al llegar hasta la primera habitación del ala en la cual nos encontrábamos con un dedo con el cual señala la cara de la puerta mientras decía.
— Primera a la izquierda.
Para sorpresa nuestra ante la puerta un letrero con el nombre de Lina relucía a toda forma y detalle.