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Chapter 17 - Ubicación el mirador (Dominieck habla de lo sucedido a Emma)

Pensé que finalmente aquel horrible día terminaría, añoraba tanto tener paz, mi mente y mi cuerpo lo necesitaban con extremada urgencia.

Estaba listo para irme y regresar a casa, tenía pensado llegar, cenar con un buen y jugoso trozo de carne hecho por las manos de la señora Zoe mi ama de llaves, n no obstante siendo de forma muy probablemente tras la cena terminaría tomando algo de vino, me daría una buena ducha y me iría a la cama.

Aunque no, para nada fue así, de más de una forma aquella noche me estaba dando señales evidentes de que sería de por más decir que extremadamente larga y que no me daría tregua alguna.

Ante todo, ya estábamos terminando de organizar todo para finalmente marcharnos, ustedes ya se habían retirado junto con Lyall y Bazili siendo que probablemente ya se encontraría no muy lejanos a la ciudad.

Gurel una vez que despertó incluso ya había sido cuestionado y puesto bajo contingencia cuando de la nada se empezó a sentir un enorme alboroto.

El sonido de lo más parecido a un batallón empezó a elevarse por aquella subida da a lo alto de aquella área mientras resonaba con fuerza entre los árboles a medida que se acercaban, cientos de vehículos empezaron a subir por el sendero con gran prisa.

Los sonidos de los motores se adueñaban del eco que rodea el mirador dando la impresión de que una colmena completa de abejas se preparaba para atacarnos con sus fuertes aguijones.

Los betas que se encontraban conmigo no tardaron en notar el incomodo aire tétrico y tormentoso que rodeo todo espacio, algo no andaba bien y sin dudas aquellos se percataron de ello.

Monoe el mayor de los cinco betas que junto a mí se encontraban en aquel momento se acomodó justo al centro representando su papel como líder, beta superior al mando luego de Lyall, mientras que a los costados se encontraban los demás sus cuatro hermanos Shoul y Touanm a la izquierda y Balash e Ikel a la derecha respectivamente.

— Señor por favor quédese detrás nuestro — comentó al tiempo que guardaba la calma.

Con cual actitud relajada al frente aquel como líder se mantenía, firme y derecho en su posición a esperas de lo que fuera que se avecinaba, su confianza me producía sosiego y sin dudas me llenaba de calma.

Allí con tranquilidad aguardamos a que aquellos quienes fueran hicieran presencia, tenía más que nada curiosidad por saber de quienes se trataban y como si no hubiese pasado nada quietos nos manteníamos.

Desde detrás de nosotros entre los árboles se comenzó a sentir un intenso movimiento proveniente de los lobos que aún se mantenían ocultos, los rastreadores aún se encontraban al asecho vigilantes y atento por lo que sabía que sin dudas aquellos se mantenían vigilando el lugar.

Desde entre la espesura gruñidos se empezaron a escuchar pues los vigilantes se encontraban inquietos, pero nadie decía una palabra aun hasta que se escuchó un...

¡Fiuuuuuuu!

Un silbido de alerta, el primero en escucharse, un aviso rotundo de que alguien de mayor rango se acercaba.

Pero sin embargo se escuchó de seguido un...

¡Fiu! ¡Fiu!

Dos silbidos cortos que se suman al primero y que dan el aviso inminente de que los cuatros alfas superiores se acercaban.

— Demonios porque ahora — rezongue entre dientes incomodo e intranquilo.

Para aquel momento ya me había vestido y tenia a disposición mi móvil, así que intentando acomodar mis pensamientos llame a Lyall.

Aquel teléfono sonó y sonó, pero Lyall no lo tomo; así aquel primer intento se desperdició por completo ante mis ojos, de nuevo segundos después le marqué nueva vez esperando rogué a su apelación, pero en esta segunda oportunidad la sorpresa no reino de nuevo aquel no contesto.

Marqué algunas veces más pero simplemente nada se escuchó y por lo tanto llegue incluso a pensar que Lyall me había dejado a mi suerte, pero cuando estaba a punto de rendirme aquel infeliz finalmente contesto.

— ¿Qué quieres Dominieck?

— Por casualidad no se te olvido decirme algo, no sé, algo de gran importancia algo sencillo como que los alfas vendrían al mirador.

— Eh... pero de que estás hablando Dominieck.

— Tal como lo escuchaste los rastreadores identificaron su aroma, ahora mismo vienen subiendo la colina.

— Es imposible.

— Pues es tan posible como que en pocos minutos estarán aquí, sabes por casualidad algo al respecto.

— Solo hice lo que me pediste me comunique con cada uno de ellos, se había acordado que mañana a primera hora se concretaría la reunión en la gruta por lo mismo me encuentro tan confundido como tú.

— Entonces tu tampoco sabes nada al respecto de tal visita.

— No señor, no sé nada, ahora bien, necesita que regrese.

— No, quédate con ellas, vere que sucede.

Ante aquella respuesta cerré la llamada, serene mi mente para no ser tan reactivo, bloque mis pensamientos de tortura sumado a la muerte que constantemente inundan mi cabeza en contra de aquellos y tome la actitud que siempre utilizo ante tales pues aun encontrándome en la línea de mando soy inferior a ellos.

Ojo más bien, aunque me encuentro por debajo de ellos nunca me dejaría pisotear cosa que constantemente suelen intentar y en este momento estaba seguro de que nada sería eventualmente diferente.

— No puedo permitir que los alfas olfateen a Gurel aquí — pensé — estoy seguro que buscaran la forma de que sea liberado.

Should que se encontraba próximo a mi alejado por algunos cuantos pasos al notar presumiblemente mi aparente incomodidad recalco.

— Necesita que hagamos algo.

— Que bueno que lo preguntas porque sí, necesito que hagan algo, deben de sacar a Gurel de aquí lo antes posible.

Balash tras escucharnos se dio media vuelta y me increpo.

— Como pretende que hagamos eso señor.

Las ideas no llegaban a su conciencia respecto a cómo aquello se lograría hacer sin que los alfas nos descubrieran, lo que lo hacía ante nada un posible asunto de vida o muerte.

Por un momento me detuve a pensar y a analizar la situación pues debía de buscar una forma de sacarle de allí ante todo era algo crucial, además de que teníamos el tiempo encima pues solo era cuestión de minutos antes de que el batallón ascendiera.

Inquieto de forma evidente, aunque mantenía la calma observe hacía todos lados buscando alguna pista o simplemente como ocultarle a la vista y tras dar con el arbusto de jazmines en el cual anteriormente me había ocultado tiempo antes recalque.

— Allá, ven aquel matorral en el que hay jazmines, tómenlas y cubran a Gurel con ellas les dará la oportunidad de huir sin ser descubiertos al menos por el momento, pero ojo deberán hacer las cosas rápidamente pues saben cómo es de potente el olfato de esos cuatro así que deberán de huir a toda prisa.

Sin tardar Monoe indicó.

— Balash, Shoul e Ikel tomen los jazmines y cubran al hombre, si está consciente duérmanlo de ser necesario y sáquenle de aquí.

Ikel tenía aun dudas al respecto sobre toda aquella situación e indicando.

— ¿Qué haremos con él?

Sin tardar y mucho menos pensarlo dos veces indique en respuesta a ello.

— Llévenle hasta la casa, resguárdenlo en el cuarto que ya conocen en el sótano allí vigilen la puerta, nadie entra nadie sale hasta nuevo aviso.

Ya cuando cada uno tenía todo bajo control y habían llevado a cabo sus tareas le vi a aquellos tres marcharse a toda prisa en el acto mientras Monoe, Towan y yo aguardábamos lo inevitable.

De pie posicionados a unos pocos cuantos metros del bar nos habíamos dispuesto de forma visible para quienes llegasen pudieran localizarnos con facilidad actuando ante todo con completa calma.

Con gran exigencia aquel convoy de vehículos arribo a lo alto y como se tenía previsto con gran avidez los cuatro alfas salieron de sus respectivos transportes e hicieron presencia ante nosotros.

Los cuatro demonios que gobiernan estas tierras como cual monarquía se encontraban justo al frente de mí en línea y fue justo allí que tras discutir un buen rato algunos asuntos de negocios respecto a las perdidas inminentes en el muelle que el mayor de los cuatro Tora, ordeno a Izra que se me infligiera esta herida.

Ante Emma señalé mi brazo sangrante mientras sus ojos solo se dedicaban a analizar con miedo aquella situación y como si nada seguí narrando lo sucedido.

De la forma más cruel y torturante me vi capturado no obstante fui obligado a arrodillarme ante ellos gracias a la fuerza que sus sirvientes hicieron para doblegarme, mientras que ante la triste e incluso decepcionante mirada de los que aun aprovechando la oscuridad de la noche se escondían había perdido quizás su respeto pues su líder en aquel momento ya no se veía tan ensalzado.

Ante sus ojos la gallardía de su líder se había ido por el caño, pero aun con mi orgullo intacto me mantuve con la frente en alto.

Izra no tardo en obedecer así que rápidamente aquel se acercó a mi mientras llevaba en la mano un cuchillo de plata el cual porta una empuñadura de madera de roble perfectamente pulida y tallada.

Aquel iba como navegando entre pasarelas de odiseas disfrutando la idea del castigo que próximamente iba a llevar a cabo, amante de la tortura a fin de cuentas como aquel lo era.

Ante mi aquel hombre hizo bailar tal objeto moviendo de un lado a otro siguiendo un compás como si se encontrase trazando los pasos de alguna melodía, a la vez que le daba vida a cuál sonrisa burlona e indomable así sin mediar palabra o razón con un simple movimiento de su muñeca al tiempo que me miraba a los ojos y de un solo tirón abrió mi piel.

Pensarás quizás que todo tal vez llego hasta ese punto pues sabes que la plata es lo suficientemente fuerte como para dañarnos de forma permanente, pero no, eso a él no le basto así que llamando a uno de sus hombres pidió un frasco de acónito y dejo caer en la herida ya echa estimo que la mitad del contenido así que como entenderás la herida se hizo aún más severa de lo que por sí ya era.

Si puedo ser sincero en algo es respecto a que aquel hombre es conocido por sus métodos sádicos de tortura, pero para llegar a ese nivel de locura en sus ojos es mucho lo que se tiene que pasar así que, aunque lo detesto me he llegado incluso a preguntar qué fue lo tan malo que habrá ocurrido en su pasado como para terminar siendo tal loco y delirante ser.