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Chapter 5 - Cuatro ♥️

Al día siguiente Luna recibió el preciado medicamento que lo hubo aguardado con ansias.  Cómo estaba sola aprovechó para prepararlo todo, tenía que ser en extremo cuidadosa en todos los detalles.  Nada debía salir mal.

Encendió la computadora y contempló la habitación de Daniel desértica aún. No estaba en casa. Sonrió malignamente. Pero al cabo de unos instantes lo vió entrar. Sabía que acaba de ver a esa perra de Berta. En fin, pronto aquello acabaría.

Luna lo llamó por teléfono. Fue testigo de la intensa molestia que él sentía por ella. No quería contestar el teléfono ya que lo arrojó a la cama. Sonó hasta que acabó el tiempo.

Ella se indignó bastante, sin embargo respiró profundo. Se vengaría de todo eso en su persona. Volvió a llamarlo. Ésta vez Daniel resopló resignado y contestó. Su voz sonaba serena y tranquila. Era un verdadero artista del engaño. Sonrió ella.

Luna lo cito inmediatamente, argumentando que tenía algo importante que decirle del trabajo. Daniel iría a verla no bien acaba algunos asuntos.

Ella colgó y lo observó recostarse en la cama derrotado. No tenía opciones, debía acudir a su llamado. Pero le molestaba bastante. Tras unos diez minutos se incorporó y salió de la habitación.

Luna apagó la computadora y salió de la sala cerrándola con llave como solía hacerlo. Daniel la aguardaba en el living de la mansión.

Ella muy formal lo hizo sentar y empezó.

— Estuve meditando y llegué a la conclusión de que debemos pensar en la empresa. El club nocturno es la empresa y a dios gracia está creciendo como corresponde. Pero la cordialidad es clave y nosotros no podemos estar en continua discordia.

Daniel no sabía a dónde quería llegar con eso pero comenzó a preocuparse. En verdad necesitaba ese trabajo, no le gustaba, es  más, lo odiaba pero no tenía otra opción. Al menos de momento. Tampoco tenía dónde ir a vivir si ella decidía echarlo.

Pero Luna lo sorprendió al decirle que había elegido ser más tolerante

—¿Hablas en serio?

— Por supuesto Daniel, además tú eres dueño de vivir la vida que quieras mientras cumplas con lo que se te solicita en el club, no debo quejarme de nada.

— Bueno...parece que todo está aclarado....al fin pudiste comprenderme...

— Claro Daniel, por supuesto que te comprendo.

— Gracias.

— De nada.

Ella le preparó un té y entre charlas y planes sobre lo que haría él en el futuro en el club se lo fue bebiendo.  Como ella le mezcló el medicamento, a los pocos minutos Daniel comenzó a sentir los síntomas.

De repente se sintió muy mal, todo le empezó a dar vueltas, se sentía pesado y su cabeza comenzó a dolerle al punto de parecer que iba a estallarle.  Un repentino cansancio lo invadió por completo. Los párpados le pesaban.

Sin poder seguir resistiéndose Daniel se durmió. Fue entonces cuando ella dió el siguiente paso. Lentamente comenzó a hablarle. Su voz era suave y tranquila, resonó en la habitación y en su interior como ecos metálicos.

— Daniel, veo que me estás escuchando. — Éste movió la cabeza y ella sonrió — Tengo que pedirte algo muy pero muy importante. Deberás abandonar a Berta de forma inmediata. Mañana mismo le dirás qué todo acabó entre ustedes ya que para tí ella fue....algo pasajero. Sin importancia.  Nunca la tomaste en serio.

Daniel se agitó debido a que intentaba resistirse a tan nefasta orden de ella, pero le resultaba imposible. Luna lo despertó pero él estaba somñoliento. Ella lo ayudó a incorporarse y lo llevó a la habitación que alquilaba.

Apenas era conciente él de lo que sucedía. Al llegar, ella lo acomodó en la cama y se retiró. Fue directo a la sala y encendió la computadora para seguir vigilándolo. Se sentía feliz, triunfante y plena.  Había ganado.

Vió que media hora después llegaba Manuel, el amigo de Daniel, quien al verlo dormido a esa hora se extrañó. Lo despertó con gran esfuerzo, pero Daniel no pudo mantenerse en pie debido al intenso mareo que sintió.

Manuel lo sostuvo para que no se cayera. Nunca lo había visto así. Daniel se sentía aturdido y muy confundido. Manuel lo ayudó a salir afuera así tomaba un poco de aire y se despabilaba.

Funcionó ya que aquel extrano cansancio desapareció. Esa noche fue al club y estuvo despierto cumpliendo con su deber de bailar en el escenario con escasa ropa sin inconveniente alguno.

Al otro día se levantó temprano debido a que no pudo dormir. Había algo que lo perturbaba, lo molestaba y no lo dejaba en paz.

Luna lo invitó nuevamente a casa y él aceptó. Ella le hablaba con dulzura. Sabía llevarlo y guiarlo hacia donde quería sin que Daniel se diera cuenta.

—¿Qué sucede? — le preguntó ella en un momento dado

—No lo sé con certeza...me siento...algo confundido.

—¿Confundido? ¿Cómo es eso?

—No lo sé, hay algo que me molesta pero....no logro descubrir qué es.

—¿Algún problema en el club?

— No, el trabajo está....como siempre. Es otra cosa.

— ¿Un amigo entonces? ¿Una persona en especial?

Daniel la miró en silencio breves instantes, ella sonrió nerviosa .

–¿Qué? ¿Dije algo malo?

— No, pero ahora que lo mencionas....es así. Me siento molesto con alguien....yo....yo no...claro ¿Cómo no me dí cuenta antes?

— Sigo sin entender

— Es Berta

—¿Berta?

— Ella es el problema, es lo que me molesta porque yo....yo ya no siento por ella lo que antes sentía...yo...debo hablarle  pero...

— No te resulta fácil ¿Cierto?

— Cierto — Daniel sonrió — Gracias Luna

— ¿Por qué?

— Por entenderme. Debo irme. Perdón.

—Claro, no hay problema.

Luna sonrió y Daniel se marchó, tenía que hablar con Berta de inmediato. Llegó a su casa encontrandola justo a tiempo debido a que estaba por salir. Ella sonrió feliz al verlo ya que tenía algo importante que decirle.

Daniel no le permitió hablar ni nada, duro y cortante exclamó:

— Berta lo nuestro acabó. Es todo lo que tengo para decirte.

—¿Cómo? — ella sonrió que su mundo se derrumbaba. No daba crédito a lo que escuchaba.

— Lo que oíste. Lo nuestro acabó.

—Daniel, yo creí que...

— Berta por favor, nunca te amé. Fuiste algo pasajero.

—¿Pasajero?

— Así es. Tengo que irme. Adiós.

Daniel se marchó de su casa y de su vida sin poder evitarlo. Por más que ella lloró y le suplico que se quedará a su lado. Nada de eso sucedió, él simplemente se alejó. Ella quedó desbastada. Acariciando su vientre murmuró:

— No pude decírselo, no me dió tiempo....se....se marchó sin escucharme. Daniel ¿Por qué tuviste que dejarme así? ¿Cómo es eso de que nunca me amaste si...si....si solías decirme que sin mi no podías vivir? — ella lloraba sin consuelo —¿Por qué no me quisiste escuchar? Tenía algo muy importante que decirte pero...pero....

Lloró desconsoladamente durante horas hasta que se pudo calmar. Daniel llegó a casa donde se encontró con Manuel esperándolo fuera. Luna, como ya era un hábito en ella, observaba todo desde la computadora.

Daniel le contó a su amigo Manuel lo que acababa de hacer, a lo que éste se asombró.

—¿En serio? Y tan seria que parecía que iba la cosa. ¿Qué sucedió?

— Me cansé

— ¿Y ahora cómo te sentís?

— Extraño, no lo sé....

— ¿Por qué extraño?

— No lo sé, supongo que es normal ¿Cierto?

— Quizás lo sea o quizás no. Depende de tí. Pero ¿En serio dejaste a Berta?

—Si, ya no la amo....bueno....en realidad....nunca la amé.

Manuel sonrió irónico, a lo que Daniel frunció el ceño.

— Es mentira Daniel

—¿Qué dices?

— Si que la amaste y mucho.

— No, solo quise pasar el rato nada más.

— No lo puedo creer, no de vos.

— Piensa lo que quieras Manuel, pero esa es la verdad.

— En ese caso me equivoqué, porque en verdad creí que te casarías con ella. Después de todo se notaba que buscabas una familia.

— Corrala Manuel, si viniste solo a eso puedes empezar a irte. Hablo en serio.

Luna se sentía arder de furia al oír a Manuel decir todas esas sandeces. Apretó los labios con furia mientras arrojaba una carpeta al suelo.

— ¡Daniel es mío! ¡No sigas insistiendo Manuel o tendré que ocuparme de tí también! ¡Maldito! Ahora el siguiente paso, hacer que Daniel muera de amor por mí. Ese día está cada vez más cerca.