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Chapter 11 - DIEZ ❤️

Fueron al departamento del amigo de Luna, aquel era un lugar lujoso desde la zona en la que se ubicaba.

Se instalaron sin problemas, pero por más que Daniel buscó alguna foto de ese misterioso amigo de su esposa no tuvo éxito. Ella le había dicho que tampoco conocía su rostro, solo se comunicaban mediante llamados telefónicos.

Sin embargo estaban allí para hacer otras cosas más importantes y eso fue lo que empezaron a realizar.

Al día siguiente Daniel fue a indagar por el sitio en cuestión, lugar donde se ubicaban las mansiones y más concretamente la mansión de sus hermanos.

Tres horas después de estar vigilando y en extremo aburrido, Cristal salía de casa para dirigirse al centro a pie. Le gustaba caminar cada mañana.

Daniel no pudo evitar asombrarse al verla, era idéntica a Luna. Salvo por las ropas que ésta llevaba puestas. Blanco total.

Aquel era un color que nunca le gustó a Luna y el estilo de ropas tampoco iba con la personalidad de su esposa. Daniel, mientras pensaba aquello, la siguió de lejos para que no se percataste de su presencia. 

En tanto, Luna se ocupo de buscar un lugar solitario para llevar a cabo su plan. Tras un intenso trabajo, buscar gran parte de la mañana pudo dar con el sitio indicado. Se trataba de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad centro.

Tras inspeccionarlo llegó a la conclusión de que era el lugar perfecto para llevar a cabo la segunda parte del plan. Pasado el mediodía se juntó con Daniel en un restaurante.

Se pusieron al tanto sobre sus actividades hasta el momento. Ahora Luna empezaba a relatarle a su marido la forma en que encararían la segunda parte del plan. Nada debía estar fuera de lugar, solo así su objetivo se llevaría a cabo con éxito.

En tanto Cristal y Diego, ignorando todo lo que se iba entramando en torno de ambos, pasaron una mañana muy agitada y atareada.

A la tarde decidieron dedicarse a su preciosa hija Gimena, tomándose así el resto del día libre y disfrutar los tres juntos.

Diego en su despacho se ponía al día con unos archivos y documentos importantes, en tanto Cristal bañaba a Gimena alegremente.

Pero al notar que le faltaba leche decidió ir ella misma a comprarla, nunca se había acostumbrado a tener todo servido gracias a la crianza que recibió.

Entró al despacho de Diego y entregándole a Gimena le dijo:

—Debo comprar leche mi amor, cuida de Gimena hasta que regrese.

— Venga con papi — exclamó felíz Diego.

Cristal se iría al almacén de la esquina, pero al salir Luna disfrazada con una peluca negra, se le acercó y le preguntó por una de las calles del lugar.

Pero al querer hablar no pudo hacerlo ya que por detrás Daniel de le acercó tapándole la boca y la nariz con un pañuelo impregnado en cloroformo. Por más que Cristal se resistió cayó en la trampa.

Segundos después yacía en los brazos de su cuñado dormida, quien ayudado por Luna la entraron al auto que allí aguardaba y desaparecieron instantes luego.

Se dirigieron al edificio abandonado que encontró Luna unas horas antes. Entre los dos la subieron al cuarto donde tenían todo preparado.

La sentaron en una silla cerca de la ventana que daba a un balcón. Todo el lugar estaba en ruinas y por ser tan viejo se iba desmoronando de a poco. 

Pasaron unos cuantos minutos hasta que Cristal fue reaccionando. Tenía un fuerte mareo, intensos dolores de cabeza incluso tenía la vista borrosa.

Tuvo que parpadear un par de veces hasta que la vista se le fue aclarando. Lo primero que vió fue a la mujer que le había preguntado por la ubicación de una calle. Estaba parada frente suyo.

— Bueno, hasta que al fin despiertas

—¿Quién? ¿Quién eres tú?

Luna se quitó los anteojos de sol y le preguntó:

—¿Me reconoces?

—No, no sé quién eres.

Cristal empezaba a inquietarse al verse atrapada allí. Luna se quitó la peluca y le volvio a preguntar. —¿Y ahora?

Cristal al verla quedó asorada, no podía creer lo que estaba viendo. No era posible tal cosa.

—¿Qué? ¿Qué quiere decir esto?

— Que somos hermanas gemelas

—¿Hermanas?

—Si

—¿Y gemelas?

—Si

—¿Pero...cómo....?

—Somos hermanas, somos gemelas, nuestros padres se divorciaron y mientras que nuestra madre se quedó contigo a mí me entregó a nuestro padre. A mí me desprecio pero a tí te dió su imperio. Viviste en la opulencia de la riqueza pero yo padecí los estragos de la miseria y la pobreza.

—No es posible, mamá nunca....

— ¡Pero lo hizo! ¡Ella te eligió solo a tí! ¡Y a mí me entregó como basura a los perros! ¡Nuestro padre era un maldito borracho con muchos vicios más!

Luna le arrojó a la cara los papeles con las fotos como pruebas. Cristal leyó todo, vió cada foto con detalle y su sorpresa solo aumentó.

—¿Por qué? ¿Por qué nunca me dijo nada de nada?

—Tenia muchos secretos, eso es evidente. Pero lo cierto es que ustedes se quedaron con todo el imperio mientras que nosotros nos miramos de hambre y humillación.

—¿Nosotros? ¿A qué te refieres?

— A ésto – diciendo aquello, Luna le entregó los otros papeles en los cuales estaba la historia de Diego y Daniel. De esa forma Cristal se enteró sobre lo de su cuñado y lo que su marido ignoraba.

—¿Diego también tiene un gemelo? — Daniel salió de entre las sombras dejándose ver por la prisionera quien asombrada lo observó — Increíble, eres idéntico a Diego. Por dios.

— Tenemos un local en la ciudad donde crecimos — decía Luna — Por supuesto que nos cuesta mucho mantenerlo y salir a flote ya que no tuvimos la suerte que tuvieron ustedes que crecieron nadando en oro y diamantes.

— Lo siento, nosotros no sabíamos nada de nada.

— Tarde, demasiado tarde. El daño está hecho ya.

—¿Daño? ¿De qué daño hablas?

— ¿Te parece justo que Daniel y yo vivamos como basura mientras que Diego y tú vivan como reyes?

— No, por supuesto que no pero ya te dije que nada sabíamos.

—Como si eso lo solucionara todo ¿Eh Daniel? — como única respuesta el aludido sonrió burlistamente — Nuestra venganza será justa y solo ella nos traerá paz.

—¿Qué?

— Yo ocuparé tu lugar junto a tu fortuna que por cierto también me pertenece. Tendré a tu marido y a tu hija a mi absoluta merced. Sólo así nos sentiremos satisfechos Daniel y yo.

— ¡No! No por favor....no lo hagas, yo puedo darte lo que quieras pero no me quites a mi familia.

— Cristal ahora te toca a tí sufrir todo lo que sufrí yo. Pasar por todo lo que tuve que pasar yo y Daniel se ocupará de que así lo hagas, él te controlará y se asegurará de que en verdad llores lágrimas de sangre maldita perra.

En su desesperación, Cristal tomó valor y empujó a Luna tomándola por sorpresa. Intentó escapar de allí pero en la puerta daba Daniel quien quiso sujetarla.

Ella se alejó de allí y corrió sin ver por dónde iba. Aquella era una habitación grande en verdad.

Tratando de escapar de sus secuestradores se dirigió hacia el balcón. Pero se detuvo apoyándose en la baranda, estaba atrapada. Luna y Daniel se le fueron acercándo.

— Está vez te ataremos a la.silla maldita — rugió Luna.

Cristal se apoyó de más a la baranda que de por sí estaba rota, ésta no aguantó su peso y acabo por romperse del todo.

Cristal cayó desde aquel balcón al jardín, golpeándose dúramente la cabeza y desvaneciéndose al instante. Tanto Daniel como Luna la contemplaron desde el primer piso más que asustados. No estaba en sus planes matarla.