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Chapter 40 - Algo no encaja

Una vez fuera Liliana se acercó al valet, entregándole la tarjeta de estacionamiento. El joven se comportará con cortesía antes de dirigirse a buscar el vehículo.

Mientras esperaba, sus ojos recorrieron el bullicio a su alrededor. La gente caminaba con prisa, los autos pasaban velocidades, las conversaciones y el sonido de los cláxones se mezclaban en una melodía caótica y, sin embargo, todo parecía indiferente a lo que ocurría dentro de ella.

Un suspiro escapa de sus labios, pero antes de que pudiera sumirse completamente en sus pensamientos, el sonido de su teléfono la bolsa de golpe de su ensimismamiento.

Saco el móvil de su bolso y miro a la pantalla. Tras ver el mensaje.

Una sonrisa sutil apareció en su rostro.

"Todo se hará según lo pedido Sr. Baker"

Antes de que pudiera responder el mensaje, el sonido del motor de su coche la sacó de sus pensamientos. El valet había regresado y se detuvo frente a ella con una sonrisa profesional.

—Aquí tiene, señorita.

Liliana ascendió, guardó el teléfono sin responder el mensaje y tomo las llaves. No era momento de quedarse quieto.

Arrancó y el coche comenzó a dirigirse hacia el hotel. Era momento de averiguar lo ocurrido durante la gala.

El volante se sentía firme bajo sus manos, su mente se encontraba lejos de la carretera. Repasaba una y otra vez los detalles en los documentos, tratando de reconstruir cada pieza con lo sucedido.

Al llegar, estaciono en un lugar discreto, lo suficientemente apartado para no llamar la atención. Bajo del coche y con paso decidido, cruzo la entrada del hotel.

El vestíbulo, impecable y elegante como siempre, la recibió con su aire cómodo y sereno, un marcado contraste con el bullicio que había dominado la gala días antes. Ya no había luces deslumbrantes ni conversaciones animadas llenando el espacio, solo el murmullo bajo de los huéspedes y el sonido ocasional de las teclas en la recepción.

Liliana se detuvo por un instante, observando con atención antes de avanzar hacia el mostrador. Un joven recepcionista, concentrándose en su tarea, levantó la vista al percatarse de su llegada y esbozo una sonrisa cordial y profesional.

—Buenos días, señorita —la saludo amablemente—. ¿En qué puedo ayudarla?

Liliana le desarrolló una sonrisa educada.

—Esta mañana informe sobre mi llegada al gerente. ¿Podría decirme si se encuentra disponible?

El recepcionista la observa por un momento antes de asentir.

—¿Es uste la señorita Baker?

—Sí, soy yo.

—Espera un momento por favor. Le informare de su llegada.

Liliana acercándose con paciencia mientras el joven hacía la llamada.

Se quedó en silencio, observando el vestíbulo mientras el recepcionista hablaba por teléfono. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre el mostrador un ritmo casi imperceptible.

No tuvo que esperar mucho. En pocos minutos, el recepcionista colgó y le dedicó una sonrisa profesional.

—El gerente ya está en camino. Puede tomar asiento mientras tanto.

Liliana se mostró con cortesía y se dirigió a uno de los elegantes sofás ubicados en una zona discreta del vestíbulo.

Pasaron unos pocos minutos cuando un hombre alto y bien vestido avanzaba con paso seguro hacia ella, esbozando una sonrisa amigable.

—Señorita Liliana, siento la demora —dijo con cortesía.

Lilian se puso de pie, ajustándose sutilmente su postura antes de extender la mano.

—No se preocupe, la espera no ha sido larga.

—Me alegra escuchar eso. Permítame guiarla —respondió el, haciendo un leve gesto con la mano para indicarle que lo seguiría.

Sin decir más, Liliana caminó tras él.

El sonido de sus pasos resonaba suavemente sobre el elegante suelo de mármol mientras avanzaban por el salón. El gerente la guía por un pasillo discreto, alejado de los huéspedes, hasta una zona de pequeñas oficinas. Finalmente, se detuvo frente a una puerta con una placa dorada que indicaba su carga.

—Por favor, adelante —dijo, abriéndola y cediéndole el paso.

Liliana entró a la oficina con aire neutral, recorriéndola con la mirada. Era un espacio amplio y bien iluminado, con una gran ventana que ofrecía una vista panorámica de la ciudad. Estanterías de madera oscura, cuidadosamente organizadas, adornaban las paredes, y un escritorio de vidrio impecable ocupaba el centro de la habitación.

El gerente le indico que tomara asiento mientras él se dirigía a su escritorio.

—Señorita Liliana, aquí tiene todos los videos del señor Park y la joven durante su estadía —dijo, entregándole un portátil.

Liliana tomó el portátil con manos firmes, aunque en su interior sentía un leve temblor de incertidumbre. Se aclaro la garganta antes de hablar.

—Gracias. ¿Estos son todos los registros disponibles? —pregunto, esforzándose por mantener la compostura.

—Si, estos videos abarcan la entrada y salida del señor Park durante toda la gala. Son los mismos que reviso el señor Brown —respondió el gerente con tono profesional.

Liliana avanza lentamente, sintiendo el latido acelerado en su pecho. Inspiró hondo antes de centrar la vista en la pantalla, observe los archivos disponibles en el dispositivo.

—De acuerdo, muchas gracias. Tomará un tiempo el revisar los archivos.

—Por supuesto, tómese su tiempo —respondió el gerente con normalidad.

Una vez dicho eso, el gerente salió del despacho, dejándola a solas con la pantalla que ahora contenía las respuestas necesarias a esa noche.

Liliana abrió el primer archivo con un clic preciso. En la grabación, el señor Park salió del night-club, seguido de cerca por la Miriam Miller. Sin embargo, antes de poder seguir la joven seguía interponiéndose en su camino. Poco después ambos fueron detenidos por una joven. Tras una breve conversación, William termina marchándose con ella, dejando atrás a Miriam.

Adelantando unos minutos en la grabación. William estuvo conversando con la joven aproximadamente veinte minutos antes de que ella se retirara, dejándolo solo en la sala. Poco después, el también salió, pero algo en su andar era distinto. Se le veía algo aturdido, aunque lograba mantenerse un poco en pie. Un camarero se le acerco, intercambió unas palabras y luego el trabajador se alejó.

Liliana frunció el ceño y adelanto más la grabación. En la siguiente tomas William se detuvo antes de entrar de nuevo en la sala, y procede a ocultarse. A medida que seguía avanzando el ángulo de la cámara dificultaba ver con claridad de lo que sucedía. Cambio de grabación varias veces, tratando de encontrar una mejor perspectiva de los hechos. Algo no encajaba, y con cada nuevo video revisado, la inquietud dentro de ella crecía.