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Chapter 44 - ¿Tú Tío?

James exhaló lentamente, evaluando la situación con una mirada calculadora.

—Dame todos los detalles sobre la casa. Quien entra, quien vende, cuanto tiempo permanece. Y encuentra cualquier información sobre esa niña.

Su asistente ascendió con rapidez.

—Entendido, señor. ¿Deseas que tomemos medidas inmediatas?

James sonriendo con frialdad, deslizando las manos en los bolsillos de su traje.

—Aún no. Quiero ver que hace. A veces, cuando crees que tienes el control… es cuando más errores cometes. Dirígete al hotel.

Ethan podría correr todo lo que quisiera, pero él siempre encontrará la forma de alcanzar su presa.

Su asistente ascendió sin cuestionar la orden y, sin perder el tiempo, puso el coche en marcha.

James permaneció unos segundos más observando la casa, como si el simple acto de mirarla le revelaría algún secreto oculto. Solo cuando el vehículo comenzó a avanzar, aparte la mirada, con una sonrisa apenas perceptible en los labios.

El auto se deslizó suavemente por la carretera, dejando atrás la tranquila casa que ahora formaba parte de su juego. James apoyo un codo en la ventanilla, tamborileando los dedos contra su mentón en un gesto pensativo.

—Asegúrate de que mis hombres se mantengan cerca, pero sin ser detectados —ordenó sin apartar la mirada del paisaje que pasaba fugazmente ante sus ojos.

Su asistente, que mantuviera ambas manos firmes en el volante, acercándose con discreción.

James sonoro, una expresión gélida que no alcanzó sus ojos.

 La semana trascurrió con bastante ajetreo.

James había sido paciente. Durante los últimos días, visitaba el hospital con frecuencia, asegurando de que Ethan sintiera su presencia como una sombra constante sobre él. No decía mucho en sus visitas, solo observaba. Sabía que el anciano estaba debilitado, pero también que aún tenía fuerzas para resistir.

Sin embargo, la paciencia de James tenía límites.

Aquella noche, al salir del hospital, su asistente se acercó con paso firme.

—Señor, hay novedades.

James arqueó una ceja y le indicó que hablara.

—Hemos detectado movimientos inusuales alrededor de la casa. Una mujer de mediana edad ha estado entrando y saliendo con frecuencia. Según los vecinos con los que hemos hablado, la reconocen como la niñera del lugar.

James presionó los labios, sopesando la información.

—¿Identidades?

—Aún estamos verificando, pero podría tratarse de alguien cercano al señor Miller. Llego con el al pueblo, con el señor y la niña.

Una sonrisa fría cruzó el rostro de James.

—Entonces… ya es hora de mover nuestras fichas.

Se giró hacia su coche y, antes de entrar, lanzó una última orden:

—Sigue vigilándola. Quiero saber cada paso que da, con quien habla y cuanto tiempo permanece en la casa.

Su asistente ascendió con rapidez.

—Entendido, señor. ¿Deseamos que investiguemos si algo parece sospechoso?

James apoyó una mano en la puerta del coche, pensativo.

—No aún. Primero quiero entender que papel juega en todo esto. Si esta protegiendo a la niña… entonces puede sernos útiles.

El hombre entró al vehículo sin decir nada más, dejando que la tensión de la noche hiciera el resto.

******

—Gracias por acompañarme, Clara —dijo Liliana, mientras ambas avanzaban por el rellano.

—No hay de qué. Mi mayor placer es comer gratis, y más si el cocinero Dean Dupont. ¡Es una maravilla! —respondió Clara con emoción.

Liliana soltó una risa ligera mientras ambas esperaban la llegada del ascensor.

—Por cierto, ¿cómo conoces al chef Dupont? ——preguntó Clara.

—Es mi tío —respondió Liliana con naturalidad, mientras entraba al ascensor.

Clara se detuvo en seco a mitad de camino con los ojos bien abiertos.

—¡¿Qué?! ¿Tu tío? ¿Me estás diciendo que estamos yendo a disfrutar la comida preparada Dean Dupont, que encima es tu tío, y me lo estás diciendo ahora?

Liliana río al ver su reacción y presiono el botón del piso.

—No creí que fuera relevante.

Clara deja escapar un suspiro dramático y apoya la espalda contra la pared del ascensor.

—Liliana, querida, eso es información de primera. ¡Voy a comer con un chef Michelín de cinco estrellas y para ti no es relevante!

Liliana se siente divertida y se encogió de hombros.

—Lo tendré en cuenta la próxima vez. No creí que fuera un problema no mencionarlo.

Clara la miró con una mezcla de incredulidad y emoción.

Liliana río suavemente mientras el ascensor se detenía en el piso.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Clara salió apresurada detrás de Liliana, todavía procesando la revelación.

— ¿Y qué más me ocultas? ¿Tu abuelo es un crítico gastronómico de renombre? ¿Tu prima tiene un viñedo en la toscana?

Liliana rio suavemente mientras tocaba el timbre.

—No tengo una prima con un viñedo en la Toscana… pero si un primo que tiene un hipódromo. No sé si eso te sirve.

Clara la miró boquiabierta antes de soltar una carcajada.

—¡Por supuesto que me sirve! ¿Qué clase de familia tienes? ¡Es como una mezcla entre una película de lujo y una novela de misterio!

Liliana emocionada con diversión.

—Es una familia bastante peculiar, supongo.

En ese momento, la puerta se abrió, revelando a una hermosa mujer de mediana edad que las observaba con una suave sonrisa mientras ambos jóvenes charlaban animadamente.

—¿No me vas a preguntar más sobre el hipódromo? —inquirió Liliana con una ceja en alto.

Clara suspir teatralmente y cruz los brazos.

—Liliana, desde que te conocí, siempre ha mantenido un perfil bajo y misterioso. Creo que ya no me puedes sorprender más… solo espero que me lleves a ese hipódromo.

Liliana soltó una risa ligera y económica con la cabeza.

—Esta bien, está bien, te llevare algún día. Pero solo si prometes no desmayarte de la emoción.

Clara puso una mano en su pecho con fingida indignación.

—¡Por favor! Soy una mujer sofisticada y con autocontrol…

Liliana arqueó una ceja con escepticismo justo cuando la mujer en la puerta carraspeo suavemente, atrayendo su atención.

—Mi niña, que alegría verte —dijo Elizabeth mientras se apresuraba a darle un fuerte abrazo.

Liliana le correspondió el abrazo con calidez, cerraba los ojos por un instante mientras volvía a sentir el aroma familiar a lavanda que siempre acompañaba a su tía.

—Yo también me alegre de verte, tía —respondió con una sonrisa sincera.