Liliana no pudo evitar soltar una breve risa, sorprendida por su franque. A veces, la forma en la que hablaba la dejaba sin palabras, pero tenia un don para aligerar el ambiente cuando más lo necesitaba.
- Te recuerdo que tuviste tú gran momento con el director Jacob -mientras la esquina de su boca se alzo en una sonrisa astuta-. Y te recuerdo que fue hace tres semanas, durante la prueba de los vestidos.
El rostro de Clara se encendió en un rojo intenso, tuvo que desviar la mirada al suelo ante las palabras de su amiga.
- ¿Cómo…? ¡¿Cómo lo supiste?!
Liliana la miro con una sonrisa divertida, disfrutando de la reacción de su amiga.
- Lo supe porque, mi querida Clara, ambos sois malos ocultando vuestras emociones -respondió mientras se recostaba ligeramente en su silla, saboreando el momento de alivio-. Además, la última vez que estuve en el plato, las miradas furtivas que os echabais eran evidentes, aunque no se diese cuenta el equipo.
Clara dejo escapar de un suspiro y se dejo caer en una de las sillas frente a Liliana, acomodándose mientras hacia una mueca resignada.
- Esa mirada tuya es afila… es aterradora -confeso Clara con una media sonrisa-. Aún me preguntó, cómo ha podido desarrollarlo de esa manera.
Liliana no respondió de inmediato. Se limita a mostrar una leve sonrisa ante su pregunta, dejando la habitación en un tenso silencio. Al ver la incomodidad de su amiga hacia la respuesta, Clara decidió cambiar el tema.
- ¿Y esa carpeta? -pregunto, levantándose de repente y acercándose a tomarla.
Liliana reaccionó al instante. Con un movimiento rápido agarro la carpeta antes de que Clara pudiera tocarla, sosteniéndola con firmeza.
- Es confidencial, Clara. Joseph me pido que lo resolviera -dijo con tono tranquilo pero firme, mientras deslizaba la carpeta dentro del cajón de su escritorio y lo cerraba con llave.
Clara observa, claramente sorprendida por la velocidad y la precisión con la que Liliana había accionado.
- Pues si que debe ser grave -exclamo finalmente, apoyándose en el respaldo de la silla-. No te apetece, no se… compartir esa carga conmigo -respondió con tono juguetón-.
Liliana se limito a alzar una ceja, su mirada seria, mantuvo una sonrisa serena mientras cruzaba las manos sobre la mesa, apretándolas, intentando calmar su corazón que golpeaba con fuerza contra su pecho.
- Sabe que, aunque me lo preguntes, nunca vas a tener la respuesta.
Clara suspiro, cruzándose de brazos con un rostro de ligera frustración.
- ¿Cuándo va a ser posible el mantener un buen cotilleo contigo? Guardar tantos secretos no es bueno, déjame aliviar esa carga.
Liliana rodó los ojos, pero la sonrisa en sus labios traicionaba su intento de mantener la seriedad.
- Hablar sobre otras personas y sus asuntos es algo que no me agrada, y lo sabes.
Clara murmuro algo entre dientes, lo suficientemente alto como para que Liliana lo escuchara:
- Un día morirás por guardar tantos, pero tu tranquila, yo estaré ahí para escucharlos en tus últimos momentos.
Liliana negó con la cabeza, aunque no pudo evitar sonreír levemente mientras Clara se relajaba.
- Eres imposible, Clara.
- Mi futuro amor esta sufriendo algo, y tu te estás interponiendo en ello -dijo Clara dramáticamente, apoyándose en el respaldo de la silla.
Liliana arqueo una ceja, divertida, mientras la observaba.
- Sabes que sigue comprometido, ¿verdad?
- Esa bruja lleva tiempo si aparece por aquí -respondió Clara con un tono despreocupado, haciendo un gesto con la mano-. Ha perdido toda esperanza. Estoy segura de que ese maravilloso dios caerá ante mí.
- Si…claro, yo se que lo conseguirás -replico Liliana en tono sarcástico, mientras se reirá de sus insinuaciones.
Clara se enderezo en la silla, con el ceño fruncido y una mezcla de frustración y diversión en su rostro.
- ¡¿De que te estás riendo Liliana?! -demando, cruzándose de brazos como si realmente estuviera ofendida.
Liliana la miro con una sonrisa, disfrutando del humor ligero del momento.
- De lo determinada que estas a obtenerlo.
Clara chasqueo la lengua, pero no pudo evitar reír también. Cuando finalmente dejo de reír, golpea suavemente la mesa con la palma de la mano como si hubiera recordado algo importante.
- A todo esto, yo venía con la intención de obtener una cena. No vas a escapar de mí, ¿lo sabes verdad?
Liliana la miro con una expresión de falsa sorpresa.
- ¿No tendría que ser yo la que debería decir esas líneas? ¿O es que se le ha olvidado la promesa que me hizo, Sra. ¿Daive?
Clara abrió los ojos con incredulidad claramente frustrada por el giro de la conversación.
- ¡Oye, no es justo sacar esa carta justo ahora! -respondió Clara con frustración.
- La justicia es para aquellos que no cumplen sus palabras primero -dijo Liliana junto a una sonrisa de triunfo.
Clara soltó un bufido dramático y volvió a cruzarse de brazos.
- Que abusiva eres.
Liliana soltó una risa suave y encogió los hombros con aire despreocupado.
- Está bien, está bien. Tú ganas, pero puedes ver otro lugar, ese sitio sale de mi presupuesto. Anda di que sí.
Liliana arqueo una ceja, por la súplica de su amiga, mientras asentía con aire de satisfacción.
- Vale, dejare que elijas tú el lugar. Y Clara, por favor te lo pido, que sea un lugar decente.
Clara puso los ojos en blanco, pero una sonrisa cómplice se formó en sus labios.
- Que poca fe, tienes de mí. Pero está bien hecho.
Liliana sacudió la cabeza con una sonrisa, sabiendo que con Clara siempre había una mezcla de caos y descontrol asegurada.
- ¿Qué haces ahí sentado todavía? -pregunto Clara mientras se levantaba y se dirigía hacia la puerta.
- ¡Lo que pasa es que eres tan buena para organizar que me siento como una invitada más en mi propio despacho! -dijo mientras observaba como se acercaba de nuevo a la mesa.
- Jajajaja, mira cómo me rio.
Liliana no pudo evitar reírse ante su comentario.
- Venga, vamos, que se está haciendo tarde.
Liliana no respondió de inmediato; su mirada se deslizo hacia la carpeta que había guardado en su cajón minutos antes. La tensión volvió a apoderarse de ella por un instante.
- Ah, no. Eso si que no. No te vas a quedar aquí haciendo horas extras por los traumas de "viuda negra".
- ¿No que era tu dios?
- Lo es, cuando no sobre exige a mi mejor amiga. Muévete, Liliana.
Liliana suspiro, pero al final se levanta de su silla, sacudiendo sus pensamientos de la carpera guardada. Necesitaba un descanso, aunque su mente aun retumbara la situación que estaba por resolver.
- Está bien, está bien. Vamos. Pero te advierto, si me llevas a otro de esos sitios "peculiares", la cena se multiplicará. Te lo aseguro. -dijo Liliana, levantándose y recogiendo su bolso del perchero.
Clara sonrió suavemente, tomando dirección hacia la puerta sin perder ni un segundo.
- Estas muy cansadas, por más que quieras llevarte a sitios "peculiares", debes recuperar tu energía.
Liliana la observaba mientras cerraba la puerta, observando la suave sonrisa que le mostraba Clara.
"La única que es capaz de leerme", pensó Liliana mientras mostraba una leve sonrisa.