- ¿Qué tan Claras son las imágenes? ¿Podemos identificarla de alguna manera? -preguntó finalmente, su tono sereno, pero con un trasfondo de urgencia.
Joseph negó con la cabeza, dejo escapar un suspiro frustrado.
- Solo las cámaras de esa zona fueron cambiadas de ángulo y enfoque de forma premeditada. Estoy buscando al responsable de ello, así que no hemos podido conseguir imágenes claras de la joven. -Mientras hablaba, sacó unas fotografías de la carpeta y los colocados frente a Liliana.
Ella tomó las imágenes con cuidado, examinándolas bajo la luz del escritorio. Las imágenes eran borrosas, como si alguien hubiera hecho un esfuerzo para evitar captar imágenes nítidas. Era un movimiento planeado para no dejar rastro.
Liliana sintió un escalofrío que le recorría la espalda, pero mantuvo su expresión neutra mientras Joseph hablaba. Sabía que no podía permitirse mostrar ni un satisfacción de sus emociones.
- Liliana -comenzó Joseph, su tono bajo y controlado, pero con una seriedad que hacía eco en el ambiente-. Revisó todo de manera minuciosa. Pero esa mujer... es como un papel en blanco. Si no, créeme, no estarías molestándote.
Ella se movió lentamente, manteniendo su mirada fija en las imágenes. Finyendo estar completamente concentrada en sus palabras, pero por dentro, una corriente de ansiedad comenzaba a empezaba a crecer dentro de su pecho.
"Y pensar que me he puesto la soga al cuello yo misma", pensó Liliana, un pensamiento fugaz y cortante que paso como una sombra por su mente
Joseph continúa hablando, su mirada seria.
- Se que hace tiempo que no haces este tipo de trabajo, pero eres tú… eres más capaz de llevar a cabo. Y, además, el Sr. Park quiere que se maneje con total discreción.
Por un momento, las palabras de Joseph parecieron quedarse suspendidas en el aire, mientras Liliana procesaba lo que realmente implicaban. Asignarle esta tarea no solo significaba protegerse a sí misma, sino también asumir un riesgo que podría costarle caro. Sí algo salía mal… corría el riesgo de que la tacharan como responsable de los daños causados, y responsable de dicho daño.
- No te preocupes, Joseph -respondió con voz calmada, aunque sentía como la presión la estrujaba por dentro-. Me encargaré de buscarla.
Joseph exhaló un suspiro de alivio, esbozando una pequeña sonrisa que parecía más por cansancio que gratitud.
- Gracias, Lili. Tu ayuda me quita un peso de encima.
Ella simplemente avanzó sin decir nada más, su rostro imperturbable mientras veía como él reconocía sus cosas y se dirigía a la puerta. En cuanto esta se cerró, la tensión que había contenido se liberó en forma de un suspiro largo y pesado.
Liliana apoya los codos sobre el escritorio y presiona las manos contra sus sienes. Se permitió un segundo para intentar despejar su mente, aunque el nudo en su pecho no parecía dispuesto a deshacerse.
Estaba acostumbrada a manejar situaciones difíciles, pero esta no era como las demás. Este encargo no solo ponía a prueba su capacidad profesional, sino también su ética y su integridad. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba caminando sobre una cuerda floja, y cualquier paso en falso podría llevarla a una caída irreversible.
"Discreción", repitió mentalmente, mientras sus labios se fruncían en una línea tensa. La palabra no era solo una instrucción, sino una advertencia. Una que pesaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Con un último suspiro, enderezo la espalda, recuperando el control de sus emociones. Sus dedos se movieron con determinación al tomar la carpeta, aunque noto el leve temblor en sus manos al abrirla. Las imágenes borrosas de si misma y los informes redactados llenaron su campo de visión, cada página parecía un golpe que la anclaba más a la gravedad del momento.
Se obliga a observar cada detalle. La textura granulada de las imágenes capturadas por las cámaras de seguridad mostraba figuras apenas reconocibles. Pero Liliana no necesitaba que fueran claras para saber que era ella. Cada ángulo, cada movimiento registrado era una prueba de su presencia en ese lugar y en la situación que había desatado este caos.
Las palabras de los informes eran concisas, pero para Liliana cada frase contenía una acusación implícita, un recordatorio de las consecuencias que podrían surgir si alguien más llegaba a ver esos documentos.
"Mantén la calma, también fuiste drogada, eres inocente hasta que todo este aclarado", se dijo internamente luchando contra la oleada de ansiedad que amenazaba con tomar el control. Su mirada se endureció mientras continuaba repasando la información. Si quisiera salir de la situación, tendría que ser meticulosa.
Cerró la carpeta con un movimiento firme, como si sellar los documentos fuera suficientes para contener el caos que representaban. Tendría que enfrentarlo, asegurándose de que nadie más tuviera acceso a esta verdad comprometida.
Apoye las manos sobre el escritorio, respirando profundamente una vez más. No podía darme cuenta del lujo de perder la compostura.
"Hay que resolverlo, antes de que todo salga de control", pensó Liliana, mientras dolorosos y vagos recuerdos volvían al fatídico día.
El engaño de Jayden y Violeta, las imágenes de ambos juntos, y el intento de violación a su persona, su huida, y la noche desenfrenada con su jefe. Cada recuerdo iba tomando forma en pequeñas partes, dejando grandes lagunas al resto de lo sucedido.
Cerro los ojos con fuerza, obligándose a volver al presente. Este no era momento para sucumbir al dolor y la culpa. Tenía que centrarse en hechos, en lo que podía hacer para remediar la situación.
Se obliga a abrir los ojos, volviendo al presente. Respiro hondo, llenando sus pulmones de aire como si fuera a sumergirse en aguas profundas.
Unos suaves golpes la sacaron de su ensoñación, enderezo los hombros, tomo unas cuantas respiraciones más antes de hablar:
- Adelante
La puerta se abrió, revelando a Clara, la cual entraba con una sonrisa de oreja a oreja. Al ver su entusiasmo Liliana no pudo evitar mostrar una leve sonrisa.
- ¿Le ha ocurrido algo bueno Sr. Daive? -preguntó, Liliana.
- Se podría decir que si -respondió, mientras mostraba una sonrisa juguetona-. Si me invitas a cenar te digo que es.
Liliana arqueo una ceja, sorprendida por la ligereza en el tono de Clara. Marcando un contraste con el peso de la situación minutos antes. No pudo evitar sentirse aliviada por la pequeña dosis de normalidad que traía consigo.
- ¿Cenar? -pregunto Liliana, manteniendo la compostura, aunque no pudo evitar que una leve sonrisa se asomara a sus labios-. ¿Y qué es tan importante que merece una invitación a cenar?
Clara, con su habitual energía, se sentó en el borde de la mesa de Liliana, sin ningún indicio de timidez. Sus ojos brillantes de emoción.
- Conociéndote, puede que hayas encontrado una nueva liga y no me lo hayas dicho.
- Si fuera un ligue ya lo hubieras descubierto -dijo con rostro de frustración-. Tampoco hace falta decirme que llevo semanas sin un buen polvo.