- Te dije que no hicieras ninguna tontería. ¿Dónde quedó eso de ¨mamá tranquila, lo dejaré todo en tus manos¨? -expresó Olivia Miller con evidente frustración, cruzando los brazos mientras su mirada fulminaba a su hija-. Sabes las consecuencias que puedo haber tenido una idea similar.
- Sabe perfectamente que William no es de los que se deja engañar fácilmente. ¿Y ahora qué? Tú brillante idea ha hecho que tengas que matar a uno de mis mejores hombres. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? -añadió James, con rabia contenida en cada palabra, su rostro endurecido por el enojo-. Te lo dije claramente, Miriam, ¡que lo dejaras en mis manos!
Miriam tragó saliva, incapaz de sostener la mirada de sus padres por más tiempo. La rabia la consumía. Todo esto no sucedería si, ese incompetente hubiera hecho las cosas bien desde el principio.
- Papá, yo solo quería acelerar las cosas… No pensé que todo fuera a salir de control de esa manera -murmuró, intentando ocultar su frustración-. Además, esto no pasaría si hubieras manejado las cosas bien en su momento. Todo hubiera salido bien si no hubiera sido por ese incompetente.
El sonido de una bofetada resonó con fuerza en el gran despacho, dejando un eco que parecía detener el tiempo. Miriam apenas reaccionó al impacto, pero sus ojos se abrieron con sorpresa y rabia contenida. Era la primera vez que su padre la pegaba.
Olivia cerró los ojos por un momento, inhalando profundamente para calmarse. Ver a su querida hija se abofeteada por su esposo la devastada, pero sabía que James estaba en lo correcto. Al abrir los ojos, su voz salió con tono calmado, pero cargada de firmeza.
- Cariño, tu padre y yo sabemos lo que estamos haciendo. Todo es por ti bien. Pero no puedes seguir accionado de esta manera. Y tu no estás ayudando, esos errores nos van a pasar factura. Esto requiere estrategia, ahora no solo hemos perdido un hombre valioso, sino que William probablemente va a estar atento, a todos los movimientos de su alrededor. Y si esto fracasa… Perderemos absolutamente todo.
James dejo escapar una carcajada seca, pero no había humor en ella, solo desprecio. Aún le dolía la palma por la fuerza ejercida en la bofetada, pero no le importaba.
- ¿Perder todo, Olivia? Eso es quedarse corto. William, no es un hombre con el que jugar. Gabriel dejó la empresa para seguir su carrera de medicina, pero él no es nada en comparación con William. Desde que tomó el mando, ha logrado lo que su padre ni su hermano pudieron. Miriam -James la miró con dureza-, ¿alguna vez piensas antes de actuar? ¿Sabes lo que podemos perder con tus juegos? ¿No te quedo claro después de lo que pasó en la última cena?
Miriam sintió que las lágrimas amenazaban con brotar, mordió la parte interna de sus mejillas, obligándose a mantener la compostura. Todo lo que sus progenitores le estaban diciendo era cierto. Había esperado mucho por esto, primero se interpuso en su camino la desgraciada de Rebeca, hizo todo lo que pudo hasta que logro sacarla de su camino. Pero ¿Quién podría haber imaginado que William se enamoraría tan profundamente de esa muerta de hambre, hasta el punto de no olvidarla incluso hasta ahora?
- Lo siento, papá -dijo finalmente, su voz tensa mientras luchaba por contener la rabia-. No volverá a pasar.
James la miro con desconfianza, pero asintiendo. Sabía de lo que era capaz de hacer su hija cuando quería algo. Él era consciente de cuanto la había mimado. No supo de su error, hasta enterarse del error que cometió.
- Espero que esta vez, seas capaz de pensar antes de actuar. Ahora vete, haz tú rutina como siempre, no queremos llamar la atención verdad. No hare nada contraproducente -aseguró Miriam, apretando los puños.
- Espero que seas capaz de mantener tus palabras.
Sin añadir nada más, Miriam simplemente se movió lentamente. La tensión en la habitación era asfixiante, y sabía que cualquier palabra solo empeoraría las cosas. Sin mirar atrás, abandona el despacho.
Cuando escucho el sonido de la puerta cerrándose, James dejo escapar un suspiro pesado y se dejo caer en su silla, agitado una mano con desdén, como si quisiera alejar de si todo rastro de lo ocurrido ese día. Olivia se acercó y colocó una mano en su hombre, pero ninguno de los dos dijo nada.
Tras salir de la vista de sus progenitores, Miriam apretó los puños con tanta fuerza que sus uñas dejaron marcas rojas en sus palmas. Camino con pasos apresurados hacia su habitación. El sonoro golpe de la puerta resonó por todo el lugar, reverberando como un eco de su rabia contenida. Al cerrar la puerta tras de sí, todo lo que había reprimido explotó.
Con un grito ahogado de frustración, Miriam Lanzo el florero que decoraba su mesa al suelo, el cristal estallo en pedazos. La impotencia ardía en su pecho como fuego, una rabia que no podía contener. Empuje todos los objetos que se encontraban encima del escritorio, provocando un estruendo. Libros, cuadros, bolsos, cualquier cosa que estuviera a su alcance terminal en el suelo y destruido, convirtiéndose en un caos que reflejaba el torbellino de su interior.
- ¿Por qué? ¿Qué es lo que no tengo? Soy perfecta, mas que la zorra esa. Si todo hubiera salido bien, nada de esto estaría pasando. ¿Por qué simplemente no eres mío? ¿Yo soy la que necesitas? -gritó, su voz temblando con una mezcla de furia y desesperación.
Se dejó caer al suelo, respirando con dificultad mientras lagrimas rodaban por sus mejillas. Odiaba sentirse así, odiaba la sensación de impotencia cuando las cosas no salían como ella quería. Había dedicado tanto tiempo y paciencia, cuando por fin logro sacar de sus vidas a Rebeca. Fue la mayor felicidad que pudo haber tenido, poco a poco iba a ir posicionándose en el corazón de William, pero… Ese hombre no le permitió acercarse a nada. Si hubiera seguido el plan como debía, nada de esto estaría pasando.
"Esto no ha terminado", pensó, mientras se pasaba una mano temblorosa por el cabello desordenado. Su respiración, comenzó a calmarse poco a poco, pero la determinación en sus ojos se intensifica. "Yo Emilia Miller, obtendré lo que es mío. Él mismo lo dijo"
- William Park, no recibiré más humillaciones de mi serás tu el que venga a mi suplicando por tu amor -murmuró, con una sonrisa torcida.
Se enderezó, el reflejo de su rostro llamo su atención, en los cristales rotos en el piso. Recogiendo uno de los trozos, se observa detenidamente en él, lagrimas brillaban aún en sus ojos. Se limpia la cara y arregla su cabello. Tenía que recomponerse para poder pensar con claridad, no podía ligarla con el suceso del secuestro de William.