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Chapter 34 - Cuidadosa

Cuando las puertas se abrieron, Liliana salió con pasos calculados, su andar elegante y firme proyectando la imagen acorde a ella. Su presencia parecía llenar el espacio con calma contenida.

El pasillo hacia su oficina se extendía frente a ella, silencioso y pulcro, iluminado por la luz blanca que se reflejaba en las impecables paredes de tonos neutros. Aún no llegaban los secretarios bajo su cargo, y la ausencia de movimiento sumía el lugar en un silencio casi absoluto. Solo el eco de sus pasos rompía aquella quietud, marcando un ritmo sereno y constante que resonaba como un meticuloso reloj.

A medida que se acercaba hacia su oficina, se detuvo por un instante. Sus dedos descansaron sobre el pomo mientras respiraba profundamente. "Primero el trabajo", se dijo a si misma, mientras giraba la manilla con precisión y entró, dejando que la puerta se cerrara suavemente tras de sí, sellando el exterior como si pudiera bloquear sus propios pensamientos.

Al entrar en la oficina una sensación de paz se instaló en ella. Era un refugio conocido, un espacio bajo su control. Con movimientos mecanizados, casi automáticos, colgó su bolso en el perchero. Luego se deslizo hacia su escritorio con la misma precisión.

Las horas pasaban volando mientras se sumergía en su trabajo, cada tarea parecía desvanecerse un poco la bruma de sus pensamientos. A medida que avanzaba en su trabajo, la tensión en su pecho comenzaba a disiparse, reemplazada por un sentido de propósito y control. Liliana sabía que, aunque no pudiera escapar de sus propios pensamientos, el trabajo siempre había sido su refugio, el lugar donde encontraba claridad y fuerza.

Cuando finalmente levantó la mirada del monitor, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. Las sombras largas se alargan en el interior de la oficina, creando un ambiente casi onírico.

Liliana se inclinó hacia atrás en su silla, estirando los brazos por la enzima de su cabeza. Sintiendo los músculos de su espalda quejarse por las horas en la misma posición. Con un suspiro, se levantó y se dirigió hacia las ventanas, observando las luces de la ciudad que empezaban a encenderse, una a una, como luciérnagas en la penumbra. Había algo reconfortante en la rutina diaria de la ciudad, como si su constante movimiento pudiera disipar algunas de las inquietudes que había traído consigo esa mañana.

Mientras sus ojos recorrían las calles iluminadas y el cielo que se oscurecía lentamente, un suave golpeteo en la puerta rompió el hechizo. Liliana parpadeo, volviendo al presente y, con un movimiento fluido, volvió a su escritorio. Antes de responder, dejo que su mirada se perdiera un instante más en el resplandor nocturno más allá del cristal. Luego, tomando aire, recupero su compostura y hablo con voz serena.

—Adelante —dijo Liliana con voz tranquila acomodándose en su silla.

La puerta se abrió lentamente, y la figura de Joseph apareció en el umbral. Su rostro reflejaba más seriedad de lo normal, algo que captó la atención de Liliana.

—Disculpa la interrupción, Liliana -comenzó Joseph, cerrando la puerta detrás de él mientras avanzaba hacia el escritorio-, pero hay algo que debo tratar contigo. Es un asunto bastante serio.

Liliana dejo el bolígrafo que había estado sosteniendo y lo observa con atención. La preocupación comenzó a invadirla, al oír sus palabras. Su rostro permaneció sereno, pero había algo en la situación que iba a ser contra productor. Sus pasos parecían más pesados ​​de lo habitual.

—¿De qué se trata? —preguntó, su voz firme, pero con un leve matiz de inquietud.

Joseph suspiro y tomo asiento frente a ella. Deslizo la carpeta que tenía en sus manos sobre el escritorio. Liliana no aparto la vista de sus manos, pero una incomodidad creciente se instalaba en su interior, como si lo que estuviera contenido en esa carpeta tuviera el poder de transformar lo que estaba por quedar de su día.

Por un instante, la habitación parecía volverse más silenciosa, como si el mismo aire se hubiera detenido en espera. Liliana, si pierde la compostura, entrelazando las manos sobre el escritorio. Espera, su mirada fija en Joseph, proyectando calma.

—El Sr. Park, fue drogado el día de la gala -comenzó Joseph, su voz firme, pero con un matiz de inquietud que no pasó desapercibido para Liliana-. Todo fue premeditado.

Liliana arqueó una ceja de forma imperceptible, un gesto que apenas interrumpió su fachada, pero suficiente para indicar que aquello no es lo que esperaba escuchar.

- ¿Premeditado? -repitió, su tono bajo, pero cargado de una mezcla de sorpresa y nervios.

Joseph avanza lentamente antes de continuar.

- En un principio el objetivo principal era secuestrarlo, y la intención estaba clara con la droga que usaron. Sin embargo, el Sr. Park actuó con rapidez, y logró escapar antes de que pudiera actuar.

Liliana mantuvo su postura inalterada, pero algo se sus ojos se aguantaron, reflejando la rapidez con la que su mente comenzaba a procesar la información.

- Durante el escape -prosiguió Joseph-, logró refugiándose una habitación. Pero al parecer, fue interceptado. Una joven logro entrar… -Se detuvo por un segundo, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras-. Ella aprovecho que el Sr. Park no estaba en plena lucidez…

Liliana no dijo nada de inmediato. Sus manos, aún entrelazadas sobre el escritorio, permanecían firmes, pero había una tensión sutil en su expresión. El aire de la oficina parecía más denso, casi sofocante, mientras las palabras de Joseph aún resonaban en su mente.

- ¿Qué estas tratando de decir Joseph? -pregunto Liliana, sus palabras cuidadosamente medidas, aunque su tono detonaba incredulidad.

Joseph desvió la mirada por un instante, como si no quisiera enfrentarse a la reacción que sabía que vendría. Luego respiro profundamente antes de responder.

- Una mujer… ella se aprovechó de que no estaba en control de sus actos debido a la droga suministrada. Hubo un... contacto no consensuado.

El aire parecía volverse más pesado, casi irrespirable. La temperatura en la habitación descendió, o al menos eso fue lo que Liliana sintió. Su silencio se prolongó, cargado de una mezcla de incredulidad y creciente preocupación. Las palabras de Joseph resonaban en su mente como un eco que no lograba disiparse.

Su mente normalmente precisa y racional, parecía tambalearse bajo la revelación. Pero sabía que no podía permitirse flaquear. No en ese momento. Y más cuando la situación, la involucraba a ella ya su jefe en esa noche como su supuesta agresora, de forma peligrosa.

Liliana se aclaro la garganta, el sonido seco y tenso que parecía reverberar más de lo que habría querido.

- ¿Estás… tratando de decir que… el… el Sr. Park fue… agredido… sexualmente? -preguntó finalmente, sus palabras tropezando entre sí.

Joseph avanzaba lentamente, con expresión grave.

- Así es. La situación es delicada -dijo Joseph con evidente preocupación en su voz- Fue un plan meticuloso, Liliana. Hasta ahora, tenemos unas pocas imágenes de las cámaras del hotel, pero… -Joseph hizo una pausa, el ceño fruncido-, esa mujer parece haber sido muy cuidadosa. Salió del hotel sin dejar rastro, y no pudo localizarla desde entonces.

Liliana tamborileaba sus dedos suavemente contra la superficie de la mesa, mientras su mente aceleraba.