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Chapter 28 - Habitual Liliana

Eran las diez y media de la mañana cuando Liliana atravesó las puertas del vestíbulo de la empresa. Su rostro mostraba un rubor evidente, mezcla de la confusión y la incomodidad que le acompañaba desde la llamada con Joseph, durante la mañana. La tardanza en su llegada solo añadía más peso a su ya atribulada mente.

Los empleados presentes que pasaban la observaron con asombro, poco acostumbrados a verla en un estado de tanta agitación. No era habitual en ella. Liliana, en su apuro, apenas reparó en ellos, enfocada únicamente en llegar a su oficina.

La recepcionista, con una sonrisa amable, intento saludarla al pasar:

-Buenos días señorita Liliana.

Liliana, solo le dirigió un asentimiento rápido y siguió su camino, incapaz de detenerse a devolver la cortesía.

Cuando llegó a los ascensores, tuvo la suerte de encontrarse con uno que justamente acababa de detenerse para dejar salir a varios empleados. Aprovechando el momento Liliana entró apresuradamente y presionó rápidamente el botón de su planta. A medida que avanzaba todos los murmullos y miradas seguían clavados en ella.

-¿Esa no era Liliana? -preguntó una empleada, aún con la vista fija en las puertas que se cerraban.

- Yo creo que sí, pero... ¿Qué le ha pasado? -respondió otra, intrigada.

- No lo se pero, se veía un poco demacrada, ¿no lo creéis?

- ¿No está siempre así? -añadió un tercero, en todo medio burlón.

El ascensor comenzó su ascenso, y aunque Liliana no podía escuchar los comentarios, su corazón latía con fuerza. Su mirada, casi de manera instintiva, se dirigió al espejo del ascensor.

La joven que se reflejaba frente a ella no se parecía a la habitual Liliana. Su rostro estaba enrojecido, ya fuera por la vergüenza o por la carrera apresurada que acababa de hacer para llegar al lugar. Su moño, habitualmente pulcro, ahora se encontraba medio deshecho, con pequeños mechones rebeldes asomados por todos lados.

Suspiro profundamente, cerrando los ojos por un momento. "Cálmate, Lili. Solo necesitas llegar a tu escritorio y actuar como siempre", pensó mientras regresaba a rehacer su moño. Pero la sensación de incomodidad no podía sacudirse.

Con el timbre de llegada a su planta, rompiendo sus pensamientos. Liliana se enderezo, tomo una bocanada de aire profundo y esbozo una expresión neutral, intentó recuperar su compostura habitual.

Con pasos firmes, salió al pasillo, su espalda recta y la cabeza ligeramente levantada, proyectando la seguridad que siempre la caracterizaba. Cada paso resonaba con determinación, a pesar de que en su interior intentaba mantener esa fachada de control.

A pesar de encontrarse en la planta ejecutiva, donde los movimientos solían ser más discretos, los secretarios bajo su mando no pudieron evitar fijar sus miradas en ella. Sus miradas se posaban en ella, como si algo en su andar o su expresión traicionaba la calma que intentaba aparentar. Liliana los ignora y continúa avanzando hacia su oficina, sin desviar la mirada.

Al entrar en su despacho, cerró la puerta con cuidado detrás de ella. Soltó un leve suspiro al depositar su bolso en el perchero. Se dirigió a su escritorio y abrió a su computadora con movimientos suaves.

Se permitió un breve momento para calmar su agitación. Cerro los ojos inhalo profundamente y exhalo despacio, intentando despejar su mente. Con un gesto rápido, enderezo su chaqueta y ajusto su postura. Se preparó para sumergirse en el trabajo, dejando fuera cualquier vestigio de la mañana tumultuosa.

No supo cuanto tiempo estuvo inmersa en su trabajo, perdiéndose entre documentos, correos e informes, dejando que la rutina absorbiera por completo se mente. Había logrado silenciar los ecos de la mañana, concentrándose se en las tareas frente a ella.

De repente, unos golpes suaves en la puerta la sacaron de sus ensimismamientos. Levanto la vista parpadeando como si regresara de un profundo sueño.

- Adelante -dijo con voz roca, ajustando su postura.

La puerta se abrió lentamente, y Clara apareció en el umbral, su rostro calmado, pero con un destello de preocupación en los ojos que intentaba ocultar.

- Oye cariño, no tienes nada que decirme -dijo, con su habitual sonrisa burlona.

- ¿A qué te refieres? -preguntó Liliana con desconcierto.

- ¡Como que a que me refiero! ¿Qué tal estuvo la noche con Jayden?

Ante su pregunta Liliana quedó momentáneamente en silencio.

- Fue bien, aprovechamos muy bien la noche -dijo forzando una sonrisa.

Clara arqueo una ceja, claramente escéptica ante la respuesta de Liliana.

- ¿"Aprovechamos muy bien la noche"? ¿Solo eso? ¿No paso nada más? -preguntó, cruzándose de brazos.

Liliana desvió la mirada y volvió a enfocar su atención en el trabajo. 

- Lil... Cariño, te conozco lo suficiente para saber, que no estás bien ¿Paso algo entre vosotros? -preguntó, esta vez con un tono suave, dejando de lado su actitud habitual.

- Si, tranquila... Solo estoy un poco cansada -respondió mostrando una sutil sonrisa.

Clara entrecerró los ojos, estudiándola en silencio durante unos segundos. Finalmente con un suspiro dijo: - Esta bien, cuando necesites hablar estoy aquí.

- Estoy bien, gracias, Clara -respondió con una sonrisa sutil.

Con una ligera sonrisa, Clara se enderezó.

-Me voy a ir yendo. ¿Nos vemos en la comida? 

- Si, nos vemos ahí -dijo Liliana con habitualidad.

Dicho eso Clara le dio una leve sonrisa y salió de la oficina, dejando a Liliana sola.

Tan pronto como la puerta se cerró, Liliana dejó escapar un suspiro profundo, como si estuviera conteniendo el aliento durante toda la conversación. Su mirada se poso en los documentos esparcidos por el escritorio, pero esta vez su mente no podía concentrarse en ellos. 

Se frotó las sienes con las yemas de los dedos, intentando disipar la presión que sentía en la cabeza. Los recuerdos de los últimos días seguían apareciendo en su mente.

- Puedes resolverlo Liliana, siempre lo haces -murmuro para si misma, cerrando los ojos con fuerza.

El tono entrante de su teléfono hizo que se detuviera en seco, el repentino sonido rompió el silencio de la oficina. Se acerco a su bolso y saco el dispositivo, miró la pantalla; era un numero desconocido.

Deslizo el dedo para responder.

- Buenos día, habla Liliana -su voz firme, esperando la respuesta del otro lado.

- Hola mi pequeña, si no te llamo te olvidas de tus tíos -expuso el tío Dupont, al otro lado con falsa molestia en su voz.

Liliana dejo escapar una pequeña sonrisa al escuchar la voz de su tío.

- Tío Dupont, ¿cómo estas? Discúlpame, he estado ocupada con el trabajo, no era mi intención -respondió, con un tono mas relajado.

- Siempre ocupada, mi pequeña. Si no fuera por mí, ni te acordarías de que tienes familia -dijo su tío, con ese tono mezcla de broma y reproche, que solo mostraba a la joven.