La calma después de la tormenta fue casi instantánea, combates bastante dolorosos uno después de otro. Enfrentar a la directora de la institución en un mano a mano, enfrentar al verdadero elegido por los dioses como un campeón y tener que duplicar mis estadísticas o incluso triplicar para poder hacer mínimamente un poco de efectos en el colegio. Mi madre me despidió con un beso en la frente y un beso en la mejilla, me quedé allí, normalmente los otros chicos vendrían con maletas, pero yo únicamente empecé a buscar mi habitación como merecido del rango de estudio campeón. Habían varios edificios, seccionados por lo fuerte que era el alumno y su estatus social. El más bajo era el de 'campesino', que eran cuartos de muchas personas con solo camas y alguna que otra comodidad mínima.
Le seguía el 'Burgués' eran cuartos de a 4 personas, que venían más equipados como con un baño para los cuatro, una pequeña cocina y otras cosas.
El aumento de la tecnología era impresionante, había luz mágica, y se usaba como un buen remplazo de la electricidad por el momento.
Después el cuarto de los 'nobles', que eran cuartos de a dos. que simulaban un departamento de lujo muy bonito.
La segunda opción era 'Rey' que eran cuartos con de todo, mensajería privada, biblioteca personal, incluso uno podía pedir recibir las clases de forma privada y mantener a cualquier cantidad de mascotas mágicas.
Por último venían los 'campeones' que tenían cuartos que cambiaban para adaptarse al cuarto perfecto de su usuario, incluso llegando a tener una especie de conexión interdimensional. Podían acceder a cosas de la tierra en la medida de lo posible. No podían atravesar el portal y aquello que lo atraviese no tiene que ser consciente de si mismo, porque de hacerlo quedaría en un estado vegetal o moriría al instante.
Me parecía muy interesante, pero no entendía como no causaba un conflicto con sus familias el que sus hijos estén en un lugar fuera de la tierra. Y allí me cayó una ficha... Ellos no murieron. Para venir aquí mi alma fue quitada de su cuerpo. Es decir. Estaba muerto en la tierra. Comunicarme con mis padres era algo que no sabía si era posible. Recordaba mi número de teléfono, pero, ¿podría traer un teléfono aquí? Era algo que no conocía ni entendía.
Aún así, mis pies fueron puestos en la tierra. Fui dejado en uno de los barracones de la clase 'plebeyos'
"Para ir a un cuarto mejor... Tienes que ganarle a su dueño. ¡Mucha suerte!"
Ser dejado en un sitio totalmente ajeno a mi fue duro. Mis pocas habilidades sociales se hicieron aún las inútiles. Solo me acosté en mi cama, notando al instante que algo estaba mal. Un aroma fuerte y desagradable apareció. Huevos podridos. Lo siguiente fueron risas. Me levanté y busqué con la mirada al responsable, mi uniforme tenía manchas de huevo por el mismo.
Respiré con calma, quitandome la prenda manchada, buscando una de las camas que se encontraban en mejor estado. Colocándome en ella a descansar un poco. Las risas se habían detenido o mejor dicho, se habían transformado en susurros y murmullos. Pasos hacia mi fue lo que escuché. Una voz que se notaba en una edad de una pubertad algo avanzada se escuchó.
"Hey 'huevito' esa es mi cama. Sal antes de que te aplaste la cascara."
Continuaba echado en aquel lugar, con los ojos cerrados y con mi cuerpo viendo a otro lado. Quería dormir. Dormir tranquilo para recuperarme de la paliza que me dieron. Aún así, parecía que quien me llamó la atención no iba a dejar pasar mi 'falta de respeto'. Sentí como era empujado de la cama. Después unas risas.
Me tuve que levantar por mi solo, así volver a acostarme sin decir mucho más. Lo siguiente que noté fue un golpe en mi rostro, un golpe que hizo un sonido de 'crack'.
Una mano levemente deforme ahora estaba contra mi mejilla, y yo tenía unos ojos muertos. Me apresuré a tomar el brazo de la chica, para tirar de este. Acercándola para vernos frente a frente. Ella se veía como una chica que perfectamente era una aventurera recién iniciada. Incluso unos aires de granjera se notaban por su figura.
Sonreí con cuidado, tirando a la chica a la cama, después acostandome junto con ella, agarrando su cuerpo como siendo la 'cuchara grande'. Solo para molestarla iba a dormir usándola como un peluche de osito. y así lo estaba haciendo. Ahora tenía una funcional almohada de último año.