Tuve que preguntar a la directora la forma de como retar a alguien por su habitación, normalmente los duelos se hacían por rivalidades de casa o alguien que buscaba ascender políticamente. Fue un poco extraño, pero en un escenario así y en una monarquía basada en el poder la mejor forma de ascender era luchando en una secundaria. Lo normal la verdad.
Parecía haber una cierta zona dónde se organizaban estás peleas, algunos de clase noble o burgués solo las tomaban para mejorar su rango. Aunque había un extra que no me explicaron, cuando alguien pierde debe pagar al vencedor y baja hasta el nivel de plebeyo. Era una eficiente forma de conseguir dinero para los nobles y burgueses, ya que los plebeyos estaban desesperados por ascender.
Presentarme ya fué extraño, las edades de la mayoría rondaban los 14 en adelante. Yo tenía 10. 10 tristes años que me hacían no alcanzar el mostrador para inscribirme.
mi primera mirada sería hacia una habitación de nobles. Eran habitaciones de a dos, por lo que era común ver parejas de amigos o sentimentales compartiendo una. También gracias a la falta de una edad de consentimiento... Bueno, allí se daba más placer que otra cosa.
Me encontré con dos personas peleando, sobre quién era más fuerte y lo fastidioso que era compartir habitación con la otra persona. Era una oportunidad de oro. Dos chicas con un aire muy distinto vieron como un niño se aproximaba. El rostro de una fue de ternura y la otra fue como si le estuvieran haciendo una mala broma.
"Disculpen, estuve viendo su discusión, y la verdad quisiera pedir un duelo a alguna de ustedes" Intentaba ser lo más cortés y amistoso, al mismo tiempo mostrarme débil e inocente.
Las risas de ambas se hicieron notar, por una pequeña insignia que tenían en su vestimenta ambas eran de la clase 'noble'. De segundo año para ser más específicos. aún así, parecían interesadas en mi propuesta. La que pensó que era una broma solo soltó una risa.
"Oh, un plebeyo que quiere subir... Claro, pero el precio será el triple y... mmm... peleas contra las dos."
Ambas se notaron confiadas, mientras que yo contaba con mis deditos cuanto dinero sería... probablemente dejaría a una familia pobre endeudada por esclavitud. En mi caso no me importó nada. Por lo que estiré mi mano.
"Pero ustedes me pagan la multa si pierden."
"Claro, pero ahora tendrías que pagar cuatro veces... digo, si no es mucho."
"¡P-para nada! ¿Hay alguna arena libre?..."
Únicamente la que me tomaba como una broma parecía estar dispuesta, y tuvimos que esperar unos cinco minutos para entrar. Yo fui con mi ropa de clases, mientras que ellas se cambiaron para estar mejor preparadas. Se veía la confianza en sus rostros, mientras que yo miraba con ojos brillantes el lugar. Eran como un pequeño coliseo al cual se entraba por unas escaleras que servían a su vez como vestidor. Incluso habían unas gradas para ver los combates.
La zona de pelea estaba bajo tierra, recubierta por un campo mágico bastante resistente. Pero como tal no había un techo físico y se podían hacer distintas modificaciones.
Mis rivales parecían ser una arquera y algo que era como un caballero o un paladín. Me sorprendió bastante, pero la chica tímida era quien recibía los golpes, mientras que la presumida usaba un arco. Ambos pude notar eran ítems de mazmorra, pero más o menos de un grado B o -A. También parecía que tenían armaduras mágicas y otras cosas extra, no eran unas cualquiera.
Por eso no empecé luchando con mis puños, si no saqué mi espadón, apoyándolo en mi hombro y estirandome un poco. Hasta pude sentir una cierta aura de ganas de combatir de mi arma.
Sus rostros cambiaron de emoción y confianza a ser algo sorprendidos. Incluso de temor. Como inicio de la pelea un pitido salía de las paredes. Y la arquera no tomó ni un segundo en disparar. El silbido de una flecha viniendo hacia mi rostro y pasando al lado de mi cabeza se complementó con la aparición de aquella paladín lanzándose en mi contra. Solo tuve que hacer un corte vertical para detener a la armadura, viendo como ella tuvo un muy mal momento solo resistiendo el peso de mi arma.
Más y más fleclas se lanzaron contra mi, las cuales fueron recibidas por un hechizo de séptimo nivel. Una especie de sombra mimo aparecía tras de mí, copiando tanto la fuerza y velocidad de los disparos como su trayecto, era peor que luchar contra un espejo, puesto que después de interceptar las flechas saldrían muchas desde la sombra. Unas 20 flechas de un color totalmente negro con una velocidad abrumadora, hasta parecía usarse más un arma automática que un arco.
De todos modos parecía que la tanque no se rindió. Intentó golpear mi costado derecho con su arma y al notar que golpeó algo su sorpresa fue desesperanzadora. Mi mano detenía aquella espada, mi mano vacía y desnuda, mientras que con la otra daba un golpe usando la parte no filosa de la hoja, aunque ahora sí puse fuerza, fuerza como para mandar a volar a la paladín. Fué una rendición rápida de ambas partes. Y mientras recibía las llaves me retiraba con mi dinero... ¡Podría comprarme un recuerdo! Quizá a mi madre le interese algo de las distintas tiendas de aquí. Pero mejor ir a descansar primero.