Al despertar me encontraba en una habitación de tipo para nobles solo, sin ninguna compañera ni compañero ni nada. Estaba solo yo en aquella habitación para dos personas, hasta había colocado una cama al lado de la otra para así tener dos camas para mí solito. Al ver la hora todavía no estaba llegando tarde a clases. Y pude encontrar un desayuno en la puerta, algo que era un buen detalle. Así fui para comer el desayuno en cama. Disfrutando de ello, el sabor era apetecible, mi boca se llenaba un poco de saliva y estaba demasiado rico. En comparación a lo que tuve que comer... En algunos días anteriores, esto fue sorprendentemente agradable, aunque vino con una nota. Una nota que decía lo siguiente.
'Estimado alumno de la clase de los campeones. Se le advierte que el inicio de la actividad hoy será trabajando fuera del establecimiento estudiantil, se le ruega que cumpla con el horario esperando afuera de la institución con sus compañeros para ser llevados al sitio donde se desarrollará la jornada.
Atte: Directora Fichwood.'
Tras leer la carta me fijé en el reloj, por suerte todavía estaba en hora, por lo que me dí el tiempo de colocarme mí armadura ligera, eran placas de una aleación bastante ligera, incluso las placas como tal eran similares a escamas, así que podía mover mis extremidades y tener una movilidad considerable con la armadura puesta. Claro que no me había fijado en efectos mágicos o algo similar, aunque tampoco esperaba nada así, aunque cuando di un paso me di cuenta de algo. Era incómodo, mucho, incluso fue como si el anillo de fragilidad estuviera por romperse solo de estar cerca de una armadura. Por eso me la quité y me puse algo más acorde, era ropa de batalla. Algo así como los abrigos que uno suele utilizar pero de una especie de cuero flexible y tratado para ser bastante protector. Aunque solo encontré una pieza, una gabardina que tuve que acomodar un poco.
Estaba muy tranquilo, pero las cosas se sentían extrañas. miraba a los costados y no entendía por qué. Fuí al baño y me encontré... Al espejo. Un espejo el cual un niño de 10 años no alcanzaría. Un chico de 15 sí. Estaba en mis 15. Nunca pensé extrañar tanto el verme como era de adolescente. Peludo, con incomodidad y problemas de cutis, pero midiendo unos 1.60 y muy feliz. Sí, soy un chico pequeño.
Mis costillas visibles, un abdomen nada marcado y una espalda que daría pena. Aunque ahora tenía magia. Pude eliminar y dar algunos retoques. También mí cabello fue como si no lo hubiera cortado en cinco años. Y tenía un mechón de color celeste que caía por un costado. Era feliz, tan feliz como para usar una espada corta de clase A para cortar mí cabello para que sea algo largo todavía e improvisar a base de fuerza para hacerme algo para poder quitarme el cabello de los ojos, un broche para el pelo y acomodar mejor mis lentes. También tenía barba, barba que procedí a eliminar usando magia de fuego. Me puse a dar un pequeño baile de la victoria, saliendo de mí habitación con una sonrisa. Las miradas se pusieron en mí. Sí, no era un típico protagonista de cabello negro con un corte genial y sin una imperfección. Tenía algo de brillo en mí frente, granitos, puntos negros y otras cosas. Mí correr era rápido, evitando golpear a las personas con el cambio de lugar para no molestar.
Pero me detuve en seco al pensar algo... Mi cuerpo había tomado cosas de cuando yo tenía 15. Y una de ellas fue... El estúpidamente deplorable estado. Estaba respirando con algo de dificultad, no era tan ágil y tuve un bajón de las energías que uno tiene cuando es pequeño. Antes era un mínimamente tierno niño con energías. Ahora era un adolescente que parecía no haber dormido desde hace 13 años. Con sueño y que tenía una mayor facilidad para ser golpeado por su tamaño, que además tenía que acostumbrarse a un crecimiento de golpe. Un desastre... Pero siempre lo fui. Levanté mí cabeza, esperando encontrar... Bueno, chicas y algún que otro chico corriendo con sus perfectas características de un lado a otro. Pero ahora tenía un par de espadas, hachas, lanzas, círculos mágicos y muchas otras armas apuntando contra mí. Y con esa rubia cabellera... Sofía mirando desde arriba con sus triunfales 1.75m.
"Alto."