Mí mirada y mis ojos negros se cruzaron con aquel mar de color azul que eran los ojos de la chica rubia. La espadachín sin rechistar ni un poco intentó clavar su arma en mí pecho, aunque reaccioné lo suficientemente rápido. tomando con una mano aquel arma para desviar su golpe hacía un costado. Era ahora más fuerte y más fácilmente podía esquivar cosas. De todos modos, algo cortó mí alegría. Mientras que dirigí la espada hacía otra dirección con mí mano izquierda, adelantaba mí cuerpo con una velocidad enorme para cortar distancias con ella. Y una vez cerca agarré con fuerza el arma. Tanta fuerza que por unos segundos hasta sentí como se rompía.
Al tener el arma agarrada tiré de ella, acercando a la chica y cuando estaba lo suficientemente cerca le golpee con mí codo en su nariz. El sonido del estruendo fue tal que hasta me dió miedo. La escena no era nada nada amigable.
Sí, su nariz estaba bastante lastimada y sangrando, ella se encontraba hasta atontada por el fuerte impacto pero algo en mí no me detuvo. Tomé con mí mano su cabeza para llevarla hacía el suelo. Estrellando su cráneo contra un suelo reforzado por magia e incluso así terminó con bastantes quebraduras.
La sensación de aquello fue instantáneamente reconfortante. Cómo si un calor en mí interior apareció, haciéndome tener unos escalofríos muy muy suaves. Aunque llegue a controlar mí cuerpo unos segundos después. Segundos suficientes como para sentir cómo un camión en forma de campeona me atropellaba. No era Alexandra, era otra chica la cual parecía tener una clase más enfocada a la defensa. Puesto que llevaba un escudo enorme y una armadura que no me permitió ver su rostro.
Su compañera estaba... Viva, pero la falta de aire que entraba en sus pulmones porque sus vías se llenaban de sangre era preocupante. Ahora no me quedaba un punto para escapar. Aunque fuese en "defensa propia" atacar a una campeona probablemente era digno de ser ejecutado. Aún así, cuando me levanté de aquella embestida la cual me alejó de Sofía un enorme calor infernal me golpeó. Una luz opresiva la cual no podría ignorar venía de una chica tras aquella armadura con patas.
"¡A-ah! ¡M-me rindo!"
La luz dejó de golpearme, mis puntos de vida habían bajado en 2. Teniendo en cuenta lo absurdamente bajos que eran, era peligroso. Un hechizo de inmovilización me mandó a una especie de vacío absoluto. Aunque esto fue roto por mí espada quien parecía ser 'la única que podría mandarme a un vacío'.
Se me fueron colocadas unas esposas que reducían mí fuerza hasta 1. No mí agilidad, solamente mi fuerza. Y empecé a ser llevado fuera de la academia. La mirada de una profesora de práctica con espadas era interesante, ella si me reconoció y hasta sonrió un poco, mientras que me colocaban en una especie de jaula y las demás iban en unos carruajes.
El viaje empezó. Y el destino era incierto... Aunque eso era mentira, mí corazón se aceleraba poco a poco mientras que nos íbamos acercando hacía algo que solamente podría describir como "Oscuridad" y ese algo estaba un poco lejos. De vez en cuando miraba mis alrededores pensando en una forma de escapar, pero el espacio era tan reducido como para evitar tomar fuerza de mí velocidad.
De todos modos las horas pasaron, y llegamos a un lugar único. Habían tres portales, uno rojo, uno celeste y uno totalmente negro. Mí corazón estaba a mil, cuando el portal negro solamente se encontraba en mí vista. Los otros parecían no llamarme la atención. Y como una especie de castigo fui lanzado hacía allí, mientras que escuchaba.
"Suerte en la mazmorra SSS!"
Por parte de mí arrogante profesora. Aunque no estaba equivocada. Necesitaría suerte. Mucha mucha suerte.