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Chapter 2 - Capítulo 2

Sentí el frío a mi alrededor, unos brazos que me cargaban y un cuerpo caliente, al cual traté de pegarme más. Poco a poco me fui despejando de la bruma del sueño y los recuerdos fueron llegando a mí, me obligué a abrir los ojos para encontrarme con la mirada de Ajax, me removí entre sus brazos para darle a entender que quería bajar.

Quieta – dijo en tono serio

Suspire, iba a ser en vano, además hacía mucho frio y no llevaba la ropa adecuada. Mire a mi alrededor nos encontrábamos en un bosque de pinos, todo estaba cubierto de nieve, eso significaba que ya no nos encontrábamos en Bruselas, porque era verdad que aún hacía frío, pero no tanto para que nevara.

¿Dónde estamos? – pregunte

Noruega – dijo simplemente Ajax.

Esto no era bueno, Noruega era un país grande y no podía ubicarme con solo saber que estaba en Noruega, por otro lado, de los cuatro idiomas que sabía hablar ninguno de ellos era noruego, estaba atrapada y eso me preocupaba.

La piel se me erizo cuando sentí como atravesábamos un campo de energía, era como pasar a través de agua, solo que no terminabas mojado, cuando volví a mirar adelante vi lo que parecía un castillo, estructura que no estaba ahí hace unos segundos. Resaltaba una torre, era la más alta, y también las vistas detrás del castillo, en donde se encontraba un acantilado, "al menos si caigo en la locura poder quitarme la vida de un salto dramático" pensé.

Ajax me bajo de sus brazos cuando estuvimos en la entrada del castillo, el hizo un movimiento con su mano y los engranajes comenzaron a sonar, la pesada puerta de hierro se comenzó a elevar dándonos paso al patio del castillo, al ingresar me pude dar cuenta que todo estaba desierto, miré a los lados a ver si alguien había abierto la puerta a la señal de Ajax, pero no había nadie, el mecanismo simplemente se movía solo.

Parecía que acaba de entrar a una cárcel, dudaba que yo sola pudiera mover el mecanismo para salir del castillo, a parte se necesitaba dos personas, una a cada lado de la puerta. Sentí el tirón en mi cuello que me indicaba que tenía que seguir a Ajax al interior de la estructura, pero en contra de toda lógica hice lo contrario, tome la correa y la jale liberándome del hechicero, de un rápido movimiento la desenganche mientras corría hacia la salida del castillo, la puerta aún seguía abierta, pero se cerraba poco a poco, tire la correa a unos de los engranajes, mi puntería no me fallo y la puerta se detuvo a un metro del suelo, ya podía sentir la libertad aunque una pequeña parte de mí, la parte más lógica me decía que probablemente muera de hipotermia, más aun que no podía transformarme por el collar que aun llevaba puesto.

Pero cualquier esperanza de libertad se esfumo, Ajax se apareció delante de mí, no pude evitar estrellarme contra su cuerpo, el parecía furioso me sujeto del pelo y me arrastro por todo el patio hasta el interior del castillo, traté de luchar, de arañarlo, pero nada parecía funcionar, el cuero cabelludo me dolía a horrores y estaba en pánico, tenía mucho miedo, comencé a suplicar, pero él no cedía. Las lágrimas nublaban mi vista y no me permitía ver por dónde íbamos.

Para cuando me di cuenta estaba sobre el regazo del hechicero, me tenía bien sujeta, yo no dejaba de moverme y él estaba en un silencio que me aterraba en especial cuando toda mi ropa desapareció en un abrir y cerrar de ojos y sentí el primer azote, ardió como el infierno, no sabía qué demonios estaba usando, pero en definitiva no era su mano. Los azotes siguieron uno tras otro y yo era un mar de lágrimas y suplicas, en algún punto mi cuerpo dejo de luchar y poco a poco los azotes se fueron deteniendo.

¿Te acuerdas de la advertencia que te di cuando te compré? – pregunto Ajax en un tono frio.

Los recuerdos me inundaron, pero no conteste, me dolía todo el cuerpo a horrores incluyendo la garganta de tanto gritar, solamente seguí llorando. Al parecer mi silencio no le gusto para nada al hechicero porque sentí como otra vez azotaba mi trasero.

Responde – dijo con el mismo tono frio

Si – dije llorando queriendo que toda esta pesadilla termine

Entonces ahora sabes las consecuencias de desobedecerme –dijo para luego soltarme.

No tarde en moverme hasta la puerta de la habitación, pero estaba cerrada me hice bolita contra la puerta tratando de evitar que mi trasero tocara cualquier superficie. Ajax se había levantado y camino tranquilamente hasta lo que parecía un baño, cuando salió traía consigo un frasco, se sentó en la cama y llamo a mi nombre.

Catherina ven –

Yo solo temblé en mi lugar, tenía miedo, no quería que me vuelva a pegar. El suspiro, se paró, y comenzó a caminar hacia mí, yo entre en pánico comencé a balbucear suplicas y me arrastre hacia una esquina de la habitación tratando de mantener la mayor distancia posible, cuando estuvo frente a mi cerré los ojos y levante mis manos protegiendo mi rostro, no quería que me hiciera más daño.

Catherina abre los ojos, no te voy hacer daño – dijo en un tono suave como si estuviera hablando con un animal salvaje asustado.

Lentamente bajé mis brazos y abrí mis ojos, la mirada de Alexander se había ablandado ya no parecía furioso. Me mostro el frasco que había traído del baño y lo destapo, lo acerco a mi rostro para que lo oliera, tenía una fragancia suave y logre identificar el olor a laurel, menta y lavanda aparte del inconfundible olor a magia y otros ingredientes.

Solo te quiero aplicar esto para el dolor y desinflamar, no te voy hacer nada mas – dijo en el mismo tono suave.

Alexander se puso de pie y me dio mi espacio, me levante lentamente sin perder de vista, trate de cubrir mis partes lo mejor que pude y con pasos temblorosos avance hacia la cama. Me eché boca abajo para evitar el contacto con mi magullada piel, vi a Alexander sacar con sus manos una generosa cantidad del ungüento para luego ponerla sobre mis nalgas, pero apenas sus manos hicieron contacto con mi piel el ardor se hizo presente solté un fuerte sollozo y me arrastré hasta el otro extremo de la cama.

Quería quitarme ese maldito collar, transformarme y clavarle mis colmillos en la yugular, llevé mis manos a mi cuello y comencé a desesperadamente querer arrancarme esa maldita cosa, Alexander había seguido poniéndome ese ungüento el dolor era igual de insoportable y solo había hecho que la llama dentro de mi creciera con más furia.

Para – la voz del hechicero había sonado seria, pero yo la había ignorado – te estás haciendo daño – esta vez agarro mis manos.

No me importaba hacerme daño, el me había hecho más daño, pero de mis labios solo salían gruñidos de un animal.

Tranquila – la voz de Alexander salió entrelazada con la magia y mi cuerpo no pudo resistirse.

El suspiro y termino de esparcir el ungüento por mi piel magullada, yo solo pude llorar en silencio sin moverme. Cuando termino y pensé que solo me iba a dejar ahí tirada él puso una mano en mi cuello para luego recitar unas palabras en un idioma antiguo, el collar se rompió en dos y lo retiro de mi cuello, inmediatamente trate de transformarme, pero aun seguía bajo su hechizo, lo mire con odio.

Alexander comenzó a desvestirse ignorando mi mirada, se quitó el traje dejándolo en el suelo y se dirigió al baño, poco después escuché el agua correr y supuse que se estaba dando un baño. Cuando salió iba vestido solo con unos pantalones sueltos, destapo la cama para acostarse y en el proceso me arropo a mí.

No me había dado cuenta del frio que tenía hasta que las sabanas cálidas tocaron mi piel el cansancio por todas las emociones vividas me obligaron a cerrar los ojos muy a mi pesar, para cuando me di cuenta ya me había dormido.

Desperté por unas suaves caricias en mi cabeza que mi hicieron ronronear, al abrir mis ojos y darme cuenta de quien provenían las caricias gruñí, en algún momento de la noche inconscientemente tuve que haberme transformado porque me encontraba en mi forma animal. Me refugie debajo de las sabanas alejándome del alcance de Alexander, me sentía adolorida en especial mis nalgas, y la verdad era que tenía frio, hambre y me dolía a horrores la cabeza, escuche el suspiro del hechicero para luego decir:

Tienes que comer algo Catherina y después darte un baño, luego de eso puedes seguir descansando – dijo calmadamente Alexander.

La mención de comida me animo a asomar mi cabeza, había una bandeja que contenía huevos revueltos con tocino acompañado de unos waffles saldos y una taza de té de jazmín humeante, me relamí los bigotes para luego comenzar a comer o mejor dicho devorar lo que había en la bandeja.

Al menos ten la decencia de comer como persona y no como un animal Catherina –

Levante la mirada y le negué con la cabeza para luego seguir comiendo, la verdad era que prefería comer en su forma humana, pero hacia demasiado frio y estando en mi forma de leopardo de las nieves mantenía más el calor corporal, aparte no me gustaba estar desnuda delante de él.

Está bien, pero para el baño no te quiero en cuatro patas, necesito revisar tus nalgas y tu cuello – dijo levantándose de la cama para dirigirse al baño.

"Buena suerte tratando de obligarme a regresar a mi forma humana" pensé, seguí comiendo mientras escuchaba el agua correr en el baño y luego traté de tomar mi te lo mejor que pude debido que mi lengua no llegaba hasta el fondo. Cuando terminé me volví a refugiar bajo el calor de las sábanas y traté de ignorar el palpitante dolor de cabeza, pero fue en vano.

Alexander levanto las sabanas de un movimiento dejándome al descubierto y ganándose un gruñido de mi parte, él lo ignoro y trato de sujetarme, lo esquive dando un salto fuera de la cama, pero ese movimiento brusco hizo que todo diera vueltas y que el dolor de cabeza se volviera más molesto de lo que ya era, al parecer el hechicero pareció darse cuenta de ese detalle.

¿Catherina? – llamo a mi nombre

Esta vez mi intento de esquivar a Ajax fue en vano, me había agarrado de la nuca para luego pronunciar palabras en ese idioma antiguo, sentí el cambio sin poder evitarlo, bufé contra el suelo. Alexander me ayudo a ponerme de pie y yo evitaba su mirada tratando de ignorar el palpitante dolor de cabeza y el frio que me hacía tiritar. Él puso una mano en mi frente y no lo evite, me sentía muy débil para protestar o para hacer cualquier cosa en verdad.

Estas hirviendo mi gatita –

Odiaba ese apodo, pero no dije nada, de un solo movimiento me cargo en brazos para luego llevarme al baño y depositarme en la tina, el agua caliente me hizo ronronear y muy a mi pesar deje que el hechicero me bañara. Para ser sincera, podría acostumbrar a que me mimen así, aunque probablemente la fiebre me tenía atontada, de igual forma disfrute de las caricias, hasta que llego a mis pechos y me tense, Alexander se percató de ese detalle.

Relájate – sentí la magia entrelazada con la palabra – y disfruta-

No pude resistirme a la magia del hechicero y el siguió limpiando mi cuerpo, aunque ahora se recreaba en mis pechos masajeándolos y piñizcando suavemente mis pezones, no puede evitar que se me escapara un suave gemido y al parecer ese fue el indicador para que sus manos fueran más abajo, sus expertos dedos parecían divertirse jugando con mi clítoris y disfrutaban de hacerme gemir, sentí como el placer se iba acumulando en mi centro, mi corazón me latía aceleradamente y luego una explosión que me hizo ver las estrellas, nunca había sentido tanto placer en mi vida.

De nada gatita – dijo de forma arrogante Alexander

Mi cuerpo y mente se sentían tan cansados que ni moleste en pensar una respuesta coherente, me sentía tan relajada y soñolienta, y esta vez sabía que no era por la magia de las palabras del hechicero sino por sus mágicos dedos, me deje hacer lo que faltaba del baño y ni me moleste en protestar, creo que hasta en algún momento me dormí, porque cuando volví a recuperar la conciencia estaba en la cama apoyada contra el cabezal, llevaba puesto una polera gruesa y medias de lana hasta el muslo, mi pelo estaba desenredado, seco y amarrado en una trenza suelta. Gire la cabeza y vi a Alexander sirviendo en una copita un líquido color negro y espeso, enfoque mi mirada en lo que decía la botella que tenía al lado y leí "levanta muertos".

Ni loca me tomo eso – dije en un susurro

Es medicina gatita, te prometo que hará que se te vaya la fiebre – dijo Alexander.

De un movimiento rápido tomo mi quijada y vertió el asqueroso liquido en mi boca, cuando trate de escupirlo me di cuenta que tenía las manos de Alexander tapando mi boca y nariz evitando que pudiera hacer algo, no me quedo de otra que tragarme el espeso líquido para luego maldecir al hechicero. Al menos después tuvo la decencia de alcanzarme un vaso de agua que tome desesperadamente para deshacerme del asqueroso sabor de mi boca.

Bueno gatita, descansa, vendré dentro de unas horas – dijo Alexander para luego salir de la habitación.

El sueño no tard�� en llegar así que me acomodé debajo de las abrigadoras sabanas y me dispuse a dormir esperando que al despertar me sintiera más recuperada y con más energías.