Chereads / Vendida a un Hechicero / Chapter 3 - Capítulo 3 

Chapter 3 - Capítulo 3 

Para cuando desperté estaba sola, el dolor de cabeza se había ido y ya no tenía más frio, respecto a mi trasero, aun me seguía doliendo, pero era soportable. Me estire debajo de las sabanas disfrutando de la calidez que me ofrecían y la suavidad de la cama, había extrañado tanto estas comodidades. Alexander Ajax, no sabía que pensar de ese hombre, primero me daba la paliza de mi vida y luego me cuidaba como si fuera su amante, el solo hecho de recordar lo que había pasado en la tina me hacía ruborizarme, nunca me había tocado de esa forma, menos un hombre. Suspiré mirando hacia la ventana, las pesadas y elegantes cortinas impedían que la luz entrara a la habitación, me removí con pereza de entre las sabanas y salí de la cama con una de las frazadas encima, abrí las cortinas lentamente, la luz de la tarde invadió la habitación, afuera solo se veía pinos y nieve.

Ahora que me encontraba más tranquila pude apreciar el lugar donde me encontraba, era una habitación grande que mesclaba el poder y la comodidad, había finas alfombras en el suelo y los muebles tenían un estilo victoriano, definitivamente se notaba que era el cuarto del hechicero, con pasos inseguros me dirigí al baño, era enorme y después de haber visto el cuarto no me sorprendía, miré mi reflejo en el espejo del lavado, tenía los ojos hinchados de llorar y el cuello rojo por los arañazos, la verdad era que me veía horrible, había pasado un mes encerrada y eso se notaba, mi piel estaba pálida, mi cabello reseco y había perdido varios kilos. Deje de mirar mi lamentable reflejo para lavarme la cara, había un cepillo de dientes y me tome la libertad de usarlo.

Después de hacer mis necesidades salí del baño e investigue la habitación, abrí todos los armarios, cajones y baúles a ver si encontraba algo de utilidad, pero la verdad era que solo me topé con lo típico que tendría que haber en una habitación ropa, zapatos y artículos personales y todo parecía pertenecerle a Alexander. Mire la puerta, seguro que estaba cerrada, pero nada perdía intentando, me acerque y gire la perilla, para mi sorpresa estaba abierta y no dude en salir.

El pasillo en el que me encontraba era largo, tanto para mi derecha como para mi izquierda y cada 10 metros se podía ver armaduras medievales de hierro para ambos lados del pasillo. Con pasos inseguros comencé a avanzar hacia mi izquierda, debía de admitir que la decoración era bonita y clásica, cuadros enmarcados en pan de oro, algunos tulipanes y otras variedades de flores en delicados jarrones, grandes ventanas que daban paso a la luz y ninguna sola alma. El lugar estaba vacío, no había ni un solo ruido, ni una sola conversación o murmullo, todo parecía estar desolado, ni uno de mis finos sentidos percibía algo, me abracé a mí misma y seguí mi camino, esto era un poco aterrador para ser real, sola, en un castillo en medio de la nada, encerrada con un total desconocido. Me di cuenta que cada cierto tramo había puertas, supuse que, de habitaciones, pero por más que intentaba abrirlas estas no cedían, al final del pasillo me encontré con unas escaleras en espiral hacia arriba, debía de conducir a la torre más alta del castillo, pero cuando me acerque dos armaduras bloquearon mi camino poniendo sus lanzas de por medio, me asuste tanto por el movimiento repentino que me caí para atrás.

"Todas estas armaduras deben de estar encantadas" pensé, retrocedí unos pasos y los soldados volvieron a su lugar original, esta vez corrí, pero el resultado fue el mismo, las armaduras me bloquearon.

Sí que eres terca –

No había escuchado al hechicero acercarse y debo de admitir que me tomo por sorpresa su presencia.

¿Porque no me dejan pasar? – pregunte

Porque así se los he ordenado, la torre es donde queda mi lugar de trabajo y sinceramente no quiero que rompas nada – contesto Ajax para luego darse media vuelta y comenzar a caminar.

Me estás diciendo que soy torpe – dije indignada mientras apresuraba el paso para alcanzarlo y ponerme a su lado.

No, pero eres una cachorra, 17 años es un suspiro de vida en el mundo mágico y lo sabes – contesto sin perder la compostura.

Debía de admitir que tenía razón, aun se me podría considerar una niña, pero no lo veía como una razón para prohibirme subir a la torre igualmente lo deje estar y seguí caminando a su lado sin saber a dónde nos dirigíamos.

Para cuando me di cuenta nos encontrábamos en un comedor, de esos gigantes que vez en los palacios, con una mesa larga para recibir a muchos invitados, pero la mesa solo estaba puesta para dos personas. Como era de suponer Alexander se sentó en la cabecera y yo tome el asiento a su derecha. La comida no tardo en parecer frente a nosotros, mi fina nariz no tardo en detectar el olor a venado asado, papas horneadas con mantequilla y romero, ensalada cocida con una variedad de vegetales, pero sobre todo el olor a un rico vino caliente con su toque a canela, mi boca se hacía agua.

Adelante gatita – dijo Alexander invitándome a servirme

No tarde en rellenar mi plato poniéndole una generosa ración de todo en especial del venado asado y me dispuse a comer saboreando cada bocado. El dulce vino paso por mis labios calentando mi interior y saboreé el sutil sabor a naranja, di un pequeño suspiro de satisfacción.

Veo que ya te encuentras mejor gatita y que la comida de mi mesa es de tu agrado – dijo Alexander sin a ver pasado por alto mi suspiro.

Mi seño se frunció, ya era hora que le dejara unas cosas claras a este hombre comenzando por ese ridículo apodo, ahora entendía porque a los hombres lobo les molestaba tanto que los llamaran perros, era denigrante.

No me llames así, tengo un nombre… - no pude terminar porque Ajax tomo mi rostro con su mano.

Creo que estas confundida gatita, tú no eres quien pone las normas aquí o exige algo, así que espero, te quede muy claro que te llamare como se me dé la gana – dijo Ajax para luego soltar mi rostro.

Me sobe donde me había agarrado y lo mire con odio, el ignoro mi mirada y tomo un sorbo de su vino para luego continuar.

Ya que estamos tocando el tema de las normas creo que es preciso dejarlas claras desde ahora – dijo en tono serio – primero, te dirigirás a mi como Amo a menos que yo te indique lo contario, segundo, tienes prohíbo la salida del castillo, ya sabes las consecuencias de solo intentarlo – un escalofrió paso por mi cuerpo recordando la paliza que había recibido – Tercero, como ya dije antes no puedes subir a la torre a menos que yo te lo indique, cuarto, no te pienso tener solo de decoración así que tendrás una lista de tareas que realizar durante el día, espero que las cumplas y quinto pero no menos importante – dijo chasqueando sus dedos – te quiero sin ropa 24/7 a menos que diga lo contrario – inmediatamente mi ropa desaprecio por arte de magia y yo hice lo mejor posible para cubrirme.

Me voy a volver a enfermar por andar desnuda – dije con enojo

El castillo está encantado para que el ambiente este cálido, estarás bien – contesto sin darle mucha importancia.

Y que tareas quieres que cumpla exactamente, no soy tu maldita esclava idiota –

A veces pensaba que mis neuronas procesaban mis palabras después de decirlas y no antes, como sucedía en este momento, en que sabía que la había jodido por la penetrante mirada del hechicero. No me dio tiempo para poner distancia entre los dos, él ya me tenía inmovilizada contra su cuerpo.

¿Sabes? al principio pensé en unas nalgas para hacerte entrar en razón, pero se me ha ocurrido una mejor idea – susurro contra mi oído.

Lo siguiente que paso es que desaparecimos en una nube de humo negro y todo giro a mi alrededor para luego aparecer delante de una gran jaula dorada, inmediatamente me tense.

Por favor no, por lo que más quieras no me encierres – comencé a suplicar.

Había salido de una jaula para terminar en otra, comencé a forcejear más fuerte tratando de usar mis garras para hacerle daño, pero él no parecía inmutarse por mis inútiles intentos, de un solo empujón terminé dentro de mi nueva celda.

Piensa en tus palabras gatita, tal vez un tiempo encerrada te enseñe modales y a obedecerme – dijo para luego desaparecer.

Comencé a gritar a llamar a quien sea para que me saque de ahí, mis lágrimas me impedían ver lo que había alrededor y mis suplicas descaraban mi garganta, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero en algún momento me quede sin voz, mis manos estaban sangrando, no me había percatado que las tenía en un puño y que mis garras estaban presentes.

¿Esta iba ser mi vida? Pensé, siempre encerrada, que había hecho mal, siempre había sido una buena persona, amable, solidaria, alegre, o al menos eso pensaba, tal vez era las personas que me rodeaban, un padre que me veía como una moneda de cambio, una madre cayada y sumisa, y todas las personas que se me acercaban, lo hacían porque tenían un interés con el dinero y poder de mi familia. Camine hacia atrás para luego caer de rodillas y seguir llorando en silencio, "al menos el hechicero vio algo en mi más allá que el dinero y poder de mi familia", ese fue el último pensamiento que recuerdo antes de caer rendida en la inconciencia.