Una jodida mierda, así era como me sentía en ese momento, Alex se había tomado enserio lo de entrenar y aunque no me estuviera dando una paliza si me estaba dejando sin piernas de tantas sentadillas, zancadas y saltos. Me había levantado en la madrugada, a pesar de todas mis protestas me arrastro hasta el comedor, y luego al gimnasio que ni siquiera sabía que existía, debía de admitir que desentonaba totalmente con el estilo antiguo del castillo ya que era muy moderno.
Debía de admitir que los primeros 20 minutos fueron un banquete para mis ojos que observaban a un Alex si camisa ejercitando esos exquisitos músculos, su piel brillaba con el sudor y había sido una buena distracción.
Terminé – dije sin aliento, luego de finalizar la última serie de ejercicios luego de lo que fue como una hora y media de sufrimiento.
Bien, trota un poco y luego estira –dijo para luego continuar haciendo barras. Bufe, ¿es que no le bastaba todo lo que había hecho ya? ¿y acaso él no se cansaba también de ejercitarse? Aunque para ser sincera no me molestaba verlo sudar y tensar esos esculpidos músculos.
Para cuando termine de bañarme ya era de día y la luz inundaba la habitación, Alex me había vuelto a obligar a meterme a la tina con hielo, esta vez no me queje tanto, pero igual era algo que no me agrada. Ahora me encontraba en la habitación viendo como Alex preparaba su maleta, yo por otro lado solo tenía 4 trapos que probablemente llevara encima y aun así no creía que fuera suficiente para cubrirme del frio.
Alex y yo ¿con que ropa voy a ir? – pregunte.
Alex paro un momento de hacer su maleta para rebuscar algo en el armario.
Te prestare un abrigo mío – dijo sacando uno y dándomelo, era grande, muy grande, pero iba a cumplir su función de mantenerme cálida – Ve haciendo una lista de lo que necesitas, ropa, cosas de higiene, no quiero estar yendo a cada rato a la ciudad – me indico.
Ya había estado pensando en eso, había echo una lista mental de lo que quería comprar y entre esas cosas se encontraba tollas higiénicas para cuando me viniera mi periodo que esperaba que se retrasara lo suficiente este año. Si, año, porque no era humana, y solo me venía una vez al año, pero era lo más doloroso, incómodo y molesto del mundo.
Había estado pensando también en un nombre y también una historia por si se diera el caso que me preguntaran y luego de descartar las ideas más alocadas había decidido que algo simple era lo más conveniente.
Sabes estuve pensando en un nombre y una historia, tu sabes, por si preguntan – le comenté a Alex.
Me parece bien, a ver convénceme –dijo
Soy Amanda – dije con un acento inglés marcado – vengo de un orfanato del norte de Inglaterra, Alexander me acogió como su aprendiz y pues ahora vivo con el señor, aunque debo de admitir que es un poco gruñón –
Alex rio por mi pésima actuación, pero aprobó la coartada, ahora solo quedaba un problema y era que mi rostro es muy reconocible, no quería presumir, pero dentro de la sociedad era considerada una princesa por ser la hija de mi padre que era miembro representante de nuestra especie y por ende parte del consejo sobrenatural. Pensé en que tal vez me podría teñir el pelo, estaba segura que Alex tendría por ahí algo que me sirviera o tal vez cortármelo, aunque la verdad esa última opción no me agradaba mucho.
En qué piensas – me pregunto Alex. Me tomo un poco por sorpresa su pregunta, pero talvez el me pudiera ayudar.
Pues que sigo siendo reconocible y ahora más que mi padre me busca, así que estaba pensando en cortarme el pelo o teñírmelo –
No – dijo tajante – ninguna de esas acciones es una opción, ya he pensado en ese detalle, ven – dijo haciendo una seña para que lo siga.
Era verdad, Alex aún seguía agotado mágicamente, lo había notado en la mañana cuando solo me alcanzo un batido y no el banquete que generalmente comíamos. Me limite a seguirlo y no me extraño cuando llegamos a la torre, la verdad es que ten����a curiosidad de saber que solución tenia.
Alex entro a su estudio para luego abrir y rebuscar en uno de los cajones de su escritorio, no tardo en sujetar un delicado anillo de plata con una pequeña amatista en el centro.
Este anillo te convertirá en otra persona físicamente hablando, no te lo saques por nada del mundo y no lo pierdas – dijo para luego ponerlo sobre la palma de mi mano
No te preocupes, no lo voy a perder ni romper ni nada por el estilo – dije sabiendo que probablemente pensara que aún era muy irresponsable e inmadura y la verdad es que probablemente tenía razón era joven pero tampoco era para tanto.
Ya era pasado medio día cuando salimos del castillo, se sentía liberador salir de ahí. Le había preguntado a Alex porque no simplemente nos aparecíamos, y él me había explicado que el castillo tenia encantamientos protectores para impedir eso así que tendríamos que salir fuera de los terrenos de la propiedad para recién aparecernos. Fueron como 3 km de caminata en un silencio cómodo, en donde me dedique a admirar como la primavera se habría paso lentamente a pesar de aun la mayoría del bosque seguía cubierto de nieve.
Mire el anillo que cambiaba mi apariencia, he instintivamente tome uno de los mechones de mi pelo que ya no era de un castaño oscuro sino de un rubio brillante, el anillo había cambiado completamente mi rostro dándole diferentes ángulos a mi cara y un color diferente de ojos, que de ser de un azul profundo se habían vuelto de un color miel. La verdad era que no me acostumbraba a mi nueva apariencia, no es que fuera fea, pero si me veía común, aunque supongo que esa era la idea, pasar desapercibida, de todas maneras, no le tome más importancia al asunto.
Para cuando salimos de los terrenos del castillo Alexander nos teletrasporto a lo que parecía una especie de hangar, cuando entramos me di con la sorpresa que había una variedad de autos, de colección, modernos, y hasta tanques de la primera y segunda guerra mundial. A veces me sorprendía de la edad de Alex y me preguntaba si yo llegaría a vivir una larga vida como la mayoría de los seres mágicos.
Peleaste en las guerras mundiales – pregunte
Parecía que agarre por sorpresa a Alex, como si hubiera estado pensando en otra cosa.
Sí… no fue una experiencia agradable – dijo luego de un rato, mientras entrabamos en el mismo coche negro de la vez pasada. Al parecer el "¿Por qué?" debe de haber estado estampado en toda mi cara porque antes de poder continuar el hablo – Mi padre le pareció buena idea que me enlistara por todo el tema de la disciplina, supongo que tenía razón, era joven e inmaduro y sabía que nada me iba a pasar, mis habilidades mágicas eran suficientes para mantenerme vivo y sin ningún solo rasguño y así fue, pero supongo que no conto que iba a tener que ver morir a mis compañeros y camaradas de formas tan brutales – la voz de Alex zona apagada mientras avanzábamos por la carretera.
Estoy segura que eran grandes personas y espero que estén bien, en donde sea que estén – me hubiera gustado decir más, tal vez que lo comprendía y así compartir la pena que parecía abrumarlo, pero la verdad es que no había vivido nada de eso y por más que lo intentara nunca podría sentir lo mismo que el a menos que lo viviera.
Al parecer esa etapa de su vida había marcado a Alex, ya no me parecía tan extraño que viviera aislado en un castillo, a pesar de los años la herida debía de haber dejado una cicatriz.
¿Cómo eran ellos? – pregunte. Sabía que teníamos un largo camino por delante y conocer el pasado de Alex no parecía una mala idea.
Unos idiotas, pero éramos los mejores idiotas de todo el escuadrón, nadie nos superaba, estábamos a otro nivel, y eso hizo que en un principio se creara una rivalidad entre nosotros, éramos 4 yo era el único ser mágico, los demás eran simples humanos y no sabes la cólera que me daba no poder darles una paliza a esos tres, supongo que con el tiempo en especial en las trincheras nos volvimos más unidos … - Alexander siguió contándome la historia de sus amigos pero el relato se volvió más interesante cuando menciono a Emily – era una enfermera, una chica inglesa muy bonita y los 4 caímos perdidamente enamorada de ella pero yo fui quien gano su corazón al final, me acuerdo que al finalizar la guerra fui a Londres a pedirle la mano a sus padres, nos casamos esa primavera, fueron buenas épocas – finalizo Alex.
Hubo un momento de silencio en donde Alex pareció saborear esos momentos de antaño como si los añorase.
¿Qué paso con Emily? – pregunte, no estando segura si la respuesta me fuera a gustar.
Murió en la segunda guerra, su familia era judía así que a pesar de todas mis advertencias ella decidió volver ir al frente de batalla como enfermera, no pude detenerla, para cuando fui a buscarla había sido capturada por nazis, murió en un campo de concentración – dijo en un tono triste.
Lo siento, seguro era una gran mujer –
Sabía que no era mi culpa, pero ��Qué más podría decir? Alex había perdido a muchos seres queridos y eso debía de haber dejado huellas, algo era ver morir a un humano de viejo luego de haber tenido una larga y feliz vida, y otra era ver cómo le arrebatan la vida a alguien joven que aún tenía una vida por delante.
El resto del camino transcurrió en silencio.