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Chapter 40 - Fugitivos

Tonos amarillentos con naranjas, pintaban el cielo anunciando un nuevo amenecer.

Aquel paisaje pintoresco se refelejaba en aquellos ojos grisáceos sin vida.

Adeline, no había conciliado el sueño durante toda la noche. Y aunque lo hiciera, las pesadillas la hubieran despertado. 

El bullisioso sonido del despertador resonó en cada rincón del aposento, despojando a la joven ensimismada de sus pensamientos.

Apagando la alarma, se dirigió hacia la bañera. Posteriormente de su habitual baño con agua tibia, se adentró al vestíbulo. Escogiendo un atuendo que constaba de una boina color azul oscuro como el tono de su blazer. Una enagua negra corta y su blusa blanca, tenía una corbata azulada. Le agregó a su vestuario un par de medias largas negras y unas botas de cuero.

Cepilló su larga cabellera rubia para seguidamente tomar su bolso y salir de su aposento.

Adeline descendió por el ancensor y para su fortuna, no encontró al Sr. Moriarty vagando por los pasillos junto a su refinado bastón. 

No estaba de humor para escuchar otro de sus tantos sermones que bramaba con sabiduría. El Sr. Moriarty siempre decía que envejecer era un sacrificio para llegar a esa preciada sabiduría que gozaban los de tercera edad. Tornando los ojos, sonrió al recordarlo sosteniendo su lente de oro que le colgaba del cuello y agradeció la oportunidad de volver a tener un segundo padre.

Despejando la figura del Sr. Moriarty en la recepción, salió por las puertas de vidrio. 

La ventisca de primavera la acogió, zarandeando su cabellera rubia hacia atrás.

La sensación la hizo regresar al pasado, cuando en vez de aguardar por el vehículo de Gianluca se encontraba su limusina aparcada en alguna esquina del lugar. 

Los hermanos Sonobe habían modificado su vida por completo, pero solo uno de ellos fue capaz de contemplar su verdadera esencia.

Blake, su chófer, le hizo un gesto para que la joven se aproximara a la limusina.

Adeline caminó hasta llegar a su lado.

_ Llega tarde Srta. Strange. _ Su ceño estaba levemente fruncido y en las comisuras de sus labios se asomaba una sonrisa.

_ Mejor tarde que nunca Blake. _ Recordando las últimas palabras que le dedicó la primera vez que la llevó a la facultad, sonrió, para seguidamente propinarle un par de palmadas en el hombro y adentrarse al coche.

...

El campus se encontraba aglomerado por estudiantes ricachones, que colmaban incluso los fastuosos vergeles de la facultad.

A pesar de poseer un tamaño colosal, se podía estimar la cantidad innumerable de alumnos de distintas carreras que estudiaban en el campus más exclusivo del mundo.

Algo que Adeline, consideraba como puras extravagancias.

Agradeciendo al conductor, Adeline descendió del coche. Se encaminó entre docenas de alumnos hasta dar con el menor de los Sonobe. Aquellos ojos de esmeralda brillaban con intensidad al mirarla. No obstante, Gianluca no se acercó ni ella avanzó.

_ Sabes Adeline Strange, aún no me he podido quitar este aparato de mierda que me postraron en el tobillo. Por lo que tenemos que seguir con esta película de a tres metros sobre ti, hasta que le robe el código a Jean Paul. _ Esa mirada traviesa habitual de Gianluca, la hizo arquear la ceja divertida.

_ Solo estamos separados por un metro de distancia Gianluca. _ Rodando los ojos, sonrió.

_¡Cállate sí! Arruinas nuestra película de romance-drama. _ Haciendo pucheros gruñió.

Riendo, Adeline enfiló en dirección a los casilleros. Siendo perseguida por un Gianluca completamente enamorado.

_ Y qué haremos después de clases Adeline Strange? Estaba planeando un viaje fugitivo hacia la playa. Pero estoy abierto a todas las opciones sucias e insucias que propongas. _ Moviendo las cejas seductoramente, posicionó su brazo alrededor de sus hombros.

_ Iremos a clases Gianluca. Hemos perdido casi todo un año de lecciones por estarnos fugando. Deberíamos tomar un poco más de responsabilidad, ¿no lo crees?. _ Mirándolo, ladeó la cabeza. 

_ ¡Ayy vamos! Ambos sabemos que ya pasamos la carrera. Ventajas de andar con un Sonobe primor. _ Quiñándole el ojo, la estrujó. _ No sabes cuanto te amo Adeline, me casaría en este preciso instante contigo. 

Adeline palideció al escuchar la palabra casamiento en la oración. Fue como si la figura de Gianluca se distorsionara hasta transformarse en un Jean Paul de rodillas.

El discordante sonido de la arropea, la hizo menear la cabeza y separar a Gianluca de ella.

_ Lo siento!! Todo se me olvida cuando estoy a tu lado mi amor. _ Dijo, fingiendo pena en su mirada pero con malicia en su sonrisa.

_ Iré por mis libros, no te acerques. _ Suspirando, se dio la vuelta encaminándose en dirección al casillero número trece. Al abrirlo, una foto cayó al suelo.

Con el ceño fruncido rejuntó la imagen. Reconoció al instante a los miembros que incluían la fotografía. La familia Sonobe, posaba ante una camára en el jardín. La madre de los hermanos, Erin Stronghold, se encontraba junto al Sr. Sonobe. Sus tres hijos pequeños se hallaban delante de ellos en trajes enteros. Esa tez blanca sin imperfecciones, las sonrisas fingidas de felicidad, la elegancia de la familia atinaba con la descripción que le había otorgado Damien, el guardaespladas de Jean Pierre. Sin embargo, en la foto, se podía divisar una sombra borrosa de otra persona en una esquina.

Virando la imagen, leyó un escrito en tinta negra.

Nunca podrás alcanzarme, por más que corras tras de mí, aunque quieras retirarte, siempre estaré tras de ti.

¿Quién soy Adeline?

_ La sombra. _ Murmuró atemorizada.

Un toqueteo en la puerta de su casillero, la sobresaltó.

_ Mi intención no era espantarte, solo saludarte. _ Sus ojos cafés la miraron con intriga, en tanto acomodaba su cabello oscuro hacia atrás.

Adeline desvió la mirada de la foto a Darius.

_ No se te da bien saludar. _ Comentó, introduciendo la fotografía en su libro de texto.

_  Estuve esperando a que me regresaras las llamadas y mensajes de textos no leídos en donde te invitaba por ese café que me habías prometido aceptar. _ Apoyando su figura definida en el casillero, entrelazó sus brazos.

Dos rayas marcaban su rostro desde los costados. Sus facciones eran finas y delicadas, con tez de porcelona y sus cejas pobladas enmarcaban su mirada profunda e intimidante.

Adeline sabía la respuesta, pero no era avezada de admitir sus sentimientos por otro hombre.

_ He estado algo ocupada. Me temo que será para la próxima vez. _ Sus ojos de tormenta eran tan fríos e inexpresivos que lo incitaban a conocer más de ella.

_ La próxima vez, será esta noche. Los Lancaster llevarán acabo una fiesta en el Jump in Bastille de París. Lo habitual es que mi amigo Valen, efectúe este tipo de veladas, pero esta vez el anfitrión seré yo. _ Entregándole un pase exclusivo dorado, desvió su mirada hacia una puerta de vidrio que se encontraba no más a tres metros de ellos. _ Veo que todavía lo conservas, pensé que ya te habías deshecho de él. _ Dijo, señalando con su cabeza detrás de ella.

Adeline dirigió su mirada hacia el punto señalado. En donde Gianluca al tener su rostro contiguo en el vidrio, lo empañaba, por sus incensantes bufidos coléricos junto a injuriosas palabras remitadas a Darius.

_ No puedo vivir sin él. _ Con sarcasmo y dramatismo en su voz, Adeline posicionó una mano en su pecho. _ Por lo que te pediré dos entradas exclusivas para ese dichoso club del que me hablas.

_ Es una pena que esta noche no seas mi cita, de igual modo, los Sonobe siempre son invitados a todas las festividades. Privilegios de ser propiamente un Sonobe, así que Gianluca no necesita un pase, su apellido es su entrada. _ Apartando sus ojos marrones de él, miró a Adeline. _ No solo un Sonobe te puede hacer sentir como una reina. Ya sabes en donde encontrarme. _ Tomando delicadamnete su mano, la besó. La contempló por última vez para después salir de la estancia.

A Adeline le resultaba magnética la actitud de Darius Lancaster. 

Sonriendo para sus adentros, se aproximó a Gianluca.

_ ¿Por qué demonios hablabas con ese idiota? ¡¿Ahh?! Cuando lo encuentre le romperé la cara a ese maldito, la arropea no me detiene con él. _ Su pecho subía y bajaba con frenesí, sus puños sellados denotaban ira.

_ ¿Puedes calmarte león? Tú y yo asisteremos a un club esta noche, serás mi cita. _ Haciendo un ademán con su mano, ladeó una sonrisa.

_ Si sabes que esta cosa que tengo postrada en el tobillo no me deja hacer nada contigo, ¿verdad?. _ A pesar de que seguía furioso, su tono se ensuavizó al escuchar que Adeline se dirigió a él como su cita.

_ Lo sé, por eso le robaremos el código a Jean Paul mientras duerme. ¿Qué dices? ¿Aceptas mi proposición de plan fugitivo?. _ Acercándole la palma, enarcó una ceja.

_ Soy todo tuyo Adeline Strange. _ Sellando el trato con su mano suspendida en el aire, ambos rieron.

Esta noche, Adeline se olvidará de los juegos mentales de la misteriosa sombra que los asecha, pero sobre todo lo mantendrá en secreto, sin que los hermanos lo sepan. Para no provocar más discordia de la que ya existe entre ellos.

...

_ Shh!! ¿Puedes hacer silencio? Lo vas a despertar. _ Musitó molesta a Gianluca.

_ Entiéndeme Adeline Strange. Me pongo como loco cuando te veo en cuatro patas y más con ese vestido ajustado al cuerpo. Se me para sin poder evitarlo. _ Soltando risitas con fingida inocencia, sonrió.

Adeline asestó en su abdomen una patada, provocando que Gianluca se quejara de dolor y retrocediera hasta salir gateando del aposento.

En la oscuridad de la habitación sobresalía un exiguo fulgor, proveniente del reloj inteligente de la muñeca de Jean Paul.

Levantándose, se encaminó de puntillas hacia el costado de la cama. Encontrando a un Jean Paul durmiendo plácidamente. Su respiración profunda inundaba la estancia, distrayendo a Adeline de su misión inicial.

El mayor de los Sonobe, llevaba unas pijamas negras de seda y estaba algo descobijado. Ante eso, accionó cobijándolo. Para posteriormente estirar su brazo y desbloquear el reloj. 

Sonrió al saber que su contraseña y la clave para acceder al código era la fecha de cumpleaños de ella, veintitrés. 

Buscó en configuración el sistema de seguridad que poseía el grillete de Gianluca. Al dar con la herropea digital conectada, al instante, la desconectó y liberó automáticamente el tobillo de Gianluca al usar el código.

Antes de marcharse de la habitación, lo miró con detenimiento. Su cabello oscuro despeinado, le caía en su ojos. En aquellos ojos color avellana demandantes. Adeline, acomodó su cabellera, despejando su rostro. 

Suspirando alternó la vista de la caja de seda azul que reposaba en el mueble a él. 

Bajando la cabeza, se dirigió hacia la salida.

Aquellos insondables deseos que Adeline tenía de ver a Jean Pierre la carcomían por dentro. Solo tenía que seguir por el pasillo y lo vería, pero enterró esos anhelos. Bajó por los escalones de espiral hasta adentrarse en la cochera.

_ ¿Lista para la mejor noche de tu vida?. _ Ofreciéndole su regazo, Gianluca la miró con picardía.

_ Yo conduzco. _ Sentenció, extrayendo de la vitrina las llaves del Bugatti Divo.

Ambos se adentraron al coche. Adeline lo puso en marcha, hasta esfumarse con Gianluca de la mansión Sonobe.