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Chapter 44 - Cautivo

Adeline aparcó el Tesla de Moriarty al lado de una agencia de coches.

Introduciendo las manos en los bolsillos de su gabán, color bronze, se introdujo al sitio pletórito de vehículos suntuosos.

Marcas predilectas, eran exhibidas ante numerosos clientes exclusivos propiamente de la compañía.

Siendo el Lamborghini Terzo Millennio, el que cautivó su atención.

Un subalterno se aproximaba a la joven, observándola desconcertado.

_ Ese tipo de modelos son para profesionales en el mundo automotriz, usted ni siquiera se le podría considerar principiante. _ mirándola de pies a cabeza, insinuó que Adeline no era más que una niña ricachona en busca de llamar la atención.

Adeline lo encaró.

_ Posee cuatro motores en cada rueda que desarrollan un total de 1.940 CV y 2.300 Nm de par, batería de 120 kWH, aceleración de 0 a 100 km/h en 1,85 segundos, velocidad máxima de 412 km/h y cabe mencionar que la carrocería está hecha en fibra de carbono. Podemos seguir charlando de vehículos toda la tarde, pero solo vengo a comprar uno y a usted le pagan por vender coches. Así que en vez de quedarse ahí profiriendo comentarios machistas, haga su trabajo. _ desviando la mirada, se dirigió hacia el Terzo Millennio.

Mientras que el subalterno avergonzado, se apresuró ha realizar el papeleo.

Unos minutos después, regresó con el móvil en manos, indicándole a Adeline que tomara la llamada.

Adeline confudida, atiende al llamado.

_ Un Lamborghini Terzo Millennio, interesante opción. Ya está pago, que disfrute el coche Srta. Strange. _ la demandante voz de Jean Paul resonó por el teléfono.

_ ¿Si sabes que tengo la misma cantidad de dinero que tú? Puede que no las mismas influencias pero sí las suficientes como para comprarlo por mis propios medios. _ Adeline arrugó la nariz fastidiada.

El mayor de los Sonobe sonrió, la imaginaba con ese gesto de molestia en su rostro que tanto le encantaba.

_ Lo sé, no te lo compré porque creía que no podías, lo hice porque lo querías y eso para mí se traduce en un mandato. _ toqueteando la madera con sus dedos, prosiguió. _ Volveré a ti esta noche. _ Emitió con furor.

_ Cuidate mucho Jean Paul y por favor apaga ese rastreador de tu móvil, no podré ni siquiera ir al baño tranquila pensando en que sabes exactamente en cual inodoro estoy. _ Negando con la cabeza, resopló.

En su lugar, el mayor de los Sonobe se echó a reír.

_ Eso no sucederá, es mi forma de permanecer contigo protegiéndote. Te veré pronto Adeline. _ Despidíendose, Jean Paul colgó la llamada.

Virando, Adeline le entregó al señor el móvil, quién explotó fortuitamente en lágrimas.

_ El Sr. Sonobe me despidió, por haberla tratado descortézmente, por favor perdóneme si le falté el respeto. _ Desesperado, cubrió su rostro con las manos.

Adeline sin comprender porque el señor había sido despedido. Intecerptó a unos sujetos en traje que integran la guardia de Jean Paul. Viendo esto, entendió porque el subalterno había sido despedido. Los guardias informaron al hermano mayor de los Sonobe sobre el incidente acontecido con ella.

Extrayendo la cartera de su bolso, Adeline le entregó una tarjeta.

_ El Sr. Moriarty posee una agencia especializada en vehículos clásicos. Más allá de ser el dueño, es también un gran coleccionista de antiguedades, eso incluye coches. Por si está interesado en conseguir otro empleo, llame a este número. Se necesita personal. _ Sonriendo, empezó a enfilar en dirección a la salida, no sin antes agregar. _ Que sea esta una segunda oportunidad. _ Dicho esto, el señor agradecido se despide de Adeline con una gran sonrisa.

Estando afuera del lugar, encontró a unos de los guardias custodiando la acera, según él, tal acción lo hacía pasar desapercibido ante la joven.

_ ¡Hey tú! Haz algo útil y llévale el Tesla Roadster al Sr. Moriarty. Avísale que me encuentro bien y que no tiene porqué preocuparse por mí. _ Arrojando las llaves del Tesla y que estas fueran sujetadas por él, Adeline se introdujo en el Terzo Millennio.

Antes de arrancar, revisó su celular sin pila. Por lo que de su bolso extrajo una batería recargable y lo conectó a este.

El móvil finalmente prendió, vibró varias veces a causa de las innumerables llamadas y mensajes de voz enviados por el menor de los Sonobe.

Al ver esto, Adeline entristeció.

No sabía que decir, no había ido a disculparse porque creía que en estos momentos, lo menos que quería él era verla, pero solamente sonoba más como un pretexto que la realidad, ya que Gianluca deseaba verla, en cambio ella aún no sabía que decir.

Escuchando el ultimo correo de voz, la incintó a ir tras su búsqueda.

Puso el coche en marcha, yendo tras él.

...

En el camino, Adeline contactó al guardaespaldas de Gianluca, Garet, el cual le informó que estas noches, el menor de los hermanos, le había estado enviando mensajes de texto que afirmaban estar con Adeline.

La joven preocupada negó tales afirmaciones, luego de colgar desconcertada.

Desviando su camino de la mansión Sonobe, se dirigió al Jump in Bastille.

Aparcó el vehículo al frente del sitio e ingresó con el pase especial que le había otorgado Gianluca para asistir a todos los clubes de la ciudad, si esta así lo deseara.

Adeline reconoció el rostro del cantinero, se apromixó a él con preocupación.

_ El dueño del club, Gianluca Sonobe, hace masomenos tres noches habíamos ingresado y..._ el tabernero la interrumpió, sirviéndole un trago.

_ Señorita por supuesto que reconozco a Gianluca Sonobe, todos lo conocen. No entiendo que hace aquí. ¿Acaso se arrepintió de escoger a su hermano en vez de a él?. _ con incertumbre, la miró, atento del relato narrado por Gianluca.

_ Solo dígame qué fue de él esa noche. _ frustrada, Adeline golpea la mesa.

Recibiendo una respuesta inmediata por parte del cantinero.

_ Relajese quiere? Está recién pulida. _ Gruño, limpiando la taberna. _ Salío por la puerta de atrás y no volvió a entrar. Supuse que para ese entonces el joven Sonobe ya se había marchado a su hogar. _ Dicho esto, Adeline se encaminó apresuradamente hacia la puerta trasera del lugar.

Llevándola a un callejón, Adeline revisa meticulosa el pavimiento, percatándose de manchas rojizas. Hasta que esas manchas, la condujeron hacia una pared en donde unas palabras escritas en sangre se encontraban impregnadas en esta.

¨Si lo quieres devuelta, ven por él¨

Temblando, Adeline tomó una fotografía de la pared. Atemorizada y con los ojos llorosos, salió corriendo del club.

Rápidamente contactó a Jean Pierre.

El hermano del medio, leía un libro de Julio Verne, aquel que había bajado del estante por Adeline. Lo leyó cientos de veces, pero no bastaba para saciar la ausencia de ella.

El móvil de Jean Pierre, vibró entre los libros, viendo la causante de aquel estridente sonido.

Se encontraba tan celoso, tan furioso por ser su hermano quién probara aquellos labios rojizos que él tanto anhelaba besar.

El resentimiento que sentía este por ella, lo incitiva a declinar la llamada, sin embargo, la desesperación que lo carcomía por dentro, lo hizo contestar la llamada.

_ No me digas, también se te ha confudido el número de Gianluca con el mío. Ve a molestar a otro Sonobe. _ dispuesto a colgar la llamada, Adeline lo interrumpió entre sollozos.

_ Tienen a Gianluca Jean Pierre, se lo llevaron. _ Tras decir esto, la joven rompió en llanto.

_ Iré a buscarte. _ sentenció ensimismado en recuerdos sombríos de su adolescencia.

_ No es necesario, te veré en la entrada de la mansión. _ colgando la llamada, puso en marcha el coche rumbo a la mansión Sonobe.

...

El hermano del medio, se encontraba tras el volante de un Bugatti La Voiture Noire, color negro, aguardando a la joven violinista que se avecinaba a toda velocidad con el Lamborghini Terzo Millennio, color plateado.

_ Andando. _ aquellos ojos de oro, la contemplaron con gelidez. Aceleró el vehículo, en tanto Adeline lo seguía.

...

Ambos coches se aparcaron al frente de una omnipotente edificación con incrustraciones de rubís y zafiros, esculpida en oro.

La forma de la suntuosa edificación se basaba en un laberinto de tamaño colosal.

El epígrafe del edificio recibía el nombre de Palais d' or.

El primero en bajarse fue Jean Pierre, seguido de una confusa Adeline.

_ ¿Qué tiene que ver este lugar con Gianluca?. _ mirándolo, arrugó el entrecejo.

_ Nada en particular, vengo por trabajo. _ replicó, caminando en dirección a una entrada exclusiva del lugar.

_ ¿Trabajas aquí?. _ Preguntó incrédula.

_ No, solo vengo por diversión cuando estoy extremadamente aburrido. _ encarándola, suspiró. _ Es evidente que no trabajo en este lugar, soy el dueño Adeline.

Insertó un código y la puerta secreta se abrió.

_ Pero qué hay del Royal Empire?. _ asombrada, se adentró junto a Jean Pierre al pasadizo.

_ ¿Qué? ¿Pensabas que los tres éramos dueños de un solo imperio?. La palabra compartir no existe en nuestro apellido Adeline. Jean Paul es el dueño legítimo del Royal Empire, Gianluca es la cara de la empresa junto a toda función social que esto conlleve y yo me encargo de la parte legal. _ explicó, mientras subían las gradas en forma de espiral. _ Tanto Gianluca como yo, poseemos un imperio distinto. Él controla todo lo que provenga del entretenimiento, yo por otro lado, soy dueño de un bufette de abogados. _ llegando finalmente a la lujosa oficina de Jean Pierre, ambos tomaron asiento.

_ ¿Por qué no ingresamos por la entrada principal?. _ con recelo, situó su gabán en el sofá.

_ Siempre actuando a la defensiva. Las personas me parecen irritantes, por lo que evito al máximo no ser visto por estos. _ respondió sin mirarla, revisando una carpeta.

_ Nunca aprendí como bajar la guardia. Es como si estar alerta fuera una necesidad para mí. _ susurró ella, bajando la cabeza.

Jean Pierre desvío la mirada de los papeles a ella.

_ Desde niño. _ sentándose al lado de ella, suspiró. _ Solía estudiar desde casa con una gran variedad de profesores ambientados en distintas materias. Me fastidiaba el hecho de relacionarme con otras personas y dado a eso mis padres decidieron no enviarme al instituto como a mis hermanos. Me mantuvieron lejos de los medios de prensa, porque les avergonzaba mi comportamiento hacia los demás. _ relató impasible, observándola. _ Nunca tuve una fijación por las mujeres y menos amigos... _ haciendo memoria, Jean Pierre se levantó fortuitamente. _ Había un chico que frecuentaba la mansión cuando éramos adolescentes, era mi único amigo. _ desasosegado, rebusca entre los papeles un documento. _ Yo... no lo recuerdo bien, mi mente lo enterró debido al trauma. _ intranquilo, consumió un par de ansiolíticos, los mismos que Adeline tomaba.

_ ¿Qué trauma Jean Pierre?. _ Adeline preocupada por el estado inquieto de Jean Pierre, se aproximó a él en un intento de calmarlo.

_ No quise hacerlo Adeline, de verdad, debes creerme. _ La respiración de Jean Pierre se volvió inestable, Adeline nunca lo había visto en este estado.

_ ¿Qué fue lo que hiciste Jean Pierre?. _ Con entonación preocupante, sujetó la mano de Jean Pierre.

El contacto de ella, cesó su ataque de pánico. No obstante, el segundo hermano de los Sonobe, no fue capaz de revelar su oscuro secreto...

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