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Chapter 45 - Jaque

La lluvia caía con ferocidad sobre el pavimento, rayos efímeros resplandecían la noche antes de volver a desaparecer. El estruendo de los truenos retumbaba la mansión, ahogando en ella los incensantes disparos proferidos por los hombres del hijo mayor de los Sonobe.

Cada hombre uniformado al mando de Adler, arriegaba la vida por su amo.

_ Debe irse ahora Sr. nosotros nos encargaremos. _ Vociferó Adler, protegiendo a Jean Paul de los disparos.

Aturdido, Jean Paul corrió hacia la salida del lugar. No obstante, viró al escuchar un disparo a sus espaldas.

El mayor de los Sonobe bramó al observar la figura ensagrentada de su siervo más leal esparrancada en la alfombra.

Adler, su guardaespaldas, entregó su vida a cambio de la seguridad de Jean Paul. 

Dos guardias lo cargaron en dirección a un Pagani Utopia. Introdujendo a Jean Paul en el asiento del piloto junto al portafolio negro.

El mayor de los Sonobe aceleró el coche, contemplando desde el retrovisor como los guardias que ayudaron en su fuga caían muertos sobre el césped destilando sangre.

Sus manos temblorosas oprimieron el contacto de Jean Pierre. Al salir la contestadora, Jean Paul murmuró temeroso.

_ Ya sé quién es... _ Dichas estas palabras un Koenigsegg Gemera se aproximaba a toda velocidad, colisionando con la parte trasera del Pagani de Jean Paul.

La acción remitida al coche, arrojó por inercia su móvil. 

Ambos vehículos forcejaban lado a lado para derribarse mutuamente.

Jean Paul, al borde del precipicio y su contrincante apunto de ser estrellado de lado, por colosales rocas.

Al llegar a la siguiente curva, Jean Paul miró al causante de aquel infierno por la ventana. 

Siendo esto una distracción que fue tomada como ventaja por su adversario.

El vehículo del hermano mayor, fue lanzado con fiereza hacia el precipicio, colisionando en su caída por cuantiosas rocas. Hasta que finalmente se detuvo, siendo completamente destrozado.

Mientras que el otro coche, frenó por un par de segundos, posterior de la espera, prosiguió su curso.

...

El hermano del medio se encontraba impertérrito, contemplando una pintura abstracta.

Por su parte, Adeline caminaba de lado a lado, vertiendo los ansiolitos en su boca, en un intento por calmarse.

_ Me tienes sin cuidado Jean Pierre. ¿Me dirás que sucedió?. _ intranquila, tomó asiento a su lado.

_ ¿Sabes por qué tengo un gusto peculiar por lo abstracto Adeline?. _ ladeando la cabeza, prosiguió. _ El arte abstracto posee una esencia irreconocible. No hay figuras que lo definan, es solo una simple percepción de cada quién, como el bien y el mal. _ Desvió la mirada de la pintura a ella. _ Importa el contexto que deseas atribuirle, en mi caso, lo que sucedió esa noche fue un suceso abstracto. Solo era un niño que anhelaba deshacerse de sus padres abusivos. Fue sencillo, el hijo oculto entre las sombras, no fue un blanco ante los medios de prensa. Claro que, siempre queda evidencia de todo suceso. Evidencia misma, incriminó al hijo mayor de ellos. El cerrillo solo fue encendido por un par de segundos hasta que dichos rumores se extinguieron como el fuego. _ Sus gélidos ojos dorados vagaban por la estancia. _ La cabecilla del plan era el intruso sin nombre que frecuentaba mi hogar, innovando ideas de venganza hacia mi propia familia. Recuerdo esos ojos cafés que me confesaron como elaboró un plan macabro que asesinó a dos de sus compañeros que lo mortificaban por su aspecto. Dijo haber matado a sus demonios, yo quise hacer lo mismo. Corté los frenos del coche de mis padres y fue así como los causantes de mi infierno desaparecieron. _ Dichas estas palabras flématicas por Jean Pierre, Adeline vertió más ansiolitos en su boca para procesar la revelación verídica sobre la misteriosa causa del accidente de los padres de los Sonobe.

_ ¿Crees que sea él?. _ Murmuró con temor mirándolo.

_ Es como si fuera solamente un recuerdo borroso, pero puedo asegurarlo. _ Susurró mirándola.

...

De un baúl de cuero, Adeline extrajo una frazada para cobijar la trémula figura de Jean Pierre.

El hermano del medio, se rendió ante los brazos de Morfeo, cayendo así en un tormentoso sueño.

Adeline acarició su cabello negro, hasta que el temblor se esfumara de él.

Se encontró a ella misma en él, el mismo terror ante la sumisión del sueño, el significado que realmente poseía el hecho de quedarse dormido no se asemejaba en nada a un paraíso de descanso, era más como una prisión, en donde los reos jugaban al papel de demonios. Demonios internos a los que debías de hacerle frente.

Un toque consecutivo a la puerta captó la atención de Adeline, la cual se encontraba ensimismada en Jean Pierre.

Levantándose, se dirigió hacia la puerta. Al abrirla, su mirada se fusionó con la de un joven coreano.

_ Busco al Sr. Sonobe, lo requiremos en un caso. _ Aclaró circuspecto con una carpeta en mano.

_ Seré su Sonobe acargo por esta noche. _ Sentenció con firmeza, provocando que el hombre se sintiera atraído por su carácter.

_ De acuerdo Srta. sigame por favor. _ Haciendo un ademán para que lo siguiera, la miró con formalidad.

_ Solo Adeline. _ Corrigió, cerrando la puerta de la oficina.

_  Muy bien solo Adeline, exactamente en qué rama se especializa?. _ Interrogó con seriedad, encaminándola hacia la sala de juntas.

_ Me adecuo con facilidad a cualquier rama. _ Rascándose la nuca, sonrió.

_ Es audaz su respuesta, pero me temo que no será suficiente. En unos cuantos minutos ingresará al salón de reuniones, en donde aguardan competentes abogados dispuestos a controvertir sobre el destino de los casos gratuitos en nuestra empresa. _ Explicó, deteniendo su caminado. _ Esto no es un juego solo Adeline, así que demuestre ser Jean Pierre Sonobe. _ Sentenció con severidad, adentrándose al salón.

La joven asumió el papel de un Sonobe, se encaminó con certeza hacia la entrada de la estacia.

_ Buenas noches damas y caballeros. Vengo en repretación de Jean Pierre Sonobe como abogada directora de la compañía. _ Tomando asiento en la silla giratoria principal, dirigió la mirada hacia cada uno de los presentes. _ Seré breve, de camino aquí estuve leyendo la razón de la reunión y debo de informales que me parecen absurdas sus inconformidades. _ Tornando los ojos, se precipitó hacia atrás.

Lee, el joven coreano, mansajeó su sien avergonzado por la respuesta tajante de ella.

_ ¿Disculpe? ¿Acaso somos un bufete estatal? Nuestros clientes son de alta gama, no tenemos tiempo para atender múltiples casos gratuitos que podría encargarse propiamente el Estado. _ Bramó una abogada, cruzándose de brazos.

_ Tiene razón, además si el mundo se entera de que Palais d'or asiste casos gratuitos, tendremos cantidades masivas de personas necesitadas buscando ayuda. Por lo que pasarían de segundo plano nuestros clientes más exlusivos. _ Apoyó otro abogado, limpiando sus lentes.

_ El que estén inconformes con mi desición no me perturba en lo absoluto. El motivo de ser abogados es defender a aquellos que no pueden hacerlo por su cuenta. Esta empresa está más que capacitada para atender cada caso gratuito que se demande, les guste o no. Sin embargo, si su prioridad es simplemente generar ganancias y no interesarse por el bienestar del cliente, entonces estaré esperando su carta de renuncia en mi escritorio. ¿Alguien más a favor?. _ Mirando a su alredor, se levantó. _ Sino hay más protestas, daré como culminada la reunión. Pueden retirarse. _ Cada abogado contemplaba a Adeline marchándose estupefactos.

_ Adeline. _ Lee la persiguió hasta alcanzarla. _ Buen trabajo, debería pensar en ser abogada de verdad. De seguro el Sr. Jean Pierre se vería complacido por tenerla como directora. _ Sonriendo, Lee, prosiguió su caminado.

Sonriendo, Adeline abrió la puerta de la oficina.

_ No te imaginarás lo que sucedió... _ Su sonrisa se esfumó al contemplar la devastadora mirada de Jean Pierre observando inmerso en las noticias.

La joven desvió su atención hacia la colosal pantalla adherida arriba de la chimenea. Siendo testigo del lacrimoso suceso que acontenció en Grecia.

Los expertos subían un vehículo destrozado del barranco, seguidamente extrajeron la figura casi inerte de un hombre que al inicio Adeline no pudo reconocer por la sangre que cubría su rostro.

_ No entiendo... no... no es... no puede ser él... _ Incrédula, sollozó con la esperanza de que el hecho fuera impugnable. No obstante, el segundo hermano de los Sonobe selló sus ojos dorados.

_ Mi hermano será transladado enseguida a nuestro hospital privado en Fracia. Un jet exclusivo fue a su búsqueda. Es atendido por los mejores médicos Adeline, así que te suplico que mantegas la calma y aguardes aquí. _ Ordenó, caminando hacia ella.

Todo a su alredor se silenció por completo, el latir de su corazón retumbaba desde su pecho hasta atravesarle los tímpanos. 

Absorta en Jean Paul, corrió, dejando a un Jean Pierre vociferando su nombre.

Lágrimas caían sin cesar, obstaculizando su visión. Aquello no fue un impedimento para salir de la empresa y subirse al Terzo Milleniano. 

Jean Pierre corrió tras ella sin poder alcanzarla a tiempo, se subió a su coche. Aceleró a toda velocidad rumbo al hospital Sonobe.