_ Bienvenida al Jump in Bastille de París. _ Con un ademán de presentación señaló la ostentosa edificación que se encontraba a unos metros de ellos.
_ Los Lancaster tienen estilo. _ Halagó Adeline, mirando a Gianluca con una sonrisa cómplice.
_ No tanto como los Sonobe nena. _ Ofreciéndole su antebrazo, ambos empezaron a enfilar en dirección a la extensa fila de personas que aguardaban para ingresar al club.
La presencia del menor de los Sonobe desvió la atención de los presentes hacia el discurso que Darius confería a la prensa.
Los reflectores ya no apuntaban al joven Lancaster, sino, al dúo que se avecinaba con ímpetu por la prolongada alfombra roja.
Las aglomeraciones se agruparon alrededor de la pareja, al igual que cada periodista junto a sus cámaras y micrófonos.
_ Joven Sonobe. ¿En donde están sus hermanos?. _ Preguntó un reportero con fervor, acercándole el transmisor.
_ Vengo en presentación de la familia. _ Sonrió lúdico a las cámaras.
_ Gianluca Sonobe. ¿Quién es la hermosa dama que lo acompaña esta noche?. _ Preguntó una mujer editorialista, capturándolos en una fotografía.
_ La infame violinista, reina del Téâtre des Variétés, Adeline Strange y mi futura esposa por supuesto. _ Observando de reojo a Darius, sonrió.
El bullicio aturdía a Adeline.
_ No puede ser!!! Gianluca Sonobe sale con la violinista más famosa de todo Francia. _ Comentó un grupo de personas emitiendo gritos efusivos.
_ Adeline, por qué mantienes tu identidad fuera del alcance de la presa? ¿Por qué te rehusas a las entrevistas y a las sesiones de fotos?. _ Preguntas remitadas por un hombre ofuscaron a Adeline.
_ No me gustan. _ Replicó ella contudente ante los medios de prensa.
Un par de guardias dirigidos por Garet, el guardaespaldas de Gianluca, intervinieron para seguidamente conducirlos por la entrada del lugar.
_ Respondes igual que Jean Pierre. _ Soltando una carcajada, la miró.
La mención del segundo hermano la estremeció. Su recuerdo invadió su mente, haciéndola presa de aquellos sentimientos que se negaba a desmantelar.
_ ¿Por qué demonios les dijiste eso a la presa?. _ Molesta, detuvo su caminado.
_ ¿Habría alguna diferencia? Hubiera dado lo mismo si hablara o no. Las personas siempre tendrán razones para rumerear, así que prefiero adelantarme. Además no sé porque te fastidias, no dije nada que fuera una mentira. _ Sonriendo, abrió una puerta. _ Después de ti.
Adeline ingresó por un pasillo oscuro, en donde la música retumbaba las paredes de la estancia.
Exiguos destellos de luces multicolor se tornaban al final del pasadizo.
Al incorporarse al salón, Adeline contempló la euforia que había en cada persona que restregaba sus cuerpos los unos con los otros al compás de la música.
_ Solo relájate, permíteme enseñarte._ Susurró Gianluca cerca de su oído. Sosteniendo su mano, la guió hacia una taberna en medio del salón.
El tabernero les ofreció una gran variedad de bebidas alcohólicas servidas en shots.
Gianluca le deslizó dos shots, que contenían un líquido azul neón, a Adeline.
_ ¡Salut guapa!. _ Bebiéndose los tres shots de un solo, se sostuvo de la cabina.
_ ¡Vaya! Esto está fuertísimo. _ Soltando varias carcajadas, le señaló los dos shots sin ingerir. _ Es tu turno.
Adeline lo miró para posteriormente beberse ambos shots. Su rostro se retorció por el amargor de la bebida en su garganta.
Sus sentidos se agudizaron, su cuerpo se adentró en un estado de relajación extrema.
Enfiló en dirección al salón de baile y comenzó a desplazarse al son de la música, seguida de un Gianluca anonado por la belleza de ella.
El menor de los Sonobe la sostuvo de las caderas mientras ella posaba sus brazos en los hombros de él.
Sus cuerpos se rosaban lentamente al ritmo de la pieza.
Gianluca la hizo girar ante él, pero al ser nuevamente acogida por sus brazos, ya no era el rostro de Gianluca que contemplaba en esos instantes. La figura de Jean Pierre desvaneció al menor de los Sonobe.
Aquellos insólitos ojos dorados fulguraban con intensidad, siendo para Adeline su mayor y temible debilidad. Sus labios carmesí, la incitaban a rosarlos.
La mano de Adeline acarició su rostro, descendiendo por los labios. Aquella caricia fue recíproca pero no por quién ella añoraba.
Adeline sostuvo su cabello y él la atrajo acortando la distancia.
Sus labios deseosos se ensamblaron en sincronía. No obstante, al abrir aquellos ojos de tormenta se apartó súbitamente.
_ No eres Jean Pierre. _ El dolor que profesaba Gianluca tras esas palabras la hicieron huir descorcertada del sitio.
Darius se aproximó a ella, alarmado sobre su estado. Sin embargo, para Adeline no eran más que palabras distorcionadas que ignoró por completo.
Llegando al pasillo oscuro se tropezó con una figura conocida. La cual la llevó a sus espaldas después de que se desmayara.
...
Desorientada Adeline abrió los ojos al escuchar como le abrochaban el cinturón.
_ Estás en problemas. _ Aquellos ojos color avellana la miraban desde el asiento del copiloto. Puso en marcha el Lamborghini rumbo al penthouse.
_ ¿Tú no es que estabas dormido?. _ Rascándose la nuca, observó confundida a Jean Paul.
_ Tomaba una siesta antes de mi vuelo. _ Respondió sin desviar la mirada de la carretera.
_ ¿Y también se te apetecía una fiesta antes de irte?. _ Arrugando el entrecejo, se removió con incomodidad.
El mayor de los Sonobe exihibió una foto de seguridad en la pantalla del vehículo propiamente de Adeline, cuando esta había robado el código para liberar a Gianluca de la arropea.
Adeline abrió la boca formando una O.
_ Tu teléfono tiene un localizor que consigné para tu seguridad, luego del suceso que aconteció en el callejón. _ Apagando la pantalla, suspiró. _ Las fiestas me desagradan y me desagrada aún más de que me hayan desobedecido. Esto no es un juego Adeline, estamos en peligro. Fue una gran irreponsabilidad departe de mi hermano llevarte consigo a una fiesta. _ Molesto, apretó las manos sobre el volante.
_ Tienes razón, fui tan inmadura como Gianluca. _ Adeline todavía ebria, sonrió. _ Eres lindo cuando te preocupas por mí. Me recuerdas a mi papá. _ Otorgándole una palmada en el hombro, se durmió.
Jean Paul se desvió del camino a causa de una cafetería que se hallaba todavía abierta.
Aparcó el coche para después llevar en su regazo el cuerpo de Adeline.
_ Este no es el penthouse Jean Paul. _ Frotándose los ojos, bostezó.
Una camarera se avecinó hacia ellos para tomar la orden.
_ Queremos dos lattes y una caja de donas. _ Exhortó, sin mirar a la mujer.
La cual no pudo ni tomarse las molestias de coquetear porque Jean Paul le restó la mínima importancia a su presencia.
_ La camarera se puso triste porque no recibió tu atención. _ Mencionó Adeline luego de que la mujer de mala gana, les trajera su pedido.
_ Mi atención solo la tiene una mujer Adeline. _ El mayor de los Sonobe la miró y le acercó el latte con la caja de donas.
Adeline se sonrojó y le agradeció por la comida que empezó a deglutir enseguida.
_ Después de regresarte a casa, me iré de la ciudad. Buscaré las respuestas sobre el pasado de mi familia. _ Bebiendo del latte, prosiguió. _ No quiero dejarte, solo quiero quedarme a tu lado y cuidar de ti. Pero no puedo hacerlo porque te estaría poniendo en riesgo. Así que por favor prométeme que te vas a cuidar mucho mientras no estoy. _ Jean Paul posó su mano sobre la de Adeline. _ Regresaré a ti dentro de un par de semanas. _ Acariciando su mano, sonrió.
De aquellos ojos grisáceos brotaron un par de lágrimas.
Adeline se levantó de su asiento y se sentó al lado de él, inmovilizándolo con sus brazos.
_ También cuida de ti Jean Paul. _ Con voz temblorosa, Adeline musitó.
Aquellas palabras lo hicieron llorar. Por lo que accionó abrazándola fuertemente.
Después de pagar la cuenta, Jean Paul la llevó al penthouse.
Ambos fueron recibidos por el Sr. Moriarty, el cual corrió junto con su bastón en dirección a ellos.
El mayor de los Sonobe cubrió los hombros desnudos de Adeline con su saco y la condujo con apoyo del Sr. Moriarty hacia la entrada.
La arrecostaron sobre un sofá afelpado, en donde Jean Paul permaneció durante unos minutos. Seguidamente se despidió con un beso en la frente.
_ Cuide de ella mientras no estoy Sr. Moriarty. _ Desviando su mirada entristecida de él a ella, agregó. _ Es lo más valioso que tengo. _ Sonrió con un par de lágrimas cayendo de su mentón.
El Sr. Moriarty asintió con la cabeza y sobó su hombro.
Jean Paul la miró por última vez para posteriormente marcharse del lugar.