Como prisionera de la Bestia, Bella quieta en en asiento del carro, su viaje comienza hacia una nueva vida, ¿cuál? Nadie sabe, ella misma perdida en sus pensamientos es incapaz de pronunciar palabra, aún no podía creer ser vendida por su familia. "¿Qué maldad he hecho?" se dice a sí misma. Sin saber cómo las palabras brotaron de su boca:
_¿Por qué me ha comprado? - le pregunta enfadada alzando su cabeza para mirarlo de frente - ¿Qué clase de hombre es usted, que va comprando chicas menores por ahí? ¿Es que no tiene suficientes en su casa para divertirle? Yo no hago ese tipo de cosas - un halo de desesperación suena tras su voz agachado la cabeza. El hombre ni siquiera la mira - ¿ Qué va a hacer conmigo? - Piggy suelta un sollozo y el hombre la observa.
_Nada - dice el joven que se encuentra de frente al otro lado de las ventanillas - Vas a vivir conmigo.
_¿¡Pero por qué!? ¿Por qué yo?
_Sólo quiero compañía.
_Ya le dije que no hago ese tipo de cosas.
_Yo no he dicho nada de eso - se cruzan las miradas y una luz ilumina los ojos del joven - ¿Nadie te ha dicho que tus ojos son hermosos?
_No se burle de mi - Piggy no sabe que hace, es la primera vez que da la cara y habla con un hombre.
_No me burlo Piggy - él ve como una lagrima cae del rostro de la chica - Eres bonita, yo lo veo de verdad.
_Basta por favor - su voz le tiemblan, escondida tras su pelo castaño cobrizo y desmarañado a punto de llorar.
Ambos se quedan callados durante todo el viaje, casa uno mirando por la ventana opuesta, de vez en cuando el hombre la observa.
El paisaje es hermoso, se dice ella, que nunca ha salido de su pueblo, nunca ha visto árboles tan bellos más allá del bosque que rodea el pueblo. El cielo se hace grisáceo encima de ellos, pero pequeños rayos de sol iluminan su cara. Por un lado el miedo la invade por dentro, por otro lado se siente libre, saber que ya no volverá a ese lugar donde nadie la quiere más que su hermana, quien la echa de menos "¿Qué será de ti hermana?" dice en sí.
La noche está al caer, tras la ventana Piggy observa una gran mansión, alejada de todo y todos, sola, y robusta, oscura y sombría. Escalofríos recorren por su piel. El hombre baja de su carro, el cochero la espera para salir pero ella no sale, se niega.
_Baja - le ordena el joven.
Sin saber cómo, sus piernas hacen lo que el joven dice sin pensarlo. Un frio azota su rostro. "Esto no me gusta, ¿Qué hago?" En su mente se mete la idea de escapar, pero no hay donde, más que esconderse por el bosque y correr y correr, no hay ni un alma en la zona. "Todo es tan siniestro".
El joven sigue hacia la entrada.
_Vamos, te vas a congelar si te quedas ahí.
Con las dudas en su cabeza, la chica sin más remedio va hacia la entrada. Una puerta enorme se abre como si de la nada. La mansión se ve oscura, a penas hay luz, pero nada más entrar el joven apuesto, las velas y antorchas más las lámparas se enciende pro arte de magia. La chica se sobrecoge, sólo lleva esa camisa agujereada que la cubre, hace mucho frío ahí.
_No tengas miedo - la voz del muchacho es diferente, es más dulce que cuando habla de normal. Con un carraspeo dice -Bien, esta es tu nueva casa, mi sirvienta te mostrará...tu habitación.
Sus ojos van de lado a lado, observando la casa enorme, el suelo es de mármol, un grisaceo con pinceladas de dorado, las paredes son oscuras, de rojo terciopelo con miles de velas alrededor iluminando cuadros gigantes de arte. Una gran mesa central hace parecer la entrada más grande de lo normal, en ella hay flores de todo tipo que se van marchitando. Una muchacha joven y bella con un uniforme aparece agitada y con prisa, se disculpa agachando la cabeza al señor, y de lado llega otra más mayor.
_Disculpe, estábamos poniendo la mesa señor... - la sirvienta mayor observa a Piggy la cual se va alejando poco a poco más de la entrada sin que nadie lo note.
_Llevadla a su habitación y... bañadla y darle ropa, cuando esté lista cenaremos - el señor se da la vuelta para mirar a la chica que acababa de comprar, Piggy a punto de correr para salir, al darse la vuelta se topa con el señor de frente, asustada y nerviosa intenta escapar de sus brazos, pero el joven tiene tanta fuerza que no la deja ir.
_¡Suéltame! No me gusta este lugar, no quiero nada de ti - el joven la agarra con más fuerza y lleca a tocar su cintura pero ella reacciona violentamente - ¡No me toques, no me toque3s! ¡Suéltame! ¡Suéltame he dicho! - sollozos salen de su interior pero Piggy es incapaz de escapar.
_Llevárosla. ¡Ya! - agitado, ordena a sus sirvientas que se lleven a la fuerza a la pobre chica asustada - Que no salga de su habitación, encerradla.
Las dos sirvientas intentan cogerla por los brazos, pero la chica se resiste e intenta un último esfuerzo, no puede hacer nada.
_¡No! Déjame ir por favor - sus lágrimas caen como gotas de lluvia fría. Sin poder evitarlo, las sirvientas la llevan por unas escaleras que da a una habitación oscura, al entrar esta se enciende con luz e ilumina una gran habitación como el mismo tamaño de la entrada de la mansión.
Las sirvientas la dejan en la entrada y rápidamente la encierran con llave, Piggy la portazos para que la dejen salir.
_¡Por favor no me enceréis! ¡Por favor! - recuerdos pasan por la cabeza de la joven. Una mañana paseaba por el bosque en busca de cazar a un conejo. Un hombre se cruzó por su camino y la empezó a correr para deshacerse de él. Pero con la poca rapidez que ella tenía, el hombre robusto, gordo y feo la alcanzo, haciéndola tumbar en el suelo sucio y mojado. Gritaba pero nadie la escuchaba, el hombre la amordazó con un pañuelo sucio, y la empezó a tocar. Le rompió el vestido nuevo que llevaba por la zona baja y la empezó a tocar y a decir cosas feas. La pobre Piggy, consiguió darle una patada a la espalda y acto seguido se irguió para escapar. Con el vestido sucio y roto, haciendo ver sus paños menores, corría por el pueblo todos mirándola. Al llegar a su casa, sólo se encontraban sus padres, su madre furiosa le grito que qué clase de mujerzuela es y por qué va así, provocando a los hombres con su vestido nuevo haciendo ver su figura, Su padre se enfado y la cogió de los brazos, la hizo tumbarse en la cama y le dio diez azotes en la espalda gritándole que que desgraciada era y sucia. Su madre, más tarde la encerró con llave en un cuarto oscuro y pequeño, donde se encontraban los cubos de los cerdos . No la dejaron comer ni beber durante una semana. Gracias a su hermana pequeña que de vez en cuando le traía un poco de agua y unas migajas de pan sin que sus padres se enterasen.
Al recordarlo, empieza a llorar y después se acercó a la gran ventada que hay en frente de la cama, hay una gran altura, parece que se encuentra en el ático de la mansión. Es imposible bajar, se mataría. "Mejor morirse que vivir aquí, es peor que mi familia" Pasos escucha tras la puerta, se detienen unos segundos y la joven intenta decir que le abran la puerta, pero los pasos continúan hasta desaparecer. Sin poder hacer nada, Piggy no tiene más remedio que quedarse encerrada tirada en el borde de la cama llorando.