Chapter 5 - Capítulo 5

Después de unos cuantos minutos, alguien abre la puerta. Se trata de la sirvienta mayor. En una de sus manos lleva una toalla blanca y en la otra lleva ropa.

_El baño ya está listo, Noelia te espera ahí, ella te ayudará. Vamos, sígueme - la sirvienta habla con amabilidad y tranquilidad lo que le da confianza a Piggy.

_Y si no quiero ir - responde la muchacha cansada.

_Es mejor que vayas querida, así te sentirás mejor y además... lo necesitas - Piggy se ve en el espejo en la pared que hay enfrente de la cama. Los trapos que lleva como ropa no sirven para nada, están sucios y huelen muy mal y su pelo está horrible, su mirada está vacía.

Asintiendo con la cabeza, la joven sigue a la sirvienta mayor.

_Cualquier cosa se lo dices a Noelia y ella irá a por mi - la sirvienta mayor le sonríe y le abre la puerta del baño, en un rincón del baño está Noelia, la sirvienta joven. El baño es grande, la bañera de mármol igual que el suelo de la entrada es grande por lo que caben ahí dos personas. Huele muy bien, hasta la bañera está llena con espuma y pétalos de rosas y algunas velas por ahí. La puerta se cierra y solo quedan las dos chicas. La sirvienta le hace una señal para que se desvista. Piggy se extraña ya que no le habla pero sí le sonríe. Piggy se mira ante el espejo, le da vergüenza y se encoge en sí misma, Noelia se da la vuelta. Desnuda, Piggy se queda mirando un rato al espejo, ve algunas que otras cicatrices debido a los latigazos que le han dado a lo largo de su vida, sus hombros grandes y la nariz curvada. Tapándose el pecho poco a poco se mete en la bañera.

Sentada, el agua caliente le cubre el pecho, la doncella se sienta al lado de ella en el borde y con una esponja, mete la mano en el agua y moja el cuerpo de la joven, Noelia observa las cicatrices de Piggy y con suavidad las toca con la esponja. Ambas se miran y la sirvienta le sonríe como diciendo que todo está bien.

_Gracias - le agradece Piggy con los ojos llorosos. Seguido de bañar a la invitada, con un albornoz de algodón calentito, se sienta en una silla que hay en frente del espejo, la sirvienta coge un peine con cerdas de oro y empieza a peinarla poco a poco. Después de un largo rato se van hacia la habitación de la muchacha, la ropa que le ha dejado la sirvienta mayor está en la cama. En esta posa un vestido de rojo carmín de terciopelo, fino y hermoso con detalles de encaje en el pecho. la sirvienta mayor llega.

_Póntelo, el señor lo ha escogido para ti.

_Es muy atrevido, no lo quiero.

_Por favor, te está esperando para cenar y a veces es uy impaciente. Tranquila, os sentareis uno enfrente del otro.

_Pero no me siento segura con este vestido ni esta casa ni ese hombre que me ha comprado por mil liras de oro - Piggy intenta no llorar pero se le nota en la voz algunos sollozos.

_Eso pronto cambiará, estoy segura... Así que vístete y baja las escaleras, pasas el pasillo y a la izquierda está el comedor.

Después de unos largos minutos, el joven hombre aparece sentado en la mesa del comedor, grande, con ventanas y cortinas enormes y una mesa larga en la que hay todo tipo de comida, pavo, pollo, cordero, cerdo,... Unos pasos se acercan a la entrada del comedor, es Piggy, limpia, bien peinada y bien vestida. Se ve como nueva.

_ Por favor, siéntate - el joven apuesto le muestra la silla que hay al otro extremos de la mesa, sólo son dos sillas - He escogido un buen color, no crees. Puedes coger lo que quieras de la mesa.

Piggy se muestra quieta, no se atreve a sentarse pero no quería enfadar al hombre por lo que con inseguridad se dirige a su asiento. Los olores que manan de la mesa nunca los ha olido como ahora, frescos y recién hechos, se nota el pan recién horneado, su olor con mantequilla es esquisto.

_¿Cómo estás? - le pregunta - Espero que estés satisfecha con el servicio. Ofelia es mi sirvienta de confianza, lo que quieras, se lo dices a ella o... a mi - una pequeña sonrisa aparece en el rostro del hombre -Por favor, come.

_No tengo hambre - miente, al ver esos platos la boca se le hace agua, pero al mismo tiempo le repugnan - Me repugna todo lo que venga de un señor que va comprando a niñas por ahí.

_Tu no eres una niña - silencio emana en la sala salvo el crsipeo de la hoguera en la chimenea - Bien, cómo quieras. Estoy cansado y no me apetece discutir. Vete si quieres. Ofelia te llevará la cena a tu cuarto.

Ni un minuto más y ella se levanta y tira la silla al suelo.

_¿Puedo saber tu nombre de verdad? - pero el hombre no obtiene respuesta, por lo que esta noche le toca cenar solo, otra vez.

Subiendo hacia su nuevo cuarto, ve que la cama está abierta con sábanas de seda que manan un olor de flores. Un camisón de seta está posado en el borde. Llega Ofelia, la sirvienta mayor, con una bandeja de comida, un poco de pollo con algunas frutas frescas y una gran granada roja partida.

_Que descanses querida, ah y será mejor que te pongas el camisón, o sino vas a arrugar el vestido.

En unos segundos, Ofelia desaparece, la luna reluce la habitación junto a un par de velas en la mesita de noche. La bandeja se increíble, pero a pesar del hambre se niega a cenar. Una vez puesto el camisón, se tumba en el borde. La cama le parece agradable, cómoda y caliente. Después de unos minutos perdida en sus pensamientos cae un un sueño profundo.