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Chapter 38 - Capítulo 38

Siento un ligero dolor en mi entrepierna al bajar un escalón.

-¿Estas bien? -asiento.

-Mi Kayla. -escucho desde abajo. -¿Cómo estás? ¡Igor ayúdala!

Igor me carga y me hace bajar las escaleras.

-Gracias. -susurre cuando me dejo en el suelo.

Me guiño un ojo y me sonrío de lado.

-¿Cómo seguiste? -se acerca revisando todo mis rostro, mis piernas, mis brazos. -Seguiste llorando.

Baje la mirada.

-Estoy bien.

-Ven, traje donas para el desayuno.- me sonrío mientras alzaba la bolsa de donas. -Por cierto, aquí tienes tu nuevo celular, me encargue de que nada se borrará y tuvieras todos tus contactos.

Me hizo caminar hasta la mesa de Igor y abrió una silla para que pudiera sentarme y lo hice.

-Yo... quiero darte gracias...

Me interrumpió haciendo un gesto con la mano como si no fuera importante.

-No tienes nada que agradecer. -me sonríe de forma paternal. -Mejor dime. ¿Cómo va esa garganta?

-Va mucho mejor, gracias por el té.

Me sonríe con todos sus dientes.

-Esa receta es mágica. -me guiñe un ojo y suspira. -Mi querida esposa me la enseño. ¿Sabes? Eres muy parecida a ella.

Me quedo en silencio sin saber que decir y solo miro mis manos.

-Tu historia con la abuela es aburrida.

Marcel fulmina con la mirada a Igor y le avienta su bastón haciendo que Igor la esquive.

-Última vez que le vuelves a faltar al respeto a nuestra historia, niño malcriado.

Igor rueda los ojos mientras sigue tomando de su café recargado en la silla al lado mío.

-Kayla. -llama mi atención. -Fui a tu casa.

Lo miro intrigada y suelto un suspiro.

-¿Estaba Liz?

Marcel se queda un rato pensando para volver a verme de nuevo.

-¿La morena? -pregunta confundido.

Asiento rápido esperando respuesta.

-No, solo estaba la rubia y la pelinegra.

Paso mis manos por mi rostro cansada.

¿Cómo se me ocurre dejarlas solas? ¿Qué tal si Gilbert llega con ellas y les hace algo peor?

Me levanto de golpe.

-Tengo que irme.

-No, espérate. -dice Igor. -Una enfermera vendrá a verte...

-No ocupo a ninguna enfermera, ocupo irme con las chicas. -suelto un ligero suspiro al sentir un pequeño dolor en mis costillas.

-Mi Kayla, debes estar tranquila y en reposo. -Marcel trata de pararse pero no encuentra su bastón. -Igor tráemelo.

Igor lo ignora y se acerca a mi.

-Te vas a quedar unos días aquí en mi casa y...

-No, no puedo dejarlas solas, él va a volver a buscarme y...

-¡Y nada! ¡No te va a volver a tocar ni un pelo! -grita haciendo que de un paso atrás.

-Irás a tu casa, necesitas el apoyo de tus hermanas, solo tengo una pregunta Kayla. -dice Marcel apoyándose en la silla. -¿Dónde están tus padres?

-No tengo.

Frunce el ceño.

Iba a decir algo pero escuchamos como un celular se escucha. Observo la mesa y es el nuevo celular que Marcel trajo.

Igor lo agarra y me lo entrega.

Beatriz.

-¡Mierda, me tengo que ir!

Los niños, hoy es el festival de los niños.

-¿A dónde?

Restriego mi rostro.

-Los niños tienen festival. -explico rápido.

Igor frunce el ceño.

-¿Tienes ganas de ir? Ellos pueden esperar...

-No, ellos no pueden esperar.

-¿Puedo ir? -interroga Marcel. Asiento. -Bien yo te llevo.

-No, yo la llevo.

-Bien, tú nos llevas.

Igor manejo lo más rápido que pudo a la casa para ir por mis hermanas y después ir a la escuela de los chicos.

Debo de ser fuerte, solo por esta vez, debo ser demasiado fuerte.

Al llegar los hice pasar y me fui a cambiar con lo primero que vi. Mi cabeza latía de dolor, mi estomago esta revuelto y empezaba a marearme.

-Chicas, ya.

Todas salen y Liz viene con un carácter insoportable.

-Tú no nos mandas. -cierro los ojos con fuerza.

-Pues te quedas. -le contesta Igor frío.

Salimos y ni siquiera sé que paso, ni siquiera sé si Liz vino o se quedó, ni siquiera sé en que momento llegamos a la escuela de los chicos.

Estaba tan concentrada en dejar de sentirme mal que no supe absolutamente nada.

Kayla, estas mal.

Siento que empiezo a sudar y nos adentramos a la escuela.

Marcel venía platicando con las chicas y de Igor no sé nada. Supongo que se quedará afuera.

Al entrar vemos a los chicos arriba de un escenario con carteles y con varios de sus compañeritos.

Me hace emoción el verlos tan bien cambiados, con sus cabellos en su lugar. Limpio el sudor que tengo en mi frente.

-¿Estás bien, mi Kayla? -pregunta preocupado.

Asiento mirando a los chicos. Al llegar tarde nos toca ver parados.

Trato de prestar atención a como los chicos dicen unas palabras y como hacen un pequeño baile pero no puedo concentrarme, todo me da vueltas y no puedo mantenerme de pie, siento que estoy por caer cuando unos brazos me sujetan.

-Te tengo. -escucho la voz de Igor.

Sostiene mi cintura con ambas manos y acerca mi espalda a su pecho.

-¿Por qué eres tan aferrada? ¿Era necesario venir?

Asiento y cierro un poco los ojos.

-Igor...

-Ahora los chicos darán unas palabras. -anunció la directora y le pasa el micrófono a los chicos.

-No caigas. -susurra y trato de obedecer.

Mis hermanas están demasiado contentas observando enfrente a los chicos y Marcel esta viéndonos.

-Ambos queríamos agradecer a nuestra mamá mayor. -volteo al escenario al escuchar a uno de mis pequeños. -Nuestra mamá mayor es Kayla, ella siempre hace todo para darnos lo mejor y por eso te amamos mucho.

Mis ojos empiezan a llorar y Jacob le pasa el micrófono a Lucian.

-Gracias a Kayla pudimos tener otra mamá, también te queremos mamá Beatriz. -pone el micrófono entre el y Jacob. -¡Te amamos, Kay!

Mis sollozos en cualquier momento van a salir, las lagrimas bajan como cascadas y siento mi cuerpo más débil.

-Kay. ¿Escuchaste eso? -me pregunta animada Peyton.

Asiento y tapo mi rostro para llorar. Mi cuerpo de verdad no aguanta más, me siento tan cansada y débil.

Mis pequeños me consideran su mamá, mis pequeños me aman y lo que hice fue dejarlos, sin pelear por ellos. Igor me sostiene más fuerte.

-Kayla, basta, deja de llorar.

Me voltea y con una mano me sigue sosteniendo de la cintura mientras que con otra me limpia las lágrimas.

-¡Kay!

Me volteo y los chicos vienen corriendo hacia a mi. Reúno todas mis fuerzas y me pongo en cuclillas, ambos chicos me abrazan y empiezan a llenar de besos mi rostro.

-Te amamos mucho. -me miran sonrientes y después corren con las chicas.

Igor me ayuda a levantarme cuando veo a Beatriz y Michael acercarse.

-Los quiero devuelta.

Beatriz frunce el ceño limpiándose las lagrimas y Michael suelta una risa burlona.

Reúno fuerzas para levantarme y continuo.

-No los pienso dejar más con ustedes, ellos deben estar con nosotros, su familia.

-Kayla. -me llama Peyton pero la ignoro.

-¿Cómo piensas darles un mugre pan? -dice burlón.

-Tengo trabajo.

-¿Cómo los vas a cuidar si ni siquiera sabes cuidarte tu sola? ¿Así? -hace una mueca de asco y me mira de arriba hacia abajo.

Mi cuerpo y mi mente ya no soportan un segundo más.

-Cállese, viejo estúpido. -dice Marcel enojado.

Veo a mis niños verme confundidos y solo veo a Michael diciendo más cosas que no escucho, solo veo su boca moverse.

Y eso es lo último que veo antes de caer en un sueño profundo.

Me despierto con un fuerte dolor de cabeza. Abro mis ojos y veo que estoy acostada en mi cuarto, veo mi mano y tengo algo conectado.

Me sorprendo al ver a una enfermera en mi cuarto pero ella esta sentada en la silla leyendo un libro.

¿Pero cuando llegó?

No, la pregunta es. ¿Cómo llegué aquí?

La enfermera levanta la vista y cierro rápidamente los ojos haciéndome la dormida.

Escucho muchas voces en la sala pero no puedo identificarlas, tampoco es como que lo quiera hacer.

La puerta se abre.

-Te quiero aquí cuidándola. -ordena con esa voz.

-Señor, a mi me contrataron para ponerle el suero...

-Pues se lo terminas de poner y te largas.

Pobre.

-Si, señor. El doctor Liam dijo que vendría a...

-No vendrá. Nadie más entrará a esta casa, así que terminas tu trabajo y te largas.

Escucho como sale de la habitación y me pongo en posición fetal.

Me siento tan cansada, tan triste, tan sola, tan inservible.

Veo como la enfermera se acerca y sonríe al verme.

-Buenas tardes, señorita. En unos minutos acabaré de administrarle el suero y podré retirarme.

Quise darle una sonrisa o decirle algo pero no pude. Me voltee dándole la espalda y mirando hacia la pared.

No quiero nada, no siento ganas de nada.

Escuché como alguien entró y solo pude darle la espalda sin siquiera mirar quien es.

-¿Podría dejarnos solos? -pidió amable Marcel.

Al parecer la enfermera obedeció ya que se escuchó como cerraban la puerta.

Siento como se hunde un poco el colchón y sé que esta sentado.

-Sabes que eres una chica fuerte ¿Verdad? -su voz se escucha tan tranquila y con tanto amor. -Yo ni siquiera sabia que tu tuviste que convertirte en una mujer al ser una adolescente, de verdad eres una mujer admirable, no puedo entender como alguien como tú tuvo que pasar por mucho y sigues pasando por mucho.

Sus palabras solo hacen que mis ojos se pusieran llorosos, me dije a mi misma que no quería volver a llorar, que sería la ultima vez que lloraba.

-Solo quiero decirte que no estas sola, ni que lo estarás. Tal vez nunca sea como tu padre, pero puedes confiar como si fuera uno, puedes pedirme lo que sea, que yo estaré para ti, mi Kayla y nunca más dejaré que algo más te pase.