El camino a la casa fue en completo silencio, ya no temblaba y poco a poco me sentía demasiado bien al saber que pude salvar la vida de Marina.
Veo que el coche se estaciona fuera de la casa y agarro mi bolso.
-Gracias por traerme. -le doy una leve sonrisa y salgo del coche.
Estoy por entrar a la casa cuando escucho su voz.
-Kayla. -me giro y lo observo afuera del coche, recargado. -Gracias.
Sonrío y asiento mientras me meto a la casa.
-¿Por qué tan tarde? -pregunta Ámbar en cuanto llegamos.
-Ya íbamos a ir a buscarte. -le sigue Liz.
-¿Te trajo tu jefe? -pregunta Peyton mientras abre la cortina.
-¡Cierra eso! -la regaño.
Me siento en el sofá y empiezo a contarles todo lo que paso tratando de resumirlo.
-Fuiste valiente. -Peyton me abraza.
-Esa chica es afortunada. -asienten.
-Desde un comienzo la vi y aunque se que no es del todo amable, me agrado. -comenta Liz.
-A mi no me agrado. -dice Ámbar con un gesto.
-Yo ni la tome en cuenta. -se ríe Peyton.
-Pues a mi me hubiera caído bien o mal, la hubiera salvado de eso. -las chicas asienten. -Pero bueno, cuéntenme como les fue hoy.
Pasamos hablando sobre como habían ido nuestros días y me pidieron el celular para algunas tareas, se los di pero les recordé que pusieran la alarma.
Me fui acostar y lo único que estaba en mi mente era una pregunta.
¿Lo maté?
Al llegar a la empresa todos me observaban y yo ni siquiera sabía porqué.
Me sentía muy incómoda, incluso al entrar al elevador las pocas personas que estaban dentro me observaban.
¿Acaso sabrán que me gusta mi jefe?
No te gusta tu jefe, Kayla.
Sacudí mi cabeza para eliminar esos pensamientos y en cuanto llego al piso veo a Be venir hacia mi con velocidad.
-Eres tendencia. -me extiende un periódico. -¡Salvaste a Marina! y estoy segura que todos los Gólubev están agradecidos por eso.
-Mi Kayla. -escucho la voz de Marcel.
Me giro y lo observo a Marcel y a Marina acercándose.
-No hacía falta esto. -apunte el periódico.
-Claro que hacía falta. Salvaste a la única chica de la familia. -besa la coronilla de Marina.
-Todos estamos totalmente agradecidos por lo que hiciste. -sale un señor que creo haber visto en la cena. -Soy Sergei Gólubev, padre de Marina, te haz ganado mi respeto y puedes pedir lo que quieras.
El hombre es totalmente amable al decirme eso y darme la mano, que claramente acepte y le sonreí mientras negaba.
-No tiene nada que agradecer y no tiene que darme nada.
El hombre frunce el ceño confundido y Marcel se acerca para abrazarme.
-Eres una niña muy noble. -se separa para darme una sonrisa.
-Es raro que no pidas nada. -Sergei sigue con rostro de confusión.
-Ella no es ninguna aprovechada. -le contesta Marcel sin dejar de sonreírme.
-No tengo mucho tiempo, solo vine a darte las gracias y si necesitas que paguemos algo por ti, si quieres un viaje, un carro o lo que sea le dices a Igor y él nos lo comunica. -extiende su mano y me da una sonrisa.
La acepto y quedó confundida por todo lo que me ha ofrecido.
-No hace falta nada de eso...
-Papi, dale un viaje con sus hermanas. -le dice Marina sonriente. -Ella tiene tres hermanas...
-Tengo cinco. -interrumpo incómoda.
Me ven con ojos bien abiertos y Marina sigue.
-Un viaje a las Bahamas con todo pagado. -termina emocionada.
Ahora me toca a mi abrir los ojos como platos.
-No de verdad que...
-Déjate querer, linda. -dice Marcel mientras me sonríe.
-Perfecto, iré buscando reservaciones y cuando todo esté listo Marina te entregara todo. -Sergei me da una sonrisa y después de eso se va.
-¿Te parece si vamos a comer hoy? -me pregunta tímida.
-Claro. -sonrío.
-Creo que no empezamos bien y tal vez te juzgue sin saber. -se ve avergonzada.
-Eso, mis niñas, conózcanse. -sonríe mientras se apoya de su bastón. -En la noche me visitan ambas. ¿Sí?
-Claro en la noche...
-No. -la interrumpe seria. -Yo vendré por ustedes.
-Claro, tati. Bueno me voy a trabajar. -se despide y se va al elevador.
-Vayamos con mi nieto más amargado. -me hace reír.
-Vayamos.
Marcel se va a la oficina con Igor y yo me quedo trabajando.
Al transcurso del día recibí una llamada de mis pequeños diciendo que mañana tendrían un festival del día de las madres y querían que fuéramos todas a verlos bailar, claramente les dije que ahí estaremos.
La mañana se fue rápida y Marcel se había ido hace unas horas diciendo que en la noche vendría por nosotras.
Escucho como alguien toca mi escritorio.
-¿Lista para nuestra comida? -chilla emocionada.
Río un poco y asiento.
-Claro, vayamos.
En camino al restaurante estuvimos hablando de todo pero nada a la vez.
-¿Cómo conociste a Carlos? -pregunta mientras bebe su jugo.
-Con Igor fuimos a un viaje de trabajo a Florida y fuimos a su restaurante. -explico. -Desde el primer momento me agrado.
Marina me sonríe.
-Es cosa seria Carlos pero igual yo, desde la primera vez que lo vi me agrado.
-¿Tú como lo conociste? -devuelvo la pregunta.
-Igor y Carlos desde siempre han estado en la misma escuela a excepción de la universidad. Carlos siempre ha sido tan cariñoso mientras que no puedo decir lo mismo de Igor. -rueda los ojos. -¿Sabes? A veces pienso que nunca tendrá novia o nunca será feliz.
Me quedo en mi lugar sin hacer ningún gesto, decido beber un poco de mi jugo.
-Esa cosa ni sentimientos tiene. -se queja arrugando las cejas. -Todos mis primos me tratan como princesa... y él me trata como bruja.
Suelto una carcajada y luego me tapo la boca.
-Perdón, no me quería reír de eso. -Marina también ríe mirándome tierna.
-¿Sabes? Pienso que eres demasiado tierna e inocente. -sonríe perversa. -Tú ropa es muy linda pero ocupas mostrar más piel. Necesitas tener un lado atrevido.
Abro mis ojos como plato.
-No, no, no creo que necesite eso. -limpio mis labios con la servilleta.
-¡Oh vamos! De vez en cuando debemos tener un lado perra. -la miro boquiabierta y ella ríe.
-Uhm... no sé yo...
-Luego haremos tu cambio. -me guiñe el ojo. -Ahora quiero saber como es que conociste a Igor.
Apoya su codo en la mesa para apoyar su rostro en su mano. Se ve emocionada como si se esperara una buena historia.
No sé porqué sentía una confianza con ella, así que decidí contarle todo, claro que omitiendo algunas partes.
-¿Él te salvo? ¿Él te dio un celular? ¿Él te dio una casa? -su boca y sus ojos no podían estar mas abiertos.
Asiento rascándome la cabeza nerviosa.
-Pero no digas nada.
En cuanto escucha eso levanta su dedo meñique.
-Pinky.
Entendí al segundo.
-Promise.
Sonreímos al instante.
-Entonces cada vez me convenzo que eres un ángelito, y que mi primo esta cayendo poco a poco a ti. -me mira sonriente y yo frunzo el ceño.
-No, no creo eso. -niego rápido.
-¡Claro que sí! -ahora pone un rostro pícaro. -Me vas a negar que no han tenido un acercamiento diferente o por lo menos un beso de pico.
Sube y baja sus cejas con una sonrisa y yo siento como mis mejillas se sonrojan.
-¡Lo sabía, claro que sí! -grita emocionada.
Nos ganamos algunas miradas y veo el celular.
-Es hora de irnos.
No tuve que decirle dos veces y agarra su bolsa para salir de la cafetería.
-Joder, que vergüenza. -me río al verla sonrojada. -Cuéntame como está eso de que tienes mil hermanos.
-Pues tengo tres hermanas que ya las conociste. -le digo mientras caminamos a la empresa y ella asiente concentrada en la historia. - Y mis otros hermanos son gemelos.
Ella para y me mira con la boca abierta.
-¿Gemelos? ¿De verdad? -pregunta embobada.
Asiento.
-Si.
-¡Que lindos! ¿Cuántos años tienen?
-Tienen 6. -digo orgullosa.
Su cara hace un puchero.
-Son unos bebés. ¿Algún día puedo conocerlos?
-Claro. -le doy una sonrisa.
-¿Sabes? -pregunta tímida haciendo que preste mi atención en ella. -Mi secreto es que amo a los niños, quisiera tener mil bebés.
La miro impresionada.
-Creo que yo también te juzgue sin conocerte. Pensé que eras alguien que odiaba a los bebés y que eras malcriada. -suelta a reír a carcajadas.
-Soy malcriada con mi tati y mi papá, de vez en cuando con mis primos. -me guiñe un ojo y sonrío.
-Bueno si quieres tener miles de bebés deberías empezar desde ya. -digo en broma y ella suelta un suspiro.
Temo haber dicho algo mal ya que su rostro se transforma a uno totalmente triste.
-Nunca he tenido un novio que me quiera por mis sentimientos, siempre me quieren por mi dinero o para ganar fama. -suspira.
Frunzo el ceño y paro haciendo que ella pare también.
-Pues son demasiado imbéciles. Eres una mujer hermosa y demasiado inteligente. Eres una ingeniera. ¿Por qué ocupas a hombres estúpidos? Algún momento llegara el chico con que puedas tener miles de hijos, y llegara en el momento que menos los esperas.
Su rostro cambia y me da una sonrisa mostrándome sus dientes.
-Eres muy dulce, Kayla. Sé que apenas te conozco pero ya te quiero. -se acerca abrazarme.
Ya quedaba poco para llegar a la empresa y en el camino fuimos bromeando y contando cosas nuestras, sin duda siento confianza en ella.
-Te veo en la noche. -se despide de beso.
-Hasta la noche.
Cada quien se va a su puesto de trabajo y se siente bien el saber que probablemente ya tengo una amiga.
Paso la tarde terminando trabajos y hoy no me ha tocado ver para nada a Igor. Me siento tan emocionada por esta noche que ni siquiera había notado que no lo había visto.
Siento como mi celular vibra y frunzo el ceño al ver como un número desconocido me esta llamando.
-¿Sí?
-Te quiero fuera de esa empresa y caminando una cuadra a la derecha. -me congelo al escuchar la voz de Gilbert. -Tengo a tu hermana Peyton y si no llegas sola soy capaz de encajarle esta preciosa navaja en su cuello.
Siento que dejo de respirar, todo mi cuerpo se congela, quiero pararme e irme, quiero pensar en que esta bien hacer, a quien debo llamarle.
Pero no puedo, estoy totalmente cegada por los nervios y no pienso en nada que no sea en mi hermana, me paro rápido y siento que todo el color se ha perdido.
Bajo como puedo por el elevador y avanzo, cuando salgo sigo con mi celular en mi oreja. Quedo rígida al escuchar puros llantos.
-Estás tardando bastante, gatita. -escuchó sus risas.
Siento un asco al escuchar su apodo.
Como puedo camino y llego a donde me indico. Toda la gente choca conmigo y yo solo puedo verlas pasar en cámara lenta, de verdad que no sé que me pasa, cada vez siento que me pongo peor y en lo único que pienso es en salvar a Peyton.
-Cuando pases la cuadra vas a tu izquierda y caminarás hasta el final del callejón. Te estamos esperando con ansias, gatita. -de nuevo esas risas asquerosas.
Cada vez bajo la velocidad a mis pasos cuando veo el callejón.
No siento nada, solo miedo, el miedo me carcome la piel, el miedo me tiene totalmente consumida.
Al llegar al callejón empiezo a caminar lentamente hasta que veo cuatro sombras. Cuelgan la llamada y veo como se aproximan a mi con una chica que no es Peyton.
Mi celular empieza a sonar y contesto lo más rápido que puedo.
-¡¿Dónde est...
-Ayúdame. -susurro.