No sé como responderles a los gemelos así que decido ignorarlos y enfocar mi atención en Liz. Peyton agarra a los pequeños y se adelanta al parque.
-Liz, vámonos solo fue un accidente.
-¡No! ¡No quiero estar sucia! -empieza a gritar y ya nos é que hacer.
-¿Esta drogada otra vez? -su pregunta tan despreocupada me hace verlo enojada.
-Ella no es ninguna drogadicta, imbécil, perfectamente pudiste ver que ella iba saliendo. -escupo y él se encoje de hombros
Liz no deja de grita hasta que se tira al piso.
Me tiro con ella y la abrazo agarrando mi celular.
Liz se empieza a removerse y en definitiva no estoy nada lista para cuando tenga estos ataques.
-¡Suéltame! -ahora empieza a llorar.
Igor me ve con el ceño fruncido.
-Llévala a rehabilitación, de seguro necesita droga.
Siento que veo todo rojo y alzo mi mirada.
-Cállate, alcohólico, de seguro tu también ocupas alcohol ¿No? -suelto
Siento su mirada tan pesada que decido no mirarlo, sin prestarle atención le marco a su psiquiatra.
-Liz se me puso mal y no sé que hacer. -digo en cuanto escucho que contestan.
-Tranquila, solo llévatela del problema o lo que le cauciono ese ataque y dale las pastillas que te recete. -aprieto mi agarre cuando se remueve.
-Me voy, me debes un café. -dice mirando a Liz casi con asco y se larga a su coche.
Maldito imbécil.
Cuelgo la llamada después de varias indicaciones y en eso sale Ámbar.
-Uf, parecía río. -suelta un suspiro y mira a Liz preocupada. -¿Qué paso?
-Quiero a Stefany, la quiero en mis brazos. -empieza a mirar un punto fijo mientras lagrimas empiezan a salir por sus ojos.
Verla en este estado hace que algo dentro de mi se rompa, me siento tan mal que ella se sienta así, me clava algo en el pecho cada que llama a su bebé.
Ámbar se acerca poco a poco y se pone en cuclillas con Liz.
-Liz, vamos con los chicos, nos están esperando. -le sonríe amable y Liz no responde.
-Vamos Liz. -la invito.
Tarda unos segundos hasta que se para ya no esta llorando, solo esta totalmente seria.
-Ten. -le ofrezco la pastilla y la botella de agua que siempre cargo.
-No.
Empuja mi mano haciendo que la pastilla cayera. Suelto un suspiro.
Hasta que llegamos al parque a Liz le cambio la cara, los chicos le preguntaron si estaba bien y ella le dijo que si, en cuestión de minutos parece que no había pasado absolutamente nada, incluso ignoro la mancha de café que tenia en su blusa.
Me siento en un columpio sintiéndome completamente cansada, se que con Liz esto apenas empieza, pero de verdad es agotador, tanto físico como mentalmente.
De lo único que estoy segura es que en ningún momento la dejaré sola y la ayudaré en todo lo que pueda.
Pasamos unas horas en el parque y aunque Liz ya se encontraba bien y feliz, mi animo seguía abajo.
¿Tendrá cura?
Decido dejar de pensar en eso y me pongo a jugar con los chicos, que al parecer olvidaron lo que dijo Igor.
-Gracias por prestármelos, Lourdes. -le di una sonrisa amable.
-No hay de que, sabes que puedo prestárselos cuando pidas. -me devuelve la sonrisa.
Asiento y me pongo en cuclillas para despedirme de los chicos.
-Adiós, pequeños, cuídense mucho, los amo. -le doy un largo beso a cada uno en sus mejillas.
-Nosotros también te amamos, Kay.
Asiento y me duele el pecho al dejarlos ir otra vez.
-¡Adiós, hermanitas! -se despiden por la ventana del coche.
Nos vamos hasta que ya no vemos el coche y caminamos hasta la casa en completo silencio.
Cuando llegamos cada una se va a sus habitaciones y decido hacer lo mismo.
Me despierto al escuchar como las chicas hablan fuerte.
-¡Necesito terminar esta blusa ya!
-Yo necesito terminar de estudiar, mañana tengo cinco exámenes.
-Yo necesito un masaje. -la voz de Peyton se escucha relajada.
Salgo de mi habitación y me encuentro a las chicas estresadas... menos a Peyton.
-¿Les ayudo en algo? -pregunto mientras bostezo.
-¿Me podrías prestar tu celular? -Liz se avergüenza. -Es que no le entendí a un tema y dicen que en YouTube lo explica mejor y...
Le extiendo el celular.
-No necesitan darme explicación o preguntar chicas. -les explico. -Cuando junte un poco más de dinero les compraré a cada una, es necesario.
Se me quedan viendo y decido hacerme mi cereal de desayuno.
-Kay. ¿Puedes hacernos un pastel? -pregunta Ámbar mientras cose con su maquina.
-Claro. -le respondo alegre. -Iré por algunos ingredientes.
Y así paso mi domingo, compre cosas para hornearles un pastel y fui con toda la actitud a prepararles un grandioso pastel de fresa, las chicas estaban terminando de hacer sus tareas y yo me puse a ayudar en lo que podía.
Me despierto ya que alguien sacude mis hombros.
-¡Kayla son las 7:30!
Me levanto de golpe haciendo que caiga al piso.
-¡Auch! ¿Y la alarma? -pregunto mientras corro por mi ropa.
-Al parecer no la programamos.- me grita Peyton desde afuera.
Mierda, me va a matar mi querido jefe.
-¡Mis exámenes!
Lo único bueno fue que anoche me bañe, cepillo mi cabello lo más rápido que pueda haciendo que me arda el cráneo y me pongo la ropa súper rápido.
Salgo de mi cuarto y veo a todas corriendo de un lado a otro.
-Chicas, tomen taxi, no llegarán. -iba a dejar el dinero en la mesa pero Ámbar detiene mi mano.
-Yo pagaré el taxi. -me sonríe.
-¿Segura? Todavía me queda dinero y...
-Kayla ya vete. -me corre Peyton.
-Anda ve, que yo también tengo mis ahorrados. -me guiñe el ojo Ámbar.
Todas salimos a buscar taxi y el primero es para las chicas.
-Liz. -la llamo. -Tus pastillas.
Le doy rápido una pastilla y una botella de agua.
-Gracias. -susurra y se sube al taxi.
Tarda unos minutos para llegar otro taxi y cuando llega siento la regañada que me darán.
Estúpido celular.
Después de unos segundos llego y empiezo a correr para llegar más rápido.
Una hora, llevo una hora de retraso.
Entro al elevador demasiado rápido haciendo que choque con el pecho de una persona.
-Veo que llegaste tarde. -dice divertido
Levanto mi mirada con nervios encontrándome a Alek con una ceja alzada.
Mierda.
Alek es muy parecido a Igor, solo que sus facciones no son tan frías, ni sus ojos son tan lindos como los de Igor, Alek es unos cuantos centímetros más bajo que Igor, pero sin duda no deja de ser guapo.
-Uhm. -me separo rápido. -La alarma no sonó.
Me da una sonrisa rara. Frunzo el ceño.
-Claro, suele pasar. -dice comprensivo.
Le doy una sonrisa amable y salgo corriendo cuando las puertas de el elevador se abren. Le doy un ligero saludo a Be y sigo corriendo hasta llegar a mi escritorio.
-Tarde, señorita Larson. -cierro los ojos con fuerza.
Abro mis ojos y me volteo encontrándome a Igor.
-Yo... lo sé, la alarma no sonó y...
-Sin excusas baratas. -me frena. -Te quedas una hora extra.
Asiento y se mete a su oficina. Suelto un suspiro mientras me dejo caer en la silla. Empiezo a trabajar y esta vez me concentre totalmente y no pensé en nada.
Ya todos se estaban yendo y yo suspiré al saber que aún me queda una hora de trabajo.
Escucho como abren la puerta de su oficina y sale.
Recuerdo que ayer llamo a mi hermana drogadicta y siento como los humos me salían por todas parte.
-Mañana nos quedaremos hasta más noche. -dice serio.
Asiento y vuelvo mi atención al ordenador.
-¿Escuchó?
Levanto mi mirada.
-Sí, entendí. -ruedo los ojos.
Veo a Igor ponerse tenso y se acerca rápidamente haciendo que haga la silla para atrás.
-Kayla. ¿Qué te he dicho de poner los ojos así? -agarra mi cuello con su mano haciéndome parar.
Esto esta mal. ¿Por qué no lo siento tan mal?
-Me equivoqué. -solté con trabajo.
Igor niega y hace que coloqué mi pecho en el escritorio dejando mi trasero alzado.
-No, tu lo haces para provocarme. -me da una nalgada.
Suelto un grito y me tapo mi boca con las manos.
-No es cierto, yo no... -me interrumpe dando otra nalgada haciendo que todo mi cuerpo se haga para enfrente y mis nalgas ardan.
-Cállate. -ordena y sube la falda dejando mis nalgas al aire.
-Igor, suéltame. -susurro.
Cierro los ojos cuando siento que acaricia mis nalgas con sus enormes manos, sus caricias se sienten tan bien.
De repente vuelve a darme otra nalgada y esta vez gimo, gimo de dolor y de satisfacción.
¿Satisfacción? No, no, no.
-Sé que te gusta. -susurra y sus manos abren mis piernas llegando a mi centro. Muerdo mis labios. -Estás empapada, Kayla.
Rápido recobro mi postura y me giro para verlo bajando mi falda.
-Estoy mojada porque estaba viendo porno, no se crea tan importante.
¡¿Qué?!
Kayla, en tu vida haz visto porno.
¡Le estoy diciendo a mi jefe que cuando trabajo veo porno!
-¿Qué? -frunce el ceño y aprieta su mandíbula. -¿En horas de trabajo estás viendo porno?
-No, no, no. No es lo que quise decir yo...
-¡Nada! -grita enojado. -Te prohíbo que vuelvas a ver eso.
Frunzo el ceño mientras que se acerca.
-Eso no es problema tuyo, si yo quiero ver...
-¡Cállate! -grita mientras agarra mi cuello y me acerca a él. -No quiero imaginarme lo que haces cuando ves eso, no quiero saber que tan mojada te pone. Lo único que quiero es ser dueño de esos chorros y ser el único que te pruebe.
Se acerca a mis labios y lo único que provoco con sus palabras es que me mojara más.
-Primo.
Escuchamos esa voz y rápido nos separamos y yo caigo sentada en la silla.
Dios, llévame.
-No me llames así, inoportuno. -le contesta Igor enojado metiéndose a su oficina.
Alek me da una sonrisa y se mete con él a la oficina.
Siento mi rostro arder y lo único que deseo es estar ya en mi cama.
Igor y su primo duran la siguiente hora juntos en su oficina y yo sigo trabajando intentando olvidar lo que acaba de pasar.
Alek sale y me da una sonrisa amable.
-Hasta luego, Kayla.
-Hasta luego. -susurro devuelta.
Se va y sale Igor.
-Ya te puedes ir.
No ocupa decir nada más ya que salgo como rayo dirigiéndome al elevador. Suelto un suspiro al estar ya dentro.
Joder, puras cosas raras me pasan.
Y calientes.
¿Cómo se me ocurre decirle a mi jefe que estaba viendo porno?
Lo peor de todo es que su respuesta me prendió más, estas mal, Kayla.
Al salir de la empresa decido irme caminando ya que quiero pensar, tal vez no vaya caminando hasta la casa pero hasta donde llegué, necesito pensar que hacer con esto y con mi jefe.
¿Renuncio?
No, en definitiva no, tienes un puesto que en tu vida te lo darán porque ni la preparatoria tienes terminada.
¿Qué hago con lo que siento por él?
No puedo sentir nada por mi jefe, simplemente no puedo, él no esta tomándolo en serio y ya me había dicho que tal vez pueda jugar, somos adultos y sabemos lo que hacemos.
Mierda, esto es tan complicado.
O yo lo haces complicado.
Me veo interrumpida en mis pensamientos cuando escucho un grito de una chica.
-¡Suéltame! ¡Ayuda! -grita pero aun se escucha muy alejada esa voz.
Me quedo como piedra al escuchar esa voz, la reconozco.
Es Marina, la prima de Igor.
Mierda.
La poca gente pasa pero cada una va concentrada en sus cosas, ya es de noche y no pienso dejarla sola.
Me adentro poco a poco al pasillo oscuro y veo la silueta de un señor tratando de tocar a Marina.
Siento mis nervios a tope y busco algo con que poder defender. Veo una botella de vidrio y con cuidado me agacho a tomarla y me acerco sintiendo la adrenalina a tope.
-Voy a cogerte tan duro, puta. -escucho que le dice y Marina empieza a llorar con más fuerza.
Me acerco mucho más y lo único bueno es que el viejo asqueroso esta dándome la espalda.
-¡Suéltame! ¡Te doy todo el dinero que quieras pero déjame! -llora a mares.
-¡Cállate que te mato! -la tira al suelo y se sube arriba de ella.
Me acerco lo más rápido que pueda antes de que le haga algo y me tropiezo con algo haciendo un ruido y llamando la atención de él viejo.
¡Mierda!
-¿Tú también quieres una probadita? Puedo con las dos. -sonríe mostrando sus asquerosos dientes amarillos.
-No creo. -aprieto la botella con mis manos temblorosas.
Me acerco y con todas las fuerzas que tengo golpeo su cabeza con la botella haciendo que se rompa en miles de pedazos.
El tipo cae inconsciente arriba de Marina y esta llora más mientras empuja su cuerpo hacia un lado parándose.
-¡Corre! -le grito agarrando su mano y corremos juntas.
No deja de llorar y yo lo único que hago es correr arrastrándola. No estábamos tan lejos de la empresa así que en cuanto llegamos Alek e Igor estaban por salir de la empresa.
-¿Qué paso? -Alek se acerca rápido a abrazar a Marina.
No deja de llorar mientras abraza a su primo, Igor solo nos ve con el ceño fruncido. Trato de hablar pero no puedo, estoy muy agitada y aun siento mis manos temblar.
-Me salvo. Ella me salvo. -dice aun en brazos de Alek.
-¿Qué? -me gano la mirada de los primos.
-Un tipo quería hacerle daño. -digo con voz agitada. -Llegue y pude salvarla.
-¿Cómo la salvaste? -pregunta Igor confundido.
-Solo lo golpeé. -me encojo de hombros.
-Nena, vamos, te llevaré a casa. -le habla tierno Alek y Marina asiente en sus brazos. -Kayla, de verdad muchas gracias.
Me sonríe sincero mientras abraza a Marina y yo niego.
-No hay nada que agradecer.
-Claro que hay que agradecer. Igor llévala a casa y encárgate del tipo. -le ordena a Igor y este frunce el ceño.
-No me mandas, pero lo haré.
Alek asiente y se lleva a Marina hasta la salida. Antes de salir Marina se voltea a verme con ojos llorosos.
-De verdad gracias, si no hubiera sido por ti, yo no sé que me hubiera pasado. -su voz se corta y las lagrimas vuelven a correr por sus mejillas.
Le doy una leve sonrisa.
-No agradezcas, lo volvería hacer. -se acerca y me abraza.
Acepto su abrazo.
-Cuídate. -sonríe levemente.
-Igual tú. -le devuelvo la sonrisa.
Vuelve a los brazo de su primo y se van, dejándome con Igor.