-¡No! Kayla no te vayas. -me detiene con su mano en mi brazo.
Paciencia, Kayla, paciencia.
-Igor ¿Para qué...
-Quiero té y me puedo quemar si lo hago yo solo. -dice mirándome fijamente.
Se me hace tan tierno lo que dijo pero trato de no acceder tan rápido.
-Bien, te haré tu té y me iré. -camino de nuevo a la cocina dejando mi bolso en el sofá.
Escucho los pasos pesados de Igor atrás de mi.
Empiezo a buscar todo y empiezo.
-No te puedes ir hasta mañana. -se sienta en una silla mientras me ve.
Frunzo el ceño.
-¿Por qué no?
-Hay mucha gente mala y no te puedes ir sola en taxi, es peligroso. -balancea sus pies como niño pequeño.
Trato de ocultar mi sonrisa, de verdad parece niño pequeño. Me dan unas ganas de agarrar su rostro y darle besitos.
¿No sé supone que el alcohol pone agresivos a los chicos?
-¿Y qué se supone que haga?
-Quedarte conmigo. -dice obvio.
-¿Qué tomaste?
Su rostro cambia a una mirada picara.
-Vodka. ¿Quieres? -levanta sus cejas.
Niego rápido.
-No, gracias.
Bufa.
-Pero si eres divertida cuando tomas. -hace puchero.
Pongo mi mano en mi pecho y finjo estar indignada.
-¿Así no soy divertida? ¿Tu rubia es más divertida? -suelto la última pregunta sin pensarlo.
Igor abre sus ojos como platos y empieza a reírse a carcajadas.
Ruedo mis ojos y empiezo a servir su té enojada, pongo el jodido sobre y se lo entrego.
¿Por qué mierda me enojo?
Recordar a esa rubia hace que en mi estomago se forme un nudo.
-Ten.
Cuando pongo la taza frente a él, agarra mi brazo y con un movimiento ágil me sienta en sus piernas.
-Tu eres la persona más divertida y rara que he conocido. -susurra cerca de mis labios.
Lo miro seria y detallo su rostro. No pude resistir y pase mi mano por su rostro, empecé acariciar sus mejillas y cerro sus ojos. Aproveché que estaba bastante ebrio y acaricie todo su rostro. Su piel era tan fina y delicada.
Subí mi mano y pasé mis dedos por esas cejas pobladas, puso sus manos por mi cintura y me acerco más a él sin abrir los ojos.
Mi mano llego hasta su cabello que estaba libre de gel, era tan fino y olía demasiado bien.
Vuelvo a preguntar. ¿Qué shampoo usará?
Detengo mis caricias y frunce el ceño.
-Tómate tu té. -me bajo de su regazo y suelta un gruñido.
Decido ir a la terraza donde habíamos cenado en la fiesta de Carlos antes de que este hombre me hiciera cometer una locura.
Avanzo un poco más al fondo y veo una alberca.
¿Por qué no lo había visto antes?
La alberca se miraba demasiado linda y aunque hiciera un poco de frío daban ganas de meterse. Me acerqué y me senté en la orilla tocando el agua, estaba tibia.
¿Cómo podía estar tibia si hace frío?
¿Tendrá calefacción? ¿Existe calefacción de alberca?
-Kayla levántate. -ordena Igor serio.
Obedezco y me asusto.
-¿Qué pa...
No me deja terminar ya que me agarra en sus brazos y nos hace caer a su alberca.
Puto y mil veces puto.
Siento como el agua nos empapa por completo y me aferro al cuerpo de Igor.
¿Acaso no recuerda que no sé nadar?
Salimos a la superficie y golpeo su pecho repetidas veces mientras el se ríe.
-Debiste ver tu cara. -trata de aguantar la risa pero no puede.
-Imbécil.
Trato de tocar el piso para irme lejos de él y llegar a mi casa pero no alcanzo.
-Llévame a la orilla. -ordeno enojada provocando más risa de su parte. -¡Ya!
Cuando grito él deja de reír y me observa fijamente.
-¿Así le gritas a tu noviecito? -ruedo los ojos.
-Que te importa.
Aprieta mis nalgas y golpeo su pecho.
-¡Igor no hagas eso!
-No ruedes los ojos y no menciones al marica aquel. -su rostro vuelve a estar serio y cada vez nuestros rostros están más cerca.
-Yo no lo mencione. -susurro mirando sus labios.
-¿Segura? -susurra de vuelta.
Me sostiene agarrando mis nalgas y me acerca más a él.
¿Por qué tiene que ser tan difícil resistirme a él?
-Igor...
-Kayla me estas volviendo loco. -esconde su rostro en mi cuello. -De verdad que me tienes mal. No te quiero volver a ver cerca de ese maricón.
-Entonces tu también aléjate de esa rubia.
Levanta su rostro de mi cuello rápidamente y me ve, no dice nada solo me mira. Se relame los labios y por inercia yo hago lo mismo. Cada vez nos vamos acercando más.
De repente abre los ojos como plato y se separa poco de mi.
-¡Estás celosa!
Ruedo los ojos sintiéndome furiosa y el sonríe mostrándome sus perfectos dientes.
-Llévame a la puta orilla. -ordeno furiosa.
-Oh, señorita celosa, esas palabras no son dignas para una señorita como usted.
¿Celos? Yo no siento de celos.
-No me importa, llévame a la orilla. -giro mi rostro para no verlo.
-Kayla, estoy hincado. -lo miro confundida.
Bajo un pie y es cierto. Siento mi rostro arde y rápidamente me separo de él para salirme de la alberca.
-Eres un idiota.
Salgo como puedo y me abrazo a mi misma para tratar de entrar en calor.
-Te vas a resfriar. -canturrea mientras sale.
Le doy la espalda y me sigo abrazando.
-Te daré ropa limpian, ven. -dice mientras camina al interior de la casa escurriendo todo el piso.
Llegamos a su cuarto que fue donde me atendió su amigo y me extiende una toalla y una camisa de él.
Se la arrebato y me meto al baño molesta como puedo me seco y quito mi ropa empapada, me pongo su camisa y cierro los ojos aspirando el olor, huele a él.
Salgo y veo al mismo Igor de siempre, creo que ya se le bajo un poco la borrachera.
-Te ves diminuta. -susurra.
Bajo la camisa tratando de ocultar más mis piernas y agarro mi ropa mojada.
-Adiós.-camino hasta la puerta pero su voz me detiene.
-¿No traes sostén?
-No.
Avanzo sin darle la cara y salgo del cuarto, cuando bajo el primer escalón siento como sus manos rodean mi cintura y me jala hasta él.
-¿Me quieres matar? -susurra.
Trago saliva y cierro mis ojos.
-Igor...
Muerde mi lóbulo y cierro mis ojos dejando caer la cabeza hacia atrás. Sus manos empiezan a desabrochar la camisa y detengo su mano.
-Estas ebrio y yo me tengo que ir ya.
Sin más termino de bajar las escaleras y salgo de la casa. Dios, dame fuerza para no volver.
Empiezo a caminar para encontrar un taxi.
-Espera, te llevarán. -me frena.
Uno de los hombres de negro me abre la puerta y me quedo dudosa en aceptar.
-No hace falta yo...
-Solo acepta y no me contradigas. -volvió don hielo.
Asiento no convencida del todo y me adentro al coche.
Empieza andar y yo solo quedo pensando en todo los que paso ahora. Al llegar agradezco al chófer de Igor y me acuesto durmiendo en las nubes con el olor de él.
-Solo quería saber si me prestas a los pequeños para ir a comer. -cierro mis ojos nerviosa esperando que me diga que si.
Hoy decidimos que iríamos a comer a un restaurante, por primera vez iríamos a un restaurante juntos a comer. Nos sentíamos solas y decidí pedirle permiso a Lourdes para ver si nos los presta.
Las chicas me ven impacientes y escucho como suspira tras el celular.
-No sé si sabes pero tenemos prohibido prestar a los pequeños. -abro los ojos decepcionada. -La trabajadora social viene cada 15 días a ver como están los niños e incluso les preguntan que ha pasado.
-Lo entiendo...
-Sin embargo, sé que los pequeños siempre que están con ustedes les cambia el animo, hablaré con ellos para que no le digan nada a la trabajadora social.
Pego un gritito de felicidad y empiezo a brincar, mis hermanas lo entienden y siguen conmigo.
-Gracias Lourdes, de verdad muchas gracias.
-¡Hermanas! -escuchamos sus voces.
Lourdes nos dijo que ella podría traerlos al restaurante y aquí estamos.
-Mis pequeños.
Rápido los chicos nos abrazan por las piernas y levantan sus miradas.
-Las extrañamos mucho. -me sonríen Jacob y Lucian asiente.
-Bueno, yo los dejo más tarde vendré por ellos. -Lourdes se despide de los chicos.
-Gracias. -le susurro y mientras que las chicas empiezan a consentir a los chicos yo me alejo con ella. -Lourdes, yo quería saber como se han portado y como han estado.
Mi nerviosismo la hace sonreír.
-No tienes porque sentir pena al preguntarme eso y sabes que puedes llamarme cuando quieras. -acaricia mi mejilla de forma maternal. -Los chicos han estado muy bien, en sus clases son los primeros y en sus clases de arte van demasiado bien.
Sonrío orgullosa de mis niños y siento mis ojos nublarse.
-De verdad gracias por darles una mejor oportunidad...
-Sabes perfecto que no tienes nada que agradecer. -me sonríe de forma muy amable.
-¡Kay! Ya hay que comer. -Lucian se acerca agarrando mi mano.
Lourdes sonríe y yo asiento.
-Adiós. -se despide saliendo.
Las chicas ya se habían agarrado una mesa donde cabíamos todos y nos fuimos a sentar.
En cuanto nos sentamos llego un mesero.
-¿Ya saben lo que van a ordenar?
Todos nos quedamos quietos y sin hablar.
Peyton se removió y sonrío.
-Yo quiero una hamburguesa con papas y soda. -ordeno.
-¡Yo igual! -dijeron los gemelos.
El chico sonrío y apunto.
-Creo que yo igual. -fue el turno de Liz.
-Yo también. -Ámbar y yo hablamos al unísono riéndonos.
-Serían seis hamburguesas con papas y soda. -repite la orden el chico y asiento.
Se va y empezamos a platicar disfrutando de la compañía de los chicos. Los chicos nos cuentan sobre sus clases de arte y nosotros los escuchábamos atentas. Al poco tiempo llego la comida y empezamos a comer.
La tarde fue demasiado agradable, me sentía feliz y saber que pude comprarles comida de un restaurante y que pasamos un tarde sin problemas, todos estábamos feliz y estábamos juntos que era lo más importante.
El sol poco a poco se estaba metiendo y decidí ir al parque que estaba a una cuadra de éste restaurante.
-Chicos. ¿Qué les parece ir al parque que esta cerca? -les pregunte emocionada a los pequeños.
-¡Si, si, si! -chillaron emocionados.
Asentí contenta y fui a pagar para volver con los chicos y dirigirnos hasta la salida.
-Chicos esperen, ocupo ir al baño. -dice Ámbar bailando y apretando las piernas.
-Ve al baño, te esperamos afuera. -asiente y sale casi corriendo.
Liz es la primera en salir pero no sé da cuenta que hay un hombre y choca con él haciendo que el café que tiene el hombre se derrame en la blusa de Liz.
-¡¿Acaso estás ciego?! -se exalta.
Observo al hombre y no es ni más ni menos que Igor Gólubev.
Su rostro esta completamente serio y solo sostiene su vaso vacío.
¿Siempre me lo tendré que encontrar?
-Liz, fue un accidente él no...
-¡No lo defiendas Kayla! ¡Solo porque es tu jefe! -me grita enojada y yo trato de calmarme.- ¿Acaso ya se acostaron o por qué mierda lo defiendes tanto?
Empezamos a llamar la atención de las personas dentro del restaurante y la agarro del brazo para salir.
-¿A ti en qué te afecta si nos acostamos o no? -la pregunta de Igor hacia Liz es sin expresión alguna.
¿Pero qué le pasa?
-¿Qué es acostarse? -pregunta Jacob confundido.
-¿Hiciste pijamada con tu jefe, Kay? -le sigue Lucian.
Mierda.