Chereads / Incandescente / Chapter 33 - Capítulo 33

Chapter 33 - Capítulo 33

-¡No! Kayla no te vayas. -me detiene con su mano en mi brazo.

Paciencia, Kayla, paciencia.

-Igor ¿Para qué...

-Quiero té y me puedo quemar si lo hago yo solo. -dice mirándome fijamente.

Se me hace tan tierno lo que dijo pero trato de no acceder tan rápido.

-Bien, te haré tu té y me iré. -camino de nuevo a la cocina dejando mi bolso en el sofá.

Escucho los pasos pesados de Igor atrás de mi.

Empiezo a buscar todo y empiezo.

-No te puedes ir hasta mañana. -se sienta en una silla mientras me ve.

Frunzo el ceño.

-¿Por qué no?

-Hay mucha gente mala y no te puedes ir sola en taxi, es peligroso. -balancea sus pies como niño pequeño.

Trato de ocultar mi sonrisa, de verdad parece niño pequeño. Me dan unas ganas de agarrar su rostro y darle besitos.

¿No sé supone que el alcohol pone agresivos a los chicos?

-¿Y qué se supone que haga?

-Quedarte conmigo. -dice obvio.

-¿Qué tomaste?

Su rostro cambia a una mirada picara.

-Vodka. ¿Quieres? -levanta sus cejas.

Niego rápido.

-No, gracias.

Bufa.

-Pero si eres divertida cuando tomas. -hace puchero.

Pongo mi mano en mi pecho y finjo estar indignada.

-¿Así no soy divertida? ¿Tu rubia es más divertida? -suelto la última pregunta sin pensarlo.

Igor abre sus ojos como platos y empieza a reírse a carcajadas.

Ruedo mis ojos y empiezo a servir su té enojada, pongo el jodido sobre y se lo entrego.

¿Por qué mierda me enojo?

Recordar a esa rubia hace que en mi estomago se forme un nudo.

-Ten.

Cuando pongo la taza frente a él, agarra mi brazo y con un movimiento ágil me sienta en sus piernas.

-Tu eres la persona más divertida y rara que he conocido. -susurra cerca de mis labios.

Lo miro seria y detallo su rostro. No pude resistir y pase mi mano por su rostro, empecé acariciar sus mejillas y cerro sus ojos. Aproveché que estaba bastante ebrio y acaricie todo su rostro. Su piel era tan fina y delicada.

Subí mi mano y pasé mis dedos por esas cejas pobladas, puso sus manos por mi cintura y me acerco más a él sin abrir los ojos.

Mi mano llego hasta su cabello que estaba libre de gel, era tan fino y olía demasiado bien.

Vuelvo a preguntar. ¿Qué shampoo usará?

Detengo mis caricias y frunce el ceño.

-Tómate tu té. -me bajo de su regazo y suelta un gruñido.

Decido ir a la terraza donde habíamos cenado en la fiesta de Carlos antes de que este hombre me hiciera cometer una locura.

Avanzo un poco más al fondo y veo una alberca.

¿Por qué no lo había visto antes?

La alberca se miraba demasiado linda y aunque hiciera un poco de frío daban ganas de meterse. Me acerqué y me senté en la orilla tocando el agua, estaba tibia.

¿Cómo podía estar tibia si hace frío?

¿Tendrá calefacción? ¿Existe calefacción de alberca?

-Kayla levántate. -ordena Igor serio.

Obedezco y me asusto.

-¿Qué pa...

No me deja terminar ya que me agarra en sus brazos y nos hace caer a su alberca.

Puto y mil veces puto.

Siento como el agua nos empapa por completo y me aferro al cuerpo de Igor.

¿Acaso no recuerda que no sé nadar?

Salimos a la superficie y golpeo su pecho repetidas veces mientras el se ríe.

-Debiste ver tu cara. -trata de aguantar la risa pero no puede.

-Imbécil.

Trato de tocar el piso para irme lejos de él y llegar a mi casa pero no alcanzo.

-Llévame a la orilla. -ordeno enojada provocando más risa de su parte. -¡Ya!

Cuando grito él deja de reír y me observa fijamente.

-¿Así le gritas a tu noviecito? -ruedo los ojos.

-Que te importa.

Aprieta mis nalgas y golpeo su pecho.

-¡Igor no hagas eso!

-No ruedes los ojos y no menciones al marica aquel. -su rostro vuelve a estar serio y cada vez nuestros rostros están más cerca.

-Yo no lo mencione. -susurro mirando sus labios.

-¿Segura? -susurra de vuelta.

Me sostiene agarrando mis nalgas y me acerca más a él.

¿Por qué tiene que ser tan difícil resistirme a él?

-Igor...

-Kayla me estas volviendo loco. -esconde su rostro en mi cuello. -De verdad que me tienes mal. No te quiero volver a ver cerca de ese maricón.

-Entonces tu también aléjate de esa rubia.

Levanta su rostro de mi cuello rápidamente y me ve, no dice nada solo me mira. Se relame los labios y por inercia yo hago lo mismo. Cada vez nos vamos acercando más.

De repente abre los ojos como plato y se separa poco de mi.

-¡Estás celosa!

Ruedo los ojos sintiéndome furiosa y el sonríe mostrándome sus perfectos dientes.

-Llévame a la puta orilla. -ordeno furiosa.

-Oh, señorita celosa, esas palabras no son dignas para una señorita como usted.

¿Celos? Yo no siento de celos.

-No me importa, llévame a la orilla. -giro mi rostro para no verlo.

-Kayla, estoy hincado. -lo miro confundida.

Bajo un pie y es cierto. Siento mi rostro arde y rápidamente me separo de él para salirme de la alberca.

-Eres un idiota.

Salgo como puedo y me abrazo a mi misma para tratar de entrar en calor.

-Te vas a resfriar. -canturrea mientras sale.

Le doy la espalda y me sigo abrazando.

-Te daré ropa limpian, ven. -dice mientras camina al interior de la casa escurriendo todo el piso.

Llegamos a su cuarto que fue donde me atendió su amigo y me extiende una toalla y una camisa de él.

Se la arrebato y me meto al baño molesta como puedo me seco y quito mi ropa empapada, me pongo su camisa y cierro los ojos aspirando el olor, huele a él.

Salgo y veo al mismo Igor de siempre, creo que ya se le bajo un poco la borrachera.

-Te ves diminuta. -susurra.

Bajo la camisa tratando de ocultar más mis piernas y agarro mi ropa mojada.

-Adiós.-camino hasta la puerta pero su voz me detiene.

-¿No traes sostén?

-No.

Avanzo sin darle la cara y salgo del cuarto, cuando bajo el primer escalón siento como sus manos rodean mi cintura y me jala hasta él.

-¿Me quieres matar? -susurra.

Trago saliva y cierro mis ojos.

-Igor...

Muerde mi lóbulo y cierro mis ojos dejando caer la cabeza hacia atrás. Sus manos empiezan a desabrochar la camisa y detengo su mano.

-Estas ebrio y yo me tengo que ir ya.

Sin más termino de bajar las escaleras y salgo de la casa. Dios, dame fuerza para no volver.

Empiezo a caminar para encontrar un taxi.

-Espera, te llevarán. -me frena.

Uno de los hombres de negro me abre la puerta y me quedo dudosa en aceptar.

-No hace falta yo...

-Solo acepta y no me contradigas. -volvió don hielo.

Asiento no convencida del todo y me adentro al coche.

Empieza andar y yo solo quedo pensando en todo los que paso ahora. Al llegar agradezco al chófer de Igor y me acuesto durmiendo en las nubes con el olor de él.

-Solo quería saber si me prestas a los pequeños para ir a comer. -cierro mis ojos nerviosa esperando que me diga que si.

Hoy decidimos que iríamos a comer a un restaurante, por primera vez iríamos a un restaurante juntos a comer. Nos sentíamos solas y decidí pedirle permiso a Lourdes para ver si nos los presta.

Las chicas me ven impacientes y escucho como suspira tras el celular.

-No sé si sabes pero tenemos prohibido prestar a los pequeños. -abro los ojos decepcionada. -La trabajadora social viene cada 15 días a ver como están los niños e incluso les preguntan que ha pasado.

-Lo entiendo...

-Sin embargo, sé que los pequeños siempre que están con ustedes les cambia el animo, hablaré con ellos para que no le digan nada a la trabajadora social.

Pego un gritito de felicidad y empiezo a brincar, mis hermanas lo entienden y siguen conmigo.

-Gracias Lourdes, de verdad muchas gracias.

-¡Hermanas! -escuchamos sus voces.

Lourdes nos dijo que ella podría traerlos al restaurante y aquí estamos.

-Mis pequeños.

Rápido los chicos nos abrazan por las piernas y levantan sus miradas.

-Las extrañamos mucho. -me sonríen Jacob y Lucian asiente.

-Bueno, yo los dejo más tarde vendré por ellos. -Lourdes se despide de los chicos.

-Gracias. -le susurro y mientras que las chicas empiezan a consentir a los chicos yo me alejo con ella. -Lourdes, yo quería saber como se han portado y como han estado.

Mi nerviosismo la hace sonreír.

-No tienes porque sentir pena al preguntarme eso y sabes que puedes llamarme cuando quieras. -acaricia mi mejilla de forma maternal. -Los chicos han estado muy bien, en sus clases son los primeros y en sus clases de arte van demasiado bien.

Sonrío orgullosa de mis niños y siento mis ojos nublarse.

-De verdad gracias por darles una mejor oportunidad...

-Sabes perfecto que no tienes nada que agradecer. -me sonríe de forma muy amable.

-¡Kay! Ya hay que comer. -Lucian se acerca agarrando mi mano.

Lourdes sonríe y yo asiento.

-Adiós. -se despide saliendo.

Las chicas ya se habían agarrado una mesa donde cabíamos todos y nos fuimos a sentar.

En cuanto nos sentamos llego un mesero.

-¿Ya saben lo que van a ordenar?

Todos nos quedamos quietos y sin hablar.

Peyton se removió y sonrío.

-Yo quiero una hamburguesa con papas y soda. -ordeno.

-¡Yo igual! -dijeron los gemelos.

El chico sonrío y apunto.

-Creo que yo igual. -fue el turno de Liz.

-Yo también. -Ámbar y yo hablamos al unísono riéndonos.

-Serían seis hamburguesas con papas y soda. -repite la orden el chico y asiento.

Se va y empezamos a platicar disfrutando de la compañía de los chicos. Los chicos nos cuentan sobre sus clases de arte y nosotros los escuchábamos atentas. Al poco tiempo llego la comida y empezamos a comer.

La tarde fue demasiado agradable, me sentía feliz y saber que pude comprarles comida de un restaurante y que pasamos un tarde sin problemas, todos estábamos feliz y estábamos juntos que era lo más importante.

El sol poco a poco se estaba metiendo y decidí ir al parque que estaba a una cuadra de éste restaurante.

-Chicos. ¿Qué les parece ir al parque que esta cerca? -les pregunte emocionada a los pequeños.

-¡Si, si, si! -chillaron emocionados.

Asentí contenta y fui a pagar para volver con los chicos y dirigirnos hasta la salida.

-Chicos esperen, ocupo ir al baño. -dice Ámbar bailando y apretando las piernas.

-Ve al baño, te esperamos afuera. -asiente y sale casi corriendo.

Liz es la primera en salir pero no sé da cuenta que hay un hombre y choca con él haciendo que el café que tiene el hombre se derrame en la blusa de Liz.

-¡¿Acaso estás ciego?! -se exalta.

Observo al hombre y no es ni más ni menos que Igor Gólubev.

Su rostro esta completamente serio y solo sostiene su vaso vacío.

¿Siempre me lo tendré que encontrar?

-Liz, fue un accidente él no...

-¡No lo defiendas Kayla! ¡Solo porque es tu jefe! -me grita enojada y yo trato de calmarme.- ¿Acaso ya se acostaron o por qué mierda lo defiendes tanto?

Empezamos a llamar la atención de las personas dentro del restaurante y la agarro del brazo para salir.

-¿A ti en qué te afecta si nos acostamos o no? -la pregunta de Igor hacia Liz es sin expresión alguna.

¿Pero qué le pasa?

-¿Qué es acostarse? -pregunta Jacob confundido.

-¿Hiciste pijamada con tu jefe, Kay? -le sigue Lucian.

Mierda.