Chereads / Incandescente / Chapter 27 - Capítulo 27

Chapter 27 - Capítulo 27

Suelto un suspiro al ver como Igor me da otra montaña de papeles.

No pude dormir absolutamente nada, toda la noche me pasé buscando sobre la bipolaridad en internet y tengo muchas más dudas.

-¿Le molesta el trabajo, señorita Larson? -pregunta.

Levanto mi mirada hacia él.

-Cla..claro que no, señor. -trago saliva.

Me observa fijamente haciendo que me remueva nerviosa.

-Si le queda grande el puesta, dígamelo. -reprochó.

Negué rápido desesperada.

-No, no, no. Yo puedo con el puesto. -lo mire suplicante.

No puedo estar distrayéndome o poniéndome mis moños, necesito el dinero y en ninguna parte me van a pagar como aquí lo hacen.

-Váyase a trabajar. Todo lo quiero para ahora. -me da la espalda. -Y trate de dormir, no es bueno que mis empleados tengan esas ojeras, nos da mala imagen.

Me quedo como piedra y reacciono rápido, salgo de su oficina para irme a ver al baño. Al llegar me veo en el espejo y me doy pena, mis ojeras se ven desde kilómetros, mis ojos se ven cansados y mi rostro se ve demacrado.

Mojo mi rostro y decido tratar de enfocarme en mi trabajo.

Siento como mi cabeza en cualquier momento va a explotar, sé que es porqué no dormí y no he probado bocado, faltan unos cuantos minutos para salir de mi trabajo y poder ir con el doctor de Liz.

-Puede retirarse.

Levanto mi vista y lo veo arreglándose la corbata. Bajo mi vista rápido.

Me levanto y agarro mis cosas. Veo la hora abro los ojos como plato, voy tarde a la cita.

-Mierda.

Empiezo a caminar rápido al elevador, presiono el botón con desesperación y veo a Igor entrando.

Mi pie parece tener vida propia ya que empieza a moverse de arriba hacia abajo golpeando el piso.

-Veo que tiene mucho apuro.

-Algo así. -me muerdo las uñas.

-¿Es por la fiesta? -pregunta desinteresado.

¡Mierda!

-La fiesta. -susurro ida. -La puta fiesta.

Empiezo a pasarme las manos por mi rostro mientras que siento toda la desesperación. No quiero fallarle a Carlos pero no sé si sea bueno que Liz salga y no pienso irme de fiesta sin las chicas.

-¿Acaso se le olvido, señorita Larson? -me mira encarnando una ceja.

Abro mi boca para hablar pero las puertas se abren y salgo como rayo sin siquiera despedirme de mi jefe.

Al salir me encuentro a Ámbar y a Liz afuera de la empresa. Frunzo el ceño.

-Chicas. -llamo su atención.

Ambas me miran y Ámbar sonríe mientras que Liz solo esta seria.

-Salí antes del trabajo y traje a Liz para irnos juntas a su cita. -sonríe.

Asiento y le sonrío igual para acércame de darles un beso a cada una.

-¡Mis reinas!

Giro rápido y lo abrazo.

-¡Feliz cumpleaños! -corresponde a mi abrazo y duramos unos segundo abrazados.

-¡Gracias!

-¿Es tu cumpleaños? -pregunta Liz.

Carlos me observa fulminándome.

-¡No les dijiste!

-¿Decirnos qué?

Carlos abre su boca mirándome ofendido.

-Hoy haré una fiesta, le dije a su querida hermana que les dijera pero veo que no lo hizo. -me mira para rodar sus ojos y volver a platicar con mis hermanas. -Así que les digo, hoy a las 7 en la casa de Igor y después a un antro.

Guiñe un ojo emocionado y las chicas lo ven asombrados.

-¡Claro que estaremos ahí! -dice Ámbar y siento como Igor llega a mi lado. -Solo que en lo de el antro te fallaremos.

Carlos rueda los ojos.

-¿Ustedes siempre hacen las cosas correctas? -nos pregunta a las tres.

Nos miramos entre nosotras y Liz se encoge de hombros.

-No.

-Si.

Frunzo el ceño al escuchar sus respuestas. Ahora Igor rueda los ojos.

-Aburridas. -Igor nos da la espalda.

-Como sea. Mi amigo nos ayudará con meterlas. ¡No falten! -aplaude emocionado.

Las chicas le sonríen y asiente.

-Claro. Ahí estaremos.

-Chicas ya es tarde. -digo mirando la hora en el celular.

Liz rueda los ojos.

-¿A dónde van? -pregunta Igor con el ceño fruncido.

Yo frunzo más el ceño.

-Tenemos una cita. -comenta amable Ámbar cuando ve que no contesto.

Carlos chilla emocionado.

-¡Que lindas! Tienen cita triple.

Sí es posible que Igor pueda fruncir más es ceño, lo frunce.

-Sí, con nuestros novios y se nos hace tarde. -comenta Liz.

Veo que a Igor hace puños las manos.

-Si, nos vamos, los vemos en la noche. -interrumpe Ámbar las miradas que nos estábamos dando Igor y yo.

Ámbar agarra un brazo de Liz y otro mío. Ya que estamos por tomar el autobús comento.

-Nos dijo aburridas. -murmuro dolida.

Liz suelta una carcajada.

-Kayla, lo somos.

¿Somos aburridas? No lo creo, solo que simplemente no nos ha tocado momentos para divertirnos, solo nos han tocado tragedias.

Llegamos al consultorio y siento como mis manos y piernas tiemblan de los nervios, ni siquiera sé porqué tan nerviosa.

-Kayla Larson. -me habla la asistente. -Pase usted primero.

Me sonríe y yo no puedo devolverle el gesto, limpio el sudor de mis manos en mi falda y entro al consultorio.

-Buenos tardes, Kayla. -me extiende su mano y la acepto. -Pase, tome asiento.

-Buenos días. -me siento y empiezo a mover mi pierna con nervios.

-¿Cómo ha estado?

Empieza a sacar plática pero es lo que menos quiero, quiero que me diga que le sucede a mi Liz.

-Con todo el respeto, estoy demasiado nerviosa y necesito saber que puedo hacer para ayudarla. -suelto.

Asiente y él toma asiente frente a mí.

-Se que fue difícil aceptar que Lizbeth tiene esos problemas, pero con lo único que puedes ayudar tu, es tratándola como siempre la haz tratado, no dejarla atrás ni dándole tanta atención. Muchas veces piensan que deben restringirle cosas y es el error más grande.

Asiento y trago saliva para pasar el nudo.

-Liz trabaja ¿Esta bien que siga trabajando?

-Claro. -me sonríe. -Recuerda que Lizbeth también tiene ansiedad y eso la ayuda mucho, si ella quiere salir a fiestas esta bien, también tiene depresión. En pocas palabras, olvida que tiene esta enfermedad al momento de realizar actividades, les daré un medicamento, lo bueno es que su bipolaridad no esta tan avanzada.

-Bien.

-Al parecer cuando a Lizbeth no le salen bien las cosas o le llega un pequeño ataque, ella reacciona de forma violenta ¿verdad? -asiento. -Aquí te pido demasiada paciencia, por el momento trátala con suma paciencia y no te alteres tú, se que es difícil pero solo será por un lapso pequeño ya que es nueva.

Me sigue dando información y sigue contestándome todas las dudas que tenia y le hable sobre la fiesta de esta noche y dijo que era mucho mejor que yo fuera con ella. Invito a Liz a pasar y le empezó a contar que era lo que se le había diagnosticado.

Liz solo se quedaba totalmente seria y se veía sumamente avergonzada, siguió hablando con nosotras hasta que nos quedo claro y no tuvimos dudas.

En todo el camino Liz fue callada, se veía triste y supongo que es entendible. Ámbar todo el camino fue diciendo chistosadas mientras yo me reía para ver si así tratar de encontentar a Liz, pero solo fueron pequeñas sonrisitas.

-¡¿Qué le vamos a regalar?! -pregunto Ámbar cuando entramos.

-Compré harina le puedo hacer un pastel.

Asintió.

-Te va a salir exquisito. -me guiñe el ojo.

-¿Qué nos pondremos?

Mierda, Ámbar no alcanzará ni hacer un vestido.

-Yo tengo unos pequeños vestidos. -comenta Liz.

La observamos y nos dirige a su cuarto.

-Unas amigas me los dieron o algunos Ámbar me hizo.

-Hace unos días hice unos cuantos vestidos. -Ámbar se va a su cuarto.

Cuando vuelve, entra con unos vestidos preciosos y con timidez.

-Ámbar. ¿Tú hiciste eso? -pregunta Liz boquiabierta.

-Sí. -sus mejillas agarran color.

-¡Están preciosos! -me acerco y la abrazo. -Cada día me voy dando cuenta lo exitosa que eres.

Ámbar me abraza.

-Gracias. -susurra. -Todo es gracias a ti.

Nos sonreímos y veo como Liz sale del baño con un vestido amarillo pastel.

Todos los vestidos son cortos y sencillos, son de tirantes y todos los escotes son cuadrados. Todos son colores pasteles.

-¡Pero te queda precioso! -la alagó.

-¡Ese es el color que te favorece!

El tono canela de Liz resaltaba con ese vestido, sin duda tenia una figura demasiado bonita.

-Ya llegué. -escuchamos como cierran la puerta.

-¡Tenemos fiesta debemos alistarnos!

El poquito tiempo que teníamos lo usamos a la perfección, mientras ellas se alistaban yo me puse a hacer el pastel. Me sentía demasiado contenta que todas estuviéramos felices alistándonos y ayudándonos, Liz estaba feliz y eso me trajo tranquilidad.

Sentía que algo me hacía falta para estar totalmente contenta y supe que eran mis pequeños, sigo sintiéndome mal al estar disfrutando y mis pequeños no están conmigo.

-Deja de atormentarte con lo mismo.- la voz de Peyton me interrumpe de mis pensamientos. -Los gemelos están bien, nunca les faltó comida ni mucho menos amor, pero hay que entender que el amor de hermanas a el amor de mamá y papá son muy distintos, ellos se salvaron de esta vida. Trataste de darles lo mejor y ellos nunca se quejaron, estoy segura que están sumamente agradecidos contigo, así que deja de pensar en esas cosas que ellos están teniendo buena vida.

Me volteo y la veo ya lista, ella tiene puesto el vestido azul pastel. Le sonrío triste.

-Que guapa. -da un vuelta para que la vea completa.

Me guiñe un ojo.

-Anda, yo sigo adornando el pastel, vete a cambiar.

Le hago caso y me alisto lo más rápido que puedo, las chicas seleccionaron el vestido morado pastel para mí. Empecé a ponérmelo y me maquille lo mas natural que pude, me planché mi cabello en tiempo récord. Vi la hora y ya eran las 7.

-¡Chicas ya es hora!

Las chicas decoraron el pastel, lo agarramos y salimos en busca de un taxi.

En camino a la casa de Igor me sentía nerviosa y ni siquiera se porqué.

Al llegar la casa era enorme, no tan grande como la de su abuelo, pero seguía siendo enorme. La diferencia es que todo era totalmente neutro, no había ni un solo color llamativo. Cuando estuve aquí ni siquiera noté estos detalles.

-Esto es gigante.

-Y lindo.

-Pero le hace falta color.

Yo seguía observando todo mientras las chicas opinaban sobre la casa.

Llegamos a la puerta y dos señores de negro nos abrieron las puertas.

Al entrar, las decoraciones eran igual que el exterior, todo de colores neutros, ni un color que le diera vida. Lo que le daba un poco de vida eran los adornos y globos que habían por toda la enorme casa.

Estoy segura que Igor debe estar enojado.

-Pero que mierda. ¡Me estoy haciendo hetero!