-Un psicólogo no significa que estés loco. -lo miro.
Entrecierra los ojos.
-No... pero casi.
-Claro que no es...
-A las ocho en punto pasaré por ti, ni un minuto más, ni un minuto menos, Larson.
Me quedo en mi asiento sin poder decir nada, solo asiento.
-Ya puedes irte, no me hagas esperar.
Se fue a su oficina dándome la espalda.
Joder.
-¡Ámbar, Peyton, Liz! -grito entrando a la casa.
Encuentro a las tres sentadas en el sofá pero el rostro de Liz me desconcierta.
-¿Qué te paso? -me acerco a agarrarle el rostro inspeccionándolo. -¿No te sientes bien? ¿Quieres ir al doct...
-Estoy bien. -me da una sonrisa demasiado fingida.
Las chicas solo observan todo.
-¿Cuando veremos a los niños? -pregunta Ámbar.
Trago saliva aun preocupada por Liz. Creo que cancelaré.
-Chicas, tal vez mañana.- asienten. -¿Comieron?
Asienten, pero Liz voltea a otra parte.
-¿No comió? -pregunto.
-Estoy aquí. -rueda los ojos.
Voy rápido a la cocina y veo que trajeron pocas cosas para comer, veo que hay un sobre de sopa y no dudo en empezar a hacerlo.
-Ni lo pienses, no tengo hambre.
La ignoro y sigo haciendo la sopa.
Cuando ya esta terminada la sirvo en un plato que estaban en la casa y me acerco a Liz.
-Abre la boca.
Me mira frunciendo el ceño.
-No soy bebé. -murmura entre dientes con la mirada de las chicas.
-Entonces comete la sopa. -trato de sonar dura.
-No tengo hambre. -se gira dándome la espalda.
Cierro mis ojos buscando paciencia.
-O comes o hago que comas a fuerzas, paciencia es lo que no tengo ahorita.
Me sigue ignorando y estira sus piernas en todo el sillón quedando recostada sin mirarme.
-¡Liz, basta, no estoy jugan...
Siento como golpea el plato que sostengo en mis manos haciendo que se derrame todo en mi.
Estaba hirviendo.
-¡Me tienes harta! ¡No eres mi mamá, no eres nada en mi vida, Kayla! ¡Entiéndelo! -grita con rabia.
Se levanta y se encierra en su cuarto.
Siento todo mi pecho arder por la jodida sopa.
-¡Al baño, corre!
Las chicas me llevan al baño y me meten a la regadera.
Cierro mis ojos mientras me voy resbalando quedando en el suelo. Sin duda me dolieron más sus palabras que la quemadura.
¿No soy nada en su vida?
-Kay.
Me llaman mientras sigo bajo el chorro, haciendo que mis lagrimas se pierdan entre el agua.
-Kay, tu celular. -Peyton señala mi celular que esta sonando en llamada.
-Yo contesto. -Ámbar se lo quita y se va fuera del baño.
-Kayla, se que el comportamiento de Liz cada vez esta peor y no la justifi...
-La llevaré con una psicóloga. -la interrumpo.
Me mira como si tuviera un tercer ojo.
-Kayla, la quisiste alimentar y no se dejo. ¿Crees que va a querer ir a un psicólogo?
Suspiro y cierro la llave cansada.
-Será a las malas, esta bajo mi cargo y no habrá un no. Lo que hago lo hago por su bien, quiera o no.
-Kay, le mandé la dirección a tu amigo. -aparece Ámbar con el celular. -¿Por qué no me dijiste que le haría un traje?
Pongo mi rostro en mis rodillas, aun tendré que aguantar esa horrible fiesta.
-Lo siento, no sabia si querías solo lo supuse y...
-¡Claro que quiero! -dijo emocionada. -Me iré a preparar.
Sale del baño.
-¿Tú también irás?
-No lo sé, Peyton, tal vez pueda cancelarle a mi jefe.
Peyton se pone de pie.
-Para nada, vas a ir a esa fiesta, tienes que distraerte.
Levanto mi rostro para verla.
-¿Crees que tengo animo de ir a una jodida fiesta?
Peyton sale casi corriendo del baño.
-No importa tu vas a ir, es tu trabajo. -grita desde lo lejos.
Suelto otro suspiro cansado y pongo mi rostro de nuevo en mis rodillas, no tengo ganas de nada.
-¡Báñate!
Hago caso y empiezo a quitarme la ropa mojada y quedando desnuda, observo mi cuerpo en el espejo y veo como mi pecho esta rojo por la quemadura.
Suspiro.
Me relajo un poco al sentir el agua y duro unos cuantos minutos disfrutando del agua.
Escucho que tocan la puerta y supongo que es Carlos.
Me pongo un short y una blusa vieja y salgo a la sala de estar. Al salir encuentro a Carlos checando a mis hermanas detalladamente y ellas se ven incomodas. Carlos nota mi presencia y se acerca rápidamente a mí.
-Mi reina. ¡Son preciosas! -se gira a ver a mis hermanas que solo se ven incomodas. -¡Son divinas, exquisitas! Chicas, son como unos ángeles caídos del cielo.
Ruedo los ojos ante su exageración .
-Que lindo, gracias. -susurra Ámbar tímida.
Carlos sonríe y les guiñe el ojo.
-Ustedes saldrán en mi anuncio publicitario cuando vaya a abrir mi restaurante. -abre sus ojos como si hubiera tenido la mejor idea. -¡Eso es! ¡Las tres bellezas saldrán en mi anuncio!
Las chicas lo ven asombradas.
-¿Aceptan? -se acerca y les agarra las manos a mis hermanas.
Estas aun sin poder procesar asienten.
-¡Si! -grita emocionado.
Carlos empezó a hablar con mis hermanas sobre como saldrán en su anuncio y las chicas se miraban demasiado emocionadas, a Carlos se le olvido por completo que venia a hacerse su traje, mientras ellos hablaban yo fui a darle un vistazo a Liz.
Se había quedado dormida de nuevo abrazando a un peluche.
Escuche como el timbre suena y voy para ver quien es.
¿Quién podrá ser? Ni siquiera son las cinco para que sea Igor.
Abro y me encuentro a un chico con una grande caja en manos.
-¿Kayla Larson? -pregunta.
Asiento desorientada y me entrega la caja.
-¿Para mi? -frunzo el ceño. -¿De quien?
El chico señala una la pequeña carta que tiene la caja arriba.
-¿Podría firmar para saber que recibo su entrega?
Asiento confundida y siento la presencia de Carlos, Peyton y Ámbar detrás de mi.
Me giro para entregarles la caja y poder firmar y me ven confundidos.
El chico me dice donde firmar y lo hago, después de eso cierro la puerta y volteo a ver la caja.
-¿Quien la mando?
-No lo sé.
-¡Aquí hay una carta! -Ámbar empieza a leer. -"Para esta noche. IG"
Entre nosotras nos observamos y al parecer Carlos si entendió.
-¡Igor te mando un vestido! -grita emocionado.
Las chicas lo siguen y empiezan a abrir la caja.
Peyton saca poco a poco un vestido dejándome con la boca abierta.
El vestido era completamente negro, tenia lentejuelas pequeñas haciendo que diera un brillo demasiado lindo, el escote era una pequeña "V" sus tirantes eran finos y delgados, por la parte de atrás estaba el escote mayor, estoy segura que eso me deja media espalda al aire. Trago saliva. Por último, tiene una abertura en la parte de la pierna.
-¡Por fin Igor hace algo bien!
-Por Dios. -susurra Ámbar mientras acaricia la tela del vestido.
-Reverenda joya.
-¿Qué haces aquí? -me regaña Carlos. -¡Te tenemos que alistar, corre!
Y aquí empezó todo. Carlos enfoco toda su atención en mi, por lo que encargo un traje por internet y creo que pago más para que le llegará en unas cuantas horas y le dijo a Ámbar que ella le haría su traje cuando inaugurara su restaurante.
Ámbar acepto demasiado contenta.
Peyton empezó a maquillarme, Carlos a peinarme y Ámbar se puso hacer botanas.
-Chicas, las conozco desde hace poco tiempo y ya las amo. -soltó Carlos.
-Ay Carlos, nosotras te amamos a tí. -le sonrió Peyton. -Sabes que cuando quieras puedes venir con nosotras y hacer noche de chicas.
Carlos dejo de hacerme el peinado y se posiciono enfrente de nosotras demasiado serio.
-¿De verdad? -pregunto como si no pudiera creerlo.
-Claro que si, Carlos. -le dije y sus ojos se pusieron llorosos.
-¿Si quisieran estar con un negro gay? -su voz se rompió.
-¡Que dramático! -grito Ámbar desde la cocina.
Sonreí de lado y Peyton le dio un golpe en su brazo haciendo que este hiciera una mueca de dolor y se sobara.
-¿Cómo no quisiéramos estar contigo?
-Nunca he tenido noche de chicas, ni he tenido pijamadas, ni día de shopping. -dice balanceándose de un lado a otro tímido.
Frunzo el ceño.
-Pero si tu tienes muchas amigas y amigos, aparte de que todas mueren por un amigo gay. -explico confundida.
La verdad no entiendo porqué todas quieren un amigo gay o dicen que es lo mejor. Con Carlos la paso genial, es cierto, pero ¿Si no fuera gay se le quita el encanto? Claro que no, sea homosexual o no tener amigos es lo mejor que te pueda pasar.
-Pero soy negro, el concepto de chico gay es que sea como Ken y yo no tengo nada de Ken.
-Pero ¿Qué dices? Tus "amigas" -hago entrecomillas con mis dedos. -Son unas pendejas si eso te han dicho.
Carlos levanta su cabeza para mirarme y sonríe mostrando todos sus dientes.
-Te amo. -se acerca a abrazarme y Peyton le da un manotazo.
-Vas a arruinar el maquillaje y el peinado.
Carlos asiente y seguimos hablando de temas distintos. De vez en cuando les digo que paren para ir a checar a Liz pero sigue dormida. Ocupo llevarla con la psicóloga ya.
Unas cuantas horas más y me exigieron que me pusiera el vestido, no me habían dejado verme en el espejo todavía. Aun faltaba media hora para que Igor llegara.
Me coloco el vestido con mucha delicadeza y salgo para encontrarme a todos parados.
Me sorprendió ver a Liz parada con ellos pero tenia la cara demacrada.
-¡Preciosa, como la reina que eres!
-Se nota que te bañaste. -bromea Ámbar.
Sonrío de lado.
-Hice buen trabajo. Tu jefe caerá a tus pies. -guiña el ojo Peyton.
-¡Si! -la apoya Carlos.
Liz se mueve nerviosa.
-Lo siento por lo de la tarde. -baja la cabeza. -Yo... no sé que me pasa.
Asiento y me acerco a abrazarla.
-No importa, tal vez lo entienda. -le doy un beso y ella sonríe poco.
-Te ves bien.
-¡Los tacones! -empieza a caminar de un lado a otro. -¡Se nos olvidaron los tacones, me voy a morir!
-Yo tengo. -Liz va hasta su cuarto y regresa con unos tacones plateados.
-Perfectos.
Me los entrega y me siento para poder colocármelos.
-¡Divina!
-Vete a ver al espejo. -me anima Peyton.
Le hago caso y avanzo hasta mi cuarto.
Me quedó embobada con lo que veo. No puedo ser yo. Mi cabello tiene unas ondas sumamente lindas y Carlos me hizo un pequeño agarre del lado derecho. Mi maquillaje hace que mis ojos se vean mas azules, la verdad dan un poco de miedo. Peyton hizo un maquillaje un poco oscuro y mis labios se ven más gruesos gracias al color rojo que puso.
Del vestido no tengo palabras, la abertura hace que se vea mi pierna en un intento de lucir sexy, los tacones me dan una altura que a mi parecer queda bien.
Hace años no me arreglaba tanto como ahora, me siento... distinta.