-¡Las extrañamos!
Abrazo a mis niños rápido para que vayan a abrazar a sus hermanas.
Ha pasado una semana desde la fiesta con la familia de Igor y en toda esta semana se ha sentido la tensión sexual, no puedo siquiera verlo a la cara. ¿Qué me paso? No lo sé, pero de solo recordar siento mis mejillas rojas.
Lourdes y Michael pudieron adoptar a los pequeños, reclame que eran mis hermanos y que ya tengo casa, pero me dijeron que no era nada seguro y que nadie nos confirmara que no volviéramos a quedar en la calle. En cierta parte me sentí demasiado triste y llore demasiado, pero por otra parte tal vez tengan razón, ahora con Liz no tengo nada seguro y he estado batallando millones.
Pude hacer que fuera a un psicólogo, pero no al que yo le puse. Recuerdo que al entrar al consultorio venia casi pegándome y diciendo que no estaba loca, al llegar con la psicóloga empezó a escupirla e insultarla, recuerdo como sentía una impotencia al verla en ese estado. Al parecer llamamos mucho la atención que salió un psiquiatra a su ayuda, era un chico muy apuesto y tal vez por eso Liz se tranquilizo y acepto ir a terapia con él.
No sé que fue lo que la convenció pero estoy contenta que se este dejando ayudar.
Ahora nos encontrábamos con los chicos, en la casa de Lourdes y sé que a los chicos no les va a faltar nada, cada uno tiene su cuarto, la casa es gigante y tienen un patio enorme en el cual pueden jugar sin necesidad de ir a un parque.
-¿Ya entraron a la escuela nueva? -pregunta Peyton sentada en el sofá.
Lourdes se ve contenta de tenernos y ver a los chicos felices, ya que dice que la mayor parte del tiempo se la llevan preguntando por nosotras. Por parte de Michael solo esta serio y observando a los chicos.
-¡Sí! -Jacob corre a las escaleras de la casa.
-¡Cuidado! -grita Lourdes.
-Jacob traerá lo que les hicimos. -comenta Lucian emocionado.
Sonreímos.
-¿Ya hicieron amigos? -es el turno de Ámbar de preguntar.
Asiente contento.
-Hicimos muchos amigos y todos quieren conocerlas. -frunzo el ceño.
-¿Conocernos?
Escuchamos como algo cae y es Jacob que ha caído, lo único bueno fue que ya había bajado las escalera.
-¡Jacob! -Liz corre a levantarlo mientras que Lourdes se acerca preocupada.
Lucian explota en carcajadas y lo fulmino con la mirada y sus carcajadas se apagan rápidamente.
Siento el cuerpo de Jacob cerca de mi y se sube a mi regazo para poner su carita en mi cuello, abrazándome.
-¿Te hiciste daño? -susurro.
Niega y me abraza con fuerza.
-Te extraño mucho por las noches. -siento su voz quebrarse.
Siento como si me hubieran apuñalado mil veces.
-Mi amor. -susurro rompiendo el abrazo para ver su carita. -Sabes que siempre puedo venir a verte. Siempre que me extrañes le puedes pedir el celular a Lourdes y llamarme ¿Verdad?
Volteo a ver a Lourdes y asiente con los ojos nublados.
-Siempre que quieras puedes llamarle, pequeño.
Se volvió acurrucar en mi pecho y lo abrazo con fuerza.
-Yo también los extraño tanto. -le susurré. -¿Sabes que todo esto es por el bien de ustedes verdad?
Asiente.
-Kay. -se acerca Lucian con un puchero. -Tu nos prestaste a ellos porque no teníamos dinero ¿verdad?
Siento un nudo en mi garganta y asiento mientras las chicas se quedan en mi lado sin saber que decir.
-¿Y ahora tienen dinero? -pregunta Jacob.
Asiento.
-¿Ya comieron? Nosotros tenemos comida les podemos dar y Lou nos da una rebanada de pan completa.
Mis ojos pican y siento como mi pecho se hunde.
Estos niños se merecen mucho más.
-Si tenemos comida, no se preocupen. -les da una sonrisa de lado Liz.
Asiento porque mis palabras no saldrán.
-Tenemos una pequeña casa y ahora todas estamos trabajando, estamos bien. -la dulzura con la que habla Ámbar los calma.
Volteo a ver a Lourdes y Michael y como es normal ver, los ojos de Lourdes son una laguna y la mirada de Michael sigue siendo fría.
-Bien, hay que jugar con esos carritos tan lindos que tienen. -distrae Peyton.
Pasamos unas cuantas horas más con los chicos y Michael se fue a no sé donde, por lo tanto quedamos todas las chicas y Lourdes en verdad es un ángel, trata a mis pequeños como si de verdad fueran suyos, lo que me preocupa es Michael, cuando Lourdes se fue a traernos agua le pregunte a mis pequeños sobre como los trataban y ellos dijeron que siempre juegan con ellos y que nunca los han regañado ni golpeado.
Tal vez es una oportunidad para esta pareja, los chicos merecen los mejores papás y aunque Michael aun no lo apruebo del todo, a Lourdes sí, y se merece a mis pequeños.
-Chicos, nos tenemos que ir. -les sonrío triste.
Sus caritas también cambian.
-¿Nos vendrán a ver luego?
-¡Claro que sí! -Peyton despeina sus cabellos. -Ya saben que nos pueden llamar cuando quieran.
Todas nos despedimos abrazándolos y por último me despedí de Lourdes.
-Cuídalos mucho, por favor.
Asiente y me da una sonrisa cálida.
-Si puedo ayudarlas en algo me avisan.
Sonríe y pone sus manos en cada hombro de los chicos mientras que se despiden sacudiendo su mano.
-¡Adiós hermanitas! -gritan.
Sonrío tratando de no llorar.
¿Siempre dolerán así nuestras despedidas?
Seguimos caminando tratando de no voltear hacia atrás y vamos tratando de buscar un taxi.
-Ves, los chicos están bien. -Peyton me abraza.
-¡Tienes que venir a mi fiesta!
Entra un Carlos emocionado.
-¿Qué? ¿Cuándo cumples años?- pregunto confundida.
-Mañana. -responde sonriente. -Te quiero invitar a mi fiesta.
¿Mañana? ¿Qué le regalaré?
-¿Por qué no avisaste? No sé que regalarte.
Rueda los ojos y hace un gesto con la mano restándole importancia.
-Si vas es mi mejor regalo. -me guiña el ojo. -Por cierto, tus hermanas también están invitadas.
Me entrega una invitación.
-Será mañana a las 7 en punto, por favor. A las 7 será solo con amigos de verdad y después nos iremos al club Moonlight. -da aplausos emocionado.
Sonrío.
-Mis hermanas no entran a los antr...
-De eso no hay problema. -me interrumpe. -De eso me encargo yo.
Guiñe un ojo. Asiento no muy convencida.
-Oh por cierto, la primera parada será en casa de Igor. -sonríe orgulloso. -Ahí viene la dirección.
-En mi casa no habrá nada. -nos interrumpe su voz.
Volteo a verlo y su rostro esta serio... como de costumbre.
-Por fi. -junta sus manos mientras le hace ojitos a Igor.
-No.
-Yo podría ayudar a limpiar. -me encojo de hombros.
Igor me observa y bajo mi cabeza rápido.
¿Siempre que lo vea voy a recordar lo del baño?
Aprieto mis piernas.
-¡Eres un ángel caído del cielo, mi reina!
Levanto poco mi vista y sigue viéndome y trago saliva.
-Bien.
Dicho eso, se va.
-¡Te amo! -empieza a llenarme de besos la cara.
-¡Chicas!
Al entrar a la casa no hay nadie, empiezo a asustarme.
Me acerco al refrigerador ya que veo una nota pegada.
"Liz y yo fuimos a su terapia, adelantaron la cita... besos"
Suelto el aire, Peyton debe estar en su trabajo. Decido salir de compras ya que hoy tuve mi paga. Debo comprarle un regalo a Carlos.
Al llegar a la pequeña tienda empiezo a comprar todo lo que nos hace falta, ya sea comida, jabón, toallas femeninas, y de más.
Al sacar cuentas me doy cuenta que no me alcanzaría para comprarle algo lindo a Carlos, sé que el dijo que no quería nada pero no me gustaría llegar con las manos vacías.
¿Qué le puedo regalar?
¡Un pastel! ¡Le haré un pastel!
Compro la harina y las cosas que necesito para hacer el betún y unas pequeñas cositas para decorarlo.
Al salir de la tienda me llega una llamada al celular, eran los chicos, ellos me acompañaron hasta casa contándome como les fue en la escuela y diciéndome que Michael y Lourdes los llevar comer comida rápida que estaba súper buena.
Cuando entre a la casa los chicos se despidieron y me encontré a las chicas sentadas en el sofá.
-Hola ¿Cómo les fue? -pregunte mientras llevaba las bolsas a la mesa para empezar a acomodar.
-Mañana quieren que vayas con Liz.
Asiento, supongo que me dirán sobre que es lo que le pasa.
-No es necesario que vayas.-dice entre dientes. -No eres mi mamá.
Respiro hondo, la psicóloga con la que Liz no sé dejo atender me había dicho que debo de tenerle demasiada paciencia.
-No soy tu mamá Liz, pero por ahora soy la única familia mayor que tienes.
Me giro a verla y me estremezco al verla observarme con odio.
-Te dije que no tienes que ir. -se puso de pie.
La ignoré y empecé acomodar las cosas que traje.
Siento como agarran mis hombros y empiezan a sacudirme con fuerza.
-¡Te dije que no irás! -el rostro de Liz estaba completamente transformado.
Las chicas se acercaron para quitarme a Liz ya que cada vez enterraba más sus uñas en mis hombros.
-¡Liz, suéltala!
La pudieron separar de mí y ambas agarraban cada brazo de Liz mientras que cayeron al suelo y Liz se retorcía queriendo salir de sus agarres.
-¡Déjenme! ¡Por su culpa no pude tener a mi bebé! -ahora de sus ojos soltaban lagrimas. -Ella quería nacer.
Se pone en posición fetal y empieza a mecerse.
Corro a mi cuarto por las pastillas que el mismo psiquiatra me había recetado para poder calmarla, me pidió que las tuviera fuera del alcance de Liz ya que podrían ser demasiado fuertes.
Vuelvo a donde están las chicas. Liz sigue en posición fetal meciéndose mientras que las chicas las ven con los ojos llenos de lagrimas.
-Liz. -susurro despacio haciendo que levante su cabeza. -Ten, debes tomarlas.
Estoy esperando cualquier movimiento que haga que tire las pastillas o vuelva atacarme pero hace todo lo contrario.
Agarra la pastilla que le ofrezco y acepta el vaso de agua que le da Ámbar.
-Kayla. -me mira aún con ojos llorosos. -No sé que me pasa.
Y suelta en llanto.
Estoy asustada, me siento tan mal que ella este pasando por esto y no sé que puedo hacer para ayudarla. Las chicas la abrazan y decido llamarle a su psiquiatra.
¿Qué es lo que debo hacer? ¿Cómo puedo ayudarle? ¿Qué debo hacer para qué pase esto?
-Sé que es muy noche. -empiezo cuando escucho el pitido de que contestó. -Pero no sé que hacer, soy Kayla, hermana de Liz.
Me empiezo a morder las uñas con los ojos llorosos.
-¡Oh! Buenas noches. ¿Me podría decir que es lo que pasó exactamente?
Empecé a contarle tratando de retener las lagrimas.
-No sabía para nada sobre lo del aborto. Pero cada vez me convenzo de qué es lo que tiene. -escucho como se aclara la garganta. -A los diagnósticos que le he hecho, puedo decir que su hermana sufre de bipolaridad. Ahora que me dice sobre lo del aborto puede que se haya hecho más presente la depresión y también tiene ataques de ansiedad desde hace bastante tiempo el dia...
Sigue hablando pero yo dejo de escuchar.
¿Mi hermana tiene todo eso?
Siento como la garganta se me cierra.
He escuchado de como dicen que una enfermedad mental es igual o más grave que una enfermedad física.
¿Mi pequeña tiene depresi��n, ansiedad y bipolaridad?
Empiezo a llorar con fuerza. ¿Qué haré? Con sus psiquiatra no la sacaré ni de chiste, tengo que estar mucho más al pendiente de ella, tengo miles de preguntas.
-... por eso quisiera verla mañana. -termina de hablar.
-Dis... disculpe no termine de escuchar. -trago saliva.
-No sé preocupe, entiendo que esto es difícil de procesar, si tiene dudas mañana podría pasar a mi consultorio.
-Claro que sí. -limpio mis lagrimas cuando siento como abren la puerta y entran Peyton y Ámbar.
-Una cosa más, no la trate con mucho más atención o menos atención, trátela como siempre la trata, a lo que Lizbeth que me ha contado, siempre la ha tratado de lo más normal, siga así.
Asiento aunque el no pueda verme y nos despedimos.
Bajo mi celular y veo a las chicas, están esperando respuesta.
-Liz tiene bipolaridad. -trago saliva tratando de eliminar este nudo en mi garganta.
Las chicas me ven entre asustadas y sorprendidas.
-¿Cómo...
-¿Qué debemos de hacer? -interrumpe a Peyton.
Suelto un suspiro y les cuento lo que me dijo.
-Una vez escuche que tener depresión es de lo más horrible, pero si lo combinas con ansiedad es casi la muerte... ¿Qué sentirá Liz al tener eso y bipolaridad también? -se le ponen los ojos llorosos mientras lo dice.
Cierro mis ojos con fuerza y me tiro a mi cama. Mi pequeña sufre y sé que seguirá sufriendo un tiempo más, trataré de hacer lo que esté en mis manos para ayudarla con todo esto.
-Debemos apoyarla, ayudarla y darle lo mejor. -comenta Ámbar.
Asiento.
-Mañana hablaré con su psicólogo y esperaremos a las ordenes que él diga.
Las chicas asienten y se quedan unos cuantos minutos en mi cuarto, aunque no digamos nada sé que nos estamos dando fuerzas entre nosotras para darle lo mejor a Liz.