Después de que Carlos llegará con sus preguntas, decidí irme a cambiar para ir a trabajar, necesito marcar para preguntar por mis niños.
Carlos, Igor y yo íbamos en el mismo carro para ir al trabajo.
-Mi reina, tengo una duda. -Carlos me miro con los ojos entrecerrados.
Más preguntas.
-Dime. -trague saliva de responder.
-¿Qué crees que te dirá tu papá al saber que no dormiste en tu casa? Digo, eres una chica preciosa, de seguro tu papá es sobreprotector contigo.
Sonrío nostálgica al recordar a mi papá.
Él era la persona más noble del mundo, siempre nos ayudaba en lo que sea y siempre amo a mamá. Mi padre acepto a todos mis hermanos, aunque solo yo fuera de él, mi madre nunca lo quiso y siempre se quedó con él porque era él que nos ayudaba económicamente y le convenía.
Con el tiempo mi padre poco a poco fue abriendo los ojos y se adentro al mundo del alcohol... hasta que murió de una congestión alcohólica.
-Supongo que me creería.
-¿Creería? -pregunto confundido.
-Esta muerto.
Igor y Carlos me voltearon a ver rápido.
-Lo siento, lo siento, nunca pienso bien y siempre la cag...
-Tranquilo. -lo interrumpí con una sonrisa forzada.
-¿Y tu mamá?
-Carlos, juguemos a algo; él que habla pierde. -Igor lo fulmina con la mirada.
Carlos asiente y se queda serio y regañado.
Quisiera contestarle que pasa con mamá pero ni siquiera yo sé.
Al poco tiempo llegamos y Carlos se fue a poner su ropa de trabajo mientras que Igor y yo subíamos por el elevador.
-Uhm... de verdad quiero darle las gracias por todo, yo no sé en donde estuviera si usted no me hubiera ayudado, si quiere puedo ayudarle a Carlos con la limpieza después de que termine o pue...
-Basta. -Igor me interrumpe.- No te estoy pidiendo nada a cambio, solo haz tu trabajo y listo.
Asiento avergonzada y salimos del elevador para cada quien ir a su puesto de trabajo.
Siento como la mirada de Beatriz me perfora y volteo a verla. Me veo con los ojos como platos y la boca abierta mientras tiene el teléfono en su oreja.
La saludo rápido y corro al escritorio para poder trabajar.
Llevo horas sentada concentrada, hasta que veo a la hora. A esta hora iría por los chicos a la escuela.
Busco la pagina y llamo al número que aparece.
-Buenas tard...
-Busco a Lucian y Jacob Larson.-interrumpo desesperada.
-Permítame un momento. -la línea se queda en silencio. -Disculpe ¿Qué es usted de ellos? ¿Es Lourdes?
-No, soy la herma...
-Lo siento, no podemos contactarlos con nadie que no sea Lourdes o el señor Michael.
-¿Qué? ¿Por qué? Ellos todavía no los adoptan.
-Están en proceso y no podemos prestárselos a nadie.
-¡Solo quiero hablar con ellos! -grito sintiendo ganas horribles de llorar.
Ellos me dijeron que me dejarían verlos cuando quisiera.
-Lo siento no podemos hacer más, esas reglas las pusieron los futuros padres. -su voz parece de burla.
Ya estoy sintiendo mis lagrimas bajar y las limpio con fuerza.
-¿Podría saber como están? -recargo mi cabeza en el escritorio.
Duda en contestar.
-No quieren jugar con nadie ni comer. -dicho esto cuelga la llamada.
Siento como mi corazón se apachurra. Mis niños están tristes.
Corro rápido al baño y me paso toda la hora de comida llorando buscando en el teléfono una casa lo más barata que encuentre.
Claramente no hay, necesito trabajar duro para recuperar a mis niños, claro que iré hablar con Lourdes y su esposo, esto no fue lo que acordamos, necesito verlos y no me pueden quitar ese derecho.
Salgo del cubículo y me observo en el espejo.
Tienes que dejar de llorar por todo, tienes que recuperar a los niños y tienes que darles un hogar a tus hermanas.
Mierda, Liz. Tengo que llevarla a esas rehabilitaciones.
Voy de nuevo a mi puesto y sigo con mi trabajo, tengo muchas cosas que hacer y desperdicie una hora llorando en el baño.
Siento como las horas pasan demasiado lentas y he tratado de concentrarme pero no puedo, tengo la cabeza hecha un lío.
-Señorita Larson, sígame. -me sobresalto al escuchar la voz de mi jefe.
Me levanto rápido y agarro mis dos mochilas.
Corro para alcanzarlo. Las puertas del elevador ya se iban a cerrar pero de nuevo ponen una mano haciendo que se vuelvan abrir.
Nos encontramos a un Carlos tambaleándose de un lado a otro con carita de niño que no ha roto ni un plato.
-¿Puedo ir con ustedes? -pregunta tierno.
-No.
-Oh, esta bien. -se sube al elevador contento
Los tres bajamos del elevador y me guían hasta el coche de Igor. Freno de golpe.
Iba a decir que no podía, que tenia que ir hablar con Lourdes, pero es mi trabajo y él ha hecho mucho por mí, así que seguí caminando hasta ellos.
Espero que sea rápido.
Subimos al coche y cuando Carlos se iba a subir Igor le cierra la puerta en su cara.
-Cierra. -le ordena a su chófer.
Él obedece y Carlos se enfurece parándole el dedo de en medio a Igor y este solo se despide de él moviendo su mano de un lado a otro.
El coche avanza e Igor solo se dedica a ver su teléfono mientras que yo estoy ansiosa.
¿Iremos a una junta?
Ni idea, en todo el camino fue en completo silencio un poco incomodo.
Tardamos unos cuantos minutos más y el coche se estaciona.
-Baja.
Obedezco y me encuentro con una colonia muy bonita y elegante, pero sencilla. Al parecer era una pequeña residencial, tiene pocas casa de un piso pero grandes y tiene un parque al final de la calle, se ve un parque demasiado bonito y colorido.
-Ten. -me entrega unas llaves y yo lo miro confundida.
-¿Qué?
-Eres mi secretaria, no puedo dejarte dormir en la calle, sería caer bajo y dañar mi imagen.
Siento que el aire no llega a mis pulmones.
Niego rápidamente.
-N...no puedo aceptar esto. -le entregué de nuevo las llaves pero no acepto.
-No es que quieras o no, las agarras y ya. -su tono de voz me dejo petrificada.
Dicho eso, se giro y se subió de nuevo a su coche y el chofer arranco. Dejándome con las llaves en mano y con mi corazón latiendo a mil.
Tengo casa.
¡Tengo casa!
No puedo creerlo, no sé que hacer. ¿Por qué hace esto?
Siento que la emoción me gana, tal vez con esto ya me puedan dar a mis pequeños.
¡Los gemelos!
Decido ir hasta la casa de Lydia, pero ni siquiera se donde estoy.
Paso mis manos por mi rostro.
Calma, Kayla. Trata de procesar despacio.
Inhalo y exhalo. Lo repito hasta siento que estoy calmada y avanzo hasta la casa que esta frente a mí.
Coloco la llave en la cerradura con mis manos temblorosas.
¡Santa mierda!
Quedó con la boca abierta al ver el interior de la casa. No es grande, pero tampoco es pequeña. Al entrar esta una sala de estar con sillones que se ven bastantes cómodos, hay una televisión gigante y una chimenea al lado. Giro mi cuerpo y me encuentro con la cocina.
Doy un gritito.
La cocina tiene una estufa bastante amplia, tiene un comedor bastante lindo y yo siento que me voy a morir.
¡Necesito decirle a las chicas!
Marco al número de donde se han estado comunicado conmigo.
-¿Kayla? -escucho a Peyton.
-¡Tenemos casa! -exclamo contenta. -¡Ya tenemos techo!
Hay un silencio y luego empieza a gritar.
-¡Nos vemos en el parque, adiós!
Asiento con una sonrisa, aunque se que no ve.
Sigo explorando la casa hasta llegar a los cuarto, hay tres cuartos ¡Con camas! Un cuarto tiene una litera y pienso en los chicos.
Mi animo cae de repente, por fin puedo estar feliz en algo, pero ellos no están conmigo.
Los voy a recuperar.
Decido salir y ponerle llave. Con el celular puedo ver en donde estoy y como dirigirme hasta el parque.
Al llegar, encuentro a las chicas con sus mochilas y bien sentadas.
-Chicas. -las llamo sin animo. -Vamos.
Las chicas me ven con el ceño fruncido.
-¿Qué pasa? -pregunta Peyton.
Trago saliva y levanto mi vista con ojos nublados.
-No pude ver a los pequeños hoy. -susurre.
-Kayla, hay que esperar, es nuevo para nosotras no estar con los chicos, y sabemos que para ellos igual. -Ámbar me anima.
-Aparte que tengamos techo no significa que estemos bien económicamente, ni que le demos la vida que se merecen. -opina Liz encogiéndose de hombros.
-Exacto. Por eso decidimos ayudarte y trabajar. -dice Peyton alegre.
-¿Qué? ¿En dónde encontraron trabajo? -les pregunto confundida.
-La mamá de una amiga tiene biblioteca y empecé a trabajar ahí. -dice Ámbar.
-Yo un una gasolinera. -Liz se encoge de hombros.
-¡Yo en el cine! Y de vez en cuando como palomitas. -Peyton guiñe un ojo.
Las chicas me hacen sentir orgullosas y les sonrío.
-No quiero que por eso me vayan a descuidar la escuela, tienen que estudiar y llegar hasta donde ustedes puedan. -miro a Liz. -Y a ti ni se te olvide ir la rehabilitación, he estado un poco desubicada pero mañana empiezas.
Liz solo se queda callada y Peyton chifla.
-¿Qué te pasa? -le pregunta Ámbar.
-Hago parada al taxi. Yo pago. -guiñe el ojo.
Ya que detuvo el taxi nos subimos y le di la dirección al taxista y nos llevo hasta nueva casa.
Al llegar, las chicas empezaron a ver con detalle todo, desde la banqueta hasta el pequeño porche que tenia algunas flores, haciendo ver las casa más linda.
-¿De verdad es nuestra casa?
-Si. -susurré mientras la miraba más detallada.
-¡Hay que entrar!
Cuando abrí la puerta, las chicas empezaron a explorar las casa.
-Por Dios, es gigante. -dijo Peyton mientras observaba la chimenea.
-¡Aquí podré hacer más ropa! -Ámbar eligió la pequeña esquina que tenia una mesita conde cabía perfectamente su maquina.
Observé a Liz que era la que estaba más seria y se quedo observando un punto fijo.
-Kayla. -salió de su ensoñación y me miro con el ceño fruncido. -¿Cómo conseguiste esto?
Trago saliva y me encojo de hombros.