-¿Qué?
Me giro muy rápido haciendo que me dé un ligero mareo.
-Estas sangrando.- me ve con el ceño fruncido.
-¡¿Estas sangrando?! -entra rápido un alarmado Carlos.
¿De dónde llegó?
-No pasa nada, solo caí de espalda y...
No puedo terminar porque Carlos levanta mi blusa sin cuidado haciéndome pegar un gritito de dolor.
-¡Mi reina! ¡Tenemos que denunciar esto!
-¿Quien lo hizo, Kayla? -la voz de Igor suena aun más fuerte.
Me estremezco.
Bajo mi blusa rápido y niego.
-No es nada grave pue...
-¡Cállate! ¡Voy por el botiquín! Tienes las heridas vivas. -Carlos sale rápido y cierra la puerta dejándome sola con Igor.
-Lo hizo él. -afirma.
Bajo la mirada y siento que se va acercando a mí.
-¿Puedo ver?
No sabia que decir, de verdad me sentía demasiado avergonzada, simplemente asentí.
Él a comparación de Carlos, levanto con mucho cuidado mi blusa. Sentí escalofríos al sentir como su mano tocaba muy despacio mi espalda.
-Las va a pagar. -escuche que susurro.
Me gire para verlo pero entro Carlos.
-¿Sabes? Tengo amigos policías que...
-No, no quiero denunciar a nadie.
No quiero problemas, ya tengo muchos para sumarle tener que ir a denunciar al depravado.
-Mi reina. -me dio una sonrisa lastimera. -No te va a volver a hacer daño, estoy seguro. ¿Quién es?
Negué rápido.
-Tal vez lo haga más adelante. -traté de convencerlo.
Claramente no lo haría, le tenia miedo y no quiero saber lo que me haría si no lo encierran.
Bufó y asintió.
-¿Cómo te limpio las heridas?- preguntó confundido Carlos.
Igor bufó.
-Eres un inservible, vete a limpiar, yo la voy a curar. -al ver que Carlos no contesto nada me puse nerviosa. -Quítate la blusa y ponte boca abajo.
Ordenó haciendo que me pusiera más nerviosa.
Escucho como Carlos sale de la oficina.
-Yo pu...puedo hacerlo.
Con solo su mirada se que me estaba regañando, negué y empecé a quitarme lentamente la blusa, dejándola en mis pechos para que no se vieran.
Ya te las comió, y no quieres que las vea.
Cerré mis ojos con vergüenza y rápido me puse en el sofá.
Sentí como se posicionaba al lado mío y me sentía ansiosa por su toque. Sentí como pasaba un algodón por mis heridas haciéndome cerrar los ojos con fuerza.
Quería llorar del dolor.
-¿Te duele mucho? -susurro concentrado.
Asentí.
Empezó a pasar el algodón con más delicadez. Hizo el mismo procedimiento por toda mi espalda hasta que termino.
-Listo.
Me paré con cuidado poniendo mi blusa sobre mis pechos.
-Mu...muchas gracias. -dije avergonzada por todo.
Igor se acercó a mi y con cuidado quito mi blusa de mis pechos. Muy despacio se acerco más y empezó acariciar mi cuello con sus largas manos, la sensación era tan buena que cerré los ojos, sus manos iban bajando hasta que llegaron al inicio de mis pechos, los acariciaba con las yemas de sus dedos provocando que mi piel se erizara.
-Me da impotencia saber que ese hijo de puta te puso las manos encima. -su aliento pega en mis labios y sigue acariciando mis pechos con sus yemas.
Quería decir algo, pero no podía, este hombre siempre me dejaba sin palabras.
Abrí mis ojos y lo encontré frente a mí, tan cerca que podía ver con claridad sus ojos, esos hermosos ojos.
Paso sus manos por mi cintura, sin dejar de verme y me acerco con cuidado a él. Cerré mis ojos esperando sus labios, pero escuchamos la puerta.
-Mi rei...
Me separé de inmediato tapando mis pechos con mis manos ya que Igor tenía mi blusa.
-Maldito imprudente. -susurró Igor devolviéndome la blusa.
Como puedo trato de ponerme la blusa lo más rápido que puedo, siento mis mejillas arder de la vergüenza. Giro a ver a Carlos y este esta con la boca abierta.
-¡Perdón, perdón, soy un pendejo! -grita impresionado y así como entró, salió.
Kayla, dijimos que ya no podía pasar lo que paso en Florida.
Vuelvo a mis cinco sentidos y me dirijo a la puerta rápidamente.
-Gracias. -susurro antes de salir y ponerme a trabajar.
¿Qué te pasa Kayla? Te iba a volver a besar.
Siento que mi cabeza va a explotar y decido darle la culpa a la situación, no estaba en mis cinco sentidos, me perdono.
He tratado de concentrarme lo más que puedo trabajando y poco a poco lo he logrado.
¿Qué estarán haciendo mis niños?
Las chicas me llamaron desde el teléfono de sus amigas para decirme que nos encontremos en el mismo parque, tengo que decirles lo de los pequeños.
-Puedes retirarte. -la voz de Igor se hace presente en el silencio que estaba.
Asiento sin decir nada, agarro mis cosas y avanzo hasta el elevador.
-Kayla, cualquier cosa puedes llamarme.
Asiento con una sonrisa ladina y sigo mi camino.
No sé que me pasa pero las ganas de devolverme y plantearle un beso se hacen un poco fuerte.
Kayla, no puedes.
Al él ni si quiera le gustas. Tienes problemas más grandes que andar pensando en él.
Salgo de la empresa y me dirijo hacia el parque en el que me encontraría con las chicas. No sé como se van a tomar la noticia de los chicos y la verdad me da un poco de miedo.
Al llegar, encuentro a las tres chicas sentadas en una banca, al verme llegar se levantan y siento como se hace notoria la ausencia de mis pequeños.
-Chicas. -susurro tratando de no llorar.
-¿Y los chicos? -pregunta Peyton volteando a todo el parque para ver si están cerca.
Trago saliva.
-Una trabajadora social me los quito, nosotras no podemos darle la vida que los chicos se merecen. La sobrina de Lydia los adoptara. -suelto y muerdo mi labio inferior ya que no dejaba de temblar.
Las chicas se quedan tratando de procesar la información con la boca abierta y una lágrima escapa de mis ojos.
-¿Ellos van a estar bien? -Ámbar ya esta llorando.
Asiento abrazándola. Las chicas se nos unen y trato de que no toquen mi espalda.
-Será lo mejor para ellos. -les digo acariciando sus cabellos. -Podremos verlos cuando queramos, Lourdes no nos lo impedirá.
Ellas asienten y nos quedamos mucho rato platicando y llorando sobre los pequeños. Liz contó sobre que sus dolores se han disminuido y hablamos muy poco sobre el bebé, pidió que no quería hablar más de eso.
-No puedo creer que no veremos todos los días a los gemelos. -Peyton sollozó.
-Es lo mejor para ellos. -Liz lo había tomado bien.
Asentí y nos quedamos calladas observando el cielo.
-Quiero que empieces a ir a las rehabilitaciones que te dieron. -le recuerdo a Liz. -No quiero que te conviertas como mamá, he batallado mucho para que salgas como ella.
Liz se queda callada y solo asiente.
-Mañana empezaré a ir.
-Chicas. ¿Se pondrán quedar otro día con sus amigas?- pregunto con pena. -Estuve tan distraída con lo de los chicos y hoy en definitiva no fue mi día.
Las chicas asienten y suspiro de alivio.
-¿Estás bien?
-Si, si, solo que no pude pensar en otra cosa que no fuera en los pequeños.
Asienten comprensivas y después de un rato más, se van de nuevo y quedo sola en el parque. Las nubes grises tapan por completo el cielo, y solo ruego que no llueva.
Me estoy empezando a sentir mal, me siento sin energías, he durado más días sin comer, pero siento que con lo de los chicos, con lo de Liz, con lo de Gilbert y con lo de Igor me han acabado por completo las energías.
Me recuesto como puedo en el césped y siento como una gota cae en mi rostro.
Esta empezando a llover.
Pudiera moverme e ir a buscar un techo, pero no puedo. Siento que mi cuerpo ya no puede más, siento que ya no tengo ni una sola energía, no puedo parar y de lo único que tengo ganas es de que la lluvia me quite este dolor.
El frío me cala los huesos y no puedo hacer nada, ni siquiera puedo mover mis brazos. Me siento tan débil, tan frágil y a la vez sin ganas de vivir.
Pero no puedo, no puedo rendirme, no ahora.
La lluvia se empieza a sentir mucho más fuerte, quisiera abrir los ojos pero no puedo, no puedo hacer nada. Me siento tan hambrienta, siento tanto frío... y me siento tan triste que dejo que la lluvia se lleve esta tristeza, dejo que la lluvia me empape por completo y traté de sanarme, espero que la lluvia me de fuerzas para poder salir de esta.
Siento que ya no voy a poder salir de esta, hasta que escucho su voz.
-¡Kayla!
Si pudiera, sonreiría al escuchar su voz tan varonil y perfecta.
-¡¿Qué te pasa, Kayla?!-grita enojado.
Siento como ponen algo en mi cuerpo tratando de cubrirlo y siento como me cargan, pasa su brazo por mis rodillas y otro por mi espalda.
Ya ni siento el dolor de mi espalda, no estoy sintiendo absolutamente nada.
La lluvia empieza a mojarnos y abro un poco mis ojos.
Creo que es una imagen que me hace querer vivir.
Ver su cabello empapado y despeinado me hace querer pasar mis manos. Ver como su traje se pega más a su cuerpo debido a la lluvia hacer querer quedarme en sus brazo por siempre.
Me mete a su coche y vuelvo a cerrar los ojos.
-Dirígete al hospital. -le indica a su chófer.
-No. -susurro con mucho trabajo.
Igor aun me tiene en sus brazos y frunce el ceño, lo único que quiero es que deje quedarme en sus brazos unas cuantas horas.
-Te tienen que revisar. -pone su mano en mi frente con el rostro serio.
-No, estoy bien. -susurro embobada viendo lo guapo que es.
Él esta sentado conmigo arriba, mis piernas están en el asiento mientras que lo demás esta arriba de sus piernas y sosteniéndome con sus fuertes brazos.
-A mi casa, y márcale a Liam. -le dice autoritario a su chófer sin dejar de verme.
Cierro mis ojos y disfruto de la sensación que Igor me da.
-No cierres los ojos. -susurra.
Trato de abrirlos pero no puedo, empiezo a temblar del frío.
Siento como me agarra con más fuerza y me acerca más a su pecho. Aunque el este mojado, siento como su calor me da un poco más de vida.
-Prende la calefacción, lo más alto.
Trato de sonreír por lo mandón que es.
-Kayla. -dice mientras acaricia mi brazo. -Kayla.
Quiero contestarle pero empiezo a sentir como todo mi cuerpo se debilita más y ya no escucho nada.