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Chapter 17 - Capítulo 17

De camino al parque solamente lloré.

Ya estoy harta de llorar y que las cosas siempre me salgan mal. Hubiera llamado a Beatriz si tuviera su número, pero no lo tengo, así que me va tocar dormir en el parque.

Estoy llorando por el dolor que tengo en la espalda, ni siquiera se como se ve o cuantos golpes me dio.

Decido acostarme con mucho cuidado en el césped que estábamos ahorita y me pongo a ver las estrellas.

Dios, ayúdame a salir de esta.

Hoy no fui al trabajo y espero que mañana Igor me acepte, seria mi final si me corre.

Decido tratar de dormir pero el hambre y mi dolor de espalda no me dejan. El poco dinero que tenían se los repartir a mis hermanos, haciéndome quedar con nada, solo tenia una botella de agua y dos mochilas con ropa.

Puse la alarma para poder llevar a los chicos mañana y alcanzar a llegar al trabajo a tiempo.

Me encuentro tocando la puerta de la señora Lydia y me abre la puerta Lourdes.

-Buenos días, pasa, tenemos que hablar. -me da una sonrisa nerviosa.

Asiento frunciendo el ceño y entro.

-Buenos días, soy Alice y soy trabajadora social. -dice sonriente y yo solo observo a mis pequeños con miedo. -Por lo que sé, no tienes un techo en donde quedarte.

Niego con los ojos nublados.

-Lamento informarte que por ley, tendremos que quitarte a los chicos. -cierro mis ojos.

-¡No! ¡Yo quiero estar solo con mi hermana!

-¡Hermanita no nos dejes!

Abro mis ojos y me encuentro a los gemelos enfrente de mi. Me agacho a abrazarlos.

-Tranquilos mis niños, no los voy a dejar. -los miro tratando de sonreír y mis lagrimas caen.

La trabajadora social empezó a contarnos absolutamente todo, nos contó que yo podía ver a los pequeños siempre y cuando la pareja que adoptara a los pequeños me lo permitieran. -que eran Lourdes y Michael ya que estaban haciendo tramites.

-Con nosotros nada les va a faltar. -Lourdes les hablo con amor.

Los chicos negaban y se aferraban más a mi.

-¡Eres mala! -le gritaron a la trabajadora social.

-Chicos, ella esta haciendo su trabajo. -les sonrío triste acariciando sus rostros. -¿Recuerdan como hemos vivido? Esa no es vida buena, ustedes necesitan que una mamá este con ustedes siempre, haciéndoles cariñitos y les enseñe muchas cosas, necesitan una figura paterna que les enseñe cosas sobre chicos ... como ustedes estaban viviendo conmigo no era bueno, si ustedes viven con ellos podrán tener muchos juguetes, mucho tiempo para jugar, mucha comida y podrán ser muy felices.

Termino como puedo porque la voz se me corta y siento el nudo en mi garganta que últimamente se ha estado haciendo muy presente.

-Pero Kay, a nosotros no nos falta nada y somos muy felices con ustedes. -Lucian se pone triste.

-¿Ustedes? -pregunta la trabajadora social.

-A veces su mamá venia. -interrumpe Lydia.

Los chicos la ven confundida pero no dicen nada.

-Bien. Por el momento me los tendré que llevar y cuando ustedes consigan la adopción definitiva de los chicos se los podrán llevar a su casa.

Me alarmo rápidamente.

-¿Llevarlos a dónde? ¿Los puedo visitar? -pregunto alterada.

-Claro pero hay un horario de visitas. -me mira apenada. -Creo que seria mejor que esperaras a que ellos tengan a los chicos por completo, sus tramites ya se están tratando.

-¿Cuál es el horario?

-De 5 a 6.

Tal vez alcance a verlos.

-¿Nos irás a ver Kay? -la carita de Jacob me hace sentir que no estoy haciendo lo correcto.

-Claro que si. -abro mis brazos y me abrazan. -Claro que los veré.

-Bien chicos, es hora de irnos. -la chica se para y mi miedo incrementa.

-Kay no nos dejes. -ambos se ven asustados.

Por Dios, es la cosa más dolorosa.

-Vengan. -abro mis brazos y rápidamente vienen hasta mi. -Es lo mejor para ustedes ¿Si? Prométanme que se van a portar muy bien, tratare de irlos a visitar lo más pronto posible.

Ellos asienten y dejan un beso en mi mejilla-

-Si, Kay. -responden unísono.

-Tendrán muchos amiguitos nuevos.- les digo tratando de sonar emocionada.

-¿Si? -le preguntan a la trabajadora y asiente feliz.

-Claro.

Ambos chicos se separan de mi para agarrar la mano que les ofrece la trabajadora.

-Cuídelos mucho, por favor. -susurro.

Me da una mirada tranquila y asiente, se los lleva por la puerta y ambos voltean a verme sin dejar de caminar.

-Te amamos, Kay.

Sonrío dejando que las lagrimas bajen.

-Yo los amo a ustedes, mis niños.

-Kayla. -Lydia me llama y limpio mis lagrimas. -Se que las chicas ya son grandes, pero siguen siendo menores de edad, si les decía que ellas también estaban se las iba a querer llevar.

Quedó en blanco, es cierto, aquí la mayoría de edad son hasta los 21 años.

-Los chicos ...

-Les dije que no pueden decir nada de ellas. -me interrumpió con una sonrisa.

Asentí.

-Gracias. -susurré y gire a ver a Lourdes que tenia los ojos acuosos y Michael. -Sé que hará todo lo posible por verlos feliz, o de verdad eso deseo.

-Claro que si. -Lourdes se acerca agarrándome las manos. -Nunca te vamos a prohibir que los veas, los vamos a cuidar como si fueran de nuestra misma sangre. ¿Verdad, amor?

Gira a ver a Michael y este asiente.

-Incluso a todos los festivales que hagan en sus escuelas puedes ir. -Lydia opino contenta.

Asentí.

-Denle buena vida, los chicos son muy buenos y se lo merecen. -Lourdes me abrazo.

Después de despedirme de Lydia y Lourdes salí rápido en camino al trabajo, claramente con millones de lagrimas, iba un poco tarde pero se que si caminaba un poco rápido podría llegar a tiempo.

Cargaba mis dos mochilas en la espalda haciendo que el dolor en mi espalda se volviera insoportable.

Sentí como caía una gota del cielo.

No, esto no me puede estar pasando a mí.

Tuve que correr para evitar mojarme.

¿Sabes? Ya estas bañada, el cielo te esta ayudando.

Al llegar corrí rápido al baño.

Empecé a cambiarme de ropa, solo dejándome los tacones, mi cabello estaba mojado, por lo que me hice una coleta alta. -como la usaba siempre.- Verme al espejo me daba lastima, tenia unas ojeras enormes, mis ojos se veían cansada y estoy segura que me miraba un poco más delgada.

Me levante un poco la blusa para ver mi espalda y cerré los ojos con fuerza, tenia las heridas horribles, rápido baje mi blusa.

El estomago me rugió, ayer no probé ni un bocado y estoy segura que hoy pasara lo mismo.

Salgo rápido y entro al elevador para llegar al piso donde trabajo.

Al llegar encuentro a Carlos "limpiando".

-¡Mi reina! -Grita llegando hasta mi. -¿Y esa carita?

Niego, porque se que si empiezo a contar me soltare llorando de nuevo.

-Nada, solo no dormí bien. -le sonreí de lado.

-No te creo, pero haré como si. -me mira dudoso.

-Tengo que ir a trabajar, te veo más tarde. -doy mi excusa y avanzo hasta el escritorio.

Suelto un suspiro cuando me siento en la silla, es muy cómoda.

Veo la agenda de mi jefe y hoy tiene junta en pocos minutos. Sé que le tengo que pedir disculpas por como le hable en el hospital y darle millones de gracias por pagar la cuenta de mi hermana.

Veo movimiento en su oficina y me paro para ir a tocar su puerta.

-Paso. -habla con esa voz varonil.

Entro tímida.

-Buenos días, para decirle que en veinte minutos tiene una junta. -asiente sin verme, esta viendo su ordenador. -Uhm, también quería pedirle perdón por como le hable en el hospital, yo ... estaba alterada y tenia muchas cosas en la cabeza no era mi intención.

Terminé de decir todo muy rápido haciendo que me quedará sin aire.

Igor me vio con una ceja alzada.

-Bien.

-Y también darle gracias por pagar, insisto en que puedo trabaja ...

-No, prepárese porque entrará a la junta conmigo. -deja de mirarme para volver su vista al ordenador. -Se puede retirar, señorita Larson.

Salgo de la oficina y voy directo al ordenador.

Empiezo a googlear la página donde tienen a los chicos y quedo demasiado entretenida leyendo casos y todo el proceso de adopción.

-Es hora. -me sobresalto al escuchar la voz de mi jefe.

-Claro. -me levanto y agarro mi libreta y pluma.

Lo sigo hasta el elevador, las puertas ya se iban a cerrar cuando ponen un brazo haciendo que las puertas de abran.

-¡Oh! Que sorpresa, me toca limpiar la sala de reuniones. -dice Carlos sonriente encogiéndose de hombros.

Igor bufa.

Vamos los tres en el ascensor, Carlos se puso detrás de nosotros y siento como algo cae en mi espalda haciéndome gemir de dolor.

-¡Perdón! ¡Soy un tonto se me cayó la escoba, perdóname! -grita Carlos tratando de sobar mi espalda.

Lo detengo rápido.

-No pasa nada. -susurro adolorida.

Igor frunce el ceño.

-Solo fue una escoba.

Igor no quitaba la mirada de mí hasta que se abrieron las puertas del elevador salvándome de este momento.

Los tres avanzamos hasta la sala de reuniones.

Recién entramos y hay varias personas de distintas edades, la que pude reconocer es a la rubia que estaba con Igor, la misma que me hablo en el baño de Florida.

Igor avanza y se sienta en la cabeza de la mesa, señalándome que me siente al lado, cuando iba a sentarme la rubia me gano el asiento.

-Lo siento, querida. -me da una sonrisa de víbora.

Siento como la sangre me hierve y me quedo parada ya que no hay más asientos.

Veo como Carlos esta "limpiando" un mueble mientras ve a la rubia con odio.

-Querida, antes de que empiece la junta ¿Puedes traer café para todos? -pregunta con voz chillona.

Ella no es mi jefa, a ella no le hago caso, pero veo a Igor y este asiente.

-Ese no es su trabajo, ve tú por tu café, querida. -suelta Carlos enojado.

Igor mira con ojos matadores a Carlos.

-Bien, la acompañas tu a traer todos los cafés. -le ordena a Carlos.

Esté con el rostro rojo del coraje agarra mi brazo para salir de la oficina y en cuanto salimos me agarra por los hombros haciendo que nuestros rostros queden cerca.

-Escúchame bien, eres secretaria no sus criadas, no puedes dejar que te manden por un simple café.

-Pe ... pero él es mi jef ....

-Me vale tres hectáreas de verga. Tu no dejes que te traten así y menos con esa víbora.

Asiento y le doy una sonrisa ladina.

Ambos caminamos y agarramos cafés para todos, mientras sirvo el café pienso en mis hermanos.

¿Cómo estarán?

Siento de nuevo el nudo en mi garganta y trato de no pensar en eso.

Carlos trae un habladero y yo trato de prestarle atención, por lo que nomas asiento o trato de sonreír.

Llegamos de nuevo a la sala de reuniones y antes de entrar Carlos me detiene.

-No sé te olvide lo que te dije, no te conformes con poco que mereces mucho. -me guiñe el ojo y es el primero en entrar.

Entra como si estuviera en una pasarela y empieza a entregar cafés con su pose de diva.

Y yo trato de caminar sin que se me derrame el café encima.

Entregamos todos lo cafés, solo me queda uno y es el de la rubia, me acerco y lo pongo enfrente suyo pero creo que estoy demasiado distraída que se lo termino derramando.

-¡Estúpida barata! ¡¿Qué acaso estas ciega ?! -se levanta rápido por lo caliente que esta.

-Lo siento, lo siento, de verdad no fue mi intención. -escucho la risita de Carlos.

-¡Igor, córrela, de nada te sirve una buena para nada! ¡Ni siquiera servir el café sabe! -grita con voz irritante.

Igor se para rápido mirándome totalmente serio.

-Fuera. -apunta la puerta y la risa de Carlos párr.

Trato de no humillarme tanto ya que todos están pendientes a la pelea que se formo gracias a mi distracción.

Salí con la cabeza gacha y como es de costumbre, ya con los ojos cristalizados.

Dios. ¿Por qué me tiene que pasar esto también?

-Te doy una segunda oportunidad y lo haces mal. -Su regaño hace que me estremezca. -Solo dime si no puedes con el cargo. Ocupo personas enfocadas, no distraídas que le tiren café a cualquier persona.

Rápido levanto mi vista para encontrarme con su rostro enojado.

-Este solo ha sido mi error. ¿Acaso lo que le presento esta mal? Que yo sepa nunca me ha corregido. -me defiendo.

Igor simplemente se me queda viendo y yo giro mi rostro a otro lado.

-Una última oportunidad, no pienso estar tolerando fallos en mi equipo. Eres mi secretaria, secretaria del dueño, no tienes que tener ningún fallo.

Prefiero no contestar y solo asiento.

-Solo una oportunidad más, señorita Larson. -se voltea para entrar de nuevo a la junta. -Ah, mejor váyase a trabajar a su escritorio, que sirve más allá que aquí.

Entra y cierra la puerta de la sala haciendo que mi corazón se encoja.

Kayla, no sirves para nada, hiciste enojar a tu jefe, tu hermana se hizo drogadicta, te quitaron a tus hermanos. ¿Qué más sigue ?.

Limpio mis lagrimas y me dirijo al escritorio para seguir trabajando.

El día ha transcurrido lento, en la hora de comer me fui a los baños a llorar, como la buena llorona que era.

Ahora estaba por salir pero me quede en blanco al saber que no hice nada para buscar casa o un techo.

Me quede como estúpida pensando en el regaño de mi jefe, que después de salir de la reunión no me dirigió la palabra.

Me quedé pensando en eso y en mis hermanos.

Tal vez alcance a llegar hoy.

-Kayla, entra ya.

La voz de mi jefe me saca de mis pensamientos y entro rápido a su oficina.

-Quiero que hagas esto. -señala la montaña de papel que hay. -Lo necesito para hoy, por lo que te vas a quedar a horas extra.

Estoy segura que mi cara es un poema.

¿Precisamente hoy me tenia que pedir horas extras?

Hoy no podre ver a mis niños.

Asiento y agarro la montaña de papel para irme a trabajar. Estaba por salir de la puerta cuando la voz de Igor me detiene.

-Kayla. ¿Qué te paso en la espalda?