¿Con qué cara lo voy a ver?
¿Cómo le voy a decir a los chicos que ya no tengo trabajo?
No he podido dormir nada de solo estar pensando y pensando.
Ya es de día y me cambio lo más rápido que puedo.
Le doy una última mirada al mar y salgo del cuarto.
En cuanto salgo con mi mochila y llave en mano me encuentro a Igor haciendo lo mismo. Bajo la mirada y camino rápido al elevador.
-¿Tienes tu llave? -su voz fría me confirma que probablemente me va a despedir.
Asiento y se la doy sin mirarlo a los ojos.
Llegamos a la planta baja e Igor va a dejar las llaves con la recepcionista que sonríe coqueta. Salgo a donde se encuentra el chófer llevándome una sorpresa.
Carlos esta platicando con el chófer, trae un saco rosa y lo demás negro haciendo una combinación muy linda, sin duda es el rey de la moda.
-¡Mi reina! -se acerca besándome ambas mejillas. -¿Cómo les fue anoche? Cuéntame todo.
Su sonrisa es pícara, como si supiera lo que de verdad paso.
Siento mi rostro arder.
-¿Tú que haces aquí? -pregunta Igor llegando. -¿Y con maletas?
-Adivinaste, cariño. ¡Me voy con ustedes! -grita entusiasmado ganándose una mala mirada de Igor.
Agradezco al altísimo por que Carlos venga con nosotros y no tengamos que viajar solos, eso lo haría mucho más incomodo de lo que ya era.
-¿Y que harás allá?
-Viviré en tu casa hasta que encuentre un lugar propio, después empezare a abrir mi local allá. -dice emocionado haciendo que Igor ruede los ojos. -Creo que empezaré a vivir en Nueva York, necesito un cambio urgente.
Lo miro asombrada, si el quiere un cambio, simplemente cambia de ciudad y empieza a open un restaurante para crecer ... y yo que tengo que cambiar de trabajo para tener un cambio.
-Como mar. -bufa Igor. -Vámonos ya.
Los tres nos subimos al coche y chófer sube el gran equipaje que trae Carlos.
-¿Esa es toda tu ropa? -Carlos señala mi mochila.
-Si.
-Primera chica que no carga una gran maleta por un día. Igor, me impresionas. -Dado anonadado mirándome. -Por cierto, deberías enseñarme a elegir poca ropa.
Sonrío y asiento.
-¡Pero cuéntenme! ¿Cómo les fue ayer? -dice poniéndonos atención a los dos emocionado.
-Que te importa.
Carlos le enseña el dedo de en medio y lo ignora poniendo toda su atención en mi.
-Cuéntame, reina.
-Claro, que te cuente ella, se divirtió mucho. -dijo Igor bufando y mirando por la ventanilla.
Sentí mi rostro estúpidamente rojo, pero creo que ya no era rojo, sino guinda.
Carlos me miro con los ojos como plato mientras sonreía como diabólico y aplaudía.
Empezaba a darme miedo.
-¡Me urgen los detalles! -chilló emocionado.
-Me lle ... llevo a conocer el mar. -dije con trabajo tragando saliva.
Carlos dio una mirada asustada.
-¡¿No conocías el mar ?! -grito rompiéndome los tímpanos.
-¿Podrías dejar de ser tan ruidoso? O ten por seguro que te sacó del carro.
Carlos se calló pero seguía mirándome incrédulo.
-Ah y tampoco había bebido alcohol. -Igor soltó haciendo que Carlos se pusiera una mano en la frente y se hiciera el desmayo.
La verdad es que me sentía muy avergonzada.
-¡Mi amor, te hace falta vivir! -revivió de la nada. -¡Es un delito que no hayas probado el alcohol! ¡Dios, ampara a esta chica!
Baje mi mirada pero rápidamente Carlos puso sus dedos en mi barbilla haciendo que levantara la mirada.
-¿Te gusto? -pregunta con esperanza.
Niego y se vuelve a "desmayar".
-En definitiva me quedo en Nueva York, te tengo que enseñar muchas cosas, mi reina.
Todo el camino se dedico a decirme sobre los cambios que me haría y sobre todo lo que él me enseñaría.
Llegamos hasta el mismo avión haciéndome sentir nerviosa, de nuevo.
Aunque a decir verdad, con Carlos aquí no seria tan incomodo como con mi jefe.
Uy si, te lo comiste pero te da más vergüenza apretar su brazo, cuando anoche le apretaste otra cosa.
Cuando entramos al avión rápidamente Carlos se sentó en a mi lado y lo agradecí por completo.
En cuanto sentimos como empezaba a moverse el avión, me aferré al brazo de Carlos-que estaba mucho más delgado que el de Igor.- y cerré mis ojos.
-No me digas que le tienes miedo al avión. -escucho a Carlos.
-Es la segunda vez que se sube. -estoy segura que Igor rodó los ojos.
-Kayla, eres rara.
Otro que me decía rara.
-Rarisima. -le sigue Igor y yo me quede callada esperando que esto acabe.
Todo el camino Carlos se la llevaba hablando de todo ya la vez nada, de vez en cuando me hacia reír con sus ocurrencias.
En cuanto llegamos, nos dirigimos a la empresa.
-¿Te apetece darme trabajo? -le preguntó a Igor con voz dulce.
-Limpiando. -dijo Igor siguiendo su camino.
-Puto.
-¡Está bien!
-¡Te extrañamos! -los tres paramos de golpe.
Rápidamente me voltee y check a mis preciosos hermanos corriendo hacia mí.
-¡Chicos! -me arrodillo para abrazar a ambos.
Siento la mirada de Igor y Carlos.
-¿Cómo te fue?
-¿Tomaste foto? -preguntan contentos.
-¡¿Tienes hijos?! -escucho a un Carlos asustado.
Me giro y niego con la cabeza.
-Son mis hermanos.
Los chicos miran confundidos a Carlos.
-¿Que eres de mi hermana? -susurra Lucian.
-¿Eres gay?
-¡Jacob! -lo regaño.
Carlos suelta una carcajada.
-Que tierno cuida a su hermanita. -mira con ternura a los chicos. -Sip, soy muy gay.
Le responde y Jacob se queda pensando un rato.
-Entonces yo también soy gay.
Abro mis ojos como plato y escucho a Igor toser.
-¿Qué? -susurro.
No es que me asuste pero ¿Qué rayos?
-Si, es que a mi también me gusta el color rosita.
Carlos se carcajea.
-Los colores no tienen género, si te gusta el rosa no significa que seas gay, corazón. -le explica Carlos sonriente.
Jacob asiente contento y agarra mi mano.
-¿Podemos ir a casa ya?
-¡Chicos! -escucho a una señora corriendo y gritando asustada.
Hasta que pienso. ¿Por qué los chicos están aquí?
¡Y solos!
Rápidamente me encuentro con una pareja, ambos vienen un poco asustados hasta que encuentran a los chicos y suspiran aliviados.
-No vuelvan a hacer eso, niños. -se dirigen a mis pequeños y frunzo el ceño.
-¿Ustedes quienes son? -mi voz suena molesta y pongo a los pequeños detrás de míos.
-De seguro tu eres la hermana. -el hombre me ve de arriba hacia abajo con disgusto. -Se ve que vives demasiado bien dejando a tus hermanos solos y muertos de hambre.
Siento mis ojos quemar.
-¡Cállese que usted no sabe nada! -grita Lucian mientras que Jacob le pisa el pie con fuerza.
Siento las miradas de Igor y Carlos quemándome pero no volteo.
-Perdónenlo chicos. -se disculpa la mujer con rostro preocupado.
-¿Quienes son ustedes? -repito con la rabia andando.
-Toda una fiera. -ignoro a Carlos.
-Mi tía es Lydia. -dice la mujer estirando su mano para que la tome. -Me llamo Lourdes.
La verdad no tenia ganas de ser educada y la deje con la mano estirada.
-¿Y que hacían con los niños? -les pregunto y rápidamente bajo la vista a los niños. -¿Les hicieron daño?
Los chicos niegan y suspiro aliviada.
-Los trajimos a pasear, no esperábamos que te molestara.
La ignoré.
-¿Por qué estaban con Lydia? - les pregunto a los chicos.
-Las chicas tenían que salir.
¿Salir? ¿Un jodido día no me podría hacer el favor?
-Se estaban muriendo de hambre. -levanto mi vista mirando al hombre. -Y los trajimos a comer.
Sonrió falsamente y me alarmo.
-Chicos, les deje dinero. -ambos pequeños dejan de mirarme para mirar cualquier cosa que no sea yo.
-Liz se lo gastó. -soltó Jacob y Lucian le dio un ligero golpe en la cabeza.
¡¿Liz se lo gastó?
-¡Tonto, era secreto!
-¿Así los educas? -el hombre me observa con asco. -¿A base de mentiras? ¿Largándote sin dejarles de comer?
-¡Eso no es así! -grito llamando a la atención de las personas que van pasando.
Siento que la cabeza me va a explotar en cualquier momento.
Al gritar, los chicos se encogen haciéndome sentir muy idiota, nunca gritaba, pero este hombre me esta sacando de mis casillas.
-¿Y aparte asustas tus hermanos? ¡¿Así los haz estado criando ?!
-Deje de estar gritando. -se mete Igor con su voz intimidante.
Me giro a los pequeños.
-Perdónenme a ustedes nunca les gritaría y lo saben ¿Verdad?
Ambos asientes y cada uno agarra una mano mía.
-Arreglemos esto como gente civilizada, por favor.-dice la mujer mirándome suplicante.
Asiento.
-¿Te ... tengo que seguir trabajando hoy? -hablo como puedo mirando a Igor.
Se me queda viendo un rato a los ojos y niega.
-No, mi reina, arregla este asunto. -le gana Carlos.
Asiento y avanzo rápido para llegar a la casa.
Agarramos el autobús y los esposos se fueron en carro.
Insistieron en que fuéramos con ellos pero me negué por completo y los chicos me siguieron a mí.
En cuanto llegamos entre y no había nadie.
El coraje me estaba ganando.
-Queremos adoptar a los gemelos.
Siento como mi corazón paro por completo y mi mundo caía en pedazos.
¿Adoptar a mis bebés?
¿Cómo mierda voy a vivir sin ellos?
Siento todas mis lagrimas acumularse en mis ojos, no podía dejarlos, simplemente no podía.
Me giro y encuentro a Lourdes frente a mi.
Los chicos se quedaron adentro de la casa jugando y del señor no tenia idea donde estaba.
-Sé que es muy difícil, pero nosotros nos casamos hace cinco años y no hemos podido tener bebés, por lo que decidimos adoptar. -la señora se ve apenada y mis lagrimas bajan sin aviso. -Mi tía dijo que tenias problemas económicos y te prometo darles la mejor vida que pueda.
Mi garganta esta empezando a quemar y no puedo aceptar esto.
-No.
Giro mi cuerpo para entrar a la casa.
-Podemos hacerlo a las buenas oa las malas. -dados desesperada.
Cierro mis ojos con fuerza y ya no puedo con tanto, siento que en cualquier minuto voy a caer y nadie me podrá sacar.
-Puedo llevarlos de viaje, darles de comer todos los días, llevarlos a la mejor escuela todos los días. -sigue -Puedes visitarlos cuando tu quieras.
No puedo ni siquiera hablar, simplemente le doy la espalda y entró a la casa.
Encuentro a los chicos jugando con juguetes que nunca los había visto.
-Mira, esto nos compraron Lou y Michael. -siento que en cualquier momento me largare a llorar y miro hacia arriba tratando de que las lagrimas no me salgan.
-Están muy lindos.-Susurro con voz quebrada.
Ambos se miran y después voltean a verme.
-¿Estás triste?
-¿Te fue mal en el viaje?
No puedo más y empiezo a llorar tapándome la cara.
No puedo ser egoísta, no puedo tenerlos aquí, en una casa donde no se ni cuando nos van a sacar. No puedo tenerlos aquí mientras no puedo mostrarles lo lindo que es la vida. No puedo tenerlos aquí si ni siquiera se si vamos a tener para comer. Esos señores trataran de darles lo que ellos necesitan, mis bebés no merecen este mundo, merecen uno mejor donde tengan todo lo que ellos puedan.
Unos papás que los quieran y no los abandonen.
Se que mi amor no será igual al de ellos, ellos los querrán como sus hijos y harían todo para darles lo mejor.
Sé que ellos podrán darle mucho más cosas que yo.
Lo único que estoy seguro es que no le darán es el amor que yo les doy.
No puedo condenarlos a darles una vida como la que estoy viviendo, ellos tienen que mejorar, ellos podrán alcanzar lo que desean y yo estaré ahí para verlos y demostrarles todo mi apoyo y amor.
-Estoy bien, tranquilos. -limpio mis lagrimas y los veo con una sonrisa.
-¿Ocupas un abrazo de oso?
Asiento y ambos vienen a abrazarme ya llenarme de besos.
Probablemente sea el último abrazo de oso que me darán.
-Mis niños. ¿Les gustaría vivir con los señores que conocieron? -trago de saliva.
Ambos se quedan pensando y niegan al mismo tiempo.
-Nosotros siempre vamos a querer vivir con ustedes.
-Siempre juntos, hermanita.