Cuando Igor se acerco a mi me sentí muy nerviosa. Pero ...
¿Quién no se pondría nerviosa?
-Ven. -extiende su mano.
La acepto y siento todo un escalofrío sentir por todo mi cuerpo, y aunque su toque quemaba la sensación no era desagradable.
Poco a poco nos fuimos adentrando.
-Oye, no sé nadar no me sueltes. -ahora no solo estaba agarrando su mano sino que estaba abrazando su brazo.
Nos seguimos adentrando y el agua ya me llegaba por los hombros.
El seguía caminando porque claro, a él el agua le llegaba casi a mitad de su torso.
Doy un grito cuando siento como algo se enreda en mi pie y empiezo a sacudirlo con fuerza.
Igor voltea y yo me abrazo a su torso, haciendo que nuestros pechos toque y mis piernas se enreden en su cintura. Su boca queda muy cerca de la mía y yo me remuevo sintiendo como me voy para abajo y él ni me agarra, solo se me queda viendo a los ojos.
Cada vez voy bajando hasta que siento un bulto en mi entrepierna haciendo que me suelte de golpe.
Pésima idea, Kayla.
El agua ya estaba muy alta para mí, siento como me sumerjo toda y trato de que mis pies me empujen hasta arriba pero me da miedo tocar y sentir un animal.
Siento como unos brazos musculosos me sacan y siento que vuelvo a vivir.
Me aferro a su cuello mientras toso y expulso toda el agua salada que trague, de nuevo envuelvo mis piernas en su cintura, con la diferencia que esta vez si agarra mis muslos con sus manos.
-Aparte de asustona, torpe. -dice tratando de ocultar una sonrisa.
Golpeo su torso y el suelta mis piernas haciendo que pegue un grito y me aferre más a su cuerpo.
-Agárrame, Igor.
Me vuelve a agarrar y de nuevo quedamos muy juntos.
Siento como su boca roza la mía y yo moje mis labios, este chico es una gran tentación.
Ahora con su cabello mojado se miraba más guapo y relajado, daba la impresión de que era un chico normal y no el jefe de una empresa con millones de dolares.
Nuestros labios estaban rozándose hasta que una ola inmensa nos tapa por completo a los dos.
Claramente no me solté de él y ambos salimos del fondo gracias a él.
Me aprieto más a él porque siento como mis ojos arde.
-Me arden los ojos. -digo preocupada.
-Es por la sal. -siento sus dedos largos pasarlos por mis ojos cerrados.
Empiezo a abrir de poco a poco mis ojos y me encuentro con su rostro serio de nuevo.
-Gracias -susurro mientras despego mis ojos de él y empiezo a ver a mi alrededor.
Hay muchas personas disfrutando con sus familiares o sus amigos y todos se ven tan relajados y yo tan cagada de miedo.
Poco a poco desenredo mis piernas de su cintura tratando de tocar el piso, ya que lo toco sonrío.
Puedo tocarlo de puntitas.
Cada vez me voy soltando un poquito más hasta que estoy yo sola.
-Cuidado una ola.
Me volteo y siento que es la ola más gigante que he visto.
Cuando siento que se acerca más brinco mientras que cierro mis ojos y me tapo la nariz.
Estoy esperando el agua en mi rostro y no pasa.
Me giro a Igor y este asiente.
-Puedes brincar o relajarte y las olas te subieran sola.
Asiento y trato de hacer lo que él dijo y es cierto.
Debes de dominar al mar, no que el mar te domine.
Me siento tan experta que una ola me tomo desprevenida y me volviera a hundir.
Los mismos brazos me vuelven a sacar y nuevamente me aferro a él.
-No le agrado al mar. -hago un puchero.
-Creo que a nadie le agradas. -me separo solo un poco y lo veo con el ceño fruncido.
-A mis hermanos les agrado.
-¿Segura?
No.
-Que te importa. -le digo sintiéndome enojada y si pudiera nadar, nadaría lejos de él.
Pero no sé nadar, entonces me toca aguantarlo cerca.
Me pongo a admirar la vista tratando de ignorar a Igor, pasamos varios minutos en el mar en silencio.
-Ese bikini es muy tentador.
Rápidamente lo miro y esta observándome a los ojos.
-¿Qué?
-Que ya es hora de irnos a alistar.
Camina con facilidad dejándome hasta donde pueda tocar sin problemas y salimos del mar para dirigirnos a nuestras habitaciones.
Veo como todas las chicas se lo comen con la mirada cuando esté con su mano peina su cabello hacia atrás.
Trago saliva y corro por mi toalla para taparme.
Después me pongo a juntar conchitas para llevarles a mis hermanos.
-¿Qué haces?
-Junto conchitas. -digo obvia rodando los ojos.
-¿Por qué?
-Ya que mis hermanos no pudieron venir yo les llevare una pequeña parte del mar.
Asiente y me espera unos minutos mientras agarro varias conchitas.
Subimos al elevador y nos encontramos de nuevo con los señores de la mañana.
-¡Mira, de nuevo con los esposos, Laura! -dice el señor entusiasmado y yo le sonrío.
Volteo a Igor que se queda viendo las puertas serio, sin dirigirles ni una mirada.
-¿Qué esposos? -dice la señora confundida.
El señor la ve y su entusiasmo va decayendo.
-Una disculpa. -me dice el señor. -Tiene inicios de alzhéimer.
Asiento entendiendo y dándole una sonrisa de apoyo.
-No se preocupe.
Las puertas se abren y se despide un poco triste.
Nosotros seguimos y en cuanto se abren las puertas nos encontramos a Carlos.
-¡Pero cada vez te pones más bueno! -Carlos le guiña un ojo a Igor y este se encierra en su habitación.
Carlos y yo soltamos una carcajada mientras entramos a la habitación.
-A ver tu, reina, suelta esa toalla para ver tu esplendido cuerpo. -lo miro dudosa y asiento.
Asiento porque Carlos inspira mucha confianza. Suelto la tolla un poco tímida y Carlos solo me observa con ojos grandes y la boca abierta.
-Mi amor, necesitas más enseñar esas caderas preciosas con las que Dios te trajo al mundo
Río y mientras me baño el va seleccionando el maquillaje, lo increíble de todo es que aquí si había agua caliente.
Cuando salgo veo un vestido precioso en la cama.
El vestido era de tirantes pero con un ligero escote de color beige, me acerque a tocar la tela y es de satín, sin duda quedé enamorada de este vestido.
-Siéntate que vamos a empezar. -chillo Carlos.
Me senté y mientras él me pintaba empezamos a platicar de diversos temas, la verdad es que Carlos inspiraba mucha confianza y hablamos de todo un poco.
-Dime la verdad. ¿A poco no esta guapo el papi de Igor?
Me reí pero asentí.
-Claro. -asentí con mis mejillas rojas.
-¡Ay pero que tierna te pones rojita! -pellizca mi mejilla. -¿Sabes? Ese vestido hará resaltar las curvas preciosas que ocultas y hará que tu piel luzca más, eres demasiado blanca.
Me quedó pensando, hace mucho no uso ropa tan pegada o tan atrevida como ese vestido.
-Listo. -gira la silla haciendo que quede frente al espejo.
Me da cierta nostalgia verme así tan arreglada y linda. Hace mucho que no invierto tiempo en mi y verme con estas ondas y ese maquillaje precioso me hace sentir otra persona.
-¡Carlos, hiciste un trabajo precioso! -lo halago y este se encoge de hombros con una sonrisa tierna.
-Ventajas de ser gay, mi amor. Aunque hay que admitir que me hiciste la tarea fácil. ¡Eres preciosa! Y estoy ansioso en verte en ese vestido demostrando tus garras. -gruñe como tigre y con sus dedos hace como si estuviera arañando.
Me río y me voy al baño a cambiarme.
El vestido hace que no lleve sostén por lo que solo me puse mis bragas y el vestido, me ajuste bien el cinto y salgo.
-Me estoy haciendo hetero.
-Cállate. -le digo sonriendo.
Me voy al espejo y me quedé boca abierta.
Mis piernas se ven largas con este vestido, mis caderas anchas y una cintura pequeña gracias al cinto que trae. El vestido me llega demasiado corto, trato de bajármelo un poco.
-¡Ni se te ocurra! -me regaña Carlos apareciendo atrás de mi. -Enséñales un poco de tu carne a los estúpidos estirados y si quieres dale un probadita a tu jefe.
Me pone una cara perversa y yo niego rápido.
-E ... Él es mi jefe.
-¿Y? Mi amor, lo conozco desde los pañales, estoy seguro que le gustas, se nota cuando te mira. Pero shh- pone su dedo índice en su boca en seña de silencio.
Me quedo en mi lugar hasta que escuchamos como tocan la puerta y me pongo nerviosa.
-¡Ya llegó! -me arregla poco el cabello y brinca para ir a abrir la puerta. -Uff, pedazo de bombón.
Me giro a la puerta y veo a Igor con su traje azul marino y su corbata a juego. Porta el traje con elegancia y esa masculinidad que él solo sabe.
Igor se me queda viendo de arriba hacia abajo y se queda un rato mirando mis piernas, haciendo que me remueva nerviosa.
-Ya león, que te la comes con la mirada. ¿Cómo se ve eh? -dice Carlos con una sonrisa pícara.
La verdad hace mucho no me sentía bonita.
-Nada mal.
Auch.
-Vámonos antes de que se nos haga tarde. -pone su brazo para que yo entrelace el mio.
Entrelazo su brazo y siento como su loción inunda mis fosas nasales.
-Igor cuídala, no la dejes sola en ningún momento, sabes como son esas gentes. -Carlos se puso serio.
-Lo sé, no ocupas decírmelo.
-Adiós Carlos. -me acerco a darle un beso en la mejilla. -Gracias por todo.
-¡Ay cosita! de nada, mi reina. Ya sabes cuando quieras. -me guiña el ojo y sonrío.
Vuelvo a entrelazar mi brazo con mi jefe y salimos del hotel.
Llegamos a un salón muy lujoso. Igor me abrió la puerta y los flashes me cegaron.
Sentí como Igor paso su brazo por mi cintura.
Creo que me gusta que ponga su mano ahí. Sentí como me dio un escalofrío y no sé si él igual porque apretó más el agarre.
En cualquier momento me voy desmayar.
Caminamos y pasamos por la puerta.
-No te separes de mí. -susurra en mi oreja.
Asiento acercándome un poco más a su cuerpo.
Empieza a platicar con muchas personas y siempre me presenta, de vez en cuando me meten en sus conversaciones. El lugar es muy lujoso y hay meseros por todos lados.
Igor dejo de hablar con una pareja y se puso a platicar con otro señor.
Claramente Igor nunca sonreía, simplemente estaba con su rostro serio y hablaba cuando era realmente necesario.
-Pero que hermosa chica, espero y me la prestes para un baile. -el señor me guiñe un ojo y yo me remuevo en mi lugar aun con la mano de Igor en mi cintura.
Su agarre se hizo más fuerte.
-No la presto.