—Entonces piensas que todo este tiempo Marcos está buscando a Claudia en otras ciudades y al fin la encontró —concluyó Clarissa con una expresión de horror.
—Es probable —contestó César— Pero eso sólo lo podemos comprobar con información de otras jurisdicciones— luego se dirigió a don Andrés— Alcalde, tendrá alguna forma de contactar a los jefes policíacos para que nos envíen información de asesinatos sin resolver que hayan ocurrido en estos 10 años y que tengan las mismas particularidades que los crímenes de aquí.
—Esa información la tengo a la mano —respondió inmediatamente don Andrés mostrando un dispositivo de almacenamiento—. Cuando comencé a detectar que mis hombres estaban confabulados con alguien más, tuve que empezar a investigar por mi cuenta y mis contactos en otras ciudades me facilitaron los datos que me pides.
César no esperó más y tomó el dispositivo para comenzar a revisar los archivos que contenía y respaldarlos en su computadora. Marcos también tenía curiosidad por la información que don Andrés les había entregado, que se acercó a César para ayudarlo en la revisión de los archivos.
—Espero que ustedes encuentren algo —continuó el alcalde con una expresión de zozobra—. Yo no pude hallar nada concluyente en esos expedientes.
—Encontré algo —exclamó César y todos voltearon a verlo en espera de lo que él diría. César se levantó rápidamente para comenzar a explicar, mientras escribía los datos en la pizzara
—Hay un caso de una joven de 16 años llamada Amira fue hallada muerta el 13 de julio en Valle Rojo, un año después del asesinato de Dariana. La encontraron colgada en su habitación y el fiscal que llevaba el caso quiso investigarlo como homicidio por unas extrañas marcas que tenía en ambos pies. Sin embargo, se descartó la hipótesis de un posible homicidio y se concluyó que había sido suicidio. Al parecer no estudiaba danza, pero sí se dedicaba a participar en competencias de baile contemporáneo.
Mientras César exponía el caso, Marcos seguía revisando una de las carpetas y entonces sus ojos brillaron de emoción al encontrar otro perfil que encajaba con lo que estaban buscando.
—Parece que dos años después del asesinato de la primera chica hubo otro caso similar pero en Saltipán. Julia de 15 años fue hallada muerta en un callejón con huellas de tortura y sin los dedos de los pies.
—No me digas que apareció muerta el 13 de agosto —preguntó César.
—Mmmm, no, el expediente menciona que fue encontrada la madrugada del 14 de agosto.
—Entiendo, y ¿era aficionada al baile? —volvió a preguntar César, que ahora seguía revisando otro expediente que tuviera características similares.
—Pues según los informes, ella era hija de una maestra de baile y era aficionada al fútbol.
—Aunque parece que aquí no sigue el mismo patrón —meditó César—, su fetiche por los pies era la pista que conectaba a las muertes sospechosas.
Todos miraron a César sorprendidos por lo último que había dicho. Era como si una luz se encendiera frente a ellos y todo lo que habían pensado hasta ahora cobrara sentido.
—¿Y si cada crimen era un mensaje para Claudia? —sugirió Marcos.
—O para su madre... —continuó César— ¿Por qué elegiría a chicas que estuvieran relacionadas con la danza? ¿Por qué comenzó a acosar a Claudia y luego mató a otra chica inocente? Parece que quiere despistarnos con que ella es la principal pieza de todo este puzzle, pero si en realidad el mensaje era dirigido hacia Sofía.
El alcalde estaba sorprendido con la conclusión a la que había llegado César. Eso lo dejó pensativo y comenzó a tratar de recordar detalles de la charla que tuvo aquella vez con Sofía. Ella nunca le dijo los motivos por los cuales se fue y después de eso se mantuvo alejada de él. En ese momento pensó que la razón de su distanciamiento era para no afectar su imagen pública, ya que él comenzaba a contender por la alcaldía y el hecho de que hubiera una hija ilegítima lo afectaría demasiado. Sin embargo, ahora tenía dudas al respecto.
César notó que don Andrés estaba callado, entonces se acercó para cuestionarlo de nuevo.
—¿Qué pasó con Sofía?
—Desde ese día —comenzó a relatar— ella me evitaba. Cuando conocí a Claudia, ella era me pareció una chica muy reservada que amaba el baile. A través de otras personas, la ayudé a ingresar a la Casa de la Cultura y cuando terminó su carrera como maestra de danza, dejé que se encargara de una clase.
—¿Alguna vez habló con ella? ¿Conoce más sobre su vida personal? —volvió a preguntar.
—No tuve oportunidad, ya que su madre me dijo que Claudia no sabía que era su padre. Pocas veces he tenido contacto con ella.
—Creo que es tiempo de hacerle una visita, ¿no cree? —sugirió César.