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Chapter 37 - Mario despierta

El doctor llegó inmediatamente a la habitación, acompañado de dos enfermeras, y rápidamente comenzaron a revisar a Lisa. Como ella gritaba desesperada por el dolor, el médico determinó inyectarle un calmante mientras solicita a una de las enfermeras que fuera por una camilla para trasladarla Lisa a su habitación. Era tal el alboroto que, todo era confuso.

Mientras el personal médico atendía a Lisa, Clarissa estaba tan preocupada por su bienestar, que tenías las manos juntas como si rezara. El alcalde también estaba preocupado por su nuera, que gritaba desesperado que la curaran pronto.

En cambio, Marcos y César decidieron dejar la habitación para no estorbar. Cuando estuvieron afuera, Marcos dijo con cierto desánimo.

—Estamos como al principio —suspiró.

—Quizás no —replicó César.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Tengo una corazonada —afirmó— detrás de todo hay una pista que hemos pasado por alto.

—Definitivamente —señaló Marcos en un tono de fastidio— sin embargo, cada vez que nos acercamos a ella, surge algo que nos desvía hacia otro lado.

—Hay algo que no estamos viendo, una conexión entre esas tres chicas, Lisa, Mario y Claudia.

Marcos meditó un poco, ya que todas las pistas apuntaban a Alberto, sin embargo faltaban pruebas contundentes para señalarlo como el responsable. Entonces recordó el incidente en el falso funeral de Mario, los tres sujetos que escaparon. Ellos tenían la clave que los llevaría al responsable del ataque del hijo de Mario.

César vio que su amigo estaba pensativo, así que volvió a hablar.

—¿Recuerdas a quién pertenecía el rancho donde fue encontrada Lisa?

Esto hizo volver a Marcos de sus pensamientos y respondió rápidamente.

—Mmmm, recuerdo que había un letrero en la cerca que decía finca Los Reyes, pero no consideré que tuviera alguna relación con el hallazgo.

—¿Recuerdas a "El Águila"?

—Sí, el mafioso de la ciudad.

—Él es dueño de esa propiedad y sospecho que quisieron incriminarlo de alguna manera con esas muertes.

Al escuchar esto, Marcos abrió los ojos sorprendido.

—¿Entonces quieres decir...?

En ese momento, Clarissa los interrumpió.

—Hola chicos —dijo en un tono triste.

—¿Cómo está Lisa? —preguntó César.

—El médico dijo que estará sedada bajo observación. Es posible que la noticia de su rapto provocó que su cerebro reaccionara mal, así que nos recomendó ser cuidadosos en lo que le decimos.

—Entiendo —dijo César inexpresivo— esperemos que no sea algo serio y pueda recuperarse.

—Ojalá —suspiró Clarissa.

—¿Qué pasó con don Andrés? —anotó Marcos.

—Él se quedó con el doctor para preguntar sobre el estado de su hijo.

—Bueno, no tenemos mucho qué hacer aquí, así que considero que debemos irnos y hacerle una visita a "El Águila" en su finca —propuso César.

Clarissa y Marcos quedaron estupefactos ante la proposición de César, ya que el hecho de acercarse a un sujeto como él resultaba demasiado peligroso y los expondría. De inmediato se negaron con tal de desanimar a su amigo a no tomar tal riesgo.

—¿Estás loco? ¡Ese hombre es un mafioso! —replicó Clarissa.

—Clarissa tiene razón, sería un suicidio si vamos con él.

—Tranquilos, Clarisa tú puedes quedarte con don Andrés, por si despierta Mario —luego se dirigió a su amigo—. Te diría que me acompañes, pero puedo ir solo a encontrarme con "El Águila".

—¡No permitiré que vayas solo! —objetó Marcos.

—¡Es demasiado peligroso! —secundó Clarissa.

—Tengo algo que le podría interesar —contestó seguro—, si se lo damos, él podría darnos la pista que nos hace falta.

—Pero... —Clarissa se contuvo al ver que Cesar estaba determinado a ir con ese hombre peligroso.

Como sabía que sus amigos se negarían, César no esperó más y decidió encaminarse hacia la salida.

—No los puedo obligar, pero si algo me pasa, les encargaré que resuelvan el caso por mí. ¿Entendido? —dio la vuelta y alzó la mano a modo de despedida.

Estos al ver que César se apartaba, se miraron angustiados, sin embargo no les quedó de otra que aceptar las exigencias de su amigo. Entonces Marcos gritó para detenerlo.

—¡Espera César!

César sonrió al escuchar la voz de Marcos, ya que significaba que su plan había funcionado a la perfección. Entonces dio media vuelta y esperó a que su amigo se acercara. Cuando éste llegó, le entregó unos chips.

—Toma —comenzó a explicar—, ponte estos chips que rastrearán tu ubicación en caso de que algo te pase. Uno de ellos está adaptado para grabar durante varias horas y enviar los archivos de audio en tiempo real.

—Gracias amigo —dijo César mientras tomaba los diminutos dispositivos y se los colocaba.

—Cuídate mucho —Marcos le dio una palmadita— No dejes que te maten.

César asintió con la cabeza y se retiró con una leve sonrisa, dejando a sus amigos bastante angustiados por su partida.

De pronto, se escucharon ruidos que provenían de la habitación de Mario. Intrigados por lo que ocurría, la pareja de detectives corrió hacia el cuarto para ver qué había pasado. Antes de entrar, se toparon con don Andrés que lucía bastante agitado.

El alcalde al encontrarse con Clarissa y Marcos, les dijo emocionado.

—¡Mi hijo despertó!