—¿Otra víctima? —exclamaron al unísono Clarissa y César, éste último arrebató la fotografía para revisarla detenidamente.
—Bueno... futura víctima —Marcos comenzó a explicar nerviosamente mientras anotaba algunos apuntes en el pizarrón— Ella sería el próximo objetivo del asesino o de quienes están detrás de estos crímenes.
César observaba atentamente las notas de su amigo, mientras que Clarissa aún trataba de comprender lo que Marcos acababa de decir.
—Marcos, no entiendo ¿por qué ella sería el próximo objetivo? —preguntó Clarissa.
—¿Recuerdan que teníamos a las tres jóvenes asesinadas y a Lisa? —señaló Marcos.
—¿Pero qué tiene que ver ella? Salvo que fue su maestra, no encuentro otra conexión —insistió la joven.
—La maestra Claudia en ese entonces era la prometida del vicealcalde y ahora está casada con Alberto— respondió César, mientras juntaba los puntos que conectaban a las víctimas con los sospechosos.
Clarissa aún no comprendía la relación entre la maestra Claudia, sus exalumnas asesinadas y los funcionarios en el gobierno de don Andrés. Entonces comenzó a sacar conclusiones de lo que acababa de escuchar.
—¿Estás diciendo que es una venganza en contra de la maestra? —cuestionó— Es algo muy cruel matar a estas niñas por un desamor.
—No es eso —respondió César sin voltear a ver a Clarissa—. A lo que se refiere Marcos es que esta venganza es hacia varias personas y Claudia es una posible víctima como Mario. Sospecho que las tres primeras víctimas eran una pantalla para encubrir una venganza mucho más macabra.
Clarissa estaba aterrada por lo que acababa de escuchar. No podía creer que una persona tuviera la mente tan retorcida como para asesinar a tres chicas inocentes en venganza.
Marcos y César miraban concentrados el pizarrón para encontrar posibles conexiones entre las chicas asesinadas y los miembros de la alcaldía. Clarissa se les unió, pero su mente retumbaba la imagen de la maestra Claudia, que no la dejaba pensar con claridad. De repente, la joven salió corriendo de la habitación mientras sus compañeros seguían revisando trabajando. Cuando se encontraron solos, César fue el primero en hablar.
—Parece que irá con el alcalde, pero antes de que ella regrese con él, quisiera comentarte algo que no me cuadra en este caso.
—Mmm.
—¿Por qué el alcalde no ha sido honesto con nosotros?
—¿A qué te refieres? —Marcos volteó a ver a César con el rostro desconcertado.
—Pues el día del funeral, "El Águila" se acercó para ofrecerle la cabeza del asesino de su hijo, pero hasta ahora no nos ha mencionado nada. Sospecho que él sabe más de lo que nos ha dicho.
—¿El alcalde?
—Sí, el alcalde conoce al asesino de su hijo y se ha mantenido callado por temor a que más personas sean asesinadas. Si mis sospechas son ciertas, él sabe que la siguiente es Claudia y aún así no ha hecho nada para impedirlo.
—¿Tú crees eso?
César caminó hacia el sillón para recostarse y descansar la vista. Se sentía agotado por este caso que se complicaba por nimiedades y él sólo quería encontrar al asesino para irse. Luego de varios segundos, continuó hablando.
—¿Crees que donde hubo amor quedan cenizas? —cuestionó refiriéndose a la relación entre Claudia y Agustín.
—Es probable, ¿pero qué tiene que ver eso?
—Tengo una hipótesis. Claudia fue obligada a casarse con Alberto a cambio de guardar un secreto o proteger a alguien más. El alcalde sabría de esta historia y no se atreve a decir nada por miedo a represalias.
«¿Amor y traición? No puede ser, pensó Marcos, que tras unos segundos comenzó a buscar entre sus anotaciones algo que había pasado por alto. Cuando lo encontró, corrió hacia César para mostrarle.
—Creo que esta es la prueba que conecta a Claudia con el alcalde...
Antes de que pudiera seguir hablando, la puerta de la habitación se abrió, por lo que ambos voltearon a ver. En ese momento aparecieron Clarissa y don Andrés, este último tenía una expresión sombría. Ambos detectives miraron fijamente al alcalde y guardaron silencio en espera a que Clarissa o don Andrés dijeran algo.
—He traído al alcalde para que nos apoye con unas preguntas.
—¿A qué te refieres Clarissa? —preguntó Marcos ansioso de confirmar sus sospechas.
—El alcalde tiene algo que decirnos sobre Claudia, ¿no es así? —volteó a mirarlo con una expresión fría que estremeció al alcalde.
Los tres detectives dirigieron sus miradas hacia don Andrés, quien guardaba silencio y tenía la vista fija en el piso. Luego de unos instantes, al fin habló.
—Claudia es mi hija.