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Chapter 28 - Atando cabos

Por la noche, Clarissa, César y Marcos estaban analizando las pruebas que hasta el momento tenían sobre el caso. Los tres permanecían callados tratando de encontrar el cabo suelto en el caso que parecía complicarse más ahora con la aparición de nuevos sospechosos. Desde su llegada se toparon con algo más que un simple caso de asesinatos en serie relacionados con mujeres jóvenes que aparentemente no tenían una relación común más que haber sido estudiantes de la Casa de la Cultura.

Cansada de tanto pensar, Clarissa fue la primera en romper el silencio.

—¡No puedo más! Estoy saturada con tanta información —se sentó de golpe en la cama.

—Ya somos dos, yo estoy demasiado cansado como para pensar —secundó Marcos, que se retiró los lentes para cerrar los ojos y descansar su vista—. Todo ha ocurrido tan rápido y hasta ahora sospechan de nosotros.

—¡Uff! Ni qué me digas, juro que casi me desmayo luego de que el vicealcalde mostrara ante la junta los vídeos de seguridad donde aparecen ustedes. No sé cómo le hice para mantener la compostura.

—¡Oh sí! —aplaudió Marcos—. Te mereces el premio a mejor actriz, definitivamente el alcalde y tú merecen el premio, yo me creí que estaban asombrados por la revelación de esa pista.

César que se mantenía ajeno a la conversación, interrumpió el festejo de su amigo. Tenía una expresión sombría.

—No festejemos aún.

—¿Por qué? —preguntó Marcos inocentemente.

—Lo que hicimos alertó al verdadero asesino y éste tratará de buscarnos para callarnos —comentó César—. Ahora todo Montecristo nos señala ser los responsables de la desaparición de Lisa, por lo que ahora tenemos que ser más cuidadosos.

—Tienes razón, sí estamos en una posición muy difícil —concluyó Marcos.

Clarissa sólo escuchó en silencio la charla de sus compañeros y sabía que sus amigos estaban en problemas. Durante la reunión con el gabinete de seguridad, el vicealcalde Agustín Sánchez había mostrado vídeos donde aparecían César y Marcos en el hospital en el momento en que Lisa sufría el paro. Esto fue suficiente para que sean señalados como los responsables de la desaparición de la joven, sin antes confirmar su verdadera participación en el hecho.

Aunque Clarissa trató de mantener la calma en ese momento, en el fondo temía que fuera descubierta por aquellos hombres que parecían unos lobos a punto de lanzarse en contra del alcalde y de ella.

Por su parte, César estaba seguro de que su plan para atraer al asesino funcionaría, el rapto de Lisa serviría para enviarle un mensaje claro.

—¿Entonces cuál es el siguiente paso? —preguntó Clarissa.

—Muy sencillo, esperar... —respondió tranquilamente César mientras tomaba un vaso de agua.

Marcos y Clarissa se miraron entre sí con el rostro lleno de interrogaciones, por lo que el joven detective suspiró y caminó hacia la pizarra para realizar unas anotaciones.

—El asesino sabe que nosotros tenemos en nuestro poder a Lisa, por lo que pronto se pondrá en contacto con nosotros de forma violenta. El primer paso ya lo dio con publicar en todos los medios de comunicación las imágenes donde aparecen nuestros rostros. ¿Quién tendría esa capacidad de logística y contactos suficientes para lanzar esta valiosa información?

—¿El director de seguridad? —Marcos respondió con duda.

—¡Exacto! Por el momento él es nuestro sospechoso número uno. El otro es el vicealcalde, pero él parece un pelele frente a Antonio García. Sin embargo, no lo descarto, ya que sus antecedentes me parecen poco claros.

—No entiendo, ¿también el vicealcalde? —Clarissa estaba sorprendida ante la conclusión de César— Pero si él es el amigo del alcalde, ¿crees que él pueda tener algo que ver en esto?

César movió algunas fotografías y los hilos que los conectaban entre sí, para exponer sus suposiciones.

—Indirectamente está relacionado con las jóvenes asesinadas. Por ejemplo —mostró a sus compañeros una imagen—. Aquí aparece el vicealcalde en un evento con estudiantes, y ¿distinguen quiénes están al fondo?

—¡No me digas! —exclamó Clarissa— El equipo de danza al que pertenecían las chicas muertas.

—Exacto. Esta imagen es de hace 4 años, cuando las jóvenes apenas eran unas adolescentes y asistieron a este evento.

Marcos tomó la fotografía y comenzó a observar detenidamente, buscó entre los pixeles los rostros de las chicas. Para su sorpresa, las cuatro víctimas aparecían en la imagen. Después de unos segundos, sus ojos se abrieron como platos y exclamó.

—¡Temo que encontré a otra víctima!