2 semanas después:
—Otro cargamento con éxito. Fue una buena decisión el haber colaborado contigo, jovencita.
—Se lo dije que no se iba arrepentir, Sr. Huang.
—Tenemos problemas, Rui. — me dijo Shu en mi oído.
—¿De qué tipo?
—Recibí una llamada de parte de uno de los hombres de Shiro.
—¿Cómo sabes que era un hombre de Shiro?
—Reconocí su voz.
—¿Y que quería?
—Supuestamente negociar.
—¿Quieren negocio? Eso le daremos.
—No te puedes arriesgar demasiado, Rui. Shiro te va a reconocer rápido.
—No lo hará, ¿Y si lo hace qué?
—Perderemos todo lo que hasta ahora hemos logrado.
—¿No me digas? ¿A ti qué te hace pensar que voy a tirar el negocio a la mierda por un idiota como Shiro?
—¿Qué es lo que quieres realmente con él?
—Divertirme.
—Con ese hombre no se juega y lo sabes.
—Lo haces sonar como si le tuvieras miedo a ese pobre infeliz, Shu. — reí divertida.
—Lo que no quiero es que pierdas todo lo que has conseguido, solo por ese infeliz.
—Te diré lo que tú no quieres… no deseas que vuelva a reencontrarme con Shiro, porque temes a que vuelva con él, ¿Estoy en lo cierto?
—También.
—Te conozco lo suficiente, Shu. Despreocúpate. Ahora sólo quiero divertirme y ver cómo todo lo que él ha logrado, se viene abajo. Al final de cuentas, me debe muchas. Acepta el negocio y nosotros decidimos el punto de encuentro, lo toman o lo dejan.
—Esta bien, Rui.
—Y el dinero por adelantado. Qué no lo olviden.
2 días después:
Hoy sería el encuentro con la gente de Shiro. Me pregunto si él estará. Me puse un Antifaz y tapé el tatuaje, que aún no decido si quitarlo, o no. Shu también se tapó. Si nos reconocen sería un problema. Tenemos varios empleados por todo el lugar.
—Según tenga el maletín, tienen orden de disparar. Solo dejen a uno vivo, que sirva para que le pasen el mensaje a su jefe.
—Si, señorita.
Minutos después llegaron tres BMW negros y se estacionaron frente a nosotros. Ya estábamos esperandolos.
—Tienes que tener mucho cuidado, Rui. — me advirtió Shu.
—Si está Shiro, será Kim el que hable. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Ellos se bajaron del auto y Shu y yo hicimos lo mismo. Caminamos al frente con un maletín con la mercancía. Es solo una prueba. No ví a Shiro, eso es algo bueno.
—Es un placer conocerla en persona.
—Olvidemos las formalidades. Vamos directo al asunto. Mi tiempo vale oro.
—Veo que es como dicen.
—No se deje llevar por lo que dicen. — respondí indiferente. El hombre sonrió.
Otro de ellos trajo un maletín y se lo pasó al hombre que estaba hablando conmigo.
—Hay que darle una probadita primero.
—Adelante. — abrí el maletín y le mostré la mercancía. Metió su dedo meñique y la probó.
—Buena calidad. ¿De dónde podrías sacar algo tan bueno?
—¿Por qué tanta curiosidad en la fuente? Lo que debe importarle es lo que puedo ofrecerle, ¿No cree?
Cerré mi maletín y se lo pase a Shu.
—¿Qué tienes para mí?
Acercó su maletín para que fuera yo quien lo abriera.
—¿Qué me asegura que es dinero lo que hay y no es una bomba?— pregunté con una sonrisa maliciosa.
—Puedes verlo por ti misma.
—¿Puedes abrirlo por mi? — el hombre suspiró y abrió el maletín.
Al ver el dinero le arrebaté el maletín y mis hombres se encargaron del asunto. Corrí hacia el auto y Shu se encargó de dispararles también. No les dió tiempo a reaccionar. Eran aproximadamente 6 hombres y de los míos habían más.
Metí el maletín en el baúl y caminé a donde Shu. Estaba apuntandole a uno de ellos en la cabeza. Me arrodillé frente a él y le jale el pelo.
—Esto apenas comienza. Dile a tu jefe que seré su maldito dolor de cabeza.— sonreí y lo solté. — Lárgate de mi vista.
Shu lo agarró por el brazo y lo llevo al auto.
—Ya la escuchaste. Lárgate antes que me arrepienta de dejarte respirando.
El hombre se fue a toda prisa y me quedé con Shu. Mis hombres se acercaron esperando órdenes.
—Encarguense de este desastre. — les ordené.
—Sí, señorita.
—Estoy segura que nos estaba subestimando. Por eso mandó a esos buenos para nada.
—Eso debió ser. Normalmente vendría él en persona.
—Veamos que sucederá ahora. Quisiera ver su cara cuando le vayan con el cuento. — reí divertida. — Ese dinero tienes que examinarlo. Quién sabe si sea falso.
—No creo que sea falso, pero lo examinaré.
—Gracias, Shu.
Que comience la diversión.
—Así que una simple perrita está haciendo todo esto. Me pregunto quién podría ser. Podría pensar en que fuera Rui, pero no creo que ella sea capaz de esto. A ella nunca le interesó este negocio.
—¿Y si es de parte de su madre?
—No, ella no haría esto sin avisarme. Esa perrita debe conocerme bien, o es que está buscando quedarse con mi negocio. Cada vez aparecen más enemigos. Hay que estar alertas. Esa perrita quiere guerra, pues guerra le voy a dar.