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Chapter 62 - 61

Fuimos a la casa de Hotaka para pasar la noche, junto a mis hombres y Shu. Los empleados de Hotaka trajeron consigo botellas de Whisky y se las repartieron a todos.

—Hay que celebrar por esa vuelta. Salió mejor de lo que esperamos. — comentó Hotaka levantando la copa.

—Brindemos por esta vuelta y todas las que faltan, porque van a ser muchas más y mejores que está. Cuento con los mejores. Gracias muchachos. Disfruten está noche y Hotaka, ¿Por qué no traerles una perras para que no esten solitos? Se merecen eso y más.

—Tus deseos son ordenes, bella. Ya escuchaste. Vas a traer a las mejores perras para que atiendan bien a los muchachos. — le ordenó a su empleado.

—Si, señor.

Solo se escuchaban los gritos y la emoción.

......

—¡Maldita sea! ¿Qué mierda pasó aquí? — preguntó Shiro molesto.

—No sé, señor. Me llamó uno de los repartidores. Al llegar se encontró con esto.

—Nadie sabía de la ubicación de este lugar. Solamente mis empleados, ¿Quién pudo haber pasado el dato?

—Ni idea. Nos tocará averiguarlo. Podemos empezar por las cámaras.

—Encárgate de eso. Yo voy a regresar a la casa. Tengo que cortarle el cuello a quien se atrevió a soltar la lengua.

—Si, señor.

........

—No te ves tan feliz, muñeca. — me dijo Hotaka.

—Te equivocas. No puedo estar más feliz.

—¿Y conoces ese sentimiento? Porque no lo estás mostrando.

—¿Qué quieres, Hotaka?

—Solo digo que te ves algo pensativa y me preguntaba qué podría estarle pasando a mi bella socia.

—Estoy pensando en cuando nos toque la siguiente vuelta.

—¿Puedo saber la razón por la cual quieres destruir a Shiro? Shu no habla de eso, pero me parece que debe ser algo fuera del negocio.

—No creo que eso deba importarte. No te metas en asuntos ajenos, guapo.

—Siempre tan cortante. Eso me excita de ti.

—¿Qué es lo que quieres, Hotaka? Tienes mujeres a montones, ¿Por qué tanto interés en mi?

—Me gustan las mujeres como tú.

—¿Para la cama?

—Para todo. — me jaló hacía él y sonreí.

—Debes aprender aceptar lo que puedes tener y lo que no. — lo empujé.

—Yo no me rindo fácilmente, bella.

—Si tuviera interés de acostarme con alguien algún día, ten por seguro que no te buscaría a ti. Concéntrate en negocios y deja las calenturas para las putas, que son las únicas que pueden caer en semejante labia barata.

—Eso es precisamente lo que me encanta de ti. — sonrió malicioso y sonreí de vuelta.

—Me alegro.

Caminé lejos de él buscando a Shu. No lo he visto desde que llegamos. Al caminar a la pequeña cabaña donde duermen los hombres de Hotaka, me encontré a Shu recibiendo un servicio oral de una de las perras que trajeron. De alguna forma me incómodo. No sé, ¿Por qué debería incomodarme? Lleva años sin acostarse con alguien. ¿Cómo puedo pretender que él haga lo mismo? ¿Por qué mierdas estoy pensando en esto?

—Lo siento, no sabía que estabas ocupado. No quería interrumpirlos. Continúen. — di la vuelta para irme, pero Shu me llamó.

—¡Rui!— se subió el pantalón y caminó hacia mí. — Lo siento, yo sé que no debía.

—¿Qué no debías? No es que me importe. Mereces divertirte también. Continúen. No la dejes esperando, eso es de mala educación. — sonreí fingiendo que no pasaba nada y Shu rechino los dientes.

—Ya veo. — su expresión se veía algo molesta.

Caminé dentro de la casa y me fui al cuarto de huespedes. Me di un baño y me acosté en la cama. Sentía aún ese dolor en el pecho. Por alguna razón me he estado sintiendo mal por esto que hice. En vez de morirse todo en ese lugar, parece que aún queda esa rabia dentro de mi. No puedo rendirme ahora. No hasta que lo destruya, así como me destruyó la vida a mi. Me quedé dormida luego de pensar tanto. No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí que alguien se subió sobre mí y la primera reacción fue buscar la cuchilla debajo de la almohada. La puse en el cuello de Shu y el me agarró la muñeca. Acostumbro a dormir con una cuchilla debajo de la almohada, por la desconfianza y por mi seguridad.

—¿Planeabas matarme?— me preguntó quitando mi mano a un lado.

—¿Qué haces aquí?

—Quiero estar contigo.

—Estás borracho. Debiste quedarte en otra habitación.

—Yo no quiero otra habitación que no sea contigo. Usame, Rui.

—¿Qué estás diciendo? — Tartamudee. Me avergonzó de alguna forma su pedido.

—Tu también debes divertirte. Llevas años sola, sin un hombre que te toque, que te haga sentir algo bueno. Esto puede aliviar ese estrés constante en el que estás.

—Yo no lo necesito. Ya te lo dije. No quiero acostarme contigo. — no pude terminar de decirlo cuando estampó sus labios con los míos. Me besó desenfrenadamente. Sus besos saben a Whisky.

—Siempre te haces ver cómo alguien fría y cortante, pero eres una mujer, también mereces sentir. ¿Cuál es tu puto problema? ¿Cuándo dejarás de rechazarme diciendo que no te gusto? ¿Cuándo vas a ser honesta contigo misma? He visto la expresión que pones cuando te beso, cuando te tocó, incluso cuando me viste con esa mujer. Te has vuelto muy mala para mentir, o es que te conozco demasiado. Si no puedes amarme como yo, estoy bien con eso, pero al menos usame a tu antojo. Prefiero poder complacerte y hacerte sentir bien, aunque no me quieras ni un poco.